Día 10
Teníamos el vuelo a Buenos Aires al mediodía, como no nos venían a recoger hasta las doce para llevarnos al aeropuerto, salimos a pasear por la ciudad y aprovechamos para comprar algún recuerdo, aunque como era temprano algunas tiendas todavía no habían abierto.
Nos dejaron en el aeropuerto sobre las 13h, no es que el aeropuerto este lejos de la ciudad sino que recogieron también a otros viajeros en el hotel Melia Iguazú, que por cierto vaya vistas privilegiadas tiene este hotel situado frente a las cataratas, por lo que nos contaron anteriormente era un Sheraton, pero lo compró el empresario árabe Alí Albwardy, pasando a ser de la cadena Meliá.
El aeropuerto actualmente lo están reformando para poder acoger vuelos internacionales, pero en ese momento fue un poco caótico, con solo una cinta de seguridad, se formó una descomunal cola, a pesar de eso pudimos embarcar a tiempo, que en vista de la inmensa cola de gente parecía imposible en un principio.
Llegamos a Buenos Aires en un par de horas, al aeropuerto llamado Aeroparque, que está muy cerca del centro, gracias a ello disfrutamos de unas espectaculares vistas de la ciudad desde el aire, como si hubiéramos contratado un vuelo panorámico.
Teníamos contratada la recogida en el aeropuerto a través de la compañía Alchemy, nos enviaron una especie de Uber que en 10 minutos nos dejó en nuestro hotel el Rochester concept, el hotel estaba recién reformado, situado en una situación excelente en pleno centro de la ciudad, a una calle paralela de la famosa calle peatonal Florida y a dos calles o cuadras como dicen los argentinos de la Avenida Corrientes, también conocida como el Broadway de Buenos Aires.
Una vez dejamos las maletas en el hotel, salimos inmediatamente a conocer esta preciosa y sorprendente ciudad, la verdad es que en un principio no nos atraía mucho su visita, la hicimos para aprovechar la escala, pero nos ha sorprendido muy gratamente.
Fuimos hacia el obelisco por la Avenida Corrientes, como nos advirtieron que depende de que zonas escondiéramos un poco las cámaras, sacamos las cámaras solo el tiempo necesario para hacer unas cuantas fotos y vídeo de la zona, en la parte derecha de la plaza hay unas escaleras el estilo de Times Square en Nueva York, desde donde se pueden hacer bonitas fotos, además bajo estas escaleras esta la central de control de vídeo de la policía, así que se supone es un lugar muy seguro.
Seguimos por la calle Florida en busca de la librería Ateneo, un clásico y bonito local, seguimos por la misma calle hasta el Teatro Piazzolla Tango, donde compramos las entradas para la noche de su espectáculo de Tango, no podíamos irnos de Buenos Aires sin ver uno de sus múltiples espectáculos.
Seguimos por la calle Florida y cuando llegamos a la Avenida de Mayo, giramos a la derecha para dirigirnos al iconico Café Tortoni, fundado en 1858, al llegar nos encontramos con un poco de cola de espera para poder entrar, pero como queríamos cenar allí, no nos importo esperar un poco para hacer tiempo.
El Café es un clásico de la ciudad, con su decoración de finales del siglo XIX, con muchas fotografías y dibujos de personajes famosos que eran clientes habituales. Cenamos un bife de chorizo típico argentino y unos postres de la casa.
Sin darnos cuenta ya eran las 21:15 h.. Salimos del café y regresamos a la calle Florida para acceder al espectáculo de Tango en el teatro Piazzolla.
Elegimos este local porque es uno de los clásicos, además su precio es un poco más reducido que otros, la entrada tiene un precio de 1150 pesos. El teatro rezuma historia por sus cuatro costados, un encantador local, con sus palcos en dos alturas. El espectáculo tuvo una duración aproximadamente de una hora y media, con bailarines muy profesionales, los músicos de gran talento y bonito vestuario.
Al finalizar, regresamos al hotel.