___________oOo__________
TARA Y OSTROG
TARA Y OSTROG
Martes, 22 de Octubre, 2019
Me desperté al alba, me duché y salí disparado a la oficina de la agencia donde había quedado a las 7 de la mañana para hacer una excursión por el norte del país. Ahí me encontré con otras 12 o 13 personas y con Slavko, nuestro guía, con quien fuimos al puerto donde nos estaba esperando nuestro minibús.
Comenzamos bordeando la bahía pasando pero no deteniéndonos en Perast y Risan. El paisaje es simplemente espectacular. Vimos que en el mar había muchas boyas flotando: Son criaderos de mejillones, que además tienen un efecto purificador del agua que aquí está impoluta y cristalina.
Criaderos de mejillones. Bahía de Kotor
Una vez pasado el pueblo de Risan, a orillas de la bahía del mismo nombre comenzamos a subir la montaña por una serpeante carretera. El conjunto de bahías que componen la de Boka Kotorska está rodeada de montañas que caen de una manera realmente dramática en el mar dejando una estampa espectacular. Una vez terminado el ascenso y después de muchas curvas y recurvas, hicimos una parada para admirar la vista panorámica del pueblo de Risan y el conjunto de la bahía con las dos islitas de San Nicolás y Nuestra Señora de las Rocas en medio.
Bahía de Boka Kotorska
El pueblo de Risan junto a la bahía
Una vez que llegamos a la cima el paisaje, aunque era todavía montañoso, consistía más bien en una secuencia de praderas, valles y lomas en las que había diseminadas aquí, allá y acullá una serie de casas dispersas que tenían un denominador común: sus inclinadísimos tejados de doble vertiente. Está claro que aquí en invierno cae nieve.
Tras unos kilómetros llegamos a la siguiente parada: El Lago Slano o, tal como lo llaman en la zona, “El Lago Salado” no porque el agua sea salada sino porque, según una leyenda, antiguamente los mercaderes se asentaban aquí para vender sal. Slavko nos contó una batalla acerca de una señora que iba con su burro cargado de sal y se le cayó la carga al agua convirtiendo ésta en agua salada. Tal cual. No creo que sea una leyenda muy veraz ya que además se trata de un lago artificial (hay una presa) en medio del cual hay varias islas que se han formado tras la inundación de esta zona para la construcción de una planta de energía. Pero, de todas formas, la vista es realmente bonita y con un halo de misterio, especialmente con esa niebla que había esa mañana sobre el agua.
Lago Slano
Subimos de nuevo al minibus y Slavko nos pasó el menú con un pequeño formulario para que eligiésemos lo que queríamos para desayunar pues nuestra siguiente parada, al cabo de unos 10 minutos iba a ser en el “Restoran Kastel”, muy cerca de Niksic. Íbamos bordeando el lago y, cuando llegamos, pensé que íbamos a tener vistas a éste desde el restaurante pero no fue así. De todas formas es un amplio local. El desayuno costó alrededor de 5€ y estuvo bien. Al ir al baño tuve un incidente: al intentar salir, la puerta no abría. Se quedó atascada y me agobié un poco al verme encerrado ahí. Estuve forzando la puerta un buen rato y noté que desde el otro lado vino un empleado a ayudarme. Tras unos diez minutos conseguimos abrirla… ¡Uuufff …!
Continuamos hacia el norte. Slavko iba cogiendo más confianza y nos contó parte de su vida: Él es de esta zona. De Niksic, que es la segunda ciudad más grande de Montenegro a pesar de que sólo tiene 50.000 habitantes. Trabajó durante muchos años en la industria cervecera pues de aquí es la cerveza Niksicko. No os iréis de Montenegro sin probar una. Y bien orgullosos que están los montenegrinos de ella. Slavko nos habló de sus maravillas y de los muchos premios que la Niksicko ha ganado a nivel internacional. La verdad es que a mí me gustó.
Pasamos por delante del Lago Krupac. El guía nos contó que a orillas de él hay una playa con un restaurante y que todos los años en el mes de Julio se celebra aquí un importante festival de rock “¡¡Anda que no me he corrido juergas yo en este lago…!” nos dijo el guía.Ya se te ve, Slavko, ya se te ve…
Nuestro guía tenía pinta de ser “de Montenegro de toda la vida” y conoce su pequeño país bastante bien. Una cosa que me llamó la atención de la gente de aquí es que son bastante altos y Slavko, de unos cuarentaytantos años, moreno pero con incipientes canas en las sienes y en la barba, lo es también.
Seguimos avanzando kilómetros por entre montañas rocosas, praderas, colinas y lomas. El paisaje no es nada aburrido. Pasamos por un pueblo de casas diseminadas con sus tejados de doble vertiente.
- “Yo, aunque de Niksic y actualmente viviendo en Kotor, soy oriundo de este pueblecito por el que pasamos ahora” –nos dijo señalando el pequeño pueblo con el dedo- “Aquí vivían mis abuelos y medio pueblo tiene parentesco conmigo”.
Paisaje montenegrino. Foto tomada desde el minibus (de ahí la mala calidad)
Llegamos por fin al primero de nuestros destinos de hoy: El puente sobre el cañón del río Tara.
Fue diseñado por Mijat Trojanovic y construído entre 1937 y 1940, pero poco después, al haber sido Yugoslavia arrastrada a la II Guerra Mundial e invadida por los fascistas, el ejército partisano decidió volar el puente para evitar que los italianos cruzaran el río. El trabajo se lo encargaron a Lazar Jaukovic partisano que había trabajado en la construcción del puente como ingeniero. Tras llevar su misión a cabo, fue capturado y ejecutado ahí mismo junto al cañón. Hoy hay una placa que recuerda al héroe. Existe además una película yugoslava de 1969 titulada “Puente” (“Most”, dirigida por Hajrudin Krvavac) que relata los hechos.
El puente está hecho de cemento, tiene 365 metros de longitud y 170 de altura.
Puente sobre el río Tara
El Cañón del Tara es el segundo más grande del mundo, después del Cañón del Colorado.
Mientras cruzábamos el puente pudimos observar que mucha gente se apuntaba a la experiencia de cruzar el cañón en la tirolesa que hay paralela al puente, entre ellas dos chicas alemanas de nuestro grupo.
Nos subimos de nuevo al minibús y nos encaminamos a nuestro siguiente destino: El Parque Nacional de Durmitor, donde estuvimos alrededor de 45 minutos, pero no os voy a contar esto ahora porque unos días después iba a volver aquí para visitarlo con más tiempo y detenimiento. Sólo decir que la entrada costó 3 €. Una vez terminada la visita nos dirijimos al restaurante Or´o, en el pueblo de Zabljak, que estuvo realmente bien. Yo tomé una trucha del río Tara con patatas fabulosa. Por lo que nos dijo Slavko, las patatas de Zabljak son de lo mejor del mundo. No sé si será verdad (no he hecho la comparativa ) pero estas estaban deliciosas. La trucha y una cerveza costaron 12.50 €. No tomé postre.
Subimos de nuevo al minibús y emprendimos el camino hacia el sur por la ruta P5, pero antes de Niksic cogimos la E762 que rodea la ciudad cervecera en dirección a Podgorica para desviarnos a la izquierda y comenzar un puerto de montaña que nos llevaría al Monasterio de Ostrog, donde llegamos a eso de las 5.30 de la tarde. Así que tuvimos una hora de trayecto para sestear un poco con el estómago lleno tras el almuerzo, amenizados además por las baladas balcánicas (del estilo de Zeljko Joksimovic) que nuestro conductor nos puso.
El Monasterio de Ostrog
El complejo monacal está enclavado en la montaña rocosa Ostroska Greda y es el principal centro de peregrinaje de los montenegrinos. Fue fundado por Vasili, obispo de Herzegovina, en el siglo XVII. Murió aquí en 1671 y sus reliquias están guardadas en la capilla de la Presentación de la Madre de Dios en este mismo monasterio, que es una de las dos capillas excavadas en la roca que se mantienen intactas desde la fecha de su fundación ya que el resto del actual monasterio es del año 1926 pues se reconstruyó tras un gran incendio.
Está dividido en dos partes: El Monasterio alto, que es donde están las dos capillas originales excavadas en la roca, siendo el resto del año 1926, y el Monasterio Bajo, construído en 1824, que es donde viven los monjes y donde está la hospedería para los peregrinos.
Desde el monasterio hay bonitas vistas sobre la llanura de Bjelopavlici pero las fotos que saqué me quedaron bastante mal al tener el sol de cara.
La capilla donde están las reliquias del santo está toda decorada con frescos del siglo XVII, pero está prohibido hacer fotos y además siempre hay un monje controlando “por si te escapa alguna” …así…, como quien no quiere la cosa…
Ya estába anocheciendo. Regresamos al minibús para regresar a por las serpenteantes carreteras montenegrinas durante aproximadamente una hora. Eso sí: Amenizados por música melódico-balcánica de nuestro chófer. Entre las voces que interpretaban esas “obras maestras” me pareció oir al que yo bauticé con el nombre de “Bustamantic” (esto es: la versión serbio-montenegrina de nuestro ibérico y cantábrico Bustamante )
Llegamos a Kotor sobre las 8 y pico. Me dí un paseo por el puerto pero notaba ya los síntomas del cansancio acumulado durante el día, así que regresé a la parte vieja del pueblo, cené una hamburguesa con patatas y una cerveza en el fast food de los dueños de la pensión y me retiré a mis aposentos a dormir.
Kotor La Nuit: Una calle del Stari Grad