Hoy nos despedíamos del norte de la isla. Le dijimos hasta otra al hermoso Lago Myvatn, un poco tristes pero con un muy buen sabor de boca. Emprendimos el viaje hacia el este por la nº1.
Por el camino, paramos en el pueblo de Egilsstadir, para comprar comida en el Bonus y estirar las piernas. El pueblo la verdad es que no tenia nada de especial, aunque aprovechamos para hacer algunas compras.
Para la hora de comer, llegamos a otro de los pocos bosques de Islandia, tomando el desvió 931, el bosque de Hallormsstadur, al lado del lago Lagarfljot, donde segun la leyenda vive el monstruo Lagarfljotsormurinn, es decir, el monstruo del lago Ness Islandes. El bosque es replantado, con árboles traídos de todo el mundo. Cada uno tiene un pequeño cartel donde se puede leer la especie y su procedencia. Comimos en unas mesas de madera del parque, aprovechando el precioso sol que nos brindo aquel día ¡Se agradecía el calor del sol en la cara!
Por la tarde, llegamos a la zona donde se encuentra la cascada de Hengifoss, siguiendo por la carretera 931. Al contrario que el resto de cascadas que vimos en nuestra visita a la isla, esta se encuentra a un poco menos de una hora de subida desde el parquing. La verdad, es que a pesar de ser una subida considerable, no se nos hizo duro, al pararnos infinidad de veces para ver el paisaje, sacar fotos e incluso tumbarnos en la hierba (tardamos mas de una hora en llegar claro). A medio camino, se sitúa la preciosa cascada Litlanesfoss, con sus columnas basálticas alrededor. La cascada de Hengifoss tiene una altura de 118 metros y unos estratos rojos creados por la oxidación que la hacen única.
En vez de ir por la carretera 1 todo el tiempo, tomamos la carretera 939 que baja al fiordo Berufjordur directamente. ¡El paisaje es precioso!
Tras un largo día de camino, llegamos al youth hostel de Berunes, donde dormiríamos aquella noche. Se sitúa en el fiordo de Berufjordur, en un paraje precioso. Dormimos en la casa de los padres del propietario, una autentica casa islandesa, con cocina de carbón y una sala muy acogedora con su biblioteca. Al lado del hostel, hay una pequeña iglesia con su cementerio, donde descansan los difuntos propietarios.