Día 5: D 13/12/2009: ESQUEL
Hicimos esta parada, que no suele estar en los típicos circuitos por Argentina, por recomendación expresa de nuestro amigo argentino. Al ayudarnos en el planning nos recomendó que sí o sí, de camino a Bariloche teníamos que parar al menos un día en Esquel, no por la ciudad, sino para ver el Parque Natural de Los Alerces. Lo tenemos apuntado en la lista de los mejores consejos que nos han dado en la vida, luego miráis las fotos y me decís.
El autobús llegó a Esquel a las 7:00. Fuimos en taxi al hostel, que quedaba algo retirado de la estación, y después de despertar a la pobre chica de recepción nos metimos un rato en la cama…la verdad es que por buenos que sean los autobuses nos moríamos de sueño, el viaje eran 9 horas y entre unas cosas y otras, que te sirven la cena, que te despiertas un rato antes…duermes poco.
Noche:
“Hostel Casa del Pueblo”,
C/San Martin 661. ESQUEL
110$ habitación doble con baño y desayuno.
Necesario llamar 48 horas antes para confirmar, nosotros lo chicimos desde Puerto Madryn: 02945 450 581.
email: info@esquelcasadelpueblo.com.ar
Ubicado a 14 cuadras de la terminal
Pertenece a Hostelling International y está muy bien, sencillo y pequeño a más no poder pero limpio, agradable, con buenos espacios comunes y un personal muy muy atento (si no es por ellos no conseguimos coche). El único inconveniente es que está un poco lejos de la terminal de buses, a 14 cuadras concretamente, pero un taxi sale a sólo unos 9$, así que no es gran problema. Para el precio que tiene (es el más barato de todoe l viaje) está muy pero que muy bien. En pocos sitios del mundo encontrarás habitaciones dobles con ducha y desayuno, limpias y cómodas, por este precio en temporada alta.
Un par de horas después ya éramos personas así que nos levantamos, desayunamos en el comedor los restos del té de Gaiman del día antes y nos dispusimos a alquilar un coche para ir al Parque Natural Los Alerces…con tan mala suerte que era domingo y la cosa era bastante más complicada de lo que preveíamos. A estas alturas nosotros ya estábamos más allá del bien y del mal, como para que nos vinieran preguntando en qué día de la semana vivíamos. Nos costó bastante, pero desde la recepción hicieron unas cuantas llamadas (no menos de 6 o 7) y finalmente nos consiguieron un coche, eso sí, no era de la gama más barata (160$ el día), y además no estaba disponible hasta las 12:00 más o menos. Era lo que había y teníamos que conformarnos, por poco previsores, debíamos habernos dado cuenta de que era domingo y reservado el coche con antelación.
Otra de las desventajas de llegar en domingo es que no era posible llegar al bosque de Alerces en sí, que son unos árboles inmensos tipo sequoia (aunque no tan tan inmensos) de América del Sur. Prácticamente y salvo que pases varios días en el parque sólo se puede acceder en barco, y éste no sale todos los días. No recuerdo exactamente qué días salía, sé que nos dijeron que el próximo era el martes, y nosotros ya estaríamos lejos para entonces. Quien quiera ir que se informe bien porque esto sí que no es sencillo de cuadrar y te arriesgas a lo que nos pasó a nosotros. De todos modos el parque vale la visita con o sin alerces al 1000%. Puede parecer mucho entusiasmo pero a mí es de las zonas que más me han gustado, simplemente espectacular. El verano que viene iré a Yosemite y veremos si lo supera.
Aprovechamos el rato de espera para comprar algunas cosas y dar una vuelta por el pueblo. Es como todas las ciudades patagónicas: cuadriculada y de casas bajas, sin apenas edificios de más de 3 plantas, y con la impresión de tener muchos menos habitantes de los que tiene. Es agradable al estilo de un pueblecito de montaña algo crecido (nada que ver con las horrendas ciudades del lado atlántico), y con inseguridad cero, puedes pasear tranquilamente a la hroa que quieras. Pero en cualquier caso tampoco queí estamos aquí para ver la ciudad, sino su entorno.
Por fin cogimos el coche y salimos dirección Trevelín para llegar al parque. Justo antes de llegar a Trevelín hay que coger un desvió a la derecha que está antes de una gasolinera, y continuar por una carretera de ripio hasta llegar a la entrada del parque. Allí te paras si quieres (no cobran) para coger algo de información, aunque donde mejor te indicarán es en un puesto de atención al visitante que hay un poco más adelante, donde te dan mapitas y te marcan los puntos más interesantes y la ruta a seguir según el tiempo de que dispongas. Ya sólo queda ir buscando los lagos que te interesen, disfrutar del paisaje y caminar un poco entre los bosques.
Creo recordar que hasta la entrada del parque fue más o menos una hora u hora y media, pero no recuerdo bien y no lo apunté. De todos modos nos dijeron que en cosa de unos meses (aunque fíate tú) estaría terminada una carretera que llevaría directa al parque ahorrando un montón de kilómetros de ripio, con lo que en media hora te plantas allí y ya sí que no tienes excusa para no ir. Para información más detallada sobre la ruta es mejor preguntar en el hostel donde os alojéis, os informarán mejor. Se puede llegar en transporte público, pero ir y volver así en el día es muy complicado y no te podrás mover dentro del parque, lo ideal es el coche salvo que pienses pasar bastante tiempo dentro del parque acampando y no tengas prisa. Hay que conducir bastante por ripio pero es sencillo (nada que ver con el de Península Valdés, está bastante aplanado) y no se hace nada pesado. Se supone que nos iabn a cobrar 30$ de entrada, pero ya en el hostel nos dijeron que no, que no estaban cobrando, vete a sabe por qué.
El lugar en sí es lo más parecido al paraíso que yo he visto, al menos para quien le gusten los parajes boscosos y de montaña con mucha agua. Hacía un día de perros, a ratos lloviznaba y a ratos salía el sol, pero daba igual, era todo tan espectacular que era difícil cerrar la boca. La ruta normal es ir bordeando el Lago Futalaufquen y llegar al Lago Verde y luego el Rivadabia. Hay varios miradores y pequeñas rutas a pie impresionantes. No perderse el mirador del Lago Verde, aunque la subida canse un poco, ni algún paseíllo por entre los bosques.
De todo eso y mucho más te informan en el centro de información que mencioné antes, así que quien piense ir yo le aconsejo que no se agobie planificando a que puntos del parque ir de antemano. Simplemente saber que se puede ir y volver en coche perfectamente desde Esquel en el día, está muy cerca y te sobrará tiempo, no hace falta ni pegarse madrugón, al menos en verano con tantas horas de luz. Y lo dicho, que si queréis llegar al bosque de alerces propiamente dicho informaos muy bien antes.
A la vuelta dimos una vuelta en coche por Trevelín, otro pueblo de origen galés que también menciona Bruce Chatwin en “En la Patagonia”. Estuvimos buscando la famosa tumba de un caballo que aparece en el libro pero no la encontramos.
Comimos como siempre de bocata en el parque, y por la noche cenamos en uno de los mejores sitios del viaje: Fitzroya (el nombre científico del alerce, en honor evidentemente al capitán Fitz Roy), en el centro de Esquel, y la mejor pizza que hemos comido en un país que presume de tenerlas muy buenas. Una para dos más algún entrante es más que suficiente. En total 100$, incluyendo vino y postre.
Conclusión de Esquel
Una sorpresa porque no sabíamos exactamente lo que nos íbamos a encontrar, no se suele visitar y no habíamos visto ninguna foto. Para mí el parque de Los Alerces sí que sería una etapa imprescindible, la región es parecida a la de Bariloche pero en mi opinión más bonita y exuberante, y con el encanto añadido de que no hay nadie, pero nadie nadie nadie. Tú sólo perdido en mitad de unos bosques que no acaban nunca. Un día basta y es sencillo de organizar, así que para quien tenga tiempo yo le aconsejo que elimine un día de Bariloche y lo ponga aquí, especialmente si vienes procedente de Puerto Madryn.
Esquel en sí es una ciudad agradable para pasear, fresca en verano y rodeada de montañas. No es mal sitio para parar unos cuantos días si te sobra el tiempo, además hay un montón de actividades si te gusta el montañismo, el descenso de cañones, el kayak, etc...En el propio hostel en el qe estuvimos ofrecían excursiones de ese tipo.