8 de octubre. Me levanté temprano porque el guía pasaba por el hotel a buscarme a las 8:30 aproximadamente.
El desayuno, comparado con la cena, me gustó bastante menos. Incluía zumo de naranja (bastante malo, por cierto), café o té, un huevo frito, un kolompeh industrial, yogur blanco y luego pan típico iraní sobre el que se podía untar mantequilla, queso, miel, mermelada de zanahoria y mermelada de cerezas (envasadas). Tomar esto durante 3 días se me hizo muy pesado.
Antes de la hora prevista, Ali, el guía de Visit Kalouts, ya estaba esperando. Por delante teníamos un día muy largo en el que el principal punto de interés iba a ser la visita de los Kalouts.
Durante la primera parte del recorrido, mientras que íbamos saliendo de Kerman e introduciéndonos cada vez más en un paisaje desértico, Ali me fue contando (en un estupendo inglés) generalidades sobre la provincia de Kerman y sobre él mismo. Hizo alguna parada para que yo pudiese hacer alguna foto del desierto.
El desayuno, comparado con la cena, me gustó bastante menos. Incluía zumo de naranja (bastante malo, por cierto), café o té, un huevo frito, un kolompeh industrial, yogur blanco y luego pan típico iraní sobre el que se podía untar mantequilla, queso, miel, mermelada de zanahoria y mermelada de cerezas (envasadas). Tomar esto durante 3 días se me hizo muy pesado.
Antes de la hora prevista, Ali, el guía de Visit Kalouts, ya estaba esperando. Por delante teníamos un día muy largo en el que el principal punto de interés iba a ser la visita de los Kalouts.
Durante la primera parte del recorrido, mientras que íbamos saliendo de Kerman e introduciéndonos cada vez más en un paisaje desértico, Ali me fue contando (en un estupendo inglés) generalidades sobre la provincia de Kerman y sobre él mismo. Hizo alguna parada para que yo pudiese hacer alguna foto del desierto.
La primera parada como tal de la excursión fue en el pueblo de Sirch, poco más que unas cuantas casas en el desierto polvoriento. El lugar de interés de este lugar es un ciprés que se supone que tiene cerca de 1000 años de antigüedad. Las culturas preislámicas consideraban este árbol como símbolo de la vida, libertad y justicia.
Continuamos el camino hasta Shahdad, una pequeña ciudad en la que íbamos a ver un antiguo depósito de agua (ab anbar en persa). Primero vimos el depósito desde fuera, del que asomaba una cúpula. Junto al depósito había unas torres del viento, sistema de ventilación tradicional en Irán para facilitar la circulación del aire dentro de los edificios. Seguidamente entramos al depósito bajando por unas largas y empinadas escaleras. El material de construcción del ab anbar era el sarooj, hecho de arena, arcilla, claras de huevo, lima, etc…, mortero que hacía que fuese impermeable al agua. Las paredes estaban hechas de ladrillos especiales. El guía me demostró la buena acústica del depósito cantando unas canciones típicas.
La siguiente parada fue la del parque Nebka, junto a la carretera. Se caracteriza por la existencia de unos arbustos que tienen la pecularidad de que acumulan la arena formándose unos montículos, de forma que contienen el avance del desierto. Estos arbustos producen unas bolitas de azúcar que el guía me dijo que eran recogidas por las mujeres de la zona para usarlas como endulzante del té.
En poco tiempo llegamos a Shafi-Abad, donde en primer lugar entramos a un antiguo caravanserai. Estas construcciones eran posadas o ventas que las personas que estaban realizando un largo viaje utilizaban para descansar, así como sus animales. Este caravanserai de Shafi-Abad es de la dinastía Qajar, que gobernó desde finales del siglo XVIII hasta 1925. Es como ciudadela rodeada por un muro en el que destacan los torreones, como los existentes a cada lado de la puerta de entrada. En el pasillo de acceso al interior del caravanserai había unas mujeres vendiendo artesanía. Una vez dentro, el espacio era como un gran descampado lleno de matorrales, pero lo que es la estructura se veía muy bien. Subí hasta la primera planta para poder apreciarlo mejor y observar alguna panorámica.
El siguiente sitio que vi por este pueblo fue un qanat. Se trata de un antiguo sistema de canalización del agua, con origen en Irán probablemente durante el primer milenio a.c., que se construye perforando un pozo vertical en el terreno hasta que se alcanza un acuífero. Luego se va excavando un canal horizontal con poco desnivel para que el agua vaya descendiendo de forma controlada. Es habitual que el agua acabe en un ab anbar, como el que vi anteriormente en Shahdad. Además, se van perforando adicionalmente diferentes pozos verticales para permitir la ventilación del canal de agua o el acceso a él para realizar labores de mantenimiento.
En el qanat al que accedí pude llegar hasta el canal de agua y caminar por algunos de los pasillos. Está un poco mal para entrar, pero luego es fácil y rápido de recorrer.
En el qanat al que accedí pude llegar hasta el canal de agua y caminar por algunos de los pasillos. Está un poco mal para entrar, pero luego es fácil y rápido de recorrer.
Con todo lo anterior finalizaba la primera parte de la excursión y llegaba la hora de comer. Fuimos a una casa cercana en la que me habían concertado el almuerzo (la otra opción es llevarte tu propia comida). Pasé con el guía a una habitación que tenía pinta de ser la de los aperos agrícolas, porque había un tractor y allí nos sentamos a comer sobre una alfombra. Aparte de ponerme morado de té, la comida consistió en ensalada shiraz (la ensalada con trocitos picados de tomate, pimiento, cebolla, etc…) y un plato de pollo guisado en salsa acompañado de arroz. Estaba todo muy bueno, la verdad.
Como había unas camas, el guía se echó una buena siesta de sobremesa y yo me dediqué a descansar, sin más. Salimos a una hora prudente hacia los Kaluts, el motivo principal de contratar esta excursión.
En Irán hay 2 grandes desiertos que se extienden a través de centenares de miles de km cuadrados: el de Kavir (Dasht-e-Kavir) o Gran Desierto Salado, ocupa el centro de la meseta de Irán y va desde los montes Elbruz al norte de Irán hasta el desierto de Lut (Dasht-e Lut); el desierto de Lut o desierto del Vacío, se extiende por el sureste de Irán y es otro gran desierto salado que tiene una extensión de 480 km de largo por 320 km de ancho. Tiene fama de ser uno de los lugares más calurosos del planeta y de hecho de haber registrado la temperatura más cálida. Es en este desierto donde se ubican los Kaluts.
En Irán hay 2 grandes desiertos que se extienden a través de centenares de miles de km cuadrados: el de Kavir (Dasht-e-Kavir) o Gran Desierto Salado, ocupa el centro de la meseta de Irán y va desde los montes Elbruz al norte de Irán hasta el desierto de Lut (Dasht-e Lut); el desierto de Lut o desierto del Vacío, se extiende por el sureste de Irán y es otro gran desierto salado que tiene una extensión de 480 km de largo por 320 km de ancho. Tiene fama de ser uno de los lugares más calurosos del planeta y de hecho de haber registrado la temperatura más cálida. Es en este desierto donde se ubican los Kaluts.
Los Kaluts constituyen un paisaje de colinas y rocas arenosas que se elevan sobre la llanura del desierto y que han sido moldeadas como consecuencia de la erosión producida por el viento. Sin haber estado y salvando las distancias, por momentos me daba la sensación de estar contemplando el Monument Valley iraní.
No paré de hacer todas las fotos que pude desde el coche, pero finalmente nos apartamos de la carretera, no demasiado, por una pista para detenernos en un sitio durante un ratillo para fotografiar estos kaluts.
Lo mejor, además de las rocas que tenía cerca es que estábamos en un punto un poco más alto y se podía observar una gran panorámica de fondo. Eso y que estábamos prácticamente solos, puesto que solo llegó otro coche con 3 ó 4 personas.
Pasada una media hora seguimos adentrándonos en el desierto por la carretera principal hasta que llegamos a un lugar para contemplar el río salado. En esta fecha el cauce estaba completamente seco pero se podía observar la sal.
Cerca se encuentran las “Camel hills”, que forman una curiosa hilera de pequeñas colinas o elevaciones con forma de joroba de camello.
Dimos media vuelta y en un momento dado nos salimos de la carretera principal por el lado opuesto a donde habíamos parado anteriormente y el guía se internó por una pista (por llamarlo de alguna manera) entre kaluts bastante impresionantes por la que íbamos en completa soledad. Pasado un ratillo se detuvo y comenzamos a caminar para subir por una especie de duna desde la que contemplar kaluts espectaculares y la puesta de sol. No debería haber subido por eso de ir con muletas, pero me pudo más la curiosidad y las ganas de ver el paisaje que los posibles problemas físicos. Estuvimos allí arriba alrededor de una hora, contemplando los cambios de colores de las montañas y del desierto mientras que se iba poniendo el sol.
Cuando ya quedaba poquita luz bajamos e iniciamos el regreso en coche, pero paramos de nuevo a los pocos minutos en un lugar en alto, el guía sacó una alfombra y allí que nos sentamos sobre la tierra esperando a que se hiciese completamente de noche y poder observar las estrellas. Para hacer más agradable la espera, sacó otro termo de té y unas kolompehs. Kolompeh es una pasta típica de Kerman que está hecha a base de una mezcla de dátiles picados, nueces, cardamomo y otros condimentos, decorada con pistachos normalmente. Mira que yo no me comeré un dátil en mi vida, pero estas pastas estaban deliciosas.
Pasado un buen rato se empezó a observar un cielo cada vez más estrellado y hasta la Vía Láctea era posible contemplar perfectamente. El guía, con la ayuda de una aplicación móvil, me estuvo enseñando cuáles eran las principales constelaciones y estrellas que se visualizaban. Mis tiempos de cuando estudié 2 años de astronomía en el instituto ya quedaban lejos y no me acordaba. También me intentó ayudar a configurar los tiempos de exposición e ISO de la cámara para sacar fotos del cielo estrellado, aunque finalmente no salieron muy bien (cuando vi las fotos días después) por la suciedad del objetivo.
Todas estas últimas horas de la excursión estuvimos en completa soledad, lo que fue un completo lujo.
Después ya sí que empezamos el regreso de verdad a Kerman, donde llegamos alrededor de las 9 de la noche, así que la excursión duró 12 horas aproximadamente. No sé si la excursión del hotel Akhavan sería mejor o peor, si se adentraría en sitios aún más remotos del desierto, pero me compensó los 20-25€ de más por llevar a un guía que hablara inglés y me explicara las cosas que íbamos viendo, cosa que probablemente no hubiese ocurrido de la otra manera.
Me fui derecho a cenar al comedor del hotel, donde esta vez la cena, un poco más improvisada que la de la noche anterior, consistió en un kebab de pollo con arroz y una tortita rellena de verduras.
Para la excursión del día siguiente a Bam y Rayen acordé con el dueño del hotel que comenzara sobre las 7:30, si no recuerdo mal. Por lo demás, se acabó el día y me retiré a dormir.
Pasado un buen rato se empezó a observar un cielo cada vez más estrellado y hasta la Vía Láctea era posible contemplar perfectamente. El guía, con la ayuda de una aplicación móvil, me estuvo enseñando cuáles eran las principales constelaciones y estrellas que se visualizaban. Mis tiempos de cuando estudié 2 años de astronomía en el instituto ya quedaban lejos y no me acordaba. También me intentó ayudar a configurar los tiempos de exposición e ISO de la cámara para sacar fotos del cielo estrellado, aunque finalmente no salieron muy bien (cuando vi las fotos días después) por la suciedad del objetivo.
Todas estas últimas horas de la excursión estuvimos en completa soledad, lo que fue un completo lujo.
Después ya sí que empezamos el regreso de verdad a Kerman, donde llegamos alrededor de las 9 de la noche, así que la excursión duró 12 horas aproximadamente. No sé si la excursión del hotel Akhavan sería mejor o peor, si se adentraría en sitios aún más remotos del desierto, pero me compensó los 20-25€ de más por llevar a un guía que hablara inglés y me explicara las cosas que íbamos viendo, cosa que probablemente no hubiese ocurrido de la otra manera.
Me fui derecho a cenar al comedor del hotel, donde esta vez la cena, un poco más improvisada que la de la noche anterior, consistió en un kebab de pollo con arroz y una tortita rellena de verduras.
Para la excursión del día siguiente a Bam y Rayen acordé con el dueño del hotel que comenzara sobre las 7:30, si no recuerdo mal. Por lo demás, se acabó el día y me retiré a dormir.