Palmnicken se fundó en 1234, cómo no, por los caballeros teutónicos en el lugar donde había un asentamiento prusiano anterior. Después de 1525 se convirtió en parte del Ducado de Prusia. En la Guerra de los Treinta años fue ocupada por Suecia durante 6 años. En 1701 se convirtió en parte del Reino de Prusia y entre 1758 y 1762 fue ocupada por las tropas imperiales rusas. En 1773 se incluyó en la provincia prusiana de Prusia Priental.
Ya desde antiguo destacó por su comercio de ámbar. El 90% proviene de allí y condiciona incluso el turismo (se extraen cada año de 600 a 900 toneladas). Es el motor de la ciudad.
En 1871 se convirtió en parte del Imperio alemán después de la unificación y a principios del siglo XX se convirtió en ciudad balneario.
Uno de los episodios más tristes de su historia tuvo lugar en 1945. Al avanzar la tropas soviéticas, el campo de concentración polaco de Stutthof se disolvió y los internos fueron enviados en una marcha forzada hasta Palmnicken. Allí se les llevó a la playa, en la noche del 31 de enero, y les obligaron a base de disparos a internarse en el Báltico. Solo sobrevivieron 33 presos. Se conoce este hecho como la masacre de Palmnicken. Para conmemorarlo se instaló en la ciudad un monumento a las víctimas el 30 de enero de 2011. Se trata de unas manos levantadas al cielo.
La ciudad fue capturada por el Ejército rojo el 7 de abril de 1945 y pasó a formar parte de la Unión soviética. La población alemana fue expulsada, como siempre, y se repobló con rusos, bielorrusos, ucranianos y tártaros. Se le cambió en nombre por Yantarni porque “yantar” en ruso significa ámbar, la que sigue siendo la industria principal.
La ciudad es accesible por autobús (con varias paradas en la ciudad). Si bajas en la primera parada, cruzando la calle entras en una zona boscosa y a pocos pasos tienes vistas al Mar Báltico. Resulta curioso ver como el bosque está tan integrado en la ciudad. En realidad se trata de un parque creado por M. Becker a orillas del mar Báltico. Al otro lado encontramos el precioso hotel Schloss, con una fachada blanquísima, que también era propiedad de este señor. En el parque se plantaron especies raras de árboles (parece que incluso había tulipanes).
Caminando un poco llegamos a una zona en la que se ha habilitado un espacio bastante bonito con tiendas de recuerdos (no falta el ámbar) y algunas cafeterías. No consumimos nada pero sí compramos algunas cosas (para nosotros y para regalar) a un precio razonable. Al lado de las tiendas hay un wc (de pago) y bajando un poco más tiendecitas, a modo de casetas de feria de Navidad, y más allá la zona boscosa con algunas figuras talladas en madera. Hay un camino que nos lleva directamente hasta el mar pero el viento, si te quedas parado, es muy frío. No me imagino el frío que debe hacer si te subes en el columpio directamente colgado con vistas al mar.
Cerca encontramos la iglesia. Fue inaugurada el 3 de enero de 1892 después de cinco años de trabajos. Como podemos imaginar era del culto protestante. Se pagó con fondos de la compañía Stantien & Becker, es decir, gracias a la extracción del ámbar de alguna manera. Entre 1945 y 1990 quedó sin uso litúrgico (se utilizó como club, sala de billar, gimnasio o almacén). En 1990, como ha pasado en otros muchos casos, se entregó a la Iglesia ortodoxa. Fue entonces cuando se consagró al icono de la Madre de Dios de Kazan. Visualmente es totalmente una iglesia protestante (completamente distinta de las rusas). Tiene un alto tejado puntiagudo en la torre, de color rojizo, y paredes con mampostería de piedras de distintos tamaños con ladrillos a los lados. El interior era de estilo neorrománico. Había un órgano que se perdió. Delante parece que paren todos los autobuses turísticos. Aquí se celebra un festival de canciones espirituales, morales y nacionalistas el 12 de julio.
Ya comenté que había un hotel llamado Schloss. Éste es, sin duda, el edificio más bonito de la ciudad. Está situado a unos 200 metros de la costa, junto al parque del que hablé (el de Moris Becker, quien ya dije que era el propietario del edificio). Está en una preciosa mansión de fachada blanca de estilo prusiano del siglo XIX. Cotilleando por Internet, veo que tiene muy buena puntuación en booking. Ofrece wifi gratis, un centro de spa y unas preciosas vistas.
Encontramos también un museo de historia local y una maqueta de la antigua ciudad al aire libre. Yantarni tuvo una vez un castillo. Hoy apenas quedan evidencias y los edificios que permanecen están ocupados por artesanos (y parece que hay algún tipo de museo). No lo visitamos pero he visto fotos y parece un poco caótico. Una mezcla de cosas que no acaba de quedarme clara.
Resulta particularmente interesante el paseo marítimo aunque en días de mucho viento la arena directamente se come el paseo. Fue inaugurado en agosto de 2014 y resulta muy agradable. Se ha instalado un sendero flotante en madera sobre el agua, de una longitud de dos kilómetros. Por esa pasarela podemos directamente caminar sobre la laguna que se ha formado en el sitio de una de las antiguas canteras de extracción del ámbar. Pero ¿qué es exactamente el ámbar?.
Se trata de una resina fosilizada de origen vegetal que proviene principalmente de restos de coníferas de hace millones de años. Su nombre proviene del árabe y significa algo así como “lo que flota en el mar”. Normalmente es de color marrón claro aunque como pudimos ver existen variedades de color amarillo, miel e incluso verdosas (creo que éstas son más excepcionales). Se considera una piedra semipreciosa y se usa en joyería y en medicina por sus componentes químicos. En algunas ocasiones dentro se pueden ver restos de animalitos (insectos) o plantas. Es un fósil. Como ya he comentado, es muy frecuente en el mar Báltico (principalmente en la región de Kaliningrado) aunque podemos encontrar ámbar también en México, Niracagua, Cuba o República Dominicana. Se conoce desde muy antiguo (en las cuevas de Altamira ya se han encontrado restos).
El ámbar ya se recogía en esa zona desde la época de los caballeros teutónicos que lograron tener un monopolio sobre su comercialización. En el siglo XVI el ámbar que se obtenía en Palmnicken se clasificaba in situ para después llevarse a Königsberg para su procesamiento. En 1858 se fundó la firma Stantien & Becker, que creó la primera mina de ámbar a cielo abierto (antes se sacaba subterráneamente desde los pozos Anna y Henriette).
Una de las actividades estrellas de la localidad es, sin duda, la visita combinada al museo y la mina de ámbar. En primer lugar visitamos el museo, situado en el lugar donde se encuentran las oficinas de la empresa. La visita combinada cuesta 500 rublos y no nos permitieron, creo que por estar estropeado el datáfono, el pago con tarjeta. Incluye la visita al museo y la posterior vista de la mina de extracción. El museo es didáctico y nos habla del origen del ámbar, sus tipos, el modo de extracción así como de un poco de historia de las minas en Yantarni. Termina con una exposición de objetos hechos con ámbar (no solo joyería sino también figuras de todo tipo e incluso una fantástica lámpara). Antes de salir podemos hacernos una foto con un collar de ámbar sentados en una silla y ante una mesa decoradas también con ese material. El vigilante nos hizo la foto muy amablemente. Mención especial merece el apartado dedicado a la famosa Cámara de ámbar, de la que ya hablé.
Cerca está la torre del agua que vemos en todas las ciudades. El museo está cerca de la calle principal. Para llegar tenemos que bajar por una calle una vez que vemos la estatua de algún héroe ruso que parece un Superman dorado.
La mina está en la entrada del pueblo. Como vamos un poco ajustados de tiempo y hay bastante distancia hasta llegar, pedimos a la mujer del museo si nos podía llamar un taxi. ¡Vaya si había distancia!. Parece que está cerca pero se adentra bastante. Incluso pasó por un control de seguridad y le pidieron que mostrara nuestras entradas.
Una vez allí vimos una famosa pirámide hecha con ámbar, leímos un poco de historia, vimos una réplica del interior de una antigua mina (creo que la Anna) y buscamos ámbar en un pequeño recinto con arena ayudados por palas. Algo encontramos. Es gracioso. Luego observamos la mina al aire libre (hay incluso una plataforma de observación para verlo desde más arriba). Es como una cantera. Allí misma hay una tienda donde podemos comprar productos de joyería (más o menos baratos), de decoración o de cosmética (compré una crema a base de ámbar que va francamente bien para hidratar).
[align=center]Yantarni