Hemos dormido de lujo. Hoy madrugamos porque la idea es ver el amanecer en el Salar. Hoy es 100% salar. A las 5:30 estábamos cargando las mochilas al coche y arrancando para el salar. El salar de Uyuni es el mayo desierto de sal que existe y la mayor reserva de litio. Ya viéndolo por el Google maps se puede ver lo enorme que es. Es tan grande que según la Wikipedia se llega a usar para calibrar satélites desde el espacio.
El todoterreno al poco entra en el Salar y en línea recta vamos durante 20 minutos en dirección a una montaña que hay en el Salar a modo de isla. Antes de que salga el sol paramos en medio de la nada. Un frío importante pero con lo novedoso del entorno no se hace notar mucho. El guía no sale del coche ni loco, eso sí. Echamos las primeras fotos, lo más llamativo del amanecer a parte de los colores son las sombras. Nada más salir el sol proyectamos unas sombra larguísima, como no hay referencias espaciales la sensación es mayor.
Más helaos que una llave y con el sol ya fuera volvemos a meternos. Seguimos dirección a la isla. La isla se llama Incahuasi. Es una montañita que sin duda ofrece las mejores vistas del día. Está llena de cardones, el recorrido por la isla está muy bien integrado y con el sol ya fuera el frío es llevadero. Las vistas del salar a son bestiales. El paseo nos lleva un buen rato. Hoy tampoco hay muchas prisas. Al terminar nos tienen preparado el desayuno en unas mesas de sal en la entrada de la isla. Tras desayunar bien recorremos a pie el borde de la isla. Aquí alguno ya empieza a hacer fotos de perspectivas pero con las sombras que hay no es el mejor momento.
Al llegar a una especie de bahía nos recoge el 4*4. En el 4*4 recorremos kilómetros y kilómetros de salar hasta llegar al medio de la nada donde nos bajamos. Aquí es donde se hace las fotos famosas de perspectivas. Sólo hay que poner en Google "fotos salar Uyuni" y salen dos tipos. Los reflejos que son de la época de lluvias entre enero y marzo y las fotos con perspectivas usando ollas, dinosaurios, zapatillas... El guía se lo sabe de memoria, baja del coche se pone una esterilla, nos pide un móvil que eche fotos buenas, se tumba y empieza a colocarnos. Primero huyendo y matando un dinosaurio, luego haciendo equilibrio en los cordones de una zapatilla o sobre unas gafas de sol. Metidos en una olla como si nos estuvieran cociendo, un video saliendo de una taza para volver a meternos, perspectivas entre nosotros... el tío era Spielberg, con el acento boliviano y que tenía gracia nos iba colocando y al final con la tontería nos hemos echado unas risas. Después de las fotos dirigidas ya nos ha dejado por libre.
Pasear por el salar mola. A lo muy lejos se ven camiones que con el reflejo se ven duplicados. Creía que se parecería al salar que vi en Argentina pero nada que ver. Esto es infinito. En Argentina lo vi más blanco porque fue justo tras las lluvias, ahora tiene una tonalidad más marroncilla de las partículas que arrastra el viento. Molaría ver el salar en época de lluvias para ver los reflejos pero no es tan sencillo, hay que ir en enero febrero y en esos meses según nos cuenta el guía llueve todos los días, normalmente amanece despejado y llueve por la tarde siendo frecuente que pasen varios días lloviendo. En esa época los tour no cruzan el salar visitando la isla de Incahuasi.
Tras marear un rato más por el salar vamos al museo de sal. Aquí lo chulo es una plataforma llena de banderas y la estatua del Dakar. Parece ser que por aquí paso el Dakar en 2016 y aquello fue una locura, tanto por el destrozo en el Salar, que afortunadamente se regenera tras cada época de lluvias, como para los pilotos que tuvieron que conducir por el salar inundado y no hubo desgracias de milagro.
Del hotel de sal nos paran en un pueblecito ya a orillas del salar donde hay un mercado de artesanía. Todos venden lo mismo pero la verdad que es barato.
Finalmente vamos hasta Uyuni donde comemos y nos llevan a ver el cementerio de trenes. Eso es un vertedero sin más interés. Si lo hubieran acondicionado para el turismo tendría algo de interés pero de momento es un auténtico vertedero, increible que en estas condiciones se tome en cuenta como punto turístico.
Con el tour terminado nos despedimos de los compañeros y nos llevan al hotel "casa de sal". El hotel está muy bien. La habitación es bonita, y el baño lo mejor. Dejamos las cosas y vamos a dar una vuelta al pueblo para cambiar dinero. Justo es el día del mercado y el paseo está curioso.
Después del paseo volvemos para pegarnos la ducha del siglo y descansar. A las 19 salimos a cenar. Aquí hemos tenido una experiencia surrealista. Queríamos comprar talco para las botas, porque echan una peste que ni Fukushima. Nos hemos metido en una tienda. Habían locales comprando, han terminado y nos hemos quedado solos. La dependienta se ha puesto con el móvil sin hacernos caso, le hemos dicho que queríamos talco para las botas y sin mirarnos nos ha dicho que no tiene. Nos fijamos y en la vitrina que hay en el mismo mostrador, a la vista, hay como 20 botes de talco para los pies. Le decimos que sí que tiene, que es eso lo que queremos. La tía sigue sin mirarnos haciendo como que mira el móvil y me suelta que no, que no le quedan. Al decirnos sin mirarnos que no le quedan cuando debajo suya hay como diez botes hemos entendido que básicamente la tía nos estaba despreciando y no nos quería vender. O bien la tía tiene algún problema con los españoles o con los turistas en general pero lo que está claro es que la estupidez no tiene fronteras. Nos hemos salido con cara de WTF y en el comercio que hay justo al lado nos han vendido con toda la amabilidad del mundo el mismo bote que tenía la subnormal de al lado. En fin. Lo gracioso es que encima de su comercio pone el cartel de auspiciadora del Dakar 2016...
Tras el momento surrealista nos hemos ido a comer a un bar que nos ha recomendado la del hotel. El bar es para turistas pero está bastante bien. Hemos pedido cervezas locales y platos bolivianos. Básicamente quínoa y llama.
Tras cenar a descansar que para eso hoy dormimos en buen sitio.
El todoterreno al poco entra en el Salar y en línea recta vamos durante 20 minutos en dirección a una montaña que hay en el Salar a modo de isla. Antes de que salga el sol paramos en medio de la nada. Un frío importante pero con lo novedoso del entorno no se hace notar mucho. El guía no sale del coche ni loco, eso sí. Echamos las primeras fotos, lo más llamativo del amanecer a parte de los colores son las sombras. Nada más salir el sol proyectamos unas sombra larguísima, como no hay referencias espaciales la sensación es mayor.
Más helaos que una llave y con el sol ya fuera volvemos a meternos. Seguimos dirección a la isla. La isla se llama Incahuasi. Es una montañita que sin duda ofrece las mejores vistas del día. Está llena de cardones, el recorrido por la isla está muy bien integrado y con el sol ya fuera el frío es llevadero. Las vistas del salar a son bestiales. El paseo nos lleva un buen rato. Hoy tampoco hay muchas prisas. Al terminar nos tienen preparado el desayuno en unas mesas de sal en la entrada de la isla. Tras desayunar bien recorremos a pie el borde de la isla. Aquí alguno ya empieza a hacer fotos de perspectivas pero con las sombras que hay no es el mejor momento.
Al llegar a una especie de bahía nos recoge el 4*4. En el 4*4 recorremos kilómetros y kilómetros de salar hasta llegar al medio de la nada donde nos bajamos. Aquí es donde se hace las fotos famosas de perspectivas. Sólo hay que poner en Google "fotos salar Uyuni" y salen dos tipos. Los reflejos que son de la época de lluvias entre enero y marzo y las fotos con perspectivas usando ollas, dinosaurios, zapatillas... El guía se lo sabe de memoria, baja del coche se pone una esterilla, nos pide un móvil que eche fotos buenas, se tumba y empieza a colocarnos. Primero huyendo y matando un dinosaurio, luego haciendo equilibrio en los cordones de una zapatilla o sobre unas gafas de sol. Metidos en una olla como si nos estuvieran cociendo, un video saliendo de una taza para volver a meternos, perspectivas entre nosotros... el tío era Spielberg, con el acento boliviano y que tenía gracia nos iba colocando y al final con la tontería nos hemos echado unas risas. Después de las fotos dirigidas ya nos ha dejado por libre.
Pasear por el salar mola. A lo muy lejos se ven camiones que con el reflejo se ven duplicados. Creía que se parecería al salar que vi en Argentina pero nada que ver. Esto es infinito. En Argentina lo vi más blanco porque fue justo tras las lluvias, ahora tiene una tonalidad más marroncilla de las partículas que arrastra el viento. Molaría ver el salar en época de lluvias para ver los reflejos pero no es tan sencillo, hay que ir en enero febrero y en esos meses según nos cuenta el guía llueve todos los días, normalmente amanece despejado y llueve por la tarde siendo frecuente que pasen varios días lloviendo. En esa época los tour no cruzan el salar visitando la isla de Incahuasi.
Tras marear un rato más por el salar vamos al museo de sal. Aquí lo chulo es una plataforma llena de banderas y la estatua del Dakar. Parece ser que por aquí paso el Dakar en 2016 y aquello fue una locura, tanto por el destrozo en el Salar, que afortunadamente se regenera tras cada época de lluvias, como para los pilotos que tuvieron que conducir por el salar inundado y no hubo desgracias de milagro.
Del hotel de sal nos paran en un pueblecito ya a orillas del salar donde hay un mercado de artesanía. Todos venden lo mismo pero la verdad que es barato.
Finalmente vamos hasta Uyuni donde comemos y nos llevan a ver el cementerio de trenes. Eso es un vertedero sin más interés. Si lo hubieran acondicionado para el turismo tendría algo de interés pero de momento es un auténtico vertedero, increible que en estas condiciones se tome en cuenta como punto turístico.
Con el tour terminado nos despedimos de los compañeros y nos llevan al hotel "casa de sal". El hotel está muy bien. La habitación es bonita, y el baño lo mejor. Dejamos las cosas y vamos a dar una vuelta al pueblo para cambiar dinero. Justo es el día del mercado y el paseo está curioso.
Después del paseo volvemos para pegarnos la ducha del siglo y descansar. A las 19 salimos a cenar. Aquí hemos tenido una experiencia surrealista. Queríamos comprar talco para las botas, porque echan una peste que ni Fukushima. Nos hemos metido en una tienda. Habían locales comprando, han terminado y nos hemos quedado solos. La dependienta se ha puesto con el móvil sin hacernos caso, le hemos dicho que queríamos talco para las botas y sin mirarnos nos ha dicho que no tiene. Nos fijamos y en la vitrina que hay en el mismo mostrador, a la vista, hay como 20 botes de talco para los pies. Le decimos que sí que tiene, que es eso lo que queremos. La tía sigue sin mirarnos haciendo como que mira el móvil y me suelta que no, que no le quedan. Al decirnos sin mirarnos que no le quedan cuando debajo suya hay como diez botes hemos entendido que básicamente la tía nos estaba despreciando y no nos quería vender. O bien la tía tiene algún problema con los españoles o con los turistas en general pero lo que está claro es que la estupidez no tiene fronteras. Nos hemos salido con cara de WTF y en el comercio que hay justo al lado nos han vendido con toda la amabilidad del mundo el mismo bote que tenía la subnormal de al lado. En fin. Lo gracioso es que encima de su comercio pone el cartel de auspiciadora del Dakar 2016...
Tras el momento surrealista nos hemos ido a comer a un bar que nos ha recomendado la del hotel. El bar es para turistas pero está bastante bien. Hemos pedido cervezas locales y platos bolivianos. Básicamente quínoa y llama.
Tras cenar a descansar que para eso hoy dormimos en buen sitio.