Plan del día
(Estos "planes del día" que pongo al principio de cada etapa son los que teníamos originalmente pensados, pero varios días no coinciden con lo que luego haríamos, ya fuera porque algún sitio nos gustara más, por el clima o por otras razones. Pero bueno, los pongo igualmente por si a alguien le interesan)
Hoy nos levantamos con una única esperanza: que amanezca un día mejor que el de ayer. Asomamos la cabeza por la ventana y..... ¡sí, luce el sol! Con el ánimo que nos da esta visión, salimos a la calle y nos dirigimos a la estación, desayunando por el camino.
La visita al Palacio Imperial que aparece en el planning la anulamos ya antes del viaje para no sobrecargar demasiado el día, así que nos la saltamos directamente.
Cogemos el bus 204 y en media horita nos bajamos en la parada del Ginkaku-ji. Vamos caminando por el inicio del Camino de la Filosofía, con sus cerezos en flor bordeando el canal y el sol sobre nuestras cabezas...¡esto es otra cosa, así da gusto!...y llegamos a la primera visita del día, el Templo Plateado o Ginkaku-ji.
Zona Ginkaku-ji y Camino de la filosofía
Entramos, y el espectáculo que nos ofrece es precioso; el recinto está situado al pie de la montaña, y la nevada de anoche hace que la vista sea embriagadora, con los árboles semicubiertos de blanco, el cuidadísimo jardín y el tejado del templo humeando suavememente por la nieve derretida....
Quizá este templo en otro momento no nos habría gustado tanto, pues en realidad no es tan espectacular como otros, pero muchas veces en los viajes te enamoras de lugares porque los ves en un momento o en circunstancias determinadas, y esto es lo que nos ocurrió a nosotros aquí, el frío y la nieve de la que nos quejábamos la noche anterior nos permitió esta mañana ver lo que vimos...y nos encantó. Un gran momento del viaje, sin duda.
Nos quedamos embobados en la entrada sin iniciar el recorrido disfrutando del momento a pesar de la gente que hay a nuestro alrededor...(hubo muchos momentos, y éste es uno de ellos, en que nos agradecimos a nosotros mismos no estar en un tour organizado, sólo por el hecho de poder “perder” el tiempo contemplando algo que nos gustara especialmente. Esta visita a Ginkakuji, por ejemplo, se alargó media hora más de lo necesario, con lo que al final de la mañana no vimos alguno de los templos previstos, pero...nos dio igual. – Aquéllos a los que les gusten los tour organizados, por favor, no se me enojen; esto es sólo una opinión- ).
Por fin, avanzamos con el resto de personas y recorremos el sendero hasta la salida y enfilamos el paseo de la filosofía realmente animados.
Zona Camino de la filosofía
Nuestros planes en esta zona eran ambiciosos (templos Eikan-do, Nanzen-ji, Konchi-in), pero el paseo está precioso con los cerezos en flor (y eso que aún no están al 100%) y en Japón ya se sabe, las flores de los cerezos atraen sin remedio a las cámaras fotográficas.....Total, que el camino lo hacemos a paso leeeento, e iremos eliminando visitas por el camino.
Finalmente conseguimos que el último cerezo nos deje libres y llegamos al Nanzen-ji. El recinto es enorme, con múltiples edificios “visitables”.
Zona Nanzen-ji
No nos volvemos locos y entramos sólo a un jardín que está arriba de las escaleras que hay pasando por debajo del acueducto (es más fácil de lo que parece), un lugar bonito y tranquilo en el que también descansamos unos minutos. También subimos a la puerta donde prometen bonitas vistas....bueeeeno....no es ni mucho menos para tanto....no merece la pena, en mi opinión.
Es la hora de comer. Como por aquí no hemos visto muchos sitios, decidimos ir a la zona del Kiyomizu y comer por allí. Salimos del Nanzen-ji y callejeamos hasta la parada de Higashi Tenno-cho, donde cogemos el bus 100 (va absolutamente repleto, pero conseguimos entrar con algún leve empujón) hasta la parada de Gojozaka.
Una vez allí, buscamos algún sitio para comer. Vamos subiendo la calle fijándonos en los restaurantes, hasta que nos cruzamos con una pareja de españoles que al oirnos hablar se paran y nos recomiendan uno llamado “Oggi”. Les hacemos caso y entramos; la comida está buena (yo probé esa especialidad de alta cocina que consiste en arroz con salsa y una tortilla francesa por encima) y la camarera es muy simpática: nos busca palabras en el diccionario, sale corriendo a llevarle un cenicero al fumador del grupo que se había salido fuera, se le olvida un té que habíamos pedido y al recordarselo nos hace exactamente diecisiete reverencias (las conté!).... Probamos las tartas también.....mmmhhh....no nos privamos de nada....
Zona Kiyomizudera
Salimos y seguimos cuesta arriba hacia el Kiyomizu-dera. Aquí si que hay muchísima gente, y la calle está repleta de autobuses que suben y bajan. Hacemos la cola y entramos. Este templo también nos va a decepcionar un poquito. La excesiva aglomeración no ayuda a disfrutarlo, y alguna zona, como por ejemplo la de las dos piedras donde se supone que tienes que ir andando con los ojos cerrados de una a otra, nos parece especialmente orientada a la “superstición”, ya que todo lo que hay son puestos con rollitos de la suerte y amuletos, otros para que escribas tus deseos y los cuelgues en los árboles o en los paneles, etc. Cierto que en otros templos también hay de esto, pero aquí nos da la impresión de que hay muchos más.
Kiyomizudera
Continuamos el recorrido pasando por el famoso mirador y llegamos a la salida, no sin antes ver a unos luchadores de sumo (inconfundibles) que también están visitando el templo....Les defino: son e-nor-mes. Una pena que nuestra visita no coincida con algún campeonato de sumo, nos habría gustado verlo; queda apuntado para el próximo viaje.
Salimos y vamos bajando por la calle, repleta de gente, parándonos en las tiendas y comprando alguna cosilla, y poco después giramos a la derecha por la famosa calle Sannenzaka. Qué chula la callejuela! Un cerezo en flor vuelve a atraer algunos cientos de cámaras y cuando conseguimos librarnos de él (suéltanos, cerezo!) seguimos bajando por la calle Ninenzaka. Al final se nos ha hecho un poco tarde y no vamos a entrar ya en más templos, quedarán para mejor ocasión.
Zona callejuelas y Marutaya Park
Calle Sannenzaka
Nos dirigimos hacia el Parque Marutaya. El sol se está escondiendo y empieza a refrescar bastante de nuevo, pero no queremos dejar de ver el famoso cerezo (no hemos tenido bastantes) de este parque. ¡Y menos mal que no lo hicimos! ¡Qué espectáculo con la puesta de sol! Nos quedamos allí contemplándolo hasta el último rayo de sol, junto con decenas de japoneses armados con cámaras de todo tipo, y después bajamos de nuevo entre los puestos de comida hacia la puerta de salida a la calle Shijo.
Caminamos rodeados de gente por dicha calle, con los farolillos encendidos, y el ambiente empieza a cambiar...estamos entrando en el barrio de Gion, el más tradicional de la ciudad y que conserva aún un poco de esa antigua esencia japonesa. Nos dejamos llevar y callejeamos por la zona, atisbando en algún callejón lo que creemos que es una geisha ¿lo sería? Nos quedamos con la duda, a nosotros nos vale.
Zona Gion
Buscando ya algún sitio para la cena, llegamos hasta una de las calles más bonitas de la zona, con un pequeño canal bordeado de cerezos. ¿Y a que no sabeis qué hicimos? Efectivamente, fotos. La verdad es que el lugar está precioso, con los árboles iluminados, las casitas detrás....
Al rato, toca decidir el lugar para cenar. Finalmente, y viendo que esta zona es especialmente más cara y que vuelve a hacer un frío que pela, decidimos volvernos a la zona de la estación, para lo cual nos cogemos un taxi, que nos lleva en un momento. Recordamos con agrado la sopita calentita de anoche, así que decidimos repetir. Igual de rica y de barata, mmhh!!
Volvemos andando hacia nuestro querido Matsubaya, y preparamos la mochila con las cosas para mañana, que nos vamos a Miyajima! El resto de equipaje se lo dejaremos al señor Matsubaya, que nos lo guardará hasta pasado mañana que volveremos a pasar nuestra última noche en Kyoto.