Hoy nos levantamos a eso de las 6:00, queríamos salir del hotel ya desayundados a las 7:30. Hoy era otro de los fuertes, visitaríamos el Templo Fushimi Inari e iríamos a Nara. El día será bastante duro, ya no solo por el calor sino por todo lo que tendríamos que andar.
Tomamos el metro que nos llevó hasta la estación de tren, allí cogimos el tren de las 8:05, utilizando nuestros JR, que nos llevaría hasta Fushimi Inari el templo de los 10000 toriis. Nada más salir de la estación allí te recibe un gran torii rojo haciendo intuir los especial y bonito que sería todo y posteriormente tu gran puerta Romon. Visitamos su sala central y alrededores.
Desde ahí comienza la subida hasta su templo final Ichinomine, pero antes pasamos por el Senbon Torii o camino de las 1000 puertas de color bermellón, será el símbolo de todo el recinto. Es increíble el pasear por dicho tramo. Dichas puertas son donadas por los fieles para solicitar y agradecer favores, su coste puede llegar hasta los 36000€ por una puerta. Esta imagen nos acompañará hasta la cima, unos 4 km, camino compuesto por unas 10000 puertas. No se si sería por el calor, que yo creo que llegamos a los 43ºC, pero la verdad es que nos costó muchísimo llegar hasta el final. Entre las paradas para sacar fotos, descansar y avituallamiento, tardaríamos unas 3 horas en hacer el recorrido de ida. La vuelta fue mucho más rápido, tardando unos 40 min, y eso que también es costoso porque está en cuesta y hay mucho escalón. No todo son toriis, porque también hay algún que otro templo entre medias que te permite descansar. Algunas de las imágenes del camino.
La cima, el Fushimi Inari Taisha Inariyama Ichinomine:
Costó mucho esfuerzo el subir hasta la cima pero merece mucho la pena. Cuando volvimos a la puerta Romon, el escenario había cambiado por completo. Era sábado por lo que se lleno de familias y gente que visitaba el templo, con sus mejores galas y sus yukatas puestos. Era como si estuviésemos en una película
A la salida del templo había un mercado callejero, lleno de puestos de comida y dulces. Como era hora de comer, nos tomamos un pincho de ternera y otro de tofu a la brasa, y bebidas, todo por 900 ¥.
Era hora de dejar ese maravilloso lugar y tomar el tren que nos dejaría en Nara, su templo más importante cerraba a las 17:30 y no queríamos perdérnoslo. Tuvimos que hacer transbordo en Uji para coger un tren directo a Nara. Todo ello utilizando el JR. La ciudad de Nara es espectacular, nos gustó mucho y creo que es de parada obligada. Como hacía mucho calor, decidimos tomar el bus que nos dejaría en las puertas del Parque de Nara, nos costó 420 ¥.
El parque era increíble, muy verde con muchos árboles y cientos de ciervos. Estaban muy resabiados ya, te pedían comida y como viesen que llevabas unas bolsas en la mano enseguida iba a olfatear para ver si era comida. Es curioso, pero leí en un artículo sobre este parque que si les enseñabas las manos vacías, se iban y et voilà!, funcionaba
En el mismo parque se encuentra el Templo Kofukuji, con su pagoda de 5 pisos. Nosotros en esta ocasión no nos apeteció entrar y había que pagar, seguro que era el calor, pero había una gran esplanada y no nos apetecía nada movernos al cascoporro.
Nos dirigimos hacia el Templo Todaiji, uno de los templos más bonitos e impresionantes que hemos visto en todo el viaje. De camino, más ciervos... La entrada al templo costó 600 ¥ por persona. Según te vas acercando vas viendo lo imponente y grande que es, y eso que lo que vemos hoy en día es una tercera o cuarta reconstrucción. El templo inicialmente tenía unas dimensiones gigantescas, con una altura de 100 metros.
En su interior podemos ver un buda de bronce que mide unos 15 metros de altura, también muy impresionante. Existe una columna con un agujero con el tamaño del agujero de la nariz del buda que hay, famosa porque hay un dicho que dice que si pasas por dicho agujero tendrás la iluminación divina en tu próxima vida. Y allí tenías a todos los niños, y algún adulto, intentando atravesar la columna, muy gracioso ver la escena la verdad....
Se hacía tarde y el cansancio estaba haciendo mella. Tomamos el tren de vuelta a Kyoto y paramos por una tienda de conveniencia que había en la estación de metro más cercana al hotel. Compramos algo de cena y nos la llevamos a la habitación.
No he hablado de ello, los mosquitos. Tengo que decir que nos acribillaron vivos, cada día aparecíamos con distintas picaduras y picaban a rabiar.... Llevábamos un repelente desde España, comprado en la farmacia, pero la verdad es que no hacía mucho. Parecía que los atraía más, en vez de espantarlos!!!! Esa misma tarde, después de comprar la cena, nos pasamos por una farmacia y enseñando los abones que teníamos enseguida entendieron lo qué necesitábamos. Nos dieron un repelente y un líquido para después de las picaduras. La verdad que funcionó bastante mejor que lo que llevábamos pero, aún así, alguno picaba todavía.