- Día 9/08/09
Como estamos en la zona del tramping en Nueva Zelanda por excelencia, hoy lo vamos a plantear como otro día de pateo.
Nuestra elección para hoy es la famosa Milford Road.
Si el fiordo del mismo nombre, es el mayor reclamo turístico de esta zona… y uno de los más grandes de todo el país, la carretera que conduce hasta él, no le va a la zaga.
Un dato a tener en cuenta, que esta carretera es de ida y vuelta. Y que no vas a encontrar gasolinera en todo el camino. Así que hay que ser previsores e ir con el depósito lleno para evitar sorpresas. Hay que calcular que ida y vuelta hasta el fiordo desde Te Anau son 240 kilómetros.
Se pueden distinguir dos partes muy distintas en esta carretera.
Los 90 primeros kilómetros, que se cumplen en el cruce con la Hollyford Road. En este punto hay unas barreras. Cuando la carretera está cortada por riesgo de avalanchas o como ahora, por trabajos en limpieza después de una, cierran aquí. Hasta este punto, la carretera está en muy buen estado y no entraña gran dificultad, ya que es prácticamente llano.
Los últimos 30 kilómetros. A partir de aquí, comenzamos a ascender por las faldas de la montaña. Y se convierte en una carretera alpina. Está en bastante buen estado. Es amplia, ya que alberga el paso de muchos autobuses a lo largo del día. Y como colofón final, el Homer Tunnel.
A lo largo de la carretera hay varios paseos marcados, como en todas las carreteras del país. Pero los de esta zona llevan una fama y un reconocimiento por encima de los demás. Ahora veremos si esta fama está bien merecida.
Nos ponemos en camino. A todo esto hay que decir, que en nuestro primer encuentro con las famosas Sandflies, he salido ampliamente vencedor. Tengo del orden de 10 picotazos diseminados por todo el cuerpo. Este es el precio que hay que pagar por estar en estos lugares tan espectaculares. Así que aviso para navegantes, si venís por aquí, aunque sea invierno, agenciaos un repelente. Os librará de los molestos efectos secundarios de los picotazos. Ya que a diferencia de los mosquitos, los picotazos de las sandflies, además de picar, escuecen. Vamos, todo un lujo.
La carretera está bien asfaltada y los kilómetros pasan rápido. Hay poco tráfico hoy, ya que todavía no han abierto la carretera de acceso al fiordo. El día nos saluda apacible, fresco pero soleado. No hay rastro de aire, aunque imagino que en las cumbres será otra historia, como pudimos comprobar ayer. Hoy no hay muchas nubes en el cielo, de momento, así que vamos a aprovechar este respiro que nos da el tiempo en esta zona, donde lo habitual en esta época del año, es que llueva o nieve.
Avanzamos bordeando el lago Te Anau, hasta llegar a Te Anau Downs. En este punto, es desde donde parte el barco que te lleva al comienzo del Milford Track… pero este tendrá que esperar para el próximo viaje, ya que en este no lo podremos realizar.
A partir de aquí, nos separamos del lago. Atravesamos zonas dedicadas al pastoreo. Se ven granjas de vez en cuando.
A los pocos kilómetros, estas extensiones cercadas dan paso a bosques salpicados de vez en cuando con praderas de hierba amarillenta (cosa rara, ya que como hemos comentado en esta zona llueve mucho).
Bordeamos diversos lagos. Atrás quedan los Mirror Lakes, Lake Gunn, Lake Fergus.
Y llegamos a nuestra primera parada. The Divide.
El principio o el fin.
Una zona amplia de aparcamientos. Un refugio con mesas y baños. Este punto es el final/comienzo, en función de en qué sentido se haga, de otro de los Great Walks que hay en la zona, el Routeburn Track. Aquí lo senderistas esperan el transporte que les llevará hasta Te Anau, una vez que han realizado la travesía de tres días que supone este Great Walk.
Nuestra intención es hacer un tramo de este camino. La verdad que nos hemos especializado en estas lides. Ya que allá donde vamos, intentamos patear algunos tramos de estos famosos walks. Nuestras botas han surcado ya, el Tongariro, Abel Tasman, Queen Charlotte, Kepler. Ahora le toca el turno al Routeburn.
Vamos a hacer la ascensión al Key Summit. Es un punto desde donde se obtienen unas buenas vistas. Además, el 80% comparte senda con el Routeburn, y solo el tramo final de la ascensión toma su propio camino.
Comenzamos nuestro camino, adentrándonos en un hayedo, típico en esas latitudes y altitudes. El suelo rebosando de musgo, al igual que los troncos de los árboles. A este punto, un dato curioso. Cuando se cae un árbol, o se realizan trabajos de limpieza en los senderos. Los restos de estos árboles, ramas maleza y demás, no se trasladan fuera, sino que se dejan en el mismo bosque donde se encuentran. De esta forma, favorecen la aparición del musgo sobre estos troncos, y confieren esas estampas típicas en los bosques de estas zonas.
Siguiendo este hilo, y como breve apunte del universo Señor de los Anillos, cuando rodaron las escenas en la zona de Glenorchy, los hayedos son parecidos a estos. Y a cambio de los permisos de poder rodar allí, el requisito era dejar todo intacto e igual a como lo encontraron a su llegada, para respetar el ecosistema y no interferir demasiado (otra vez la vena ecologista). Las zonas que debían rodar, y tenían muchos troncos de estos esparcidos por el suelo, fueron limpiadas. Pero todos estos troncos fueron numerados y trasladados a unos hangares del aeropuerto de Queenstown habilitados para tal efecto, de forma que en una atmosfera controlada de temperatura y humedad, no supusiese un impacto importante a estos troncos. Una vez realizado el rodaje, todo este material fue devuelto y colocado en la misma posición en la que fue encontrado, increíble.
Seguimos ascendiendo y poco a poco este bosque se va abriendo y las hayas dejan paso al típico paisaje subalpino. Los árboles desparecen de nuestra izquierda dejando ver todo el Hollyford Valley discurriendo en su tránsito hacia el Mar de Tasman.
Hollyford valley
A nuestra derecha una ladera rocosa, con arbustos espinosos intentando no caerse al vacío, asciende hacia la cima. Es en este punto donde se separan los caminos. A la izquierda en un sentido descendente se aleja el Routeburn. A nuestra derecha, el camino que hemos elegido. La ascensión al Key Summit.
Este último tramo, es completamente abierto. La única vegetación que nos acompaña son unos arbustos espinosos. Son unos 20 minutos de ascensión, bastante dura, pero por una senda muy bien marcada.
Una vez arriba, las vistas son increíbles. El Hollyford Valley, las Humboldt Mountains, las Darran Mountains y en frente en la lejanía, apenas visible desde este lado, el Lake Marian, situado en un bello enclave, que intentaremos visitar otro día.
Vistas desde la cima del Key Summit
Lake Marian
Lake Marian
Rodeando toda la parte alta de esta cima, hay un sendero que cruza a través de los pocos árboles que hay aquí y nos traslada hasta otra parte, desde donde las vistas siguen siendo espectaculares.
Seguimos andando por la cima
Las vistas siguen siendo espectaculares
Los lagos que nos cruzamos están congelados, ya que hace bastante rasca, no en vano estamos a 916 metros y es invierno. Así que aunque luzca el sol, no da tanto calor como para descongelar estos pequeños lagos.
Los efectos del frío.
Regresamos por donde hemos ascendido. Ahora es todo cuesta abajo, por lo que vamos bastante rápido.
Salto de agua junto al camino
De nuevo en la campervan, continuamos hacia delante. Y llegamos hasta el cruce con la Hollyford road. Las puertas de acceso a Milford están cerradas.
A partir de aquí, se termina el tramo asfaltado. El camino transcurre por una zona boscosa. Tras 15 kilómetros, aparece de repente Gunn’s Camp. Son tres casas en mitad del bosque. Hay una pequeña tienda para surtir a los turistas de lo que puedan necesitar. Una de las casas es un alojamiento para backpackers y hay un camping para tiendas de campaña. Este campamento es el punto base, para los trampers que se quieren aventurar a realizar el Hollyford Track. Este walk, aunque no está inscrito dentro de los 9 Great Walks, es también uno de los famosos. Son 4 días de caminata. Luego, para realizar el regreso, hay que contratar un trasporte que vaya a buscarte a Martins Bay (barco, ya que no hay otra posibilidad de acceder hasta allí).
Continuamos, y tras dejar el descampado donde se aloja Gunn’s Camp, nos internamos de nuevo en el bosque. Tras 5 kilómetros, llegamos al final del camino.
Comemos allí mismo. Nos encerramos dentro de la campervan, ya que una breve inspección de la zona, nos ha hecho descubrir que aquí, al haber más humedad, vegetación y demás… mejor para las sandflies. Bien….
Para bajar la comida, nos acercamos a contemplar la Humboldt Falls. Tras un breve paseo, bueno, breve pero intenso, ya que hay un par de repechos que quitan la respiración. Se llega a un mirador, desde donde se contempla al otro lado del valle, este salto de agua. Con 275 metros, repartidos en tres escalones, es la tercera cascada más alta de Nueva Zelanda.
Humboldt Falls
Regresamos a la campervan y nos preparamos para afrontar otro tramo de uno de los más famosos tramps de Nueva Zelanda, el Hollyford Track.
Esto es solo el principio
El comienzo es prometedor. Atravesamos un puente sobre un rio y nos alejamos de la civilización y parece que entramos en un mundo perdido. A diferencia de la flora que hemos visto estos días atrás, esta es casi tropical. Estamos muy bajos, y este valle va en busca del mar. Hay mucha humedad en el ambiente y al estar tan recogido el paraje, hace que sudemos mucho.
Un puente para comenzar con buen pie
Y unas buenas vistas para continuar
La senda está bien marcada y en algún punto complicado hay unos tramos de madera, como en casi todos los walks del país. Alguno de ellos, están anclados a la pared y el suelo ha cedido debajo de ellos. Están inclinados hacia el río y bastante resbaladizos, pero no son muy peligrosos, con un poco de precaución se atraviesan bien.
Las nevadas de estos días hacen que haya más arroyos que los habituales
Atravesamos un tramo completamente pelado, sin ningún árbol, lo que es sorprendente después de ver la frondosidad anterior. Es debido a un desprendimiento de tierras que arrastró toda la vegetación de la ladera.
Continuamos, cuando de repente nos encontramos con algo bastante poco habitual en nuestros paseos… gente.
Tras un recodo del camino vemos acercarse en dirección contraria a un tío con una mochila a la espalda… hasta aquí todo normal.
Lleva el pelo largo y rubio. Con una gorra se lo retira de la cara. Viste camiseta, botas de agua, pantalones…
¿botas de agua? Joder que raro. Desde luego, que es un buen calzado si tienes intención de andar por ríos o lugares con agua… pero ¿para patear? Desde luego que no es el calzado que yo elegiría.
Lo acompaña un perro pequeño… ¿un perro? Estos están completamente prohibidos en los parques nacionales.
Bueno, el tío va arrastrando los pies por el suelo, dando tumbos, como si estuviera medio dormido… o reventado.
De pronto levanta la mirada y se detiene al vernos.
Una gran sonrisa le ilumina la cara.
Nos recibe con un ‘Hello’ y continúa con un ‘wuachu… wuachu… wuachu’.
Joder, pienso, mira que últimamente entiendo más lo que nos dicen, y de cada 5 palabras entiendo 2 o 3. Pero a este tío, nada de nada.
Sin tiempo de abrir la boca, aparece otro tío, muy parecido a este primero. Igual de rubio, pero con el pelo corto y una pequeña perilla. Nos mira y otra sonrisa le ilumina la cara.
Nos hemos topado con los sonrientes hermanos rubios, pienso. Y comienza a hablar a toda pastilla.
Intentando no mostrarme muy descortés, le interrumpo y le digo que ‘slowly’, que yo de inglés lo justito.
El que lleva la voz cantante es este último que ha llegado. Es el que tiene más labia… y habla por los codos.
Por lo que pudimos entender, Alfred (el hablador) y Hank (el de pelo largo), estaban en Big Bay en la costa de Tasman, cazando possums… (esto suena a ilegal, pero no profundizo en el tema).
Resulta que un amigo les había llevado hasta allí en barco y debía volver a buscarlos tres días después.
Pues como os estáis imaginando, cuando pasaron estos tres días, el amigo no apareció.
Llevaban teléfono, pero no tenían cobertura, así que estaban completamente incomunicados.
Decidieron esperar todo el día y nada.
Al día siguiente continuaron esperando y tampoco apareció su “amigo”.
Los alimentos se estaban acabando, pero la alternativa que se les planteaba era larga y extenuante.
El quinto día, sin apenas comida, Alfred dijo ‘tenemos que andar’ a lo que Hank contestó ‘ni hablar, esperemos un poco más’. ‘Han pasado 3 días y aquí no viene nadie. No sabemos qué ha pasado. La comida se nos está terminando. Tenemos que andar’. ‘Uffff, no’. ‘Tenemos que andar y comenzamos ahora’.
Y diciendo esto, recogió todas sus cosas y se las echó al hombro.
Hank era perfectamente consciente de que era la única posibilidad de salir de allí con vida. Pero no olvidaba que les separaba una larga caminata de la civilización.
Por suerte, en esta zona hay una ruta de 60 kms, la Big Bay Route, que comparte un tramo con el Hollyford Track. Por lo que al menos, tenían una senda bien marcada por la que avanzar.
Y sin comida y con la única convicción de llegar lo antes posible al final del camino se adentraron en la espesura del bosque en busca de su incierto destino.
Caminaron todo el día, sin parar apenas a descansar. Durmieron unas pocas horas. Y reanudaron la marcha en medio de la oscuridad.
Paso a paso se iban acercando, pero sin comida y con las fuerzas muy escasas… el futuro se les planteaba muy negro.
Y finalmente, cuando ya apenas les restaban fuerzas, se encontraron con una pareja de guiris que lo justo entendían inglés… nosotros.
Habían recorrido en día y medio, lo que habitualmente son 3 jornadas de camino.
La desesperación de verse sin comida hace que las piernas sigan dando pasos aún cuando el cerebro comienza a decir que están demasiado cansadas y necesitan un descanso.
Les ofrecemos agua, unas barritas energéticas… vamos, lo poco que llevamos encima y lo devoran dándonos las gracias una y otra vez.
Ahora entiendo la sonrisa que les iluminaba la cara cuando nos vieron.
Pero ahora viene la segunda parte.
No podemos dejarles allí.
Pero tampoco llevarles, ya que la campervan es solo para dos pasajeros y si nos detiene la policía, la multa va para nosotros.
Regresamos hacia el aparcamiento.
Les propongo llevarles hasta Gunn’s Camp y allí ver si alguien les puede llevar a Te Anau.
Dándonos las gracias, llegamos a la campervan. Allí vacían otra botella de agua, mas barritas, un poco de queso que nos había sobrado, unas galletas…
Reiniciamos las marcha hacía Gunn’s Camp.
Hay una pequeña tienda y Alfred (es el hablador) entra para contar su situación.
Regresa al poco tiempo con cara de circunstancias. Yo para ese momento ya sabía lo que iba a pasar a continuación.
No hay nadie que le pueda llevar.
Les miro. Desaliñados, reventados… sentados en los asientos de la campervan.
Me miran y Alfred, dice lo que todos pensamos. ‘Police’ dice, ‘No problem. I talk them’.
‘Ok’ digo, ‘There we go’.
Y sueltan unas ruidosas carcajadas y comienzan a aplaudir.
El camino discurre sin ningún contratiempo. Y llegamos a Te Anau. Les paro en mitad del pueblo, junto a la gasolinera. Me bajo y les ayudo a bajar sus cosas.
Gracias, gracias, gracias, gracias… vamos, no sé el montón de veces que repitieron sus agradecimientos.
Tienen teléfono, tienen algo de dinero, tienen tarjeta… ahora ya pueden desenvolverse por ellos mismos.
Nos despedimos.
‘Ha sido toda una aventura’ digo. ‘Sí, y gracias a vosotros, con final feliz’. ‘No es para tanto. Cualquiera en mi situación hubiera hecho lo mismo. ¿Qué vais a hacer ahora?’. ‘Dormiiiir’ contesta Alfred con una sonrisa en la cara.
‘Buena suerte’ les digo. ‘De verdad, gracias’ vuelven a decir al unísono. Y añade Hank ‘Enjoy New Zealand’.
Eso hacemos… eso intentamos… eso esperamos… Bye.
*** NOTAS X ANIVERSARIO ***
No recordaba el incidente con los chavales estos. Todavía recuerdo sus caras cuando nos encontramos en el camino. Hay cosas que tal vez se olvidan con el paso del tiempo, pero esas caras todavía las sigo manteniendo en la memoria. Y ahora que lo pienso, en aquel momento no nos dio ni para echar un par de fotos para inmortalizar el momento. Si que es cierto, que los tiempos han cambiado, y el tipo de móvil que funcionaba en aquella época poco o nada se parecía a los de ahora.
He de decir que a Casiella, no le hacía mucha gracia. Es un poco aprensiva, y le daba un poco de miedo llevar a dos desconocidos en la campervan. El viaje de vuelta ni abrió la boca. Pero claro, dadas las circunstancias, no podíamos dejarlos allí tirados. Bien es cierto, que la historia que contaron (o que entendimos, esa es otra) no era muy coherente. Pero bueno, sin entrar a valorar mucho esos detalles, se les veía super cansados, famélicos (las barritas y demás comida que les dimos la devoraron), así que nos propusimos a hacer la buena acción del día.
El colofón vino con la despedida. Aquel "enjoy New Zealand", se nos quedó como marca registrada de la casa. Lo repetimos e intentamos aplicar a rajatabla .
Este mismo día, o el anterior, no recuerdo bien ya que no quedó guardado en el diario (ahora no consigo recordar por qué se me pasó comentar este suceso), tuve un pequeño incidente en la cocina del camping y descubrí que hay palabras que no hay que traducirlas literales
El caso fue, que estaba preparando la cena. Casiella se había quedado en la campervan. Cuando entré en la cocina del camping, solo había una mesa ocupada por 2 o 3 chicos y 1 chica. Hablando, riendo, comiendo algo y con unas cervezas. Digo "hello" y yo a lo mío, que estaba bastante cansado y con ganas de pillar también una cerveza tras cenar y a sobar.
Al rato me doy cuenta que el grupo ha bajado el tono de voz y señalan de vez en cuando hacia mi.
En esto se levanta la chica y viene hacia mi. Sonríe y me saluda. Le devuelvo la sonrisa y el saludo. La verdad que hablaba bastante despacio. Imagino que habrían pillado el acento y supondrían que era guiri.
Me explica que ella y sus amigos estaban cenando y si me quería juntar con ellos a cenar. Y yo cortesmente le digo que estoy terminando de cocinar, que muchas gracias por la invitación.
Ella me interrumpe y me dice "are you traveling by yourself?" y yo me quedo un poco traduciendo la pregunta y le digo. Yes, of course.
Pienso, vamos, que el viaje me lo he preparado y montado yo solito y viajo sin agencias ni nada de eso.
Y la chica continúa. Bueno, pues te juntas con nosotros si quieres. Y le digo, bueno, gracias, pero tengo que regresar a la campervan con mi mujer.
A la chica se le cambia el color de la cara. Y suelta, pero no me has dicho que estás viajando by yourself?...
Yo para ese momento, me doy cuenta que se me está escapando algo. Le vuelvo a decir, by myself, yes. I, my wife and the campervan, don't you?
Claro, los colegas de la chica habían comenzado a descojonarse. La chica roja como un tomate. Y yo con cara de gilipollas tratando de entender la jugada.
Total, que la chica dice, by yourself, alone.
Upppssss , sorry, sorry, i didn't understand. Ahora, el que está como un tomate soy yo.
Con un don't worry, se da media vuelta y se vuelve junto a sus colegas. Que la reciben con mas carcajadas.
Tras esto, terminé de hacer la cena. Recogí todo. Y antes de irme, me acerqué al grupo y me despedí de ellos. Luego en la campervan, mientras se lo contaba a Casiella, con el estómago lleno y saboreando una cervecita, también me reía yo.
Ya lo sabéis, si os toca, "by yourself", no significa por tus medios o por tu cuenta, sino que significa viajar solo.