Cable Car
Wellington, capital de Nueva Zelanda desde 1865 y sede del gobierno y el parlamento. Mucho más pequeña que Auckland, más manejable, y (en mi opinión) más bonita e interesante. Puerta de entrada a la isla sur a través del ferry que cruza el estrecho de Cook. Sede de la “industria cinematográfica” neozelandesa. Y normalmente olvidada por los turistas que andan justos de tiempo y apenas le dedican unas horas en su camino hacia o desde el ferry.
Windy Welly
Es una ciudad muy agradable para vivir, si uno se olvida del viento infernal que hay a veces. Por algo se la conoce como Windy Welly. Pero también se la conoce como la capital del café de NZ, y es que los wellingtonianos se toman eso del café muy en serio. La cantidad de cafeterías y tostaderos de café que hay en la ciudad lo atestiguan. El café en NZ no es barato, porque lo normal es pagar 5 o 6 dólares por un latte o un flat white (lo más parecido al café con leche de toda la vida), pero aquellos que aprecian el café dicen que lo merece. Por cierto, los orígenes del flat white están muy disputados, y junto con la pavlova y la miel de manuka, alimentan esa permanente rivalidad entre Australia y NZ. La cantidad de restaurantes y sitios de comida para llevar que hay en Wellington también es sorprendente para ser una ciudad relativamente pequeña. La ciudad es una auténtica maravilla para los amantes del buen comer. NZ no se caracteriza por una gastronomía propia, pero destaca la cultura del “coffeeshop” o “café”, mezclas de bar/restaurante/cafetería que normalmente abren para el desayuno y la comida y donde uno puede degustar platos preparados típicos como eggs benedict o elaborados sándwiches, normalmente junto con un buen café y un trozo de tarta (normalmente no sirven alcohol). Pero si uno quiero algo más distinto, no hay un sitio mejor que Wellington para disfrutar de una vuelta al mundo gastronómica: desde vietnamita hasta etíope pasando por camboyana, marroquí, india, coreana, japonés, china, thai, mexican, argentina, malasio, cubana, turca… La mayoría de estos sitios son muy asequibles e increíblemente deliciosos. Si lo que buscáis es una experiencia de más alto nivel, no hay problema, también hay restaurantes elegantes y caros. Y por supuesto, no faltan los típicos pubs donde disfrutar de una buena pinta (muchas veces con cerveza artesana hecha ahí mismo) con una deliciosa hamburguesa grasienta, o los puestos de fish & chips. La verdad es que podría dedicar una etapa entera a hablar de mis restaurantes favoritos de Wellington, pero voy a intentar hacer una mini lista aquí:
- Pizza: Pomodoro, Tommy Millions, Hells Pizza.
- Vietnamita: Mekong Café, Old Quarter, Restaurant 88.
- Camboyana: Siem Reap.
- Indio: Chilli Masala (Lower Hutt), Curry Heaven.
- Asiática en general (thai, laos, vietnamita): K Singh (Lower Hutt).
- Japonés: Tatsushi, TJ Katsu, Hey Ramen, Origami, Dragonfly.
- Mexican: Viva Mexico.
- Malasio: KK, Little Penang.
- Coreano: Country House.
- Turco: Kilim (Lower Hutt).
- Cafés: Seashore Cabaret (Lower Hutt), Midnight Espresso, Enigma, Scopa, Customs, Prefab.
Beehive
Las atracciones más famosas de Wellington son el Te Papa, un museo gratuito muy recomendable, y el Cable Car, un fotogénico funicular que une Lambton Quay con el mirador en Kelburn. Una ruta habitual es coger el cable car y desde el mirador bajar andando atravesando el Jardín Botánico para terminar cerca del Beehive y la zona del parlamento. Desde allí se puede seguir caminando por el waterfront hasta llegar al Te Papa, y tras la visita obligada al museo se puede recorrer la muy pintoresca Cuba Street con su peculiar Bucket Fountain, los edificios históricos y la cantidad de gente, digamos, curiosa que suele andar por allí.
Otra de las atracciones más conocidas de Wellington es Zealandia, un ecosantuario urbano y un pulmón verde en plena ciudad con la particularidad de que está totalmente vallado para evitar la entrada de depredadores. Los reyes de Zealandia son los pájaros, y gracias a la ausencia de depredadores se han podido reintroducir con éxito hasta 18 especies nativas. Es un proyecto de conservación que empezó en los 90 y que cuenta con el apoyo de muchísimas empresas y organizaciones públicas, así como de ciudadanos anónimos. Es un buen sitio para pasear y admirar la fauna y flora local, y con la red de rutas que tiene se puede pasar uno allí el día entero. Se suelen poder comprar entradas a precios reducidos en webs como grabone o bookme.
Bucket Fountain
Pero Wellington tiene muchas más cosas por ver. El Mount Victoria Lookout ofrece maravillosas vistas de la ciudad y la bahía, con Lower Hutt al fondo, y se pueden ver también muy bien los aviones aterrizando y despegando del aeropuerto. La pista de aterrizaje en sí misma es ya bastante curiosa, ya que tiene agua por delante y por detrás y no es demasiado larga (motivo por el cual no hay muchos vuelos internacionales que lleguen a Wellington…), así que os podéis imaginar que un aterrizaje movidito cuando el viento sopla con ganas puede ser una experiencia inolvidable.
Mount Vic Lookout
Hablando del aeropuerto, mucha gente no sabe que tiene un par de guiños para los fans de LOTR que es posible visitar sin problemas aunque uno no vuele. Los que sí vuelen desde o hacia Wellington podrán ver el cartel de “Middle of Middle Earth” que hay en el exterior de la terminal, en el lado de los aviones. Pero quienes quieran acercarse en coche podrán hacerse una foto con Smaug y admirar a un enorme Gandalf a lomos de Gwaihir. Ambas están antes de los controles de seguridad así que cualquiera puede entrar a verlas, y el parking del aeropuerto permite 10 minutos gratuitos. Todo surgió en 2012, cuando para celebrar el estreno de la primera parte del Hobbit, se instaló un Gollum de 13 metros que alargaba un brazo para coger un pez que nadaba frente a él. Al año siguiente se añadieron dos águilas gigantes, una de ellas con Galdalf a la espalda, aunque una de ellas se cayó pocos meses después como consecuencia de un terremoto. Y finalmente, en 2014 se sumó Smaug para celebrar la última peli. Hace unos años quitaron la escultura de Gollum, pero todavía se puede ver a Smaug y a Galdalf en el águila.
LOTR en el aeropuerto
Quien se moleste en ir hasta el aeropuerto para ver esto, seguramente tenga como visita obligada la Weta Cave, que está muy cerca de allí. Aquí se pueden hacer tours por los talleres, hacerse fotos con un troll a punto de aplastarnos, comprar souvenirs o sencillamente admirar todas las esculturas y objetos originales de las distintas pelis (no sólo de LOTR) que hay expuestos en la tienda.
Weta Cave
Otro sitio interesante para fans de LOTR (y también para los no tan fans) son las Red Rocks, una zona en la costa sur de Wellington que se caracteriza por sus rocas rojizas, sus playas salvajes y por la colonia de focas que vive allí en invierno, y que fue usada como localización para la Black Gate en Las Dos Torres. Se puede llegar en coche hasta Owhiro Bay y desde allí se sigue el camino por la costa hasta llegar a las red rocks y a la colonia de focas (más o menos a una hora del parking). Las rocas, de origen volcánico, son rojizas gracias a la presencia de hierro. En un día claro se pueden ver las montañas de la isla sur desde aquí, pero en un día con viento de sur es mejor no acercarse porque puede ser bastante desagradable. Esta zona también se puede ver bastante bien desde los aviones que van a aterrizar en Wellington con rumbo norte.
Red Rocks
Justo al otro lado del estrecho desde donde surge la bahía de Wellington está Pencarrow Head y la ruta costera de unos 6.5 km que lleva hasta allí desde Eastbourne. Es uno de los paseos favoritos de los wellingtonianos, y se puede hacer andando o en bici (hay un pequeño puesto de alquiler de bicis justo al principio). Por el camino hay posibilidad de ver pingüinos azules, que anidan por aquí, aunque es muy difícil verlos, sobre todo de día. También se ven muy bien los ferries que entran en la bahía procedentes de la isla sur. El faro suele marcar el final del camino, aunque es posible seguir andando o pedaleando más allá (y si uno tiene fuerzas podría llegar hasta Wairarapa!). Igual que en las Red Rocks, lo mejor es hacerlo en un día sin viento, o por lo menos sin viento del sur, porque es una zona muy expuesta. Un plus de esta ruta: la carretera hacia Eastbourne, que va atravesando todas las pequeñas bahías, es de lo más fotogénico de Wellington en un día claro. Todos estos barrios, especialmente Eastbourne, son de los más pijos de la ciudad y algunas de las casas son impresionantes. Dicen que aquí fue precisamente donde vivía Orlando Bloom mientras grababa LOTR.
Pencarrow Head
Otra ruta muy famosa y fotogénica es Makara Walkway, un loop de 7 km que sale de Makara Beach y sube hasta lo alto de los acantilados plagados de turbinas eólicas y con restos de un viejo emplazamiento bélico de la Segunda Guerra Mundial, y que luego baja para volver por la playa. Los acantilados están muy expuestos al viento del norte y es mejor evitarlos si sopla con fuerza, pero en un día tranquilo se puede ver la isla Kapiti hacia el norte y la isla sur hacia el sur. Fort Opau, uno de los últimos fuertes construidos en Wellington, defendía la zona con dos cañones de artillería que finalmente fueron desmantelados en 1944. Pasado Fort Opau, el camino pasa por granjas privadas y puede estar cerrado en la lambing season (entre el 1 de agosto y el 30 de septiembre).
Makara Walkway
Otro buen sitio para hacer senderismo es el Remutaka Forest Park, con una gran variedad de senderos de todos los niveles y duraciones y con una creciente población de kiwis gracias a los inmensos esfuerzos de control de depredadores que se están llevando a cabo. Hay varias cabañas del DOC donde se puede pasar la noche. A este parque pertenece Turakirae Head, una reserva científica que estudia las características geológicas de la zona, donde la playa está escalonada como consecuencia de la elevación del terreno debida a diversos terremotos que han ocurrido en los últimos 7000 años (el más reciente en 1855). Aquí también se pueden ver focas en invierno, con una colonia de más de 500 individuos.
En Wellington también hay kiwis salvajes
He dejado lo mejor para el final. Matiu Somes Island, una pequeña isla en plena bahía de Wellington, es una pequeña joya escondida que pocos turistas se animan a visitar. Esta isla tiene varios puntos a su favor: está considerada libre de depredadores, por lo que es un muy buen sitio para observar la fauna local, y además tiene un pasado muy curioso. Los Maori la llamaron Matiu cuando llegaron hace 1000 años, pero los europeos le cambiaron después el nombre a Somes en honor al gobernador Joseph Somes. Desde entonces, se convirtió en el hogar del primer faro del país en una bahía interior, fue usada como lugar de cuarentena para personas y después para animales, como cárcel, y como fuerte de defensa militar en la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, se abrió al público en 1995, en 1997 se le cambió el nombre oficialmente a la versión bilingüe Matiu-Somes, y hoy en día pertenece a un iwi local (una especie de unidad social maorí) pero está gestionada por el DOC, que se esfuerza mucho en mantener su condición de predator free. De hecho, cuando llegas tienes que pasar obligatoriamente un control de mochilas para asegurarte de que no estás metiendo ningún bicho a la isla, y no pueden llevar fruta fresca o nada que pueda germinar. Se accede con el ferry que une Wellington con Eastbourne (horarios aquí). Una vez en la isla, puedes disfrutar de los carteles explicativos y del pequeño museo que te habla de su historia, sus antepasados maori, y puedes visitar las antiguas instalaciones de cuarentena (que dan bastante yuyu, por cierto). Hay varias rutas y puedes dar la vuelta a la isla en poco más de una hora, disfrutando de los varios miradores, el faro, y de los antiguos emplazamientos de los cañones de artillería antiaérea construidos como respuesta al bombardeo de Darwin (Australia) en 1942. Estos cañones se desmantelaron en 1944 sin haber sido disparados ni una sola vez. Parte de la historia militar de la isla incluye su uso como cárcel para prisioneros alemanes, italianos y japoneses durante las dos guerras. Los que quieran la experiencia completa pueden incluso dormir allí, en los dormitorios que ofrece el DOC, y aumentar sus posibilidades de avistamiento de los animales que viven en la isla: multitud de aves (desde periquitos hasta pequeños pingüinos azules), wetas, y reptiles (geckos, skinks y hasta tuataras). Personalmente os recomiendo, si tenéis tiempo, pasar al menos una mañana en la isla, llevaros la comida y hacer picnic allí. Merece la pena.
Matiu Somes Island