Día 4
Tras el desayuno dejamos en recepción la maleta más grande, ya que nos dijeron que para la excursión por el Amazonas es mejor ir con mochilas o maletas pequeñas, ya que hay llevarlo en canoas por el río.
Nos recogieron del hotel a las 8 de la mañana, con un coche particular de supongo la pareja de alguno de los propietarios, me hizo mucha gracia un comentario que nos hizo, ella no entendía porque queríamos ir tanto los turistas a Manaos y al Amazonas, si solo hay peces y árboles, cuando los que viven allí lo que quieren es marcharse e ir a vivir a otro lugar.
Nos dejo en el muelle del puerto de pescadores, allí había el mercado de pescado recién capturado, donde Emilson nos fue explicando las curiosidades de las varias especies de pescados que vendían en las tiendas del puerto.
Nos subimos en una pequeña lancha para las primeras visitas día, primero nos llevó a una especie de piscifactoria, para que diéramos de comer a los grandísimos peces que tenían en sus criaderos, mediante una caña con un cordel que tenia un pequeño pez atado en el extremo pasamos un divertido rato dándoles de comer. Cuando acercabas el pez a la superficie del agua te pegaban un buen tirón, que casi se te llevaban, vaya fuerza que tenían.
El siguiente destino fue el encuentro de las aguas donde el río Negro confluye con en el río Amazonas , cada uno de un color muy diferente, el Negro, pues como dice su nombre mucho más oscuro y el Amazonas de un color arcilla, durante seis kilómetros las aguas discurren lado con lado sin mezclarse debido a la diferencia de temperaturas y de densidad.
Seguimos el trayecto con la lancha hasta un embarcadero donde nos estaba esperando Nilson, el propietario de la pousada donde dormiríamos las dos noches en el Amazonas, subimos en su furgoneta Volkswagen T2 del año de la maría castaña y tras más de media hora de recorrido por carretera, paramos en un supermercado para beber algo y continuar por pistas de tierra, hasta llegar a otro embarcadero donde nos esperaba una pequeña barca a motor, que según nos explicaron son los taxis de la zona.
20 minutos más tarde de navegación llegamos a la pousada de Nilson, actualmente se llama Juma Floating Lodge, un hotel flotante, con unos servicios muy básicos, pero con una atención muy amable y familiar, situada frente al río con unas cómodas hamacas, ideales para una buena siesta, el lugar es inmejorable.
Nos dieron nuestra habitación, pero cuando quise encender la luz no funcionaba, ni por supuesto el acondicionado claro, se ve que las averías de luz son frecuentes por la zona, para colmo las camas no disponían de mosquiteras, así que nos untamos con antimosquitos todas las partes descubiertas de nuestro cuerpo por si acaso, la ropa que recomiendan para visitar estas zonas donde abundan los mosquitos es pantalón largo y camisa manga larga, siempre en colores claros, de una tela fina y holgada, nosotros así lo hicimos y la verdad nos fue bastante bien.
Dejamos la “maleta” en la habitación , ya que la otra la depositamos en el hotel de Manaos para no llevar tantos bultos, así nos lo aconsejo Marcos.
Comimos a las doce del mediodía, el menú estaba compuesto por arroz, frijoles, pescado rebozado, carne con patatas y de postre piña natural, que estaba muy dulce, se ve que las cultivan ellos mismos.
Después de descansar un poco, salimos con la canoa a motor a pescar pirañas, nos llevo Emilson hasta la zona que el creía que habían e iniciamos la pesca, fue muy entretenido, mi esposa pesco una y yo dos, pero las devolvimos al río, aunque Emilson insistía en que si queríamos que nos las cocinaran no había problema.
Continuamos con un recorrido con la canoa entre la selva, pudimos ver varias familias de monos, iguanas, varías especies de aves y cuando llegamos a una zona que el agua estaba un poco más estancada, avistamos varios delfines, pero nos fue imposible hacerles una foto ni filmarlos, porque cuando pensábamos que saldrían por un lugar salían por otro, con un entorno tan bucólico y viendo delfines, que más se puede pedir.
Como ya estaba anocheciendo regresamos al “lodge” a descansar un poco, cenamos a las siete, impensable en España. En este caso nos pusieron espaguetis a la boloñesa, otro tipo de pescado rebozado y de postre piña de la casa.
Tras la cena nos llevaron a avistar yacarés, que es como llaman a los caimanes del Paraguay, con la canoa fuimos recorriendo el río y con unas linternas muy potentes buscaban el brillo de los ojos de los yacarés, vimos varios ejemplares y Emilson con una habilidad pasmosa cogió un par de ejemplares jóvenes y nos los mostró, devolviéndolos al rio de inmediato.
Un día muy completo, así que de regreso al lodge, nos fuimos a dormir pues ya eran las nueve y al día siguiente teníamos que levantarnos a las 4:45 h. para ver la salida del sol con la canoa.