10 de julio de 2019
6:30. Empieza un nuevo día en Cahecho, Cantabria. Por desgracia, el último para nosotros en estos Apartamentos Fuente de Somave que tanto han cubierto nuestras expectativas durante nuestras dos primeras jornadas rondando los Picos de Europa. Con un silencio sepulcral, el pueblo comienza a despertar ante la atenta mirada de un manto de nubes bajas que no impiden una muy buena visibilidad a las cumbres de las montañas cercanas. Y no tan cercanas, ya que la silueta de uno de los macizos de los Picos de Europa nos da los buenos días cuando nos asomamos al balcón.
Aprovecho el silencio y la temprana hora para dar un repaso a las fotos de la jornada anterior, además de redactar los ¡43! párrafos de la etapa de ayer. Entre una cosa y la otra el reloj alcanza las 8:00 y se confirma que el día amanece espléndido. Con el coche cargado y tras una última visita al Mirador de Liébana en muchas mejores condiciones de visibilidad que durante la tarde anterior, son las 9:10 cuando nuestro vehículo se pone en marcha y abandona las alturas de esta colina cántabra sin intención de volver.
Aquí, trabajando
La agenda de hoy se separa en dos claras mitades. Empezamos por la primera: la inevitable visita a Fuente Dé con subida a la base de los Picos de Europa en teleférico incluida. Desde allí nacen dos opciones principales para realizar una excursión larga, pero finalmente no protagonizaremos ninguna de ellas. La primera pasa por adquirir un billete para el teleférico de solo ida y realizar el descenso a pie hasta la estación inferior. El perfil de la excursión presenta una pérdida de altitud de más de 800 metros a recorrer en unos 13 kilómetros. La descartamos porque guarda demasiadas similitudes con el Panorama Trail, un sendero de características parecidas en el Parque Nacional de Yosemite que nos brindó una de nuestras peores experiencias en cuanto a consecuencias físicas -ampollas, agotamiento... las vistas preciosas, eso sí-. La segunda opción es el trayecto que va desde El Cable -la estación superior del teleférico- hasta el mirador de Horcados Rojos, una senda no circular de algo más de 5 kilómetros y un desnivel superior a los 500 metros hasta alcanzar un balcón hacia el Pico Urriellu y sus vecinos. Decidimos descartarlo porque lo duro del desnivel, que se concentra en sus dos últimos kilómetros, no nos compensa ante las vistas finales, que para alguien con otros gustos serán inmejorables pero no para nosotros, que preferimos ver el perfil de las montañas desde una distancia con mayor perspectiva y, a poder ser, acompañada de unos colores azules y verdes que complementen el gris de la roca.
Hoy sí que asoman los Picos desde Cahecho
Panorámica de Cahecho
Nuestro recorrido de alrededor de 50 minutos en carretera hasta Fuente Dé nos hace pasar por Camaleño, un pueblo del que ya hemos visto a través de portal Idealista que cuenta con algunos alquileres apetecibles. En este viaje añadimos un aliciente a la visita: estamos tan convencidos de que en el corto plazo haremos huídas de uno o varios meses a la zona, que también nos interesamos por los alquileres de media duración que puedan ofrecer los lugares por los que pasamos. Son las 9:50 cuando alcanzamos Fuente Dé tras una carretera en correctas condiciones. Las vistas al perfil de los Picos de Europa han despertado nuestros "ooooh" desde prácticamente nuestro desvío en Potes. Detenemos nuestro coche siguiendo las indicaciones del personal que va organizando a los vehículos que llegan a un aparcamiento que empieza a abarrotarse. Nos dirigimos hacia las taquillas para el teleférico, que no empieza a operar hasta dentro de diez minutos... y la cola ya asusta.
El cable del teleférico
Estábamos ya sobre aviso, y por ese motivo querríamos haber salido de Cahecho media hora antes de lo que finalmente hicimos. El teleférico de Fuente Dé sufre su "hora punta" cuando abre, y personándose en las taquillas a las 10:00 es sinónimo de tener que esperar turno durante una hora para poder ascender a lo más alto. Eso es exactamente lo que nos ocurre: llega nuestro turno para comprar los billetes -17 euros la ida y vuelta por persona- a las 10:20, pero en ellos figuran los números 208 y 209. Mientras tanto, han anunciado por megafonía que solo se admitirán la subida a las cabinas a los billetes hasta el número 200, y los posteriores deberán esperar a la siguiente tanda. Los dos únicos teleféricos que suben y bajan por sendos cables ascienden llenos y regresan vacíos, y así nos dan las 11:00 cuando por fin se abre la veda para los números 200 a 240 y enfilamos la rampa para subirnos a una cabina.
Esa es nuestra cabina
Soy el tonto al que le toca quedarse plantado en pleno centro de una hacinada cabina mientras sube, resultándome imposible asomarme a ninguno de los ventanales para disfrutar de las vistas. En el exterior hace un calor que no esperábamos en este lugar y fecha. Alcanzamos la estación superior de El Cable y nos asomamos al mirador junto a ella, desde el que empaparnos de un paisaje que abarca toda la altura ganada. Las vacas que pastan bajo nuestros pies son diminutos puntos marrones y negros sobre un mar de intenso verde.
Lo que hemos subido
Las vistas desde El Cable
Como para hacerlo a pie...
Contraste entre verdes y grises
Nos damos media vuelta y, dando la espalda a la estación, échamos a andar. En apenas 2 minutos se abre ante nosotros un inmenso circo de piedra gris con unas cuantas vacas y caballos figurando en primer plano. Realizamos el camino de apenas 20 minutos hasta Horcadina de Covarrobles, la intersección desde la que nacen tanto el descenso de regreso a Fuente Dé como el desvío para empezar a acercarse a Horcados Rojos. La mejor vista para nuestros gustos se encuentra aquí. Asomándonos allí dónde comienza la bajada que hemos intuido desde el teleférico, vemos un gran altiplano verde rodeado por montañas alrededor, en una postal que nos recuerda inmediatamente a la de los Lagos de Covadonga.
Primeros metros
Insignificantes senderistas
Las descomunales formaciones rocosas
Siendo consecuentes con nuestra decisión de no centrar nuestros esfuerzos del día en Fuente Dé, deshacemos nuestros pasos para regresar a la estación de El Cable. Según avanza el reloj y va aumentando la concurrencia de visitantes vemos que predomina el turismo familiar, con una amplia mayoría de familias dispuestas a aprovechar el día en las alturas. A las 12:30 estamos ya listos para subirnos a la próxima cabina que tenga a bien devolvernos a Fuente Dé.
Las vistas hacia el camino de regreso a pie
Gente mires hacia donde mires
Pues habrá que bajar
Caminos tortuosos desde el teleférico
Una inesperada catarata
El prado es suyo
Son las 12:50 cuando regresamos a nuestro vehículo y, sin tiempo que perder, nos echamos a la carretera. Nuestros planes para esta tarde recomiendan contar con el mayor tiempo disponible, así que no nos detenemos ni para comer: mientras uno conduce, el otro engulle el bocadillo que se ha preparado esta mañana antes de salir. Nos queda por delante atravesar Potes por última vez y repetir el rumbo de ayer para alcanzar esta vez el Puerto de San Glorio, referencia para el navegador GPS desde la que desviarse a nuestra excursión de hoy.
Para esta tarde nos hemos decidido por darle una nueva oportunidad a los Picos de Europa desde la distancia. Tras el relativo fiasco del Pico Jano -nos gustó la excursión, pero de los Picos solo vimos pequeños fragmentos- hoy haremos un nuevo intento a una distancia algo mayor respecto al Parque Natural. Naciendo en el Collado de Llesba cercano al Puerto de San Glorio nace la excursión al Coriscao, una cima de 2.234 desde la cual en condiciones óptimas se puede disfrutar sin obstáculos de los tres macizos que conforman los Picos de Europa. No sabemos si seremos capaces de alcanzar la cumbre, pero tenemos la esperanza de que incluso desde el collado previo a atacarla podamos contemplar dos de esos tres macizos.
Son las 13:55 cuando alcanzamos el Collado de Llesba, donde la carretera deja de ser pública y un par de apartaderos a lado y lado de ésta sirven de aparcamiento para los visitantes. La carretera de montaña hasta aquí estaba en buen estado, y solo los dos últimos kilómetros que separan el Puerto de San Glorio de nuestro destino final presentaban más dificultades al tratarse de una pista asfaltada sin quitamiedos. Ignoramos de momento el camino que a mano derecha llega tras unos pocos metros a una estatua de un oso, y solo nos detenemos unos minutos en el balcón junto a la carretera desde el que ya se puede disfrutar de uno y medio de los macizos de los Picos. Localizamos el inicio del sendero y comenzamos a ganar altura rápidamente dejando el coche tras nosotros.
Las vistas desde el Collado de Llesba
El inicio es de los que hacen replantearse las intenciones. De no haber sabido que la pendiente inicial es solo pasajera y más adelante podremos alternarla con tramos más asequibles seguramente hubiéramos dado media vuelta. El desnivel es de los fuertes y tras cada puñado de pasos debemos parar unos instantes para recobrar el aliento, aprovechando para disfrutar a nuestra derecha de unas vistas que no dejan de ser espectaculares en ningún momento. Definitivamente los Picos de Europa nos resultan más atractivos desde la distancia que desde su base, donde la masa de piedra grisácea es tan inabarcable que cuesta saber apreciar todos sus matices.
Los coches se vuelve diminutos tras pocos minutos
Superamos el primer y exigente tramo y el terreno nos da una pequeña tregua. Ya tenemos ante nosotros una sucesión de cimas y todavía no tenemos claro cuál de ellas se corresponde con el Coriscao. Con ayuda de un track en formato GPX y una aplicación en el móvil no perdemos el trazado, y gracias a él descubrimos cuán equivocados estamos al creer, media hora después, que ya habíamos alcanzado la base de la montaña. Lo que tenemos ante nosotros es la Peña Cascajal, apenas un aperitivo comparado con el Coriscao y que debemos rodear por su lado izquierdo si queremos insistir en nuestro objetivo final. Como es pronto y todavía nos quedan fuerzas, seguimos caminando. Por ahora no nos hemos encontrado por el camino a absolutamente nadie... a excepción de una culebra que sale disparada a nuestro paso para desaparecer entre los matorrales.
La postal se va asomando...
La Peña Cascajal
Tras sortear la Peña Cascajal nos cruzamos al fin con cinco personas, y girando el cuello a nuestra izquierda descubrimos a nuestro pesar que la zona de Riaño -a la que nos dirigiremos más tarde- no se puede apreciar, ya que queda tras una serie de colinas de altura media. Al fin alcanzamos el collado a unos 2.000 metros de altura y ya no hay dudas de que el gigante que queda ante nosotros es el Coriscao. Si viendo el perfil del track ya temíamos que no íbamos a ser capaces de superar ese desnivel, la observación en directo no hace más que confirmarlo. En otras circunstancias, habiendo dedicado el día entero a ello, sin tantos días y esfuerzos todavía por delante y con una mochila menos cargada... quizás. Pero en nuestras circunstancias actuales lo más prudente parece conformarse con disfrutar del collado y no castigar unas piernas a las que todavía les queda mucho por caminar en los próximos días.
Aquí nos quedamos, que no es poco
Conformarse con el collado no es poco, en cualquier caso. Disfrutamos de una vista de 180 grados hacia los macizos oriental y central, dejando fuera de nuestro campo de visión el macizo occidental que queda precisamente tras el Coriscao. Podemos distinguir a ojo desnudo Fuente Dé, la estación de El Cable y el inicio del camino a Horcados Rojos en los que hemos estado hace apenas unas horas. Dedicamos el tiempo necesario a saborear las vistas y disfrutar de la sensación de soledad, acompañados por el único sonido de un cuervo a unos cientos de metros de nuestra posición.
La separación entre macizos
El Coriscao que nos ha vencido
Fuente Dé y El Cable, ahora desde lejos
Saboreando el momento
Lo que queda al otro lado
Son las 16:25 cuando nos consideramos suficientemente saciados de vistas e iniciamos el camino de vuelta. Aunque no siempre ocurre, en este caso la bajada nos lleva mucho menos tiempo que la subida gracias a que nos detenemos menos tiempo para tomar aire y repasar que vamos por el camino correcto. Antes de regresar al coche cruzamos la carretera para alcanzar ese mirador "oficial" en el que la estatua de un oso apunta hacia los Picos de Europa en una versión menos completa que la que hemos podido disfrutar a más altura.
Jugando con la composición
Las vistas desde el oso
Son las 18:00 cuando volvemos a rodar y cruzamos el límite entre Cantabria y la provincia de León, dando así inicio a nuestro paso por Castilla y León. El asfalto empeora casi inmediatamente, dejando de manifiesto una peor inversión en mantenimiento de carreteras en tierras leonesas. Nos queda por delante una hora de camino hasta superar el núcleo de Riaño y alcanzar el pueblo de Acebedo en el que pasaremos una única noche.
El paso por Riaño es espectacular gracias a la combinación del homónimo embalse que lo rodea y la muy interesante luz que lo baña a esta hora del día. La postal nos recuerda en parte a las rocosas canadienses gracias a su combinación de azules y turquesa en el agua y verdes y grises en las montañas, pero también tiene cierto aroma a esas imágenes de Suiza que por ahora solo hemos visto a través de una pantalla mientras pensamos en futuros viajes. Dejamos a nuestra izquierda la intimidatoria cumbre de un Pico Gilbo que forma parte de nuestros planes a corto plazo. Son las 19:00 cuando alcanzamos Acebedo y en él, la Casa Rural El Pinar nos ofrece la que sea probablemente la comitiva de bienvenida más extraña que hayamos visto. Dos chicos -uno alrededor de los 15 años y otro que no tendrá más de 10- están esperando junto a la entrada acompañados de un caballo y tres perros alborotados. El mayor de los muchachos nos invita a aparcar junto a la puerta y cuando salimos del coche nos da una explicación: su tía, dueña del negocio, ha tenido que salir de imprevisto hacia León ya que el menor de sus hijos ha sufrido una caída a caballo y se ha roto el brazo. Presentada la situación, el menor de los chicos nos acompaña hasta nuestro alojamiento para hoy: una habitación con dos camas individuales con un baño propio. Reservado a través de Booking.com y a razón de 45 euros incluyendo el desayuno para la mañana siguiente, no se puede pedir más.
Nuestra habitación para hoy
Casa Rural El Pinar, Acebedo
Subimos nuestro equipaje y echamos una ojeada a las zonas comunes: un pequeño salón el en descansillo entre las dos estancias alquiladas con un sofá y en la planta baja el comedor en el que se sirve el desayuno incluyendo una cocina completa cuya existencia desconocíamos. No perdemos más tiempo explorando y regresamos a nuestros aposentos para darnos una muy necesaria ducha y evaluar nuestras opciones para cenar, ya que al no haber traído ingredientes para prepararnos algo no nos queda más remedio que visitar algún restaurante.
En una decisión en la que intervienen variables como el precio, la distancia a recorrer y la oferta de la carta, por ahora nos dirigimos al cercano pueblo de Lario. Nuestra intención es cenar en el Restaurante La Era, pero cuando accedemos a su interior el hombre tras la barra nos indica que el servicio de cenas no se inicia hasta las 21:30, obligándonos a hacer tiempo durante media hora. Eso lo cambia todo, y es que durante esa espera consultamos alternativas y vemos en Riaño otro local que nos da muchas más garantías en cuanto a precio y oferta gastronómica. Nos obliga a conducir 15 minutos más, pero en cualquier caso empezaríamos a cenar no más tarde de lo que lo haríamos aquí.
Y por ese motivo a las 21:20 estamos entrando en el Restaurante Punto y Coma tras haber visto una inesperada vez más el Embalse de Riaño y el Pico Gilbo junto a él. Nos recibe un chico de alrededor de treinta años con palabras y dejes que ya empiezan a sonarnos a Asturias. L no quiere cenar muy fuerte y se queda con un plato de nuggets de pollo con patatas fritas. En mi lado de la mesa aterriza un codillo al horno con puré de patatas y cebolla caramelizada. Junto a refresco y cerveza, rematamos con una porción de tarta de chocolate de la abuela para compartir. Una hora después abandonamos el agradable local con 30 euros menos, el estómago lleno y la sensación de haber acertado con el cambio de última hora.
Conducimos de nuevo hacia Acebedo ya de noche aunque todavía hay resplandor en el horizonte. Casi sin tráfico y cantando por el camino, regresamos a la Casa Rural El Pinar donde al parecer acaba de volver su dueña. Se excusa por su más que justificada ausencia y nos insta a bajar a desayunar a las 8:30 de la mañana siguiente acompañados de nuestros DNI para poder tomar los datos que le exige la Guardia Civil. Pese a la tardía hora y el evidente cansancio que arrastra, es de las que disfrutan una conversación. Ya sabemos lo que nos espera mañana por la mañana.
Son las 23:30, demasiado tarde para nuestros hábitos viajeros, cuando apagamos las luces de nuestra habitación y nuestras espaldas se hunden en unos colchones más cómodos de lo que anticipábamos. Otro día superado, otro día aprovechado. Mañana, a seguir subiendo montañas.