Hoy era el día con peor previsión meteorológica, aún así, no esperamos lluvia hasta las 12:30 del mediodía por lo que volvemos a madrugar un día más con la intención de realizar la ruta del Cares lo más temprano posible.
Pese a ser una ruta larga, 24km entre ida y vuelta, resulta ser bastante cómoda, ya que no hay mucho desnivel acumulado y el sendero es un carril ancho por el que se anda muy cómodamente en la mayor parte de sus tramos.
Aparcamos el coche tras pasar el puente de Poncebos, seguimos por un carril de tierra un kilómetro más y aparcamos junto al inicio de la ruta. Al ser un día entre semana y con una previsión meteorológica nada halagüeña no tenemos ningún problema para aparcar, siempre hay que ver el lado positivo.
Sobre las 9 de la mañana nos ponemos en marcha entre unas escarpadas montañas. El río Cares se va encajando en el fondo del valle poco a poco mientras comenzamos una subida que nos acompañará durante los primeros 3/4 km.
El entorno es precioso, pese a las nieblas y las nubes de momento podemos disfrutar el paisaje en plenitud. El río debe llevar bastante caudal y el ruido que provocan sus aguas retumba en todo el valle.
En pocos kilómetros las paredes montañosas se van haciendo cada vez más verticales, a la vez que el valle se va estrechando. Cuando te das cuenta estás andando sobre un camino picado en las rocas.
Nos acompañan algunas cabras que, llenas de curiosidad, nos persiguen durante un buen rato a lo largo del tramo más espectacular de la ruta.
Finalmente, contra todo pronóstico conseguimos llegar hasta Caín, el final de la ruta, sin prácticamente mojarnos.
Nos comimos los bocatas que llevábamos preparados, descansamos un poco y emprendemos el camino de vuelta, esta vez nos íbamos a empapar de regreso.
Nada más comenzar el camino de vuelta el cielo se encapotó y comenzó una fuerte lluvia que nos acompañó algo más de una hora. Por suerte vamos bien equipados por lo que no nos afecta mucho, más allá de la incomodidad de caminar lloviendo y el no poder disfrutar del paisaje de la misma forma.
Sobre las 15:30 más o menos llegamos al coche, disfrutamos mucho el camino de ida en el que el tiempo nos respetó. Sin duda es una gran ruta para los amantes del senderismo, con paisajes preciosos y bastante cómoda pese a la longitud.
Durante el resto de la tarde visitamos Arenas de Cabrales, donde volvimos a comprar queso, y después nos acercamos hasta Arriondas. Estuvimos echando un vistazo por el pueblo y organizando el descenso del Sella que queríamos hacer mañana.
El resto de la tarde noche lo pasamos en el apartamento, de nuevo entre sidras, quesos, cachopos… que bien se está de vacaciones!
Pese a ser una ruta larga, 24km entre ida y vuelta, resulta ser bastante cómoda, ya que no hay mucho desnivel acumulado y el sendero es un carril ancho por el que se anda muy cómodamente en la mayor parte de sus tramos.
Aparcamos el coche tras pasar el puente de Poncebos, seguimos por un carril de tierra un kilómetro más y aparcamos junto al inicio de la ruta. Al ser un día entre semana y con una previsión meteorológica nada halagüeña no tenemos ningún problema para aparcar, siempre hay que ver el lado positivo.
Sobre las 9 de la mañana nos ponemos en marcha entre unas escarpadas montañas. El río Cares se va encajando en el fondo del valle poco a poco mientras comenzamos una subida que nos acompañará durante los primeros 3/4 km.
El entorno es precioso, pese a las nieblas y las nubes de momento podemos disfrutar el paisaje en plenitud. El río debe llevar bastante caudal y el ruido que provocan sus aguas retumba en todo el valle.
En pocos kilómetros las paredes montañosas se van haciendo cada vez más verticales, a la vez que el valle se va estrechando. Cuando te das cuenta estás andando sobre un camino picado en las rocas.
Nos acompañan algunas cabras que, llenas de curiosidad, nos persiguen durante un buen rato a lo largo del tramo más espectacular de la ruta.
Finalmente, contra todo pronóstico conseguimos llegar hasta Caín, el final de la ruta, sin prácticamente mojarnos.
Nos comimos los bocatas que llevábamos preparados, descansamos un poco y emprendemos el camino de vuelta, esta vez nos íbamos a empapar de regreso.
Nada más comenzar el camino de vuelta el cielo se encapotó y comenzó una fuerte lluvia que nos acompañó algo más de una hora. Por suerte vamos bien equipados por lo que no nos afecta mucho, más allá de la incomodidad de caminar lloviendo y el no poder disfrutar del paisaje de la misma forma.
Sobre las 15:30 más o menos llegamos al coche, disfrutamos mucho el camino de ida en el que el tiempo nos respetó. Sin duda es una gran ruta para los amantes del senderismo, con paisajes preciosos y bastante cómoda pese a la longitud.
Durante el resto de la tarde visitamos Arenas de Cabrales, donde volvimos a comprar queso, y después nos acercamos hasta Arriondas. Estuvimos echando un vistazo por el pueblo y organizando el descenso del Sella que queríamos hacer mañana.
El resto de la tarde noche lo pasamos en el apartamento, de nuevo entre sidras, quesos, cachopos… que bien se está de vacaciones!