No hay nada mejor que levantarse temprano y ganarle a las multitudes.
Pasadas las 8 de la mañana ya estaba caminando tranquilo por la ciudad.
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Llegé a San Marcos pasadas las 9 y la plaza estaba practicamente desierta. Me decidí a subir al Campanile para ver la ciudad desde arriba. Valió la pena hacerlo. Una nueva Venecia se abrió ante mis ojos.
El Palazzo Ducale y la góndolas, que les mostré al ras del suelo.
La Torre del Orologgio y la Basílica de San Marcos.
La Procuratie Nuove y Vecchia a cada lado y el Museo Correr al fondo.
Luego de apreciar la ciudad desde las alturas, aproveché la poca gente que había en la plaza para dar una recorrida y ver todo con mas calma.
Madrugar bien vale la pena, se los aseguro.
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Luego de este paseo, decidí ir a la Galería de la Academia, uno de los museos mas importantes de la ciudad. Queda cerca de San Marcos y se debe cruzar del otro lado del canal.
En el camino, me encontré con bellos lugares como este.
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El Museo no me atrajo mucho. Buscaba algo mas interesante que ver y decidí tomar otros rumbos. Me fuí al Museo Peggy Guggenheim.
Luego de un gran recorrido por la ciudad, cerca del mediodía llegué al Museo.
La colección de Peggy Guggenheim constituye uno de las más importantes de Italia de arte europeo y americano de la primera mitad del siglo XX. Está situado en el Palacio Venier dei Leoni, en el Gran Canal, en Venecia (Dorsoduro, 70).
El museo fue inaugurado en el año 1980 y presenta la colección personal de Peggy Guggenheim de arte del siglo XX, obras maestras de la colección de Gianni Mattioli, el jardín de la escultura de Nasher, así como exposiciones temporales.
Desde el jardín se accede al museo.
Lo especial de este museo, es que está ubicado en la casa que habitó esta excéntrica millonaria, amoblado como ella lo dejó.
En el jardín, entre esculturas, bancos y glorietas, se encuentra su tumba, junto con la de sus muchos perros. Solo un mujer millonaria y loca puede darse el lujo que ella se dio, de dejar su país de origen para instalarse en la ciudad que todos querríamos vivir y acumular semejante colección valuada en incontables millones de dólares.
Aquí estoy, en la terraza del Museo que da al Gran Canal.
El museo posee además librería donde comprar diferentes objetos de recuerdo y un bar restaurante precioso con vista al jardín, donde los precios son astronómicos, pero que ofrece exquisiteses, acordes con el entorno. Lamentablemente del interior no hay fotos porque está prohibido ingresar con cámaras.
De mis recuerdos de la ciudad, este es uno de los mas gratos e inolvidables. Entrar en esa casa museo es como entrar en otra dimensión, alejarse un rato de Venecia y entrar en otro mundo.
Luego de finalizado el recorrido y ya que estaba cerca, volví como el día anterior a Santa María de la Salute a recorrer el interior que me había quedado pendiente. Aquí, algunas fotos.
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Honestamente, la iglesia es descomunal y bellísima.
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El resto de la tarde solo lo dediqué a caminar y ver la ciudad.
Me quedé con ganas de ir al Cementerio pero no conseguí la forma de cruzar, no logré averiguarlo. Me quedé con la imagen desde la isla.
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Al caer la tarde, terminé cansado, con las piernas doloridas y solo pensaba en ir a comer y dormir para prepararme con nuevas fuerzas para el último destino italiano de mi viaje.
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