Tras el desayuno pertinente salimos en dirección Santa Croce. La iglesia abre a las 9:30h así que teníamos tiempo suficiente para llegar sin prisas. Al parecer por la noche llovió y la plaza de delante de la iglesia estaba llena de charcos que testificaban la precipitación nocturna.
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Llegamos de los primeros, así que saludamos a la estatua de Dante y nos pusimos delante de la puerta. Poca cola tuvimos que hacer para entrar en la más grande de las iglesias franciscanas del mundo. El interior destaca por su elevado techo, por los frescos y ser el panteón de las figuras más importantes de Firenze. Nicolás Maquiavelo, Galileo Galilei, Miguel Ángel, Gioacchino Rossini, Vasari, entre otros están aquí enterrados.
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También aquí nos encontramos con restauraciones. Por lo que se ve es una constante de la ciudad. Es normal ya que la gran cantidad de iglesias y obras de arte requieren atención continuada y para ellos los florentinos son auténticos maestros restauradores. También pasamos por la parte posterior de la basílica donde hay capillas dedicadas a las familias burguesas florentinas, como la de los Pazzi. Estos edificios conservan los frescos originales de Giotto y de otros maestros del siglo XIV.
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La iglesia es preciosa y de ella se cuenta que es justo aquí donde Stendhal padeció los síntomas de vértigo y palpitaciones, que acabó llamándose a partir de ese momento Síndrome de Stendhal.
La visita la completamos pasando por el patio interior, y por suerte sí pudimos ver en el refectorio piezas de gran importancia como el restaurado crucifijo que sufrió los efecto de la última crecida del Arno que inundó la ciudad, o el “árbol de la Vida” de Taddeo Gaddi.
La visita la completamos pasando por el patio interior, y por suerte sí pudimos ver en el refectorio piezas de gran importancia como el restaurado crucifijo que sufrió los efecto de la última crecida del Arno que inundó la ciudad, o el “árbol de la Vida” de Taddeo Gaddi.
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Al salir nos dirigimos a Santa Maria del Fiore, el Duomo o Catedral florentina. Había llegado ya la hora de visitar la Catedral florentina. Al llegar había un cola que nos pareció larga pero tan solo tardamos unos 10 minutos en entrar.
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El interior no nos gustó tanto como a el de Siena y a decir verdad esperábamos que fuese más grande. Supongo que al estar separados Campanile, Baptisterio y Duomo, da la sensación de más grandiosidad. Aun así hay que reconocer que es larga.
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Destacan los frescos de la cúpula, aunque no pudimos subir porque teníamos hora reservada para visitar la Accademia, así que nos contentamos con la visita interior. El suelo aunque es bonito no puede tampoco competir con el sienés.
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Al salir nos encaminamos hasta Orsanmichele que ahora sí la encontramos con las puertas abiertas, que por cierto se entra por la parte trasera ya que la entrada esta delante de del Bonito Palacio del Arte de la Lana. Merece la pena la visita porque si bien es una iglesia pequeña su belleza es tremenda. En el exterior uno se encuentra con las esculturas de los santos protectores, que están dentro de los 14 tabernáculos y que fueron realizadas por los mejores artistas florentinos, como Donatello, Andrea del Verrocchio, Giambologna, Ghiberti. Las obras que actualmente están en los tabernáculos son copias.
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La sala interior está dedicada a Santa Ana y las bóvedas y cubierta hacen de la iglesia un lugar muy especial.
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Tras un buen rato tirando fotos decidimos no llegar tarde a la cita con el David y nos encaminamos hacia la Accademia. Si la cola de los Uffizi era larga esta era exageradamente inmensa. Daba la vuelta ámpliamente a la manzana. Dimos gracias por haber sido precavidos y haber comprado las entradas on line.
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En la Galeria de la Accademia se puede encontrar, el rapto de las Sabinas, la Madonna del Mare, atribuida a Botticell, la Venus y Cupido de Pontormo, el Cassone Adimari de Scheggia y pinturas de Filippino Lippi, y Ridolfo Ghirlandaio, pero no nos engañemos, aquí se entra para ver el David de Miguel Ángel y como cho admirar los prisioneros inacabados y el esbozo de San Mateo.
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Aunque vimos las copias del original, el auténtico es magnífico. Menuda altura, y que detalle en sus manos, brazos y piernas. Pasaré de hacer la broma fácil de las medidas del miembro viril, eso ya lo reflejé en la pegatina viajera, pero también hay que ver hasta que detalle la esculpió
.Una de las anécdotas es que Miguel Ángel exigió que en el contrato constase que la obra la haría sobre un bloque de mármol en el que ya habían trabajado anteriormente diferentes artista pero que no habían sabido solucionar los problemas que planteaba el bloque de mármol. Una manera muy original de perpetuar su fama in eternum.
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Una vez más tiramos de nuestro permiso especial para tirar fotos y retratamos esta famosa escultura. Luego nos sentamos en la parte posterior para verle de espaldas y luego salimos para acercarnos hasta la Iglesia de San Lorenzo.
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A estas alturas empezábamos a estar saturados de tanto arte. No se si Sthendal nos hubiese diagnosticado su mal, pero bueno... Así que no pedimos entrada para la biblioteca. Nos conformamos con visitar el jardín, la cripta y la basílica. También pudimos comprobar que el Palacio Medici Riccardi estaba en restauración, así que nos quedamos sin foto de su fachada.
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Una vez más pudimos admirar el arte de Brunelleschi. No sólo agudizó su ingenio para construir la cúpula de la Catedral sino que aquí construyó una autentica obra de arte. Menuda Basílica más bonita. También pudimos admirar el arte del octogenario Donatello.
Al salir volvimos a zambullinos en el mercado de San Lorenzo (siempre hay algo para llevarte de recuerdo). Menuda calor. Incluso un pequeño viajero japonés se estaba refrescando en una de las fuentes.
Al salir volvimos a zambullinos en el mercado de San Lorenzo (siempre hay algo para llevarte de recuerdo). Menuda calor. Incluso un pequeño viajero japonés se estaba refrescando en una de las fuentes.
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Pasamos de nuevo por el Duomo para luego luego dar un rodeo por plaza de la República hasta llegar a la Signoria para ver una vez más la copia del David y comprobar que su vecino Neptuno está de más en esa plaza por lo feo que llega a ser.
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Comimos de maravilla en un establecimiento de delicatessen cercano al hotel y tras el helado de rigor y el paseo por el puente Vecchio, nos fuimos a descansar un poco.
Por la tarde podíamos visitar los Pizzzi, subir a campanile o a la Cúpula del Duomo o visitar el Bargello. Por consenso decidimos que ya habíamos visto suficiente arte y que preferíamos vagar por la ciudad y disfrutar de nuestra última tarde en Florencia. Tiempo habrá de visitar más museos si volvemos a coincidir en esta ciudad tan emblemática. Así pues nos dirigimos hacia Santa Maria Novellla para acercarnos a la estación de trenes y así comprar ya los billetes de tren para así no tener que ir con prisas a la mañana siguiente.
Por la tarde podíamos visitar los Pizzzi, subir a campanile o a la Cúpula del Duomo o visitar el Bargello. Por consenso decidimos que ya habíamos visto suficiente arte y que preferíamos vagar por la ciudad y disfrutar de nuestra última tarde en Florencia. Tiempo habrá de visitar más museos si volvemos a coincidir en esta ciudad tan emblemática. Así pues nos dirigimos hacia Santa Maria Novellla para acercarnos a la estación de trenes y así comprar ya los billetes de tren para así no tener que ir con prisas a la mañana siguiente.
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Luego pasamos por calles que aun no habíamos pisada hasta el Mercato Centrale que a esa hora ya cerraba, para llegar luego a la zona del Museo si San Marco y así acercarnos al Spedale degli Innocenti, el antiguo hospicio que se encargaba de ayudar a los huérfanos de Florencia.
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Transitamos luego por las calles adyacentes al Duomo para contemplar una vez más la catedral. A esas hora la marabunta humana había desaparecido y pudimos disfrutar de la fachada del Baptisterio y la de la Catedral con tranquilidad. De nuevo la puerta nos llamó la atención. ¡Que arte tienen los artistas florentinos!
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El siguiente punto de interés fuer la Loggia del la piazza dela Signoria. Subimos a contemplar las estatuas, especialmente el Perseo y luego nos sentamos a escuchar un concierto callejero de un guitarrista ruso. La gente se agolpó a su vera porque tocaba con gran maestría temas clásicos y modernos. Nos gustó tanto que nos hicimos con un par de CD que vendía. Estuvimos un buen rato anonadados con el arte del ruso y luego dimos la vuelta al palacio para pasar cerca del Bargello y de la iglesia de San Romulo.
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A la vuelta nos sentamos en una de las mesas del restaurante Lorenzaccio para hacer la última cena en la propia plaza de la Signoria. Escogimos menú, barato aunque no excelente. Por lo que respecta a la comida fuimos de más a menos.
Poco a poco la noche iba cayendo sobre la ciudad así que al terminar optamos por pasar por la Loggia y encaminarnos hacia el Arno para llegarnos al Ponte alle Grazie y así fotografiar el Arno desde el otro lado.
Cruzamos el puente desde Oltrarno hasta la zona de nuestro hotel. La joyerías ya habían cerrado y los guardas de seguridad vigilaban por el bien de los comerciantes del puente.
Poco a poco la noche iba cayendo sobre la ciudad así que al terminar optamos por pasar por la Loggia y encaminarnos hacia el Arno para llegarnos al Ponte alle Grazie y así fotografiar el Arno desde el otro lado.
Cruzamos el puente desde Oltrarno hasta la zona de nuestro hotel. La joyerías ya habían cerrado y los guardas de seguridad vigilaban por el bien de los comerciantes del puente.
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Sin más nos retiramos al hotel. Ya era muy tarde y a la mañana siguiente tocaba madrugar, así que dimos por finiquitada la última noche en Firenze.