El día se despierta sin apenas nubes en el cielo.
He dormido poco.
Estoy nervioso.
Como un chiquillo la noche de Reyes Magos.
No veo cuando es hora de partir.
Hoy toca visitar la localización que más ganas tengo de conocer. Edoras, la ciudad de los Rohirrin. La hemos dejado como última visita relacionada con la Tierra Media ya que queda cerca de Chch, nuestro puerto de salida. Pero además, para poner el gran broche final a nuestro viaje.
Nos ponemos en marcha, mientra el sol poco a poco va alzándose en el cielo.
Hoy el día promete ser bueno. Sin apenas rastros de nubes… aunque es un poco engañoso, ya que hace bastante freco.
Se termina el camino asfaltado y da paso a un camino de grava.
Los kilómetros pasan despacio… demásiado despacio.
Pasamos junto al Lake Clearwater, un pequeño asentamiento pesquero (pequeñas casetas de veraneo), que tiene cierto aire a esas pequeñas casas que se ven arder en el prólogo de La Comunidad del Anillo, y que volvemos a ver como casas del Folde Oeste en Las Dos Torres.
Continuamos inexorables hacia nuestro destino.
Este paraje en el que estamos entrando se conoce como Erewhon. Es un valle rodeado de altas montañas, está a la sombra de Los Alpes del Sur. La vida aquí es muy dura. Esta zona suele estar azotada por fuertes vientos.
El camino describe una pequeña curva y comienza a descender… y lo vemos…
¿qué vemos?
Buena pregunta.
En la hondonada donde se tendría que ver el Mt Sunday, solo se ve un mar de nubes.
Es impresionante contemplar este espectáculo.
Por el lado negativo, nos impide ver nuestro objetivo.
Pero ni cortos ni perezosos, reanudamos nuestro camino.
Poco a poco descendemos dentro del valle. Y nos metemos de lleno en plena niebla.
Si hace tan solo unos minutos el día parecía ser muy bueno, aquí abajo la cosa cambia.
Llegamos finalmente al aparcamiento junto al comienzo del Mt Sunday Walk.
Estamos nosotros solos… en medio de la niebla… no se ve nada de nada…
Bueno, si hemos llegado hasta aquí, debemos continuar.
Comenzamos el paseo, y poco a poco da la impresión de que comienza a escampar.
Pero algo se cruza en nuestro camino…
Un arroyo.
No parece muy profundo… pero es bastante ancho…
Además el agua está helada, ya que proviene de la cima de las cercanas montañas.
Inspecciono los alrededores para ver si hay algún sitio en el que el cruce sea más sencillo, pero no vamos a poder cruzar sin descalzarnos.
Así que nos damos la vuelta y regresamos a la Camper.
¿Fin de la historia?
Ni mucho menos menos, por supuesto. Retrocedemos, sí. Pero no en retirada... solo estamos cogiendo carrerilla.
No nos hemos pateado toda Nueva Zelanda entera para amedrentarnos por un pequeño arroyo.
Regresamos a la Camper y allí cogemos las sandalias de trekking. Cuando las eché a la maleta, nunca pensé que las usaría aquí en Nueva Zelanda. Pero mira como son las cosas.
Al lado de nuestra Camper hay otra similar. Vemos aun tío solitario preparando el desayuno.
‘Morning’ digo, ‘Morning’ contesta el tío. ‘no hace mu buen día, eh?’ ‘bueno’ digo, ‘parece que quiere comenzar a abrirse la niebla. Dentro de un rato espero que se levante del todo’. ‘¿Vais al Mt. Sunday?’, ‘Sí. Pero necesitamos unas chanclas, ya que hay que atravesar un arrollo.’ ‘¿De veras? Vaya, pues yo tambien pensaba ir para allí, pero… no sé’ ‘Bueno. Nosotros una vez que hemos llegado hasta aquí vamos a intentarlo, aunque no se vea nada por la niebla’ ‘Suerte’.
Y con estas palabras, nos volvemos hacia nuestra particular carrera de obstáculos.
Llegamos al arroyo y comenzamos el cruce.
Como habíamos imaginado, el agua estaba congelada.
Por suerte la altura no superaba las rodilla en ningún punto, y la fuerza no era muy grande.
Conseguido.
Al otro lado, continuamos andando intentando olvidar el entumecimiento que sentimos en los pies.
Cuando de pronto…
Otro arroy…
Río.
Esto es un río… pequeño, pero mucho más ancho y caudaloso que el anterior.
Vaya, esto se está poniendo interesante.
A todo esto, como había aventurado antes, la niebla comienza a levantarse, y la silueta del Mt. Sunday, ya se aprecia en la distancia.
Buscamos un buen lugar para intentar el asalto. Y nos lanzamos sin pensar en las consecuencias.
A pecho descubierto.
La parte más cercana a la orilla en la que nos encontramos, el agua tiene poca altura, a la rodilla más o menos. Avanzamos asegurando nuestras pisadas, ya que no queremos resbalar.
Conforme avanzamos, la profundidad va creciendo. Y a su vez, la fuerza del agua es más potente.
Estamos a punto de caer… uffff, por los pelos.
Agarro la mano de Casiella, y continuamos, despacito… pero sin pausa.
En la parte más profunda del río, el agua nos llega hasta el culo. Así que aunque nos habíamos remangado los pantalones, terminan empapados irremediablemente.
Pero, finalmente, y tras mucho esfuerzo, alcanzamos la otra orilla.
Una vez sorteada esta segunda defensa del cerro, el día, parece que nos concede una tregua, y ahora si que es evidente que las nubes se elevan, dejando ver el Mt Sunday en toda su magnitud.
Comenzamos la ascensión. Y nos viene muy bien este esfuerzo, ya que hace que nos olvidemos por un rato del frío que sentimos en las piernas y los pies.
Tras un duro ascenso, superando unas cuantas rampas de bastante magnitud, llegamos a la cima.
Objetivo conseguido.
Las vistas nos dan nuestra merecida recompensa.
Sin lugar a dudas…
Ha merecido la pena.
Y así, de esta manera, veo cumplido mi sueño. Aquí estoy, en medio de la nada, sin nadie a nuestro alrededor, con este precioso paisaje… esta inmensidad solo para nosotros.
ESPECTACULAR.
Casiella me reniega, y aunque tiene razón, no lo puedo evitar. Hemos llegado al final del viaje… y aunque todavía nos quedan 11 días de viaje… mi mente comienza a entrar en "Reposo Mode".
Llevamos 33 días desde que salimos de casa. Y han sido 33 días de patear, de aviones, de conducir, de disfrutar, de maravillarnos, de emocionarnos con este increíble país…
Sin lugar a dudas, un gran broche final.
Nos sentamos en las rocas de la cima… y nos dejamos llevar… un gran lugar para el relax.
No recuerdo el tiempo que estuvimos allí, un par de horas al menos.
Llega el momento de regresar. Un poco más abajo, vemos una persona que sube trabajosamente.
Es nuestro interlocutor de esta mañana. Se ve que está tan loco como nosotros.
Nos saluda con la mano en cuanto nos vé.
Y con una sonrisa llena de satisfacción llega nuestro lado.
Cambiamos unas cuantas palabras y nos alejamos un poco.
Veo necesario ese momento de soledad, de sentir que aquello es solo para ti en ese momento.
Agradece el gesto.
Y unos minutos después nos volvemos a juntar.
Se llama Kirk. Es alemán y ha estado 3 semanas viajando con su novia. Pero ella tenía menos días de vacaciones y ha tenido que regresar a Alemania. El se queda una semana más viajando solo.
Regresamos hacia las campers que nos esperan al comienzo del paseo.
La niebla se ha levantado del todo, y así bajando relajados, y con la agradable conversación, se hace más llevadero el cruce de los ríos.
Cuando llegamos a la camper, nos despedimos. Kirk nos comenta que se quedará a comer en Lake Clearwater, que le ha parecido un buen sitio.
‘Suerte, Kirk con tu viaje. Y por supuesto, enjoy New Zealand’ se me ha quedado esta frase como marca registrada de la casa.
Nosotros vamos mas tranquilos. Como comentaba antes, estaba en “Relajación mode”.
Y me jodía un montón.
Llevaba un montón de tiempo preparando el viaje. Las habíamos pasado canutas para conseguir que nos diesen tantos días juntos. Y va ahora y resulta que me relajo de tal manera que pierdo casi el interés por el resto del viaje.
Una y otra vez me regañaba y me intentaba obligar para cambiar el “cerebro mode”.
La única forma de salir de esta situación es hacer planes.
Y así, poco a poco, como a regañadientes, voy recuperando el “holidays mode”.
Nos demoramos un poco más allí. Comemos algo con la mirada perdida en el Mt. Sunday…
Ya lo cantaba Freddy Mercury “The Show Must Go On”. Pues eso, que como el espectáculo debe continuar, nosotros también.
Esta última parte del viaje, la tengo un poco menos preparada. Está más dejada a la improvisación.
Tal y como lo veo, tenemos dos alternativas. Desandar parte de lo recorrido y subir a Kaikoura para ver las ballenas, y de ahí a Chch. O ir hacia la Península de Banks.
Sopesamos los pros y los contras, y finalmente nos decidimos por la última opción. Así que, Akaroa, allí vamos.
Nos ponemos en marcha. Y se nos hace un poco tarde por el camino.
Vamos, que toda la suerte que hemos tenido por la mañana, nos abandona ahora.
De noche, con niebla, subiendo y bajando las estrechas carreteras de la península de Akaroa.
Llegamos finalmente a nuestro destino, y vamos directos al Top 10 (30.6NZ$).
Por hoy es suficiente.
*** NOTAS X ANIVERSARIO ***
Que decir de esta etapa. Uffff, vaya recuerdos. Sin duda alguna lo mejor del viaje.
Bueno, veo que nos pegamos toda la etapa hablando de Rohan, de Edoras, pero no hay ninguna foto acreditativa. Así que aquí van.
Comienzo del camino
Edoras en la película
Otra perspectiva
Apunte importante. Cuando nosotros fuimos tuvimos que atravesar estos dos ríos.
El agua estaba congelada. Os lo puedo asegurar.
Pues bien. Ya no tenéis que preocuparos por este detalle. Han colocado unas pasarelas sobre los ríos para que los visitantes no se mojen los pies.
Quizás sea más cómodo, cierto. Pero le quita ese punto de aventura que tuvimos nosotros. Entre la niebla, los ríos, las ganas que teníamos de verlo... hicieron disfrutásemos mucho más el día.
Punto aparte fue el resto del día. Tal como se transmite en el diario, me dió un poco de bajón. Y luego, el viaje de casi 4 horas hasta Akaroa. La mitad del viaje lloviendo y la otra mitad con niebla. Vamos que se juntó todo para redondear la salida de allí. Por mí me hubiera quedado allí a pasar la noche, pero no pudo ser. Y esa separación me dolió mucho. Creo que todavía duele .