La Great (great, great, great) Ocean Road ✏️ Diarios de Viajes de AustraliaMuy morenos y muy descansados, el Jueves 3 de septiembre salimos de Cairns en dirección a la última etapa de nuestro viaje: la costa sur en el estado de Victoria, donde tenemos dos planes muy diferentes: recorrer la Great Ocean Road a nuestro aire...Diario: Mis aventuras en la otra punta del mundo⭐ Puntos: 4.3 (12 Votos) Etapas: 9 Localización: AustraliaMuy morenos y muy descansados, el Jueves 3 de septiembre salimos de Cairns en dirección a la última etapa de nuestro viaje: la costa sur en el estado de Victoria, donde tenemos dos planes muy diferentes: recorrer la Great Ocean Road a nuestro aire durante tres días, y estar dos días más en Melbourne. Si queréis visitar la Great Ocean Road…. Bueno, mejor dicho, cuándo visitéis la GOR, porque si vais a Australia es imprescindible que lo hagáis, os encontrareis un montón de agencias que os ofrecen excursiones organizadas de uno o varios días, y que se suelen centrarse fundamentalmente en el parque nacional de Cape Otway y su “joya”, los 12 Apostles. Yo, personalmente, os recomiendo que paséis de esas excursiones y os lo montéis por vuestra cuenta. Y que le dediquéis varios días. Nosotros le dedicamos tres, y aún así, yo me marché de aquí con la sensación de que nos quedaba mucho por ver y disfrutar. Aunque es muy difícil elegir, es posible que los estos días que pasamos recorriendo la GOR hayan sido para mi los mejores del viaje. Fue recorriendo esta zona cuando fui realmente consciente de la enorme e increíble diversidad natural y paisajística de este país, y eso que nos quedó mucho por ver (todo el Outback, la costa oeste…. que quedan para otro futuro viaje!!) A medida que nos vamos alejando de Melbourne, me parece estar en medio de la campiña inglesa. Los pueblecitos en los que nos vamos parando, no desmerecen para nada esa sensación: típicos pubs ingleses, típica comida inglesa, típicos cottages…. Y como contraste de las praderas y los páramos, el mar embravecido del invierno, los acantilados de piedra rojiza y las enormes playas….. llenas de surferos. Pero vayamos por partes. Desde España, ya habíamos reservado un coche de alquiler en el aeropuerto de Melbourne – Tullamarine, del que salimos casi a las 17 horas, en dirección a Geelong, ciudad en la que hacemos la primera noche. Durante nuestra semana en Cairns, se nos había olvidado, pero en Australia es invierno, y aquí ya se nota. Cuando llegamos a Geelong, ya es noche cerrada, y hace bastante frío. Hemos reservado una noche en el motel Comfort Inn Bay City; es el típico motel de road movie americana, con sus habitaciones en círculo en torno a un patio, pero a pesar de la curiosa impresión inicial, resulta estar muy, muy bien. Y sorprendemente barato. Bajamos al paseo marítimo (The Waterfront), y nos damos un paseo, pero hace tanto frío que decidimos cenar pronto y volvernos al motel. Encontramos un sitio muy bueno para cenar, una mezcla de cafetería, pub y restaurante sencillo, y nos comemos una hamburguesa y una ensalada que están realmente buenas. Al día siguiente, salimos temprano de Geelong. Hemos planificado, antes de adentrarnos en la GOR, recorrer los pueblos de la península de Bellarine (Portarlington, Queenscliff), pero resulta ser mala idea. Totalmente prescindible. Aquí ya se empieza a notar, con mucha mas fuerza que en Sydney, que los colonos de este país fueron los hijos de la Gran Bretaña. Vemos muchas referencias a barcos que se hundieron en la Segunda Guerra Mundial, y muchas plaquitas conmemorativas de HRM y demás. Tras este paréntesis, llegamos a Torquay, puerta de entrada de la GOR. En Portarlington nos hemos acercado a la oficina de turismo y hemos cogido unos cuantos folletos para orientar nuestra travesía por esta zona. En ellos, nos informan amablemente que la GOR es “el memorial de guerra mas grande del mundo”, puesto que lo construyeron soldados que regresaban de la Primera Guerra Mundial. Como, al volver de la guerra, no tenían trabajo, tuvieron la suerte de que al gobierno se le ocurrió construir esta carretera para tenerlos ocupados durante trece años. De nuevo, nos vuelve a hacer gracia la manía que tienen los australianos de encontrar cualidades de record a cualquier “tontería”. (en Cape Tribulation, me quedé con muchas ganas de ver “el bar con la barra más grande del mundo tallada sobre una única pieza de madera”. Y se anunciaba así – os juro que no es broma). En Torquay, nos desviamos por la Point Addis Road, que tampoco es ninguna maravilla, y visitamos la Bells Beach, la playa de surferos más famosa del mundo. Para que os hagáis una idea, en este pueblo (que no visitamos) se fundaron Quiksilver y Rip Curl. Por supuesto, la playa esta llena de surfers y nos quedamos un rato mirandoles. Yo no hago surf, y mi novio tampoco, pero las olas en este sitio son una autentica maravilla, y verles deslizarse sobre ellas con sus tablas me dan bastante envidia, la verdad. Desde Torquay, ya entramos de lleno en la Great Ocean Road. Paramos a comer en Aireys Inlet, un pueblo bastante bonito, en el que hay un río que desemboca junto a la playa y forma un paisaje idílico. El sitio en el que comemos es de lo más pintoresco, más que un restaurante parece la cocina de una casa de campo. Comida muy sencilla (yo una ensalada y mi novio una tortilla) pero de sabor perfecto. A lo largo de la GOR se pueden visitar multitud de cascadas (Surf Coast Waterfalls). Hay que desviarse un poco de la carretera principal adentrándose en el interior, y algunas de las carreteras son dantescas (cuestas muy pronunciadas, asfaltado deficiente, en fin, toda una aventura con un coche de alquiler). Pero merece la pena. El problema es que el tiempo es terrible, hay una humedad tremenda y por momentos llueve a mares. Por culpa de uno de estos chaparrones, nos quedamos sin poder bajar hasta la base de las Erskine Falls, y tenemos que contentarnos con verlas desde arriba, porque el camino esta embarrado y prácticamente inaccesible. Por suerte, en el momento de acercarnos al Teddy’s Lookout, uno de los puntos mas característicos de esta zona de la GOR, el tiempo nos da un respiro y podemos disfrutar de una vistas que quitan el hipo. El final de nuestra ruta hoy es el pequeño pueblo turístico de Apollo Bay, que en verano debe estar de bote en bote pero en estas fechas no es mas que un pequeño pueblecillo con bastante encanto…. Antes de llegar, nos adentramos en una pequeña carretera, en la que, según los folletos que tenemos, es posible ver koalas. Nada más desviarnos de la carretera principal para coger este camino (que, para seguir la tradición, no está asfaltado), nos encontramos dos canguros en libertad pegando saltos en el borde de la carretera. Son tan majos, que nos dejan sacarles un par de fotos antes de irse corriendo. Desde lejos, por supuesto. Recorremos unos cuantos kilómetros muy despacio, mirando por las ventanillas en busca de koalas, pero no vemos más que uno o dos, durmiendo en las ramas mas altas de los eucaliptos y prácticamente confundidos con el paisaje. No son más de la cinco de la tarde, pero se está haciendo de noche y hace bastante frio, así que, a pesar de que nos mucha rabia, desistimos y nos damos la vuelta. Cuando ya nos estamos yendo, y no nos fijamos tanto en los árboles, nos encontramos de repente unos cuantos koalas, en ramas más bajas, algunos incluso despiertos. Por supuesto, salimos del coche y nos dedicamos a sacarles fotos hasta que se hace totalmente de noche y nos tenemos que marchar. Llegamos a Apollo Bay, y rápidamente encontramos el sitio donde vamos a pasar la noche, Angela’s Guesthouse, una casita de lo más mona en las afueras del pueblo. La habitación es enorme y muy confortable, aunque hace un frío horrendo y agradecemos infinitamente las mantas eléctricas, que dejamos encendidas antes de irnos a cenar. El único sitio que encontramos abierto es un pub totalmente ingles en el que nos informan amablemente de que en cinco minutos cierran la cocina (son las ocho de la tarde). Así que escogemos algo rápidamente (no hay otra cosa que no sea típica comida inglesa, estilo salchichas con gravy y demás). A pesar de eso, no cenamos tan mal. El ambiente del bar es de lo más pintoresco, y pasamos un buen rato. Al dia siguiente, salimos temprano, con la mente puesta en llegar a Cape Otway y el parque nacional de los 12 Apóstoles. Sin embargo, la GOR tiene mucho más que ofrecer a parte de esto, y nos permitimos ir parando en las pequeñas rutas de senderismo que viene indicadas en los planos que nos viene guiando desde PortArlington. Así, antes incluso de desayunar, hacermos una pequeña ruta de no más de medio kilómetro, por la que subimos entre praderas donde pastan las vacas, y nos ofrece unas preciosas vistas del pueblo que acabamos de abandonar. El siguiente desvío, bastante farragoso, nos lleva a visitar las Hopetoun Falls. Aunque hace el mismo frío que ayer, hoy no llueve, y podemos bajar hasta la base de las cascadas, que son realmente muy bonitas. Merece la pena el desvío de varios kilómetros por caminos embarrados. Por esta zona, hay montones de sitios como este, muchas cascadas perdidas al fondo de pistas forestales no asfaltadas. Pero…. vamos con el tiempo un poco justo, y no podemos dedicarnos a visitar más. Me quedo con un poco de pena por no poder hacerlo. Por eso, de nuevo, y aún a riesgo de parecer pesada, os recomiendo que, para visitar la GOR, no contratéis una excursión organizada y os deis un poco de tiempo para descubrir algunos de los muchos lugares preciosos que hay por aquí. Nuestra siguiente parada, antes de llegar a los 12 Apóstoles, es la visita al cabo de Cape Otway. En sí mismo, el cabo no tiene nada que ver, y de hecho, para poder acceder a él hay que pagar (algo que no estamos dispuestos a hacer). Simplemente, y ya que hemos venido hasta aquí, nos damos un pequeño paseo por los alrededores. El paisaje tiene un aire como el que yo imagino que tienen los páramos ingleses (que nunca he visitado, y sólo conozco por referencias literarias, así que pido perdón si me equivoco). Hasta donde llega la vista, se ve un paisaje ondulado, cubierto de matas de espinos. El día, que está gris y lluvioso, encaja a la perfección. Como os decía, Cape Otway no tiene nada de especial, pero merece la pena llegarse hasta él sólo por recorrer la carretera, desde la que, ¡por fin! vemos montones de koalas en libertad. Nos pasamos muchísimo tiempo parando al borde de la carretera, sacandoles fotos. Tenemos la suerte de ver a muchos despiertos, trepando de rama en rama de los árboles y comiendo. Son una auténtica monada. Cuando ya estamos a punto de irnos, de repente descubrimos, en una rama baja, una madre con un “baby koala”…… y casi se nos cae la baba jejeje. Somos los primeros en verlos, y nos pasamos un largo rato, los dos solos, al pie del árbol, sacando fotos. Poco a poco, se va acercando más gente, y en unos minutos, nos juntamos al menos diez “paparazzis” sacando fotos al pie del árbol. Así que decidimos marcharnos, porque los pobres bichos empiezan a darme un poco de pena, con tanta expectación a su alrededor. Hemos perdido la noción del tiempo entre los koalas y resulta ser tardísimo para comer. Paramos en una cafetería al borde de la carretera, que resulta ser de un ambiente inglés encantador, y, sorprendentemente, comemos genial (una fritatta de verduras y una tortilla) y tomamos un café delicioso con unos muffins. Ummmmm Deprisa y corriendo, porque no podemos perder de vista que a las cinco de la tarde se hace de noche, conducimos, ahora ya directamente, hasta los 12 Apostles. El lugar está totalmente acondicionado para turistas, con aparcamientos enormes llenos de coches y autobuses. Por supuesto, está a tope, incluyendo las consabidas niñas con tacones y señoras superrepintadas. Pero eso no le quita encanto al lugar, que, lo siento mucho, pero no se puede describir con palabras. Paseamos por el borde de los acantilados, dejando que el paisaje nos sobrecoja. La marea está subiendo, y el mar embravecido golpea contra las rocas, produciendo un ruido ensordecedor que casi consigue ahogar los gritos de los turistas. El viento frío, y la amenaza de lluvia, son el complemente perfecto para este lugar. Me hubiese pasado horas allí, dejando que la humedad del mar me golpease en la cara, sin poder apartar la vista de la línea de espuma blanca del mar subiendo una y otra vez por las curiosas formaciones rocosas. Bajamos a la playa de Loch Ard Gorge, pasando un poco de los cartelitos informativos sobre el naufragio, y buscamos los lugares menos transitados, disfrutando de las múltiples formas extrañas que adopta este tramo de costa: The Thundercave, The Blowhole, The Razorback… Tenemos la suerte de poder contemplar el atardecer, y siendo ya noche cerrada, nos marchamos al hotel con la firme intención de madrugar al día siguiente para saborear un rato más este maravilloso lugar. El hotel elegido para esta noche es el Port Campbell Hotel, en el pueblo del mismo nombre. Vuelve a ser un estilo motel, como el de Geelong, pero en el que hace muchísimo más frío….. Cenamos estupendamente, en un local en el que me sacan uno de los mejores vinos que he tomado es Australia, y nos vamos a dormir porque al día siguiente nos espera un largo viaje de vuelta a Melbourne. Índice del Diario: Mis aventuras en la otra punta del mundo
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