Empieza el día con un delicioooosoooo desayuno, a la carta (ya, un poco cursi, pero va con el hotel).
Nos ponemos de nuevo en carretera, dispuestos a hacer la ruta de los monasterios pintados. Las carreteras de esta zona son todas blancas o amarillas y con fama de indicar los monasterios en juegos de escondite. Pues nada, afortunadamente las carreteras son estupendas y los monasterios estrenan indicadores nuevos y muy bien colocados (dos requisitos que en Rumanía no siempre se cumplen). Se ve que cuidan, y mucho, lo de ser patrimonio de la humanidad.
El recorrido va a ser circular, y empezamos por el Monasterio de Voronet.
Nos ponemos de nuevo en carretera, dispuestos a hacer la ruta de los monasterios pintados. Las carreteras de esta zona son todas blancas o amarillas y con fama de indicar los monasterios en juegos de escondite. Pues nada, afortunadamente las carreteras son estupendas y los monasterios estrenan indicadores nuevos y muy bien colocados (dos requisitos que en Rumanía no siempre se cumplen). Se ve que cuidan, y mucho, lo de ser patrimonio de la humanidad.
El recorrido va a ser circular, y empezamos por el Monasterio de Voronet.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos empieza sorprendiendo muy gratamente que hay un buen parking, servicios y algunos puestecillos, pero sin excesos ¡por fin!
La entrada al recinto se hace tras cruzar el grueso muro de piedra que lo separa del exterior. Lo llevan todo las monjas, desde el cobro de las entradas hasta la gestión de la pequeña tiendecilla de recuerdos (iconos y huevos fundamentalmente). Hay una gran parte de monjas muy, muy jóvenes, de rasgos eslavos. Todas llevan un extraño gorro y van vestidas de negro de arriba a abajo, contrastando con el verdor de la hierba que rodea al monasterio y el color de las rosaledas. Pero ni siquiera esa indumentaria puede con la frescura y la alegría del conjunto.
Es increíble: todo el edificio, con una arquitectura de torrecillas y curvas, está pintado con escenas bíblicas que, a pesar del tiempo y la climatología tan extrema, conservan toda su brillantez en la mayor parte de las paredes. El característico azul (azul voronet) inunda todo un escenario de santos, vírgenes, cristos… de un dibujo muy cuidado y con distintas expresiones en sus rostros. A los niños les encanta ir buscando figuritas, ángeles, querubines. El árbol de Jessé es espectacular, pero la pared que se lleva todas las miradas es la que dibuja el juicio final. Los niños no paran de preguntar, entre el morbo y la curiosidad. Leemos detalles de la guía que llevamos y los vamos buscando, como en un enorme buscando a Wally. Es fantástico.
La entrada al recinto se hace tras cruzar el grueso muro de piedra que lo separa del exterior. Lo llevan todo las monjas, desde el cobro de las entradas hasta la gestión de la pequeña tiendecilla de recuerdos (iconos y huevos fundamentalmente). Hay una gran parte de monjas muy, muy jóvenes, de rasgos eslavos. Todas llevan un extraño gorro y van vestidas de negro de arriba a abajo, contrastando con el verdor de la hierba que rodea al monasterio y el color de las rosaledas. Pero ni siquiera esa indumentaria puede con la frescura y la alegría del conjunto.
Es increíble: todo el edificio, con una arquitectura de torrecillas y curvas, está pintado con escenas bíblicas que, a pesar del tiempo y la climatología tan extrema, conservan toda su brillantez en la mayor parte de las paredes. El característico azul (azul voronet) inunda todo un escenario de santos, vírgenes, cristos… de un dibujo muy cuidado y con distintas expresiones en sus rostros. A los niños les encanta ir buscando figuritas, ángeles, querubines. El árbol de Jessé es espectacular, pero la pared que se lleva todas las miradas es la que dibuja el juicio final. Los niños no paran de preguntar, entre el morbo y la curiosidad. Leemos detalles de la guía que llevamos y los vamos buscando, como en un enorme buscando a Wally. Es fantástico.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Y por dentro están igualmente pintados, todas las paredes aparecen llenas en su mayoría de imágenes de santos. Buscamos a Santa Elena y la encontramos. Resulta muy pequeño lo que se puede visitar del interior: la división en tres partes características de las iglesias ortodoxas (mujeres, hombres, oficiantes) potencia esta sensación. Los iconos, muy venerados, y todo el iconostasio colorido y dorado, nos hacen pensar que no estamos en Rumanía, sino un poco más al este aún.
En la entrada vemos que los visitantes devotos escriben largas listas en un papel que, junto con dinero, van a una urna. Una monja las va recogiendo y las lee con la mano en la Biblia, apuntando el nombre de lo leído. ¿Listas de deseos? averiguamos luego que son peticiones por personas vivas y por personas muertas. Esta misma distinción la hacen en las velas que encienden (fuera del recinto, no se puede estropear la belleza con humo). La verdad es que hay muchísima religiosidad, tanto en este monasterio como en los demás, y te sientes más turista aún si cabe comparando el sentido de tu visita con esa fe sencilla y profunda que se siente en el ambiente.
Compartimos algo de su sentimiento bebiendo la fresquísima agua del pozo, situado en un lateral.
En la entrada vemos que los visitantes devotos escriben largas listas en un papel que, junto con dinero, van a una urna. Una monja las va recogiendo y las lee con la mano en la Biblia, apuntando el nombre de lo leído. ¿Listas de deseos? averiguamos luego que son peticiones por personas vivas y por personas muertas. Esta misma distinción la hacen en las velas que encienden (fuera del recinto, no se puede estropear la belleza con humo). La verdad es que hay muchísima religiosidad, tanto en este monasterio como en los demás, y te sientes más turista aún si cabe comparando el sentido de tu visita con esa fe sencilla y profunda que se siente en el ambiente.
Compartimos algo de su sentimiento bebiendo la fresquísima agua del pozo, situado en un lateral.
El segundo de los monasterios que visitamos es el de Moldovita. Si Voronet resaltaba por el azul, en este nos encontramos que el tono predominante es el ocre. La estructura del monasterio y la situación de las pinturas es igual que en el monasterio anterior, por lo que mi niño dice que por qué hemos vuelto al mismo sitio.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En este disfrutamos de la primera pintura sobre la toma de Constantinopla y nos hace gracia que todos los malos estén vestidos de turcos. Observamos que los nombres de los santos están escritos en cirílico. Vemos el pequeño y variado museo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos quedamos un rato bajo los arcos de la entrada, mientras curioseamos entre una excursión religiosa dirigida por un pope (inevitable fijarse en ellos, de negro y con sus largas barbas). Le compramos a una joven monja unos huevos pintados (¿con quién estaría hablando por el móvil?) y vuelta al coche.
El siguiente va a ser el de Sucevita. De Moldovita a Sucevita la carretera sube y baja por preciosos paisajes de boscosa montaña.
El monasterio de Sucevita impone desde un principio, con el paseo de enormes árboles que conducen hasta las altísimas murallas de piedra. Por dentro es fabuloso conservando en este caso las pinturas de todas las paredes, gracias a las peculiaridades de su situación geográfica. A pesar de lo parecido que son todos, este lo guardo en mi memoria como el más bonito.
El monasterio de Sucevita impone desde un principio, con el paseo de enormes árboles que conducen hasta las altísimas murallas de piedra. Por dentro es fabuloso conservando en este caso las pinturas de todas las paredes, gracias a las peculiaridades de su situación geográfica. A pesar de lo parecido que son todos, este lo guardo en mi memoria como el más bonito.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Lo llaman la joya verde por las colinas entre las que se sitúa, y ese verde inunda también las pinturas de las paredes. Por dentro, la cúpula pintada da la sensación de que todo te envuelve. Salimos con una crisis de mal de Stendhal, no puede ser de otro modo.
Seguimos camino pasando por Marginea, la cuna de la cerámica negra que caracteriza a esta región. Esperábamos ver puestos de alfarería por todos lados, pero sólo encontramos una tienda con pinta de estar demasiado preparada para turistas con ansia de jarritas. Con la hora que era ya, preferimos pasar de largo y buscar algún sitio bonito para hacer un buen pic-nic. Y como siempre pasa, justo en este momento, las colinas y bosques se alejan de la carretera, volviéndola a convertir en una sucesión de pueblos y campos de labor. Al final encontramos un sitio aceptable en un bosquecillo ¿encontraremos osos? nada.
Seguimos camino pasando por Marginea, la cuna de la cerámica negra que caracteriza a esta región. Esperábamos ver puestos de alfarería por todos lados, pero sólo encontramos una tienda con pinta de estar demasiado preparada para turistas con ansia de jarritas. Con la hora que era ya, preferimos pasar de largo y buscar algún sitio bonito para hacer un buen pic-nic. Y como siempre pasa, justo en este momento, las colinas y bosques se alejan de la carretera, volviéndola a convertir en una sucesión de pueblos y campos de labor. Al final encontramos un sitio aceptable en un bosquecillo ¿encontraremos osos? nada.
Paramos un ratito en Gura Humorului, nuestra ciudad, para dar un paseíllo. De paso visitamos una iglesia de pinturas bizantinas que nos había llamado tanto la atención ayer. Después de haber visto los monasterios que hemos visto, ya no nos parece tan extraordinaria, pero no deja de ser muy bonita. Por dentro observamos un extraño ritual: una especie de altar dorado cubierto de alfombras debajo del que los devotos pasaban de rodillas.
En el paseo vemos una ciudad que alterna espacios cuidados con zonas completamente deterioradas sin ánimo de transición, da la sensación de que lo que se estropea no se arregla y se queda año tras año así ¿dejadez o falta de recursos? desde luego la basura omnipresente habla bastante de dejadez individual, pero también de escaso cuidado municipal.
En el paseo vemos una ciudad que alterna espacios cuidados con zonas completamente deterioradas sin ánimo de transición, da la sensación de que lo que se estropea no se arregla y se queda año tras año así ¿dejadez o falta de recursos? desde luego la basura omnipresente habla bastante de dejadez individual, pero también de escaso cuidado municipal.
Terminamos en el monasterio de Humor, muy cerquita de nuestra pensiunea. Es el más modesto y pequeño de todos los que hemos visto, aunque la restauración que están haciendo en el interior hace presagiar que las pinturas exteriores, en la mayoría de la paredes más intuidas que vistas, serán mimadas y recuperadas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El frescor de la tarde, que ya va cayendo, hace resaltar el color tan variado de las rosas y el verde de la hierba. Rumanía tiene una luz muy especial, y aquí en Bucovina, sientes que esa luz te envuelve dulcemente.
Dejamos pasar el tiempo, sentados en un pequeño muro. Una misa ortodoxa en el jardín, las hermosas voces de las monjas cantando largos salmos y la gravedad del pope. Perfecto. Todo el día llevo con pena por irme de cada uno de los monasterios en los que he entrado, pero de este aún más.
El verde tiene un brillo especial bajo el color del atardecer.
Dejamos pasar el tiempo, sentados en un pequeño muro. Una misa ortodoxa en el jardín, las hermosas voces de las monjas cantando largos salmos y la gravedad del pope. Perfecto. Todo el día llevo con pena por irme de cada uno de los monasterios en los que he entrado, pero de este aún más.
El verde tiene un brillo especial bajo el color del atardecer.
Recorrido del día, circular: Gura Humorului-Voronet-Moldovita-Sucevita-Marginea-Gura Humorului-Monasterio de Humor-Gura Humorului.
180 kilómetros aproximadamente.
Con muchas paradas y tranquilidad: unas diez horas.
180 kilómetros aproximadamente.
Con muchas paradas y tranquilidad: unas diez horas.