El día siguiente continuamos con las ruinas. Camino de Selçúk nos llevaron a los restos de la Basílica de S. Juan, (el evangelista), que por lo visto anduvo por aquí. Pues bueno, pues fale. Y después a algo que decían que fue la casa de la Virgen María. Turismo en estado puro y encima sin el más mínimo interés. Fijaros que lo que más llama la atención es un muro donde hay colocados miles de mensajes pidiendo deseos. Más propio de la España profunda que del mundo otomano pero bueno.
Peticiones de la gente en la Casa de la Virgen María.
De allí a Efeso. Estas ruinas me parecieron más aparentes, tal vez porque están mejor conservadas. Quizás sean las únicas de todas que verdaderamente me merecieran la pena visitarlas. Especialmente me llamó la atención el paseo que desembocaba en la biblioteca. Estas entrarían dentro de los lugares recomendables, tras la Capadocia y Pamukkale.
La conocida biblioteca de Éfeso
Los "inodoros" de los clásicos
Por fin tuvimos una tarde libre y aprovechamos para recorrer tranquilamente Kusadasi sin las urgencias de lo que venía organizado. Pedazo barrio de tiendas tipo bazar que había. Luego contaré una cosa de un abrigo de piel cuando comente el tema de las visitas “comerciales” que no he querido reseñar para no interferir con el viaje. Si nos hubieran dejado el día completo hubiéramos podido hacer alguna de las excursiones que vimos anunciadas hacia las islas griegas. En el puerto había un pedazo de transatlántico enorme que luego vimos partir. Hay que ver como maniobra ese mastodonte y qué rápido se hace a la mar. Quizás apetecía quedarse a tomar algo por el pueblo pero como la cena en el hotel entraba en el circuito pues a final de la tarde allí que nos volvimos. Además nos había gustado el buffet la noche anterior.
Un inciso. ¿Alguien se puede imaginar lo que tengo al lado mientras escribo? El que haya dicho que una taza con té de manzana que se anote diez puntos.