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Día 2: Lluvia, vida palaciega y relax en Pest

Día 2: Lluvia, vida palaciega y relax en Pest ✏️ Diarios de Viajes de Hungria Hungria

Despierto y sé que desde la noche anterior, justo al rato de llegar al hotel, ha comenzado a llover. Me temo que no parará durante todo el día (desde España, mis informantes ya se habían encargado de hacerme llegar la previsión meteorológica vía...
Shemesh Autor:   Fecha creación:   Puntos: 5 (3 Votos)

Diario: Budapest

Puntos: 4.6 (14 Votos)  Etapas: 4  Localización:Hungria Hungria

Despierto y sé que desde la noche anterior, justo al rato de llegar al hotel, ha comenzado a llover. Me temo que no parará durante todo el día (desde España, mis informantes ya se habían encargado de hacerme llegar la previsión meteorológica vía móvil), así que aprovecho a planear un poco el día teniendo en cuenta la lluvia, más que nada porque necesito una excusa para remolonear un rato más en la cama, pero finalmente me digo que qué remedio, hay que salir y no habrá lluvia que pueda conmigo. Salgo decidida a comprarme un paraguas en el primer chino que encuentre. Pero también me vendría bien un café, claro.

Decido hacer lo que no hice el día anterior, salir de Blaha tér por la avenida Rákóczi, porque intuyo que por ahí será más fácil lo de encontrar un chino o algo semejante para solucionar lo del paraguas. Entro a una casa de cambio, la primera que veo, y cambio dinero para el resto del día y el siguiente, a un cambio aún mejor que el del día anterior. La lluvia no es muy fuerte y de todos modos se puede andar, intentando aprovechar un poco los techos y galerías para no mojarse tanto.

Parece mentira pero el tema del chino se complica, y se complica tanto que resulta que el único que encuentro no tiene más que paraguas de los que no se pliegan, así que lo dejo pasar para no cargar con semejante trasto el resto del día (porque además, para más inri, ya llevo no sólo la cartera sino también una improvisada bolsa de baño con la toalla, el bañador y las chanclas), pensando que no tardaré más de dos pasos en ver otro. Gran error. El día terminará conmigo sin paraguas, aunque eso sí, con botas de lluvia.

Y es que no camino más de unas tres o cuatro calles cuando descubro que mis botas, las que tan bien se habían portado hasta entonces y me habían llevado el día anterior por toda la ciudad, están empapadas, pero literalmente, y hasta hacen ruidito de chapoteo en cada paso.

Sé que así no voy a poder andar mucho y considero la opción de volver al hotel y cambiármelas por las otras que tengo, pero la verdad es que prefiero seguir adelante. He visto un par de calles más atrás botas de agua en algún escaparate y presiento que volveré a encontrar pronto. Lo cierto es que no sucede tan pronto como quisiera, y voy llegando al centro y sigo sin paraguas y echando agua a cada paso (por algo Budapest es la ciudad de las aguas, no?), pero al final encuentro una tienda donde hay botas de agua. No tienen de mi número, pero el dueño, que no habla ni una palabra de inglés, me lleva hasta la puerta y me indica con gestos dónde puedo conseguir unas. Esta es sólo una muestra de la buena predisposición de la gente con la que me cruzo a lo largo del viaje.

Finalmente, con las botas puestas (dejo las mías empapadas rindiéndoles los mejores honores que la situación me permite) me voy al Parlamento, porque tengo la visita guiada reservada a las 11.30 y ya va acercándose la hora. No he tenido finalmente tiempo ni de desayunar ni nada (el hotel donde estoy es más un apartamento que un hotel y no tiene desayunos), pero no importa. Voy caminando por las calles paralelas al río, la calle Akademia me parece especialmente bonita, llena de casas que no tienen nada que envidiarle a las de la avenida Andrássy.

Para la visita al Parlamento, entro a recoger las entradas, y luego vuelvo a salir a esperar la hora de que nos recoja la guía. Resulta que llueve a cántaros durante esos pocos minutos, pero nos tienen de todos modos remojados esperando ahí fuera. El grupo de españoles en la visita es muy grande, somos muy ruidosos, contrasta mucho el ruido que se arma ahí fuera con la calma palaciega que se respira dentro del Parlamento y la tranquilidad y amabilidad de la guía. Por dentro el Parlamento es realmente bonito de ver, la explicación es amena, se dejan hacer fotos incluso con flash salvo en la sala de la Corona (corona que para los húngaros es muy especial y simbólica y los americanos aprovecharon a robarse durante unos cuantos años), la escalera principal es digna de un cuento de princesas.

Día 2: Lluvia, vida palaciega y relax en Pest - Budapest (1)

Al salir, otra vez más de lo mismo, llueve a cántaros así que sólo atino a cruzar la calle y resguardarme en el primer techo que encuentro. Estamos casi todos los españoles de la visita guarecidos ahí. Oigo a un pequeño grupo discutiendo (unos quieren seguir hasta la Opera, otro que se ve que va hasta las narices de la lluvia y lo que llevan caminado ya quiere parar y dice que sigan sin él), me hace sonreír pensar que viajo sola y al menos no me toca ponerme de acuerdo con nadie más que conmigo misma, y aunque echo de menos que mi media naranja se haya quedado en casa, la verdad es que en ningún momento me he sentido sola o insegura.

El caso es que no tiene pintas de parar de llover, así que me digo que qué más da, si ya estoy remojada, toca bañarse, y aunque todavía no he probado bocado, decido irme a Széchenyi sin más dilación, porque casi es la una del mediodía y a las seis tengo ópera, y quiero pasar por el hotel a cambiarme antes, que lo de las botas de goma no luce muy formal... total, pienso, seguro que algo para comer encontraré por ahí.

Hago mi primer viaje en metro con la línea roja, la que cruza el Danubio, y las escaleras para bajar hasta el nivel del metro me parecen larguísimas, sólo en Praga las he visto tan profundas. Cambio en Deák tér a la línea amarilla, la más antigua, y la recorro hasta una estación antes del final, que por suerte, me deja en la puerta de los baños. No está el día para visitas al parque, pero por suerte, antes de meterme en los baños, encuentro un puestito callejero que vende choclos (mazorcas de maíz), y me como una, calentita, como si fuera el manjar más exquisito del universo (que en ese momento lo es).

El metro me ha parecido súper rápido y eficaz y confirma lo que me habían dicho de lo bien que funcionan los transportes públicos en la ciudad.

Y entonces sí, finalmente entro en los baños. La mujer de la taquilla me pregunta que qué quiero, si baño, sauna, piscina, le digo que todo, y me da la especie de reloj-pulserita que da acceso a los baños (igual a lo que había visto en Géllert) y me cobra algo así como unos 12 euros al cambio. Fenomenal.

Le pregunto por los masajes y me dice que los contrate dentro. Todo está súper bien organizado. Cuando entro, me pregunta la chica del control de accesos si tengo cabina o vestuario, y yo la verdad es que no lo sé porque no me lo ha preguntado, supongo que al verme guiri me daría la entrada más cara. Pues no, resulta que tengo entrada de vestuarios, que lo prefiero, por eso de vivir la experiencia más cercana a la gente del lugar.

No tardo nada en cambiarme y que la gente me ayude a descubrir cómo cerrar mi casillero (la misma pulserita sirve de llave para los casilleros, sólo hay que presionarla al cerrar y al abrir), siempre con una combinación de mímica y sonrisas, y me voy hasta las piscinas. La verdad es que me siento un poco pardilla porque es la primera vez en mi vida que piso unas termas y no sé muy bien qué es lo que hay que hacer, ni cómo hay que comportarse, pero no tardo en descubrir que realmente no hay nada especial que hacer, sólo relajarse y disfrutar. Por dentro hay un montón de piscinas pequeñas con agua a distintas temperaturas, yo las pruebo todas (o eso creo), me quedo un buen rato en cada una, y en las que más me gustan un poco más, lo de contratar un masaje finalmente no lo hago porque es que salgo tan relajada que me digo que más es directamente quedarme dormida (y todavía me esperan 4 horas y media de ópera).

Los baños son impresionantes y la experiencia de ir es, a mi juicio, imprescindible, un pecado irse de Budapest sin probarlos. Hay también saunas y saunas de aroma (creo que unas son de calor seco y otras de calor húmedo), como es martes, no hay demasiada gente, y lo de que sea el día más frío de los que he pasado en la ciudad es genial porque hace disfrutar aún más del agua calentita. También salgo un rato a la piscina al aire libre, se está muy bien pero como yo no sé nadar (lo sé, es increíble, pero así es, larga historia) y la piscina tiene 1.80 de profundidad (es la única donde no hago pie), sólo me remojo un poco como para poder decir ‘estuve allí’ y me vuelvo para dentro. De todos modos, con la lluvia, y el vapor que sale del agua tibia (está a unos 26º C, si no recuerdo mal), no se ve gran cosa ni se disfruta tanto del estar fuera, y dentro se está de vicio. Las piscinas más calientes tienen el agua a unos 40º C, la más fría que recuerdo estaba a 18º C (hay que ser valiente para lanzarse a ésa, pero luego de entrar se aclimata el cuerpo a todo, creedlo). Al salir de las saunas hay duchas para ducharse y cerrar los poros antes de volver a meterse en el agua, hay una sauna de colores donde la luz va cambiando de color, según me entero allí mismo lo ideal es salir con el mismo color que se entró (lo que da un total de unos 20 o 25’ dentro, más o menos), así que yo hago todo lo que me dicen. Hay incluso una piscina donde una chica guía una clase de aquagym, y yo me quedo siguiéndola junto a unas viejecitas y un par de hombres hasta que termina.

Me quedo en total más de unas tres horas (casi tres y media) en el agua antes de volver a los vestuarios a ducharme, simplemente oyendo el arrullo de las conversaciones en húngaro y compartiendo el placer de estar a gusto con la vida, y si me voy cuando me voy es sólo porque sé que tengo el ticket de la ópera y estaría bien que comiera algo antes.

Cuando voy a vestirme y encuentro que la chaqueta todavía está húmeda me parece mentira que no haya pasado una eternidad desde que entrara a los baños hasta entonces.

Cojo la línea amarilla de metro hasta la otra punta: he visto por la mañana el sitio exacto donde está la pastelería Gerbaud, y es la hora exacta de hacerle una visita.

Y ahora, el dato: Gerbaud no sólo tiene fama entre los locales de ser la mejor, o una de las mejores y más tradicionales pastelerías de la ciudad, sino que además tiene el buen tino de comprender a su clientela, todos los que, como yo, no sabemos qué elegir frente al escaparate de los dulces, y nos lo pone fácil, porque sirve un platito con tres dosis pequeñas de sus tres tortas emblemáticas: la Dobos, la torta Gerbaud (una variante de la Sacher), y la Esterházy, que no me preguntéis por qué, pero sólo de verla supuse que estaría de muerte y resultó que a partir de ese mismo momento y hasta más ver ha pasado a convertirse en mi nueva torta favorita (y creedme que en otras cosas puede que no, pero en cuanto a pasteles soy una opinión bastante autorizada por la experiencia ;). Así que si estáis de visita en la ciudad y no sabéis qué elegir, recordad buscar en la carta o pedir el plato combinado de las tres tortas. Yo me tomé un té y eso y pagué algo así como 10 euros. Y por si acaso, me llevé una porción de una tarta de ciruelas que vi en el escaparate y supuse que estaría de muerte (tengo un ojo clínico entrenado tras muchos años de circuitos gastronómicos), y no me equivocaba.

Día 2: Lluvia, vida palaciega y relax en Pest - Budapest (2)Día 2: Lluvia, vida palaciega y relax en Pest - Budapest (3)

En fin, el caso es que es algo más tarde de lo previsto, y yo me he abandonado un poco de más a la buena vida (aunque plenamente consciente de ello, que para algo estoy de vacaciones), y sé que no me va a dar tiempo de volver al hotel a cambiarme, pero total, con el día que es (y menos mal que tengo entradas en la zona de arriba y no en la platea), nadie mirará del todo mal mis fachas (luego veré dentro incluso gente con zapatillas, aunque sí que es verdad que el ambiente es en general un poco más arreglado, sin llegar a la exageración), así que saco de mi cartera multifunción un pañuelo de seda (lo mejor y único que puedo hacer para darle a mis jeans y chaqueta un toque de glamour en ese momento), y con un par (...de katiuskas!) vuelvo a coger el metro para bajarme tres estaciones más allá, en puerta de la Opera (si pincháis en el enlace vais a la página de la Opera, desde donde se pueden comprar las entradas con antelación).

Me espera una de las óperas más largas posibles (Der Rosenkavalier), cuatro horas y media de canto en alemán con subtítulos en húngaro (yo es que soy más de ballet, la verdad), pero lo cierto es que tampoco podría estar haciendo otra cosa mejor con semejante día, así que el plan de emergencia de salir durante el intervalo si el hambre y el cansancio me pueden queda truncado, principalmente porque hay un buffet donde puedo comprar algo para engañar el hambre y una copa de Tokaji azsu (un vino dulce de la región de los vinos húngaros que está considerado el mejor vino dulce del mundo por muchos entendidos, y en cualquier caso vale la pena probar), y la verdad es que cuando la ópera termina, me alegro de haberme quedado hasta el final porque la mejor parte y la más emocionante es ésta, y la interpretación va creciendo en matiz a medida que avanza (incluso el decorado del tercer acto es el más chulo, aunque sigo sin entender gran cosa de la historia) aunque es cierto que se hace un poco larga (lo atestigua el que la mitad, al menos, de la gente que comenzó a verla ya no está allí cuando se termina). Eso sí, si decidís hacer lo que yo y conocer la Opera no mediante la visita sino viendo una representación (cosa que aconsejo, por otra parte, incluso aunque no lo aguantéis y os vayáis antes), aprovechad los intervalos para bajaros, si estáis arriba, y ver la entrada y el foyer iluminados, porque la entrada para los palcos no se hace por la puerta principal sino por las que están a los costados, y es una lástima que os perdáis esa parte, que vale mucho la pena.

Día 2: Lluvia, vida palaciega y relax en Pest - Budapest (4)Día 2: Lluvia, vida palaciega y relax en Pest - Budapest (5)

Cuando termina la ópera, ha dejado de llover, la ciudad se ve lavada y reluciente, y los restaurantes de la zona tientan y aún están abiertos, pese a la hora, pero yo ya he hecho acopio de calorías, aunque más no sea a base de bocaditos de queso, durante los dos entreactos y es tarde, así que camino tranquilamente hasta el hotel, variando un poco el recorrido del día anterior, para ver un poco más, hasta llegar al café New York. Y aquí me detengo y me digo que por qué no, con lo que me apetece algo caliente, que para qué dejarlo para el día siguiente, así que fiel a mi estilo, y con el mismo par (de katiuskas, sí), allí me meto. La cosa en este punto se vuelve un poco surrealista porque entro a mi aire y, claro, el interior resulta tan deslumbrante que no sé dónde sentarme ni hacia dónde mirar, elijo sentarme al final de donde están las mesas ocupadas, para tener una visión lo más completa posible del lugar, sus luces y decorado, y me paso unos cuantos minutos sólo contemplando los techos y hacia los lados. Pero los camareros comienzan a pasar de mí, y lo que al principio me llama la atención ligeramente pero no me alarma, comienza a preocuparme. Finalmente le hago señas a uno que se digna a mirarme y consigo que me traiga una carta. Me la deja muy amablemente, directamente abierta en la hoja de postres, escrita en inglés. Entiendo perfectamente la indirecta (a esas horas la cocina ya va a cerrar, y él supone que no voy a pedir una comida sino como mucho un postre), y yo la verdad es que aunque tengo más ganas de tomarme una sopa que algo dulce, decido hacer el esfuerzo y pedirme un postre y un té (más que nada porque pedir sólo un té me sabe a poco en semejante sitio).

Pero pasan los minutos y nadie viene a tomar mi pedido. Y a gente que ha entrado después que yo ya le han tomado nota y le han servido sus platos. La cosa se prolonga, y yo, que estoy muy tranquila y de vacaciones, no me inquieto ni nada, pero pasada una media hora de estar en el lugar, decido que la experiencia de estar sentada en el café New York tomando algo puedo darla por completada (incluso sin haber tomado nada allí, que después de todo la comida en un sitio como ése no es más que la excusa), y como empiezo a tener sueño más que ninguna otra cosa, decido levantarme e irme. Al salir, le explico al maître o lo que fuera el camarero en jefe que estaba en la puerta que me he pasado allí un buen rato pero nadie vino a servirme, no en plan queja ni nada, sino más bien por transmitirle mi asombro, y él se queda un poco estupefacto, me dice que si puede hacer algo por mí, intenta darle una explicación a la situación (al parecer al haber entrado y haberme sentado ‘por mi cuenta’, nadie estaba a cargo de la mesa, lo normal es que allí alguien te conduzca a tu mesa), y yo me encuentro casi tranquilizándolo, diciéndole que no es una queja ni nada, sólo un comentario (si es que yo misma me sentía casi en la obligación de decir algo por salir así sin más, sin pagar ni nada, ni haber hecho nada más que mirar el sitio!), que ya volvería al día siguiente pero ahora no podía quedarme, dada la hora, y me voy de allí, un poco sorprendida por toda la situación.

Día 2: Lluvia, vida palaciega y relax en Pest - Budapest (6)

Estoy a unos pocos pasos del hotel, pero antes de entrar me meto en un pequeño bareto de los de toda la vida, donde hay un par de chicos tomándose una caña, y le pregunto a la chica de la barra si me puede preparar un té, y en menos de dos minutos tengo un tecito reconfortante humeando sobre mi mesa, en un jarrito súper mono, y me lo bebo meditando en las paradojas de la vida, y en lo raro que es haber estado en unos escenarios tan palaciegos (el Parlamento, la Opera, el café New York), para terminar sintiéndome como en casa en ese barecito perdido donde nadie habla una palabra que no sea en húngaro pero nos entendemos a base de señas, porque lo esencial pocas veces se dice con palabras.

Y en dos minutos estoy en el hotel, y como el té me abrió un poco el apetito, me como la porción de torta de ciruelas que todavía tengo de Gerbaud y que había pensado dejarme para desayunar al día siguiente, y descubro que mi instinto casi nunca falla en estas cuestiones.

Y me duermo con la panza llena y el corazón contento, aunque sé que ya es mi última noche en la ciudad.



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Total comentarios: 17  Visualizar todos los comentarios
Chary40  Chary40  27/03/2011 03:36   📚 Diarios de Chary40
No se por donde empezar pero te dire que me lo he leido del tiron, que aun asi , he votado etapa por etapa y por supuesto el diario entero con todas las estrellas posibles y poque no hay mas que si no!!!..
Me ha emocionado muchisimo como lo cuentas , como describes la manera en que lo viviste y lo bien que lo trasmites, haces que lo podamos ver a traves de tus ojos..con una dulzura que seguro es comparable a los postres que describes ( aunque yo probare sin duda el vino dulce primero je,je) ..enfin seguro que lo leere muchas mas veces y con mas detalle , porque la informacion que vas desgranando lo merece ..solo puedo decirte por ultimo que espero ir y disfrutarlo al menos una infima parte de lo que tu lo hiciste.
Gracias infinitas y un cariñoso saludin.
Shemesh  shemesh  30/03/2011 21:18   📚 Diarios de shemesh
Chicos, muchas gracias a todos por vuestros comentarios... he estado un poco liada y he pasado poco por aquí (por los viajeros, quiero decir), pero me alegro de que os haya gustado y/o vaya a serviros para algo.

Sólo he querido dejar una marquita en estas hojas (como quien dobla la esquinita de un libro) para recordar un sitio donde fui feliz Guiño

Besos a todos, y gracias otra vez!
Indianagirl  indianagirl  20/04/2011 21:24
Muy bueno, voy para allá en unos días y me ha gustado mucho leerte, se nota que lo has disfrutado. Gracias por compartirlo con nosotros. Te dejo tus 5 estrellitas, que bien las mereces.
Por cierto, yo también salgo de Alicante (vivo aquí) y no se me ha ocurrido esa combinación de aviones, así es que lo he cogido desde Madrid, si lo llego a pensar, lo habría hecho como tú, pero bueno... ya es tarde, (así disfrutaré de mi querido Madrid), pero podía haber hecho alguna visita mas (a Venecia), en fin...
Atlanta1956  atlanta1956  26/09/2012 15:32
Me gusto mucho como relatas tus sensaciones, hay un espiritu de ninia inquieta y curiosa que se desvive por cumplir sus suenios enlazados en una torta Dobos o Rigo. Ademas tu nick es brillante como el sol (que eso es lo que significa)
Default https Avatar  jorgespice  25/11/2012 11:28   📚 Diarios de jorgespice
me ha encantado pareces un angel.
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Fecha: Mar Feb 20, 2024 11:15 pm    Título: Re: Viajar a Hungría: Qué ver, ciudades, rutas e

@trikix, traigo tu mensaje al hilo de qué ver y el de alquiler de coche lo dejamos para dudas relacionadas con ello. Lo mismo con los alojamientos, en el hilo específico.

Gracias Amistad
Salodari
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03-04-2009
Mensajes: 18740

Fecha: Mar Feb 20, 2024 11:17 pm    Título: Re: Viajar a Hungría: Qué ver, ciudades, rutas e

@trikix, traigo tu mensaje al hilo de qué ver y el de alquiler de coche lo dejamos para dudas relacionadas con ello. Lo mismo con los alojamientos.

Gracias Amistad
Trikix
Trikix
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Fecha: Vie Mar 08, 2024 12:33 pm    Título: Re: Viajar a Hungría: Qué ver, ciudades, rutas e

¿Veis viable ir en recorrido con el coche de alquiler e ir pillando alojamientos mediante la marcha? Vamos a finales de marzo / primeros de abril. Las primeras noches en Budapest sí que las tenemos pilladas ya.
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Fecha: Dom Mar 10, 2024 02:59 pm    Título: Re: Viajar a Hungría: Qué ver, ciudades, rutas e

"Trikix" Escribió:
¿Veis viable ir en recorrido con el coche de alquiler e ir pillando alojamientos mediante la marcha? Vamos a finales de marzo / primeros de abril. Las primeras noches en Budapest sí que las tenemos pilladas ya.

Viable si, el precio por el que pueda salir la idea...al final, se en el sitio que te interesa o en los alrededores, se acaba encontrando alojamiento. Ahora bien, el precio o las condiciones, de los alojamientos.... Es "jugar a la lotería".
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Fecha: Dom Mar 10, 2024 05:59 pm    Título: Re: Viajar a Hungría: Qué ver, ciudades, rutas e

"Trikix" Escribió:
¿Veis viable ir en recorrido con el coche de alquiler e ir pillando alojamientos mediante la marcha? Vamos a finales de marzo / primeros de abril. Las primeras noches en Budapest sí que las tenemos pilladas ya.

No deberías tener problemas. Pero tenete a mano al menos algunos lugares.
Saludos.
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