Domingo 15 de Agosto
Son las 6,40h. cuando suena el despertador, recogemos las mochilas en la consigna del hotel a excepción de una pequeña que hemos preparado para llevarnos a la isla, el pijama una muda y los sacos de dormir, no sabemos que frío nos depara la isla.
Tras guardar el equipaje, desayunamos tranquilamente hasta que el transfer hacia el embarcadero nos vino a recoger para llevarnos al muelle.
Antes de embarcar en el mismo puerto compramos arroz, fruta y lápices para llevar a la familia que nos acogerá en Amantani.
Llegamos a la lancha de los últimos así que tuvimos que acomodarnos como pudimos, en ese momento es cuando Gemma se da cuenta que le falta una de las mochilas seguramente se la dejo en el transfer y ya nunca más se supo, todas las gestiones que hicieron para recuperarla de llamadas desde la Isla a la agencia, fueron en vano porque nadie sabia nada, así que se dio por perdida.
La embarcación parte rumbo a las Islas Uros, un grupo de unas veinte islas flotantes que se encuentran en la bahía de Puno.
En unos 40 minutos ya empezamos a divisar este complejo de islas que están formadas por cañas de totora. La lancha se dirige a una de ellas donde desembarcamos
Allí nos recibe una de estas familias con sus trajes típicos y nos explica el proceso de construcción de las islas sobre bloques de raíces de totoras que cuando se descomponen producen unos gases que al estar atrapados entre las raíces ayudan a la flotación.
Encima de estos bloques se van colocando la totora seca, sucesivamente formando el suelo de la isla y sobre ella las diferentes edificaciones. Las islas son ancladas con palos para que no vayan a la deriva, solo las desclavan cuando tienen problemas con los vecinos para ubicarlas en otro lugar.
Tras las explicaciones, hacemos una vista por el interior de las chozas y Gemma y Carla se atreven a vestirse con los atuendos típicos
Luego damos una vuelta en la totora por las mediaciones de las islas, lo más divertido es ver como nos despiden las señoras de la familia al borde del embarcadero cantando canciones como “VAMOS A LA PLAYA” y similares, la escena resulta un tanto surrealista pero al momento nos arranca una modesta carcajada.
Al poco regresamos nuevamente a nuestra lancha que nos llevaría hasta el puerto de Amantani.
Durante tres horas más, navegamos por el impresionante Lago Titicaca, el más alto del mundo donde se puede navegar a una altura de 3.800 m con una superficie de 8.372 km² y una profundidad media de 107m.
A eso de las 13h. llegamos por fin a Amantani, a la Comunidad Sancayuny, donde nos recibe Freddy, el Presidente de dicha comunidad y empieza el reparto de las casas donde nos van a alojar. A nosotros nos dejaron para lo último.
A Isidro y family les toca con Ana, la hermana de Freddy, y a nosotros con él y su familia, Violeta su mujer y Diego y Selene sus hijos.
Realmente hemos salido ganando puesto que sus casas son las más próximas y se agradece puesto que la altitud hace peso en mis pulmones y me cuesta mucho subir la escasa pendiente que nos lleva a las casas.
Esta noche que pasamos con las familias creo que nos marcaran para el resto de nuestras vidas.
Freddy nos llevó hasta su casa donde nos esperaba Violeta, y nos acomodaron en nuestras habitaciones, no tenían luz eléctrica ni agua corriente, era de los pocos vecinos de la comunidad que todavía no habían podido comprar la placa solar que les suministraría de la poca luz que necesitan en la vivienda.
Le entregamos los presentes y su cara fue todo un poema sobre todo cuando vieron la fruta y Selene vio los lápices de colores, todo era amabilidad en ellos.
Nos sirvieron la comida, nosotros queríamos que ellos se sentaran a comer con nosotros, pero solo Freddy y los niños lo hicieron, mientras Violeta se sentaba en la mini cocina a comer. La comida estaba buenísima a base todo de verduras, una sopa de primero, unas tortitas de queso de segundo, arroz y como una especie de nabo y de postre mate de muña, pese a que todo estaba riquísimo, según los chicos, yo no pude comer debido al esfuerzo echo en la caminata y que tenia el estomago saturado de tanto aire que iba tragando.
En la comida hablamos con Freddy sobre la Comunidad y nos explicó que recién empezaban, que ellos eran unas 20 familias que se dedicaban al hospedaje turístico y que cada familia recibía en días alternos para tener todas oportunidades. Todavía eran muy pobres y a penas tenían recursos para publicitarse, que las agencias y tour operadores preferían otras comunidades más cercanas y a ellos les enviaban muy pocas familias puesto que su comunidad se encontraba al final de la Isla. No tenían recursos para afrontarlo solos.
La familia de Freddy, era una de las cuatro que todavía no había conseguido reunir el dinero suficiente para la compra de la placa solar, así que estaban sin luz.
Diego, el hijo mayor, tiene once años y sus padres están orgullosisimos de él, puesto que es el primero de la clase como lo demuestran unos cuantos certificados que cuelgan de la habitación donde vamos a alojarnos
Selene, la hija, tiene cinco años, y unos preciosos ojazos negros.
Mientras que Diego va un colegio privado que les cueste mensualmente 50 soles, Selene tendrá que conformarse con ir unos años a la escuela pública, lo suficiente para que la enseñen a leer y escribir, pero poco se exigirá de ella, que aprenda a tejer y hacer comidas por si se dedican al hospedaje poder ayudar a su mamá.
Por el contrario Diego, recibirá educación privada esta se diferencia de la pública en la cantidad de horas que hacen a la semana y que los profesores no suelen faltar a clase o hacerlo “tomados” (como ellos llaman a los bebedores). El sueño de Freddy es que su hijo aprenda idiomas y pueda hacerse guía turístico y viajar. Trabaja con esa finalidad que su hijo tenga un buen futuro.
Con la charla se nos pasa el tiempo y llega la hora de subir a la montaña, bueno al cerro Pachatata, para hacer la ofrenda y al mismo tiempo contemplar las vistas y el atardecer.
La proeza de subir hasta el estadio punto de encuentro donde se inicia el ascenso y llegar con las pulsaciones a 100 por hora, hace que desista de iniciar la subida, así que me quedé con los niños que han hecho migas con Diego y van a jugar un partido con otros niños de la comunidad.
Antonio, Isidro y Gemma deciden subir
pero en breve Isidro y Gemma retornan pues el fuerte dolor de cabeza de Gemma le impide estar en forma para subir.
Mientras Antonio decide subir solo y hacer la ofrenda por todos nosotros y disfrutar de unas excelentes vistas y una espectacular puesta de sol
Templo de Pachatata
Nosotros la contemplamos en el estadio y en cuento cayó el sol decimos marcharnos porque ya empezaba a hacer bastante frío.
Una media hora más tarde aparece Antonio heladito, pero como un héroe por haber hecho el ascenso el solito.
En la casa nos encontramos a Violeta preparando la cena
Y es aquí cuando se me parte el corazón cuando ella me pregunta si yo cocino con gas o fuego a tierra y como es mi casa, si es grande, si tengo fotos y yo me siento morir y solo se me ocurre contarle que ellos son extremadamente felices con lo que tienen y que en nuestra sociedad cada vez vivimos más aislados sin tratos con el vecino, al cual ni conocemos, que trabajamos y estamos estresados y de mal humor continuamente y solo se me ocurrió decirle que yo cocinaba en alto y con gas pero no le conté las miserias que mi primer mundo me había enseñado a envidiar o querer poseer…..
Me daba mucha pena verla en cuclillas alumbrada por la luz de la vela, como se puede apreciar en esta imagen sin flash
la única linterna que tenían el casa se la habían prestado a un amigo para que fuera a Puno.
Nosotros llevábamos tres linternas de dinamo, así que se las regalamos a los niños.
Tras la cena, una excelente sopa de quínoa y un plato compuesto a base de verduras
y después de que Violeta fregara los platos en un barreño puesto que no tenían agua corriente, nos vestimos con los trajes típicos y nos fuimos hacia la asociación donde todos los que estábamos alojados nos reunimos con nuestras familias para que nos enseñaran bailes típicos de Amantani.
Nosotros llegamos primero, por la situación de nuestra casa y al ratín apareció Gemma y Carla, con Ana y el pequeño, ella se encontraba mejor pero Isidro e Iván se quedaron porque empezaban a notar el mal de altura, así que prefirieron quedarse a descansar.
El baile empezó y los “gringos” andábamos un poco fríos, así que los miembros de las familias iban cogiéndonos para que bailásemos con ellos. Mare mía que insufrible se hace el baile con la pesadez de los trajes y la falta de oxigeno, para colmo el baile consistía en dar vuelta y brincar al mismo tiempo. Esto ya no está hecho para mi, así que con la excusa de las fotos y del video, me escaqueé como puede de tener que trotar más bailes.
A eso de las 20,30h. ya estábamos de vuelta, y reventados, no se veía nada puesto que los camino no tienen iluminación pese a tener farolas pero desde que se marchó Fujimori no han vuelto a tener luz en la isla.
Como pudimos alumbrándonos con las linternas, llegamos hasta la casa, y por el camino pudimos observar la preciosa noche estrellada que nos esperaba. Nunca vi un cielo tan salpicado de estrellas, creo que no había ni un solo trocito de cielo rociado de ellas.
Tempranito nos acostamos porque al día siguiente nuestra embarcación salía a las 8h y teníamos que dirigirnos hasta el embarcadero de otra comunidad (como ya he referido esta comunidad carecía de muchos recursos) y había unos treinta minutos de camino que nosotros hicimos en cuarenta debido a que la primera etapa era un pelín de subida y yo tuve que pararme varias veces a oxigenarme. Freddy paraba en mitad del camino para darme hojas de muña para abrirme lo pulmones, pero vamos eso ya es otro día.