Cogimos el metro hasta el Arco del Triunfo.
Cuando llegamos a la plaza fuimos dándole la vuelta, pero todo lo que encontrábamos eran salidas de metro, hasta que vimos una distinta. El paso subterráneo para pasar al centro de la plaza está a la altura de los Campos Elíseos.
Había cola para comprar las entradas. Para subir no había cola, así que con la Paris Museum Pass subimos sin hacer colas.
Hay que subir un montón de escalones, es una escalera de caracol pero bastante más amplia que la de Notre Dame.
Nos encantaron las vistas así que decidimos volver de noche. Quedaros un rato mirando el tráfico, es una locura.
Al bajar vimos la tumba del soldado desconocido y nos dirigimos a recorrer los Campos Elíseos.
Es un paseo ameno y al ser un poco cuesta a bajo no te cansas.
Intentamos ver la residencia del Presidente de la República pero no se ve nada desde la calle.
Pasamos otra vez por la Iglesia de la Madeleine y nos fuimos en busca de los almacenes Lafayette para subir a su mirador.
No es difícil encontrar el mirador, primero hay que seguir las indicaciones para llegar a la cúpula y después las indicaciones para el mirador.
Allí nos sentamos y descansamos un rato comiéndonos nuestro picnic.
El próximo destino era el Moulin Rouge, no sabíamos si ir andando o en metro, al final nos decidimos por ir andando. Es un poco cuesta arriba, pero se lleva muy bien.
La zona está llena de sex shop…, parece que están todos concentrados allí. Desde allí hasta el comienzo del funicular del Sacre Coeur lo hicimos paseando.
Cuando llegamos, decidimos entrar en las tiendecitas a comprar los recuerdos (no noté que fuese más económico que en el resto de Paris).
El Sacre Coeur tiene un encanto especial. Yo quería subir en el funicular pero mi marido me convenció para subir andando. Y la verdad que me gustó mucho la subida (salvo lo que os comenté en otra etapa sobre los de la firmitas). Había un ambiente increíble, un chico cantando y otro haciendo equilibrios con un balón.
Después de estar un rato fuera disfrutando del día, las vistas y el ambiente, entramos en la basílica.
Y allí el ambiente cambia, jeje. Ni se os ocurra sentaros y poneros a leer, os riñen. Nosotros vimos como se acercaban a una mujer que estaba leyendo su guía de viaje. Nosotros estábamos escuchando la audioguía e intentamos esconder un poco los auriculares para que no se percatasen. No sé que mal hacíamos, si lo que estábamos era escuchando explicaciones sobre la iglesia.
Voy a aprovechar y os comentaré sobre nuestra audioguía. Esta nos la fabricamos nosotros uniendo varias que se encuentran gratuitas por Internet. Unimos la de Fileos, Barceló y otra exclusiva de la isla de la cité. El plano que utilizamos para localizar las pistas era de una audioguia (la mitad en francés) de la página averroes. Pusimos tipex y numeramos a nuestro gusto. La verdad que el resultado estuvo muy bien y nos fue bien. Aunque tengo que reconocer que eché de menos llevar una audioguía de play and tour.
La iglesia está bien, pero no os puedo comentar mucho más ya que ni subimos a la cúpula ni bajamos a la cripta.
De camino a la Plaza du Tertre nos compramos unos helados riquísimos, vi dos heladerías de la misma cadena en la zona, pero no las vimos en ningún otro sitio de Paris.
Para bajar de Montmartre os recomiendo que cojáis la calle que baja justo al Moulin Rouge (por Rue Lepic). Veréis otros dos Molinos de Viento y el Café de Amelí (ya en el final de la calle). Aquí nosotros habíamos terminado con nuestro itinerario del día (y eran sólo las cuatro y media de la tarde) así que decidimos sentarnos allí a tomar un café. Era gracioso ver como los turistas se iban parando a echarle una foto al café (con nosotros incluidos). Y al final nos fuimos sin echarnos nosotros una foto (que cabeza tengo).
Hoy por fin teníamos tiempo de ir tranquilos y duchaditos (jeje) a cenar. Llevaba unas cuantas de recomendaciones de restaurantes desde España que había recopilado del Foro. Nos decidimos por el Petit Picard, en el barrio de Le Marais. Pues no hubo forma de encontrarlo, nos dimos un montón de vueltas, por la calle y la plaza que llevan el mismo nombre (que ahora no recuerdo, jeje algo como cruix no se que) y nada (había en un local un restaurante nuevo y puede ser que hubiese sustituido al otro, no lo sé). Al final terminamos en una coqueta pizzería en una calle cercana al Hotel de Ville.
Con la búsqueda nos habíamos retrasado, nuestra idea era estar otra vez arriba del Arco del Triunfo a las nueve de la noche, pero no lo conseguimos. Subimos a las nueve y veinte. Las vistas muy bonitas pero en parte nos decepcionaron, los monumentos estaban apenas iluminados, como si la iluminación estuviese orientada hacia abajo. La única bien iluminada era la Torre Eiffel. Nos quedamos esperando a ver el mismo espectáculo de luces que duró casi de nueve a diez el día anterior, pero nada. Ni un centelleo, jeje. Al final nos quedamos hasta las diez, vimos el espectáculo de luces de la Torre Eiffel que duraría unos cinco minutos.
Decidimos volver a recorrer los Campos Elíseos. Había mucho, mucho ambiente. Casi todas las tiendas abiertas (eran las diez y media casi) y gran cantidad de gente dentro y fuera de ellas.
Cuando nos cansamos cogimos el metro y a descansar. El próximo día iba a ser el último de nuestro viaje.
Cuando llegamos a la plaza fuimos dándole la vuelta, pero todo lo que encontrábamos eran salidas de metro, hasta que vimos una distinta. El paso subterráneo para pasar al centro de la plaza está a la altura de los Campos Elíseos.
Había cola para comprar las entradas. Para subir no había cola, así que con la Paris Museum Pass subimos sin hacer colas.
Hay que subir un montón de escalones, es una escalera de caracol pero bastante más amplia que la de Notre Dame.
Nos encantaron las vistas así que decidimos volver de noche. Quedaros un rato mirando el tráfico, es una locura.
Al bajar vimos la tumba del soldado desconocido y nos dirigimos a recorrer los Campos Elíseos.
Es un paseo ameno y al ser un poco cuesta a bajo no te cansas.
Intentamos ver la residencia del Presidente de la República pero no se ve nada desde la calle.
Pasamos otra vez por la Iglesia de la Madeleine y nos fuimos en busca de los almacenes Lafayette para subir a su mirador.
No es difícil encontrar el mirador, primero hay que seguir las indicaciones para llegar a la cúpula y después las indicaciones para el mirador.
Allí nos sentamos y descansamos un rato comiéndonos nuestro picnic.
El próximo destino era el Moulin Rouge, no sabíamos si ir andando o en metro, al final nos decidimos por ir andando. Es un poco cuesta arriba, pero se lleva muy bien.
La zona está llena de sex shop…, parece que están todos concentrados allí. Desde allí hasta el comienzo del funicular del Sacre Coeur lo hicimos paseando.
Cuando llegamos, decidimos entrar en las tiendecitas a comprar los recuerdos (no noté que fuese más económico que en el resto de Paris).
El Sacre Coeur tiene un encanto especial. Yo quería subir en el funicular pero mi marido me convenció para subir andando. Y la verdad que me gustó mucho la subida (salvo lo que os comenté en otra etapa sobre los de la firmitas). Había un ambiente increíble, un chico cantando y otro haciendo equilibrios con un balón.
Después de estar un rato fuera disfrutando del día, las vistas y el ambiente, entramos en la basílica.
Y allí el ambiente cambia, jeje. Ni se os ocurra sentaros y poneros a leer, os riñen. Nosotros vimos como se acercaban a una mujer que estaba leyendo su guía de viaje. Nosotros estábamos escuchando la audioguía e intentamos esconder un poco los auriculares para que no se percatasen. No sé que mal hacíamos, si lo que estábamos era escuchando explicaciones sobre la iglesia.
Voy a aprovechar y os comentaré sobre nuestra audioguía. Esta nos la fabricamos nosotros uniendo varias que se encuentran gratuitas por Internet. Unimos la de Fileos, Barceló y otra exclusiva de la isla de la cité. El plano que utilizamos para localizar las pistas era de una audioguia (la mitad en francés) de la página averroes. Pusimos tipex y numeramos a nuestro gusto. La verdad que el resultado estuvo muy bien y nos fue bien. Aunque tengo que reconocer que eché de menos llevar una audioguía de play and tour.
La iglesia está bien, pero no os puedo comentar mucho más ya que ni subimos a la cúpula ni bajamos a la cripta.
De camino a la Plaza du Tertre nos compramos unos helados riquísimos, vi dos heladerías de la misma cadena en la zona, pero no las vimos en ningún otro sitio de Paris.
Para bajar de Montmartre os recomiendo que cojáis la calle que baja justo al Moulin Rouge (por Rue Lepic). Veréis otros dos Molinos de Viento y el Café de Amelí (ya en el final de la calle). Aquí nosotros habíamos terminado con nuestro itinerario del día (y eran sólo las cuatro y media de la tarde) así que decidimos sentarnos allí a tomar un café. Era gracioso ver como los turistas se iban parando a echarle una foto al café (con nosotros incluidos). Y al final nos fuimos sin echarnos nosotros una foto (que cabeza tengo).
Hoy por fin teníamos tiempo de ir tranquilos y duchaditos (jeje) a cenar. Llevaba unas cuantas de recomendaciones de restaurantes desde España que había recopilado del Foro. Nos decidimos por el Petit Picard, en el barrio de Le Marais. Pues no hubo forma de encontrarlo, nos dimos un montón de vueltas, por la calle y la plaza que llevan el mismo nombre (que ahora no recuerdo, jeje algo como cruix no se que) y nada (había en un local un restaurante nuevo y puede ser que hubiese sustituido al otro, no lo sé). Al final terminamos en una coqueta pizzería en una calle cercana al Hotel de Ville.
Con la búsqueda nos habíamos retrasado, nuestra idea era estar otra vez arriba del Arco del Triunfo a las nueve de la noche, pero no lo conseguimos. Subimos a las nueve y veinte. Las vistas muy bonitas pero en parte nos decepcionaron, los monumentos estaban apenas iluminados, como si la iluminación estuviese orientada hacia abajo. La única bien iluminada era la Torre Eiffel. Nos quedamos esperando a ver el mismo espectáculo de luces que duró casi de nueve a diez el día anterior, pero nada. Ni un centelleo, jeje. Al final nos quedamos hasta las diez, vimos el espectáculo de luces de la Torre Eiffel que duraría unos cinco minutos.
Decidimos volver a recorrer los Campos Elíseos. Había mucho, mucho ambiente. Casi todas las tiendas abiertas (eran las diez y media casi) y gran cantidad de gente dentro y fuera de ellas.
Cuando nos cansamos cogimos el metro y a descansar. El próximo día iba a ser el último de nuestro viaje.