2ª Parte – El Calafate y El Chaltén
Llegamos a El Calafate a última hora de la tarde. Tras registrarnos en el hostal, contratar para el día siguiente el mini-trekking por el glaciar y dejar para lavar la ropa acumulada hasta ese día, fuimos a cenar y a dar una vuelta por la ciudad. Decir que como ciudad no es gran cosa, las calles están distribuidas perpendicularmente y es muy fácil orientarse, y no tiene ningún monumento digno de mención especial.
Pido disculpas por la calidad de las fotografías, pero las tomadas a partir de El Calafate en la cámara digital se han perdido y las actuales estan tomadas con una cámara reflex y escaneadas.
Día 7- El glaciar Perito Moreno.
Al disponer de vehículo, pudimos ir por nuestra cuenta al glaciar Perito Moreno y disfrutar a nuestro antojo de la visita a las pasarelas y a toda la zona. Es impresionante el ruido que hacen los bloques de hielo al desprenderse del glaciar caer al agua. Aquí un enlace de las excursiones que pueden hacerse por esta zona: www.todocalafate.com/ ...ones.php#4
A la hora convenida, nos incorporamos a la excursión del Mini-trekking en el embarcadero. Esta excursión se la recomiendo a todo el mundo; hace una pequeña navegación por el brazo rico del Lago Argentino; se acerca a las paredes del glaciar y se desembarca en la orilla del glaciar, realizando un corto pero agradable paseo hasta el hielo. Una vez allí, clases teóricas sobre el empleo de crampones y comienza el paseo subiendo al glaciar. Los colores azules del hielo tienen todas las tonalidades y es increíble. Hay momentos en que no ves más que hielo. Tras una sorpresa final, regreso al embarcadero. El trekking es de nivel asequible con pocas limitaciones condicionadas por edad o condición física.
Como todavía quedaba bastante tiempo de luz, volvimos a las Pasarelas para una visita final, e hicimos una visita al Lago Roca, antes de regresar a El Calafate. Por supuesto que al llegar teníamos la ropa lavada y planchada por un precio muy razonable. Como tenía la memoria de la cámara llena, nos pasamos por una papelería que ofrecía ese servicio para pasar la memoria de la cámara a un CD. Nos lo hicieron en un momento y a continuación disfrutamos de cena y espectáculo de tango en el restaurante-bar Tango Sur.
Día 8 – La navegación por el Lago Argentino.
Al igual que el día anterior, reservamos la excursión “Ríos de Hielo”, o “Todo glaciares” que también se llama, en el propio hotel. No hay sobrecoste, ya que son las empresas quienes le dan una comisión a los hoteles. Si no se dispone de vehículo, hay un autobús que recorre la ciudad para recoger a los clientes a la puerta de sus respectivos hoteles.
Llegamos a Puerto Bandera para embarcar, y comenzó la navegación. Decir que en el exterior del barco hace un frío intenso, por lo que es recomendable ir provisto de abundante ropa de abrigo, guantes y gorro. La navegación entre témpanos de hielo, la mayoría muchísimo más grandes que el barco es preciosa.
Se acerca luego al glaciar Uppsala, que impresiona por su enormidad: más de 6 Km. de ancho y entre 50 y 60 m. de altura sobre el nivel del lago.
A continuación se desembarca en Bahía Onelli (fijarse en el tejado del embarcadero con tejuelas de alerce). Este es un lugar maravilloso, en el que tras un paseo por un hermoso bosque de lengas se llega a una laguna completamente llena de pequeños témpanos, y desde cuya orilla se pueden contemplar varios glaciares que desembocan en la propia laguna. Hay un restaurante en el que se puede comer la comida que lleve cada uno o bien la del propio restaurante (no es caro). www.argentinaviajera.com.ar/ ...psala.html
Tras la visita a Bahía Onelli, el barco pasa al lado del impresionante glaciar Spegazzini, el más alto de la zona con paredes de más de 100 m. de altura. Y regreso a Puerto Bandera por la tarde.
La noche de nuevo para cenar y tomar unas cañitas por la ciudad adelante…Tampoco es que dé para demasiado, pero había ambientillo.
Día 9 – El Chaltén.
Amaneció un día radiante, lo cual era de buen augurio para nuestra visita a El Chaltén. La verdad es que solamente el camino ya vale la pena en sí. A unos 25 Km. de El Calafate nos desviamos por la mítica Ruta 40, que bordea el Lago Argentino, para seguir luego el Río La Leona, desagüe del Lago Viedma. A partir de aquí, la carretera era de ripio, aunque en la actualidad me han dicho que está asfaltada casi toda ella; de hecho a estaba en obras en esta época.
Al llegar al puente que cruza el Río La Leona, paramos para un refrigerio en el “Hotel La Leona”; un histórico lugar, con unas deliciosas tartas galesas (haciendo honor a la numerosa colonia de Galeses que se establecieron en la Patagonia Argentina). www.hoteldecampolaleona.com.ar/
Cruzamos el río y tras 10 km nos desviamos a El Chaltén por la Ruta 23, que lleva directamente a dicho pueblo. De camino vimos a ambos lados de la carretera varios grupos de guanacos y alguna que otra Choike (ñandú). Por cierto, pudimos comprobar que lo del instinto maternal es una fábula. Había al lado de la carretera una enorme choike con tres polluelos (con cada uno de los cuales cenaba una familia). Pues bien fue todo uno: parar el coche para hacer la foto, y salir el ave a toda pastilla llanura adelante. Pero no creais que se ocupó lo más mínimo de los polluelos; ¡que va!, los pobrecillos también escapaban, pero despacito y con total imposibilidad de alcanzar a su “preocupada” mamá.
En un momento del viaje, aparecieron al fondo las impresionantes y bellísimas altas cumbres de los Cerros, Fitz Roy y Torre, destacando en un cielo impresionantemente azul, y con sus nieves perpetuas. Os puedo asegurar que son de las montañas más hermosas que he visto en mi vida. Tuvimos también, de camino allí, unas excelentes vistas del glaciar Viedma.
Pero si todavía quedaba alguna sorpresa para hacer el viaje “completo”, esta no tardó en llegar: parado en medio de la carretera estaba un cóndor comiendo una carroña, una liebre atropellada por algún vehículo. Ya habíamos visto estas enormes aves sobrevolar las montañas, especialmente en la zona del Perito Moreno, pero su visión a escasos 100 m. de nosotros era algo que no esperábamos. Paramos, nos bajamos del coche e hicimos fotos del cóndor a placer. El ave seguía comiendo, eso sí: sin dejar de vigilarnos. Como tampoco era cosa de pasar el día allí, aunque el espectáculo lo mereciera, arrancamos el coche. El resultado lo podéis imaginar: la enorme ave, batiendo sus alas, cuya envergadura ocupaba gran parte de la carretera y elevando el vuelo majestuosamente.
Lo malo de esta experiencia, que nos quedó grabada para siempre, es que las pruebas gráficas han desaparecido, ya sabréis cómo y por qué cuando lleguemos a Ushuaia.
También antes de llegar nos desviamos a una estancia, cuyo dueño era de origen leonés, y con el que charlamos sobre la vida en aquella zona. Curiosamente nos dijo que los estancieros odiaban a “los gatos”, que es como llaman por allí a los pumas, y que incluso hay peones que los matan por las pérdidas que ocasionan al ganado. Nos dijo que estaba construyendo un hotel en la zona del Lago del Desierto, que esperaba abrir en un año.
Llegamos a El Chaltén www.elchalten.com/ y, tras registrarnos en la hostería, tomamos la carretera que sigue el curso del Río de las Vueltas, laguna Cóndor hasta llegar al Lago del Desierto. La carretera, mal llamada tal, porque era una camino de ripio y bastante malo, es una preciosidad. A poco de salir, hay una pequeña pero encantadora cascada llamada El Chorrillo del Salto. Un poco más adelante aparecen unas vistas impresionantes y distintas del Cerro Fitz Roy. Sigue en medio de unos bosques preciosos, en los que pudimos observar varios pájaros carpinteros de cresta roja (vamos: el Loquillo de toda la vida).
Pasada la pequeña laguna Cóndor, una cascada y finalmente el hermoso Lago del Desierto. Vimos allí algunos albergues y nos dimos un paseo por sus orillas. Este lago/laguna protagonizó un conflicto diplomático entre Chile y Argentina sobre la soberanía del mismo y de estas tierras, y de hecho es lo que dio origen a la fundación del asentamiento de El Chaltén por parte de Argentina. es.wikipedia.org/ ...l_Desierto
En las orillas del río que sirve de desagüe a este lago, había un puente colgante que había visto tiempos mejores. A la entrada un aviso para que cruzase una sola persona de cada vez (imagino porque es más fácil rescatar a un solo accidentado que a más de uno, jeje). No sin cierta prevención, nos decidimos a cruzarlo y a darnos un paseo por el precioso bosque que hay al otro lado del río.
Ya de regreso quisimos ver una hostería que nos habían recomendado y en la que lamentablemente no habíamos encontrado alojamiento www.hosteriaelpilar.com.ar/ . Como no estábamos seguros de su ubicación, cuando vimos venir por la carretera a un hombre decidimos parar a preguntarle. El hombre tendría más de 60 años, vestía de forma desastrada, con botas viejas, pantalones remendados y un suéter lleno de agujeros. En una mano llevaba lo que había sido una lata de melocotones o algo así, con un alambre a modo de asa y dentro de ella, según pudimos comprobar más tarde tres huevos. En la otra mano una garrafa de vino de unos 5 litros. El hombre era muy amable y nos explicó dónde estaba la hostería y comenzó a contarnos cosas curiosas, como que había conocido a los Reyes de España en su reciente visita a Los Glaciares y otras más.
Como su “ranchito” quedaba todavía a unos 2 km, nos ofrecimos a dar la vuelta y acercarle. El hombre insistió en invitarnos a “matear” en su ranchito, pero la idea de compartir un mate con él no nos seducía demasiado. Nos dijo entonces que nos podía ofrecer un té, lo cual aceptamos. Al acceder a su cabaña salió a recibirnos un perrazo amenazador, pero que controló perfectamente.
Su ranchito era una cabaña de ladrillo con techo de uralita a dos aguas y constaba de: una sala, una habitación con tres camastros y un wáter. En la estancia principal una mesa con 4 sillas, en medio una estufa de leña y en un rincón una cocina tipo bilbaína con patas. El hombre, dejando al margen cierta “ida de olla”, era muy amable. Viviendo como vivía en la miseria, nos sacó un trozo de pan y una tarrina de margarina para que nos hiciésemos unas tostadas. Le aceptamos solamente el té.
La verdad es que pasamos un rato muy interesante de charla con él, y nos contó que vivía con otros dos “peones”; que trabajaban en el mantenimiento de la carretera (¡así estaba!) y que los tres huevos y el vino eran para la cena. Pudimos hacernos una idea de lo dura que es la vida de los "peones" en Argentina. Nos confesó que era de origen catalán, que dijo le daba un poco de vergüenza ¿?. Y una serie de informaciones a cual más rara. Llegado un momento nos dijo: “perdón”; se levantó y se fue al water. Nosotros sentados a la mesa nos miramos sorprendidos, y esperamos a que regresase. La espera resultó un poco larga porque el bueno del señor debía tener problemas de “atasco”. Le preguntamos “¿Facundo, está Vd. Bien?” a lo que respondió: “sí, voy ahora”. Como no nos atrevimos a salir, teniendo en cuenta el perrazo que andaba por allí, ¡a esperar!. Cuando por fin apareció, nos despedimos y seguimos nuestro camino de regreso a El Chalten con unas hermosas vistas del Fitz Roy por su cara este.
Día 10 – Regreso a El Calafate y vuelo a Ushuaia.[/align][
La noche anterior decidimos hacer gasóleo al día siguiente antes de partir a El Calafate. A primera hora de la tarde deberíamos entregar nuestro coche y tomar un vuelo a Ushuaia. Resulta que la única gasolinera que hay en El Chaltén, y que debería abrir a las 9 de la mañana, no lo hizo hasta pasadas las 9:30. Repostamos y salimos “escopetados” hacia El Calafate. Todavía nos dio tiempo a tomar algo en la ciudad antes de volver al Aeropuerto.
Llegados al aeropuerto, nos esperaba el empleado del auto de alquiler, y cuando yo le dije que íbamos a coger el avión dentro de una hora, se echo a reír y dijo “¿A coger el avión?, ¡Lo veo difícil!”. Ya todos sabéis por qué: el verbo coger en Argentina tiene otro significado, ylo correcto es "agarrar".