Después del día anterior, tan cargado de cosas y de caminatas no podíamos darle a los niños otra paliza (tampoco ellos se hubieran dejado, claro), así que fuimos a los lugares que ya conocíamos de otras veces por si acaso el día se presentaba complicado.
Por la mañana, directos al Palacio da Pena.
Subimos hasta el último de los aparcamientos habilitados y, como el día anterior, encontramos sitio sin problema (llegamos un poco antes de las diez), eso nos ahorró la tremenda cola que había luego para coger el autobús a Sintra; tened en cuenta que era el sábado de un puente, allí estaba casi toda Portugal y media España.
Este palacio tiene dos entradas, la de más abajo, en el parque, o la de arriba, que llega más directa al propio palacio. Se puede optar por entrar y salir por un sitio o por otro indistintamente (siempre que paguéis la entrada conjunta palacio-parque o, como en nuestro caso, el ticket de “los cuatro parques”). Yo creo que lo mejor es visitar primero el palacio, ya que luego se hace más agradable el paseo del parque cuesta abajo. Un apunte más: para subir el pequeño tramo que separa la entrada del palacio (que está justo encima de una peña, de ahí su nombre), hay un autobús travestido de tranvía, que vale 2 € por persona; tal como yo lo ví, a no ser que tengáis algún problema que os impida subir una cuesta, no vale la pena. Así que, aguantando la llantina del pequeño porque se quería subir (realmente era un autobús atractivo) subimos una cuesta empinada pero en un entorno muy agradable y llegamos a la puerta del palacio a la vez que el autobús, a pesar de ir tranquilos y con niños.
Es un poco difícil contar algo del Palacio para alguien que no lo haya visto. Es una excentricidad de los últimos reyes de Portugal, así que imaginaos un exint-castillos en technicolor hecho por un niño fantasioso: puentes levadizos, torreones, castilletes, almenas, cúpulas bulbosas, terminaciones flamígeas color amarillo, color terracota, color rosa; figuras monstruosas, figuras clásicas…. ¿un horror? Pues no, tiene algo armónico o fantástico o divertido ¡qué se yo! .
Por la mañana, directos al Palacio da Pena.
Subimos hasta el último de los aparcamientos habilitados y, como el día anterior, encontramos sitio sin problema (llegamos un poco antes de las diez), eso nos ahorró la tremenda cola que había luego para coger el autobús a Sintra; tened en cuenta que era el sábado de un puente, allí estaba casi toda Portugal y media España.
Este palacio tiene dos entradas, la de más abajo, en el parque, o la de arriba, que llega más directa al propio palacio. Se puede optar por entrar y salir por un sitio o por otro indistintamente (siempre que paguéis la entrada conjunta palacio-parque o, como en nuestro caso, el ticket de “los cuatro parques”). Yo creo que lo mejor es visitar primero el palacio, ya que luego se hace más agradable el paseo del parque cuesta abajo. Un apunte más: para subir el pequeño tramo que separa la entrada del palacio (que está justo encima de una peña, de ahí su nombre), hay un autobús travestido de tranvía, que vale 2 € por persona; tal como yo lo ví, a no ser que tengáis algún problema que os impida subir una cuesta, no vale la pena. Así que, aguantando la llantina del pequeño porque se quería subir (realmente era un autobús atractivo) subimos una cuesta empinada pero en un entorno muy agradable y llegamos a la puerta del palacio a la vez que el autobús, a pesar de ir tranquilos y con niños.
Es un poco difícil contar algo del Palacio para alguien que no lo haya visto. Es una excentricidad de los últimos reyes de Portugal, así que imaginaos un exint-castillos en technicolor hecho por un niño fantasioso: puentes levadizos, torreones, castilletes, almenas, cúpulas bulbosas, terminaciones flamígeas color amarillo, color terracota, color rosa; figuras monstruosas, figuras clásicas…. ¿un horror? Pues no, tiene algo armónico o fantástico o divertido ¡qué se yo! .
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Conserva todo el mobiliario, así que es muy interesante curiosear por las habitaciones de caprichosos reyes que lo tenían todo y que transformaron maderas y metales nobles en muebles y objetos increíbles. El Palacio da Pena hay que verlo con ojos de niño, y para eso nada mejor que dejarse acompañar por los niños.
Y las vistas desde las terrazas son preciosas, en un día claro como el que nos tocó a nosotros se ve toda la sierra y el mar. Claro que para las fotos hay que ir por turnos, hay muchísima gente siempre visitándolo porque es parada obligada de tour operadores.
Después hicimos un recorrido de bajada por el parque muy agradable. Aunque tiene pequeñas zonas ajardinadas y enormes estanques con cisnes y patos, el parque está formado por un bosque de altísimos árboles exóticos de todos los lugares del mundo, merece la pena irse fijando en los carteles explicativos y mirar cada uno de ellos.
Nos hubiera gustado hacer un recorrido mayor por el parque, e incluso subir a la Cruz Alta, todo está muy bien indicado en los planitos que dan, pero bueno cuando los niños sean grandes.
Segunda parada: el Castelo dos Mouros. Hay un pequeño caminito que va desde la salida del parque al Castelo y que permite ir por plena naturaleza en vez de por una carretera, a estas horas, llena de coches.
El castelo son unas ruinas románticas de lo que fue una fortaleza medieval. Lo único que mantuvieron son sus murallas, pero como todo en Sintra, merece una visita.
Comimos por allí, a la sombra de unos grandes árboles (aunque no había nada habilitado, tampoco despegábamos) y luego recorrimos una buena parte de la muralla que tiene unas vistas espectaculares y te llena de vuelo, claro que agarrábamos a los niños que yo creo que se les quedó la señal para varios días..
Y las vistas desde las terrazas son preciosas, en un día claro como el que nos tocó a nosotros se ve toda la sierra y el mar. Claro que para las fotos hay que ir por turnos, hay muchísima gente siempre visitándolo porque es parada obligada de tour operadores.
Después hicimos un recorrido de bajada por el parque muy agradable. Aunque tiene pequeñas zonas ajardinadas y enormes estanques con cisnes y patos, el parque está formado por un bosque de altísimos árboles exóticos de todos los lugares del mundo, merece la pena irse fijando en los carteles explicativos y mirar cada uno de ellos.
Nos hubiera gustado hacer un recorrido mayor por el parque, e incluso subir a la Cruz Alta, todo está muy bien indicado en los planitos que dan, pero bueno cuando los niños sean grandes.
Segunda parada: el Castelo dos Mouros. Hay un pequeño caminito que va desde la salida del parque al Castelo y que permite ir por plena naturaleza en vez de por una carretera, a estas horas, llena de coches.
El castelo son unas ruinas románticas de lo que fue una fortaleza medieval. Lo único que mantuvieron son sus murallas, pero como todo en Sintra, merece una visita.
Comimos por allí, a la sombra de unos grandes árboles (aunque no había nada habilitado, tampoco despegábamos) y luego recorrimos una buena parte de la muralla que tiene unas vistas espectaculares y te llena de vuelo, claro que agarrábamos a los niños que yo creo que se les quedó la señal para varios días..
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Esta visita es corta y, después de pensar un poco qué hacer con el resto de la tarde, nos decidimos por algo relajado. Cogimos el coche camino a Cascais (queda cerca), para ver cerca de allí la Boca do Inferno, una abertura rocosa en la playa bajo la que el mar bate … No encontramos ningún cartel indicativo y, la verdad, como los niños se habían dormido un rato, tampoco buscamos mucho. Nos limitamos a hacer un recorrido en coche por el litoral, desde la alegre Cascais, las amplias playas de Guincho y otras hasta que la carretera se aleja del mar pasando, sin transición, a zonas de huerto, para un poco más tarde volver a retomar la costa cerca de Azoia. El tráfico era muy intenso cerca de Cascais, así que suponemos que en verano será insufible. Nos dio pena perdernos también en Praia Maior unas pisadas fósiles de dinosaurio que, a los niños les habría hecho ilusión, pero bueno… siempre hay que dejar cosas para otra vez.
Llegamos a nuestra Praia das Maças, y esta vez sí que íbamos preparados con bañadores y toalles, así que al río manzanas a disfrutar y a terminar un hermoso viaje cerca del mar, relajados en la arena...
Llegamos a nuestra Praia das Maças, y esta vez sí que íbamos preparados con bañadores y toalles, así que al río manzanas a disfrutar y a terminar un hermoso viaje cerca del mar, relajados en la arena...
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La vuelta fue tranquila, habíamos pensado ver el Oceanarium de Lisboa, pero al pasar no está indicado, y cuando nos dimos cuenta estábamos cruzando el Puente 25 de Abril, cosas de no llevar GPS. Tampoco nos apenamos demasiado, era domingo y al día siguiente había cole y demás, así que seguimos camino, hicimos una parada para comer un estupendo bacalao en Vilaviçosa (precioso pueblo del Alentejo, comarca que, por cierto, también merece otra ruta de escapada) y a casa.
No soy capaz de hacer una conclusión del viaje, sólo sé que me dio fuerzas para continuar otro poco más de vida diaria y real (¿o la real es esta?), aunque si tuviera la puerta mágica de Doraimon, y pudiera escaparme cada vez que quisiera, volvería a Sintra en este instante. .
No soy capaz de hacer una conclusión del viaje, sólo sé que me dio fuerzas para continuar otro poco más de vida diaria y real (¿o la real es esta?), aunque si tuviera la puerta mágica de Doraimon, y pudiera escaparme cada vez que quisiera, volvería a Sintra en este instante. .
.......the end