La actividad estrella del día era el kayak con tortugas. Lo habíamos reservado antes de ir, con una empresa neozelandesa que organiza distintos tours por las dos islas. Nos apetecía hacer algo de kayak y si además podíamos ver tortugas en libertad, mucho mejor. Pero primero podíamos aprovechar para un último bañito en Matareva a primera hora, antes del desayuno. Me gustó mucho el snorkel en esta playa.
Matareva beach
A las 9:30 estábamos puntuales en el Vai Villas, donde conocimos al que sería nuestro guía, un chaval muy majete que había aprendido algo de español estando de misionero en Alaska unos años atrás (un Samoano en Alaska… y le encantó el frío!). Nos dieron un kayak doble que estaba muy bien. En el propio Vai Villas hay una especie de laguito que comunica con el mar a través de un canal todo cubierto por manglares (el río serpenteante que se ve en la foto). La primera parte del tour consiste en familiarizarse con el kayak atravesando los manglares, hasta que sales a la laguna. Una vez allí, cruzas más o menos en línea recta hasta la punta arenosa de la península que hay enfrente, y sigues padeleando dejando la playa a la izquierda. Toda esa parte, entre la playa y el arrecife, está llena de tortugas. Como el agua está tan limpia, se las ve nadando por debajo del kayak, o saliendo a respirar a la superficie. Vimos montones de ellas, pero fugazmente, porque son increíblemente rápidas.
Kayak tour
Estuvimos un buen rato padeleando paralelos a la orilla, y paramos a descansar en una mini playa donde pudimos soltar el kayak, beber agua y comer algo (te proporcionan snacks). Nos dimos un bañito pero el fondo era muy arenoso y estaba un poco revuelto así que la visibilidad tan cerca de la orilla era muy mala y no pudimos hacer snorkel. Después nos volvimos a montar en los kayaks y seguimos avanzando un poco más. En este punto el guía nos preguntó si queríamos que cogiera una tortuga. Yo pensaba que estaba de coña, pero nos dijo que no, que son relativamente fáciles de coger, solo hay que cansarlas un poco primero. Obviamente, le dijimos que no, y que no entendíamos por qué nadie iba a querer hacer eso a la pobre tortuga, pero nos dijo que muchos turistas se lo piden porque así pueden hacerse fotos con ellas. En fin… esa fue la nota amarga del tour. Al día siguiente también veríamos algo parecido. En teoría, las tortugas son una especie protegida en Samoa, pero el guía nos dijo que todavía hay pueblos que las cazan y que aprender a cogerlas es pasatiempo habitual de los chavales. Y mientras los turistas sigan demandando este tipo de actividades, la cosa no va a cambiar…
Kayak tour
Estuvimos un rato parados en medio de la laguna, meciéndonos con la corriente, viendo cabecitas de tortuga entrar y salir del agua. Pero estábamos a pleno sol, con un calor horrible, y con ese vaivén yo empecé a marearme así que le pedimos empezar la vuelta hacia el hotel. Paramos para un último baño en la puntita de la península, que está justo frente a la entrada al manglar, y en ese momento la marea estaba bajando y la corriente en ese punto era increíble, yo pensaba que me iba a arrastrar hasta el arrecife, tenía que enterrar los pies en la arena y quedarme así como medio en cuclillas para que no me llevara. Después de volver a atravesar el manglar, esta vez con marea baja y con más cuidado para no quedarnos enganchados en las raíces, llegamos de vuelta al hotel como a las 2 y pico. La comida estaba incluida en el tour, y mientras nos la terminaban de preparar nos dimos un chapuzón en una poza de agua dulce que tiene el hotel para quitarnos toda la sal de encima. El agua estaba fresquita, pero al igual que la cascada Afu Aau el día anterior, nos supo a gloria. La comida fue del estilo de las que habíamos ido probando: sencilla pero sabrosa y buena cantidad. El tour, al margen de lo de coger tortugas, está muy bien si te gusta hacer kayak y estás mínimamente en forma, si no puede hacerse durillo. Nosotros acabamos bastante cansados porque no estamos acostumbrados a estar tanto rato dándole a la pala, pero nos gustó mucho. Eso sí, es un tour caro para los precios de Samoa (170 NZD por persona).
Después de comer nos despedimos de nuestro guía, que nos pidió que le apuntáramos algunas palabras y expresiones en español en una libretita para seguir aprendiendo. Nos quedaba medio depósito y le pregunté si podríamos echar gasolina en la zona de Lalomanu, a donde nos dirigíamos, y nos dijo que mejor repostar donde estábamos porque las dos gasolineras de Lalomanu eran poco fiables y muchas veces estaban cerradas o no tenían gasolina. Llenamos el depósito en una gasolina cerca del Vai Villas (a 2.81T/L) y pusimos rumbo al sureste de la isla. Por el camino, nos desviamos por la Cross Island Road para visitar la cascada Papapapaitai. Esta cascada es muy bonita y espectacular, pero tiene la peculiaridad de estar en una garganta que suele tener mucha niebla. Y efectivamente, cuando llegamos al mirador vimos que no habíamos tenido suerte, porque no se veía más allá de un palmo. Podíamos oírla, pero no verla. Como aquello no tenía pinta de levantar, nos resignamos y seguimos camino. Volvimos a la carretera que bordea la isla y pusimos rumbo al siguiente destino, la cascada Togitogiga, que en realidad son varias cascadas pequeñitas encadenadas. Es un buen sitio para bañarse y hacer un picnic, pero a esas alturas mi señor esposo no se encontraba muy bien. Le había dado una pájara de tanto sol esa mañana (si le preguntáis a él, os dirá que fue porque yo estaba más pendiente de las tortugas y la cámara que de darle a la pala…) y prefirió quedarse en el coche mientras yo me asomaba a ver la cascada (entrada gratuita). Es un sitio bonito, pero a esas horas ya no le daba el sol y no apetecía tanto bañarse. Creo que es un buen sitio para ir por la mañana.
Togitogiga Falls
Lo malo de haber hecho solo un carnet de conducir samoano es que solo él podía conducir, aunque no se encontrara bien. Afortunadamente pudimos llegar a Taufua sin problemas, pero no hicimos más paradas, y aun así llegamos justo cuando estaba anocheciendo. Había sido un día muy largo. Esa noche era la Fiafia night en Taufua, pero la disfruté sola porque él se quedó en la cama, con fiebre y tiritona y atiborrado a paracetamol. La cena estuvo muy bien, incluso nos dieron, entre otras cosas, langosta. Y espectáculo por un lado me pareció que la música era mucho más moderna, un poco chunda chunda versión samoana, y los bailarines eran todos muy jovencitos, pero por otro lado sí hicieron danza de fuego (algo que en la otra Fiafia que habíamos visto no hicieron), que fue sencillamente espectacular. A la mañana siguiente teníamos planeada la excursión a Namua Island, pero a esas alturas yo no sabía si la excursión iba a ser a la isla o al hospital de Apia…
Taufua Beach Fales
Opinión del Taufua Beach Fales: este resort fue quizás lo primero que me hizo plantearme un viaje a Samoa, cuando vi unas fotos en un reportaje de la revista de a bordo de AirNZ, así que cuando planeamos el viaje obviamente teníamos que quedarnos en él. Fue una decepción. Es muy popular, sobre todo con backpackers, y estaba petado. Después de haber estado en sitios súper íntimos los días anteriores, esto nos parecía masificado. La playa no era tampoco para tirar cohetes, y el fale que habíamos cogido (un enclosed fale en la playa) tenía moho por todas partes y daba un poco de pena, y al ser cerrado hacía un bochorno horrible por la noche. Nos dio la sensación de que los fales estaban todos apiñados y los baños eran pocos (solo dos baños y dos duchas de hombres, y otros tantos de mujeres, para tanta gente) y mal cuidados. La comida estaba bien, y las bebidas tenían los precios habituales, o incluso más caras: cerveza a 7T, litro y medio de agua a 7T. El desayuno y la cena eran a horas fijas (a las 9 de la mañana y a las 7 de la tarde) y en mesas corridas, que están muy bien si quieres conocer gente pero si no te mola ponerte a hablar con desconocidos es un poco coñazo.