A TODO CERDO LE LLEGA SU KANDE BEACH. EL LAGO MALAWI Y SUS GENTES. ✏️ Diarios de Viajes de Tanzania1 de agosto de 2010. Aquel día pudimos descansar algo más que los anteriores. Disponíamos de las veinticuatro horas para conocer el lago Malawi y sus gentes y por fin los coches no se moverían del aparcamiento de Kande Beach. El viento golpeaba...Diario: Viaje al sur de Tanzania y Malawi⭐ Puntos: 5 (5 Votos) Etapas: 22 Localización: Tanzania1 de agosto de 2010. Aquel día pudimos descansar algo más que los anteriores. Disponíamos de las veinticuatro horas para conocer el lago Malawi y sus gentes y por fin los coches no se moverían del aparcamiento de Kande Beach. El viento golpeaba con fuerza los postigos de las ventanas de madera de nuestra cabaña y una leve llovizna empezaba a oscurecer la arena de Kande Beach, al mismo tiempo que nuestros cuerpos se recomponían de la aciaga jornada del día anterior. Protegidos por los impermeables, abandonamos las instalaciones del Kande Beach en dirección al poblado que se situaba cerca de la vía de acceso al hotel. Con los negociadores del cerdo que habíamos adquirido para la cena, organizamos una visita a la escuela local con la finalidad de conocer algo más de la población y costumbres de Malawi; un país totalmente desconocido para nosotros. A pesar de ser domingo, en la escuela nos aguardaba uno de los profesores y algunos niños procedentes de las zonas cercanas cuyo número iba incrementándose a medida que la noticia de nuestra visita era advertida por la población. El profesor, en un inteligible inglés, se afanaba en explicarnos las graves carencias y la absoluta falta de medios con las que topaban constantemente en su labor docente, solicitando nuestra cooperación económica o material. Así lo hicimos sin dudarlo. Desde la puerta del aula, se apoderaba de nuestra atención la algarabía de los niños que, jugando con una pelota hecha con bolsas de plástico y cuerdas, esperaban animadamente nuestra salida. Su ropa raida, sus pies descalzos pisando la rojiza y húmeda tierra del lugar, sus rizados y polvorientos cabellos, sus tímidas sonrisas bajo sus enormes ojos, la felicidad que transmitían en su sencillez... todo hacía replantearnos el mundo avanzado tal y como nos lo han enseñado. La realidad del tercer mundo se mostraba ante nuestros ojos; atrás quedaban las preocupaciones por el pago de la hipoteca, nuestras obligaciones laborales o los sinsabores de la vida diaria en la que predomina el tener y, sobre todo, ser más que el que tenemos a nuestro lado. El valor de las relaciones humanas era el motor de la existencia de esas personas, desprovistas de toda posesión material, sin que se atisbara la más mínima infelicidad. Los juguetes, caramelos y ropa que repartimos entre los niños eran acogidos con un asombro y agradecimiento desmesurado y en cierto modo incomprensible, dándonos una nueva lección de humanidad cuando compartían con sus más allegados aquello que acababan de recibir. Tras la agridulce visita, nos acercamos al mercado local de Chinteche donde fuimos acompañados en todo momento por la gente del lugar. Los niños nuevamente se acercaban a saludarnos, mientras paseábamos por las estrechas calles de tierra del mercado, donde los mercaderes ofrecían a nuestro paso todo tipo de bienes. Uno de ellos trataba de convencerme de que comprara una camiseta, asegurándome que la talla que yo buscaba la podía conseguir para el día siguiente. Sólo tenía que ir en bicicleta al poblado más cercano ( unas cuatro horas) y luego él se encargaría de hacer el dibujo que yo le pidiera sobre la misma. Sólo me pedía el equivalente a 4 euros por la camiseta y eso le iba a suponer toda una tarde. No entendía mi negativa, trataba de explicarle que no quería que fuera al pueblo de al lado, que no importaba, que se la compraría igualmente en otra talla, que no quería que hiciera eso por mi, que le daría en definitva la cantidad que me pedía. La dura realidad de esta gente volvía a golpear mi conciencia... pero desgraciadamente no había más remedio que continuar. Con la conciencia dolorida por lo vivido, regresamos al hotel mientras el sol timidamente empezaba a asomar entre las nubes que habían refrescado la mañana. El almuerzo servido en Kande Beach, aunque tomado por los expedicionarios con la prudencia que imponía el estado de recuperación en que se encontraban nuestros cuerpos, asentó definitivamente los estómagos del personal. La primera parte de la tarde, algunos de los expedicionarios la dedicamos a una de las actividades que pueden realizarse en esta zona del Lago Malawi, pasear a caballo por los alrededores de Kande Beach, aunque dado nuestro nivel de conocimiento en el deporte de la equitación, no pudimos realizar la actividad estrella del lugar: adentrarse a caballo en el lago. El resto se quedaron disfrutando de su aguas y especialmente de la extraña sensación de estar en una auténtica playa marina (dada su extensión), sin el regusto salado que le es propio. Capítulo aparte merece la negociación que llevamos a cabo para la adquisición del cerdo que iba a constituir la cena de aquella noche. Para ello debemos retrotraernos al día anterior, cuando llegamos a kande Beach. Aquella tarde, en nuestro paseo por el Lago Malawi, los pícaros negociantes de la zona se acercaron a ofrecernos una de las especialidades culinarias típicas del lugar: el cerdo asado. Insistieron en que no había problema en tenerlo para la cena de aquella noche y nosotros accedimos sin oponer resistencia alguna. Poco después el gerente del Kande Beach, nos informó de que asar un cerdo llevaba un día completo y que lo que nos ofrecían era imposible. La picardía propia de los locales, que en un intento por no dejar pasar la ocasión, nos ofrecían un cerdo que a todas luces estaría incomible, no acabó ahí. A las 7 de la tarde, llamaban a la puerta de la habitación de nuestro guía. Era el negociante acompañado por el mismísimo cerdo, el cual como si de un reo camino del cadalso se tratara, intentaba infructiferamente zafarse del cordel que lo dirigía a su cruel destino. El verdugo de tan exquisita pieza -en este país a diferencia de Tanzania, al no ser musulmanes, si que se come cerdo- insistía en que no había ningún problema, que ya que lo tenía allí, sólo era cuestión de sacrificarlo y asarlo lo más rápido posible. De haberle hecho caso, probablemente habríamos cenado de madrugada. Así que aquella noche le regalamos al pobre marrano un día más de vida... Pero degraciadamente para el cerdo y por suerte para nosotros, esta noche si que nos daría tiempo a que el cerdo se asara lentamente sobre las brasas que uno de los negociantes había dispuesto sobre la arena. La instalación consistía en unas varillas metálicas a cada lado de las brasas, sobre las que descansaba una varilla más pequeña, en forma de travesaño, en la que el cochino abierto en canal, se ensartaba El resto era sólo cuestión de paciencia, tiempo y vueltas a la manivela. Nos lo comimos, compartiéndolo con nuestro cocinero, al más puro estilo africano: únicamente con nuestras manos. Efectivamente a todo cerdo en Malawi le llega su Kande Beach. Tras la cena, con el regusto de poder aún saborear un majar como el que habíamos degustado, digno del mejor de los restaurantes, disfrutamos de unos licores y combinados en el bar del hotel, rodeados por gente procedente de todos los lugares del mundo, aprovechando la barra para realizar alguna que otra exhibición de nuestras habilidades para el baile, en una coreografía improvisada. Esa noche debíamos gastar todas las kwachas malauíes que aún permanecían en nuestros bolsillos y que mejor lugar que Kande Beach, en mitad del Lago Malawi. Mañana sería un largo día de regreso a nuestra querida Tanzania, pero... que importaba eso ahora. Como diría Escarlata O´Hara en Lo que el viento se llevó: mañana sería otro día... Índice del Diario: Viaje al sur de Tanzania y Malawi
01: VIAJE AL SUR DE TANZANIA Y MALAWI. AEROPUERTOS.
02: ROMA, OSTIA ANTICA Y AEROPUERTO DE EL CAIRO
03: DE DAR ES SALAAM A SELOUS GAME RESERVE
04: RESERVA DE CAZA DE SELOUS Y SABLE MOUNTAIN LODGE
05: DE SELOUS A MOROGORO. LAS MONTAÑAS ULUGURÚ Y SUS GENTES
06: LAS MONTAÑAS UDZUNGWA Y LAS CATARATAS SANJE. TANZANIA.
07: AMANECER EN SANJE Y RUMBO A IRINGA.
08: EL LARGO CAMINO A MALAWI. EL SANTUARIO DE SANGILO.
09: NOS DIÓ UN RAYITO EN MALAWI; DE CHILUMBA A CHINTECHE (KANDE BEACH).
10: A TODO CERDO LE LLEGA SU KANDE BEACH. EL LAGO MALAWI Y SUS GENTES.
11: EL REGRESO A TANZANIA (MBEYA). EL CAMINO HACIA EL PARQUE NACIONAL DE RUAHA.
12: UN GAME DRIVE POR EL PARQUE NACIONAL DE RUAHA (TANZANIA)
13: UN LEÓN RONDANDO NUESTRA TIENDA. RUAHA NATIONAL PARK. EL MZUNGU MASAI.
14: SOBREVOLANDO TANZANIA. NUESTRO PRIMER DIA EN ZANZIBAR.
15: JAMBIANI, UN PARAJE PARADISIACO EN LA ISLA DE ZANZÍBAR (TANZANIA)
16: DE BODA EN ZANZÍBAR. LA BODA SWAHILI DE KIKI Y EVA.
17: LA RESACA POST-BODA DE JAMBIANI.
18: AMARGO ADIÓS A JAMBIANI. UNA TARDE EN STONE TOWN.
19: DESPIDIÉNDONOS DE ZANZÍBAR. UNA TARDE EN EL CAIRO.
20: LAS PIRÁMIDES DE EL CAIRO Y EL MUSEO EGIPCIO.
21: REGRESANDO A ESPAÑA. VISITA EXPRESS A ROMA, LA CIUDAD ETERNA.
22: EL FIN DE LA AVENTURA. ÁFRICA EN EL RECUERDO.
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