Empezamos el domingo muy temprano como es costumbre. Después del desayuno optamos por subir al metro para llegarnos hasta Josejof, el Barrio Judío de Praga. Esta era una de las visitas previstas para el viernes que tuvimos que cambiar de día, y no fue fácil, ya que en sábado (sabbat) los hebreos no trabajan. Lo primero que nos encontramos fue el Rudolfium la sede de la Orquestra Filarmónica de Chequia. Es un edificio impresionante a la oilla derecha del Moldava. Después de este breve encuentro nos adentramos hacia Josefov.
Así que hacia el cementerio. Nos encontramos una cola larguísima para las entradas. En el foro ya había encontrado una información que decía que no hacía falta comprarlas en el cementerio, pero no estaba muy seguro de la validez de la información. Así que estuvimos parados casi 30 minutos antes de poder compra las entradas y entrar.
Hacedme caso. En caso que vayáis al barrio judío, las entradas se pueden comprar en cualquier Sinagoga, ya que con el ticket te entra la visita a Cualquiera de las Sinagogas (excepto la Vieja-Nueva que la venden a parte por ser está más antigua y en principio tiene más importancia que el resto). Con este consejo, y entradas en mano, sólo hace falta que os presentéis en la puerta y enseñáis los pases y os saltareis la cola.
Impresiona el cementerio por la cantidad de tumbas que se encuentran. Dicen que hay 12.000 lápidas pero que realmente hay enterradas unas 100.000 personas, ya que debido a la falta de espacio eran enterrados unos encima de otros. Algunas tumbas de notables destacan del resto, como la del Rabino Löw (el creador del Golem), la lápida de Hendela Bassevi (fue construida para la esposa del primer noble judío de Praga) o la del astrónomo David Gans. Eso sí, no menos impactante es la visita a la Sinagoga Pinkas (la segunda más antigua de Praga) en ella se encuentran pintados en la pared los nombres delos judíos que perecieron bajo las atrocidades nazis, así como también hay un mini museo con dibujos de los niños del ghetto o que estuvieron en campos de concentración. La verdad es que es una visita muy dura.
Por cierto al salir del cementerio encontrareis una calle con artesanos que venden recuerdos judíos. Nosotros compramos una figura de terracota del Golem. Pero que es el Golem. Este ser es el protagonista de una de las leyendas del barrio. Lo creo de la arcilla el rabino Low para defender al ghetto, pero el Golem enloqueció y al final lo tuvo que destruir. Cuenta la leyenda que lo escondió en la Sinagoga Vieja-Nueva. Si queréis saber más sobre esta historia aquí os dejo este enlace de un artículo sobre el Golem que hice para el foro:
www.losviajeros.com/ ....php?n=140
Completamos nuestra estada en el barrio con la visita a la Sinagoga Maisel , la Sinagoga Española, que, aunque es la más moderna, es muy bonita y tiene un encanto especial (al estilo árabe español). En esta última sinagoga el “deporte oficial” era hacerle una foto a la mujer encargada de no dejar hacer fotos. La venerable anciana, entrada ya en años, gastaba una agilidad increíble cuando divisaba a alguien haciendo una foto. Y es que está prohibido realizar fotos o grabaciones dentro de las sinagogas, pero ya se sabe...
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Finalmente dimos un paseo para ver el ayuntamiento, ya que tiene un reloj con números hebreos que marca las horas al revés, ya que esta lengua se lee de izquierda a derecha.
Cuando dábamos por concluida la visita al ghetto, nos encontramos con nuestros amigos de Barcelona. ¡Que gran suerte encontrarles! Resulta que compraron las entradas para ver la Sinagoga Vieja-Nueva y la pistola que lee las entradas no estaba operativa, por la cual cosa ¡nos dieron sus entradas y entramos de gorra! La visita, aunque abarrotada estuvo muy bien, y la verdad, nos hubiese sabido mal no visitarla, ya que esta sinagoga es la más antigua de Europa y es uno de los primeros edificios góticos de Praga. Encima, en la leyenda del Golem también aparece... pues eso que le cogimos un poco de aprecio.
Pudimos ver el estandarte judío con el sombrero de los judíos de Praga dentro de la estrella de David (símbolo este que identificaba a los vecinos de este barrio), así como la silla donde se solía sentar el Rabino Low, el arca (que es donde se guardaban los rollos de la Torá, etc... total que salimos encantados y apretujados, porqué la verdad, aquello estaba lleno a reventar.
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Salimos del Josefov y en un par de calles llegas hasta la plaza de Stare Mesto. Decidimos que estaría bien subir a la Torre del reloj y así lo hicimos. No nos defraudó. Las vistas espectaculares. En especial hacia la Iglesia del Tyn. Al salir, aun tuvimos la suerte de ver de nuevo actuar a los apóstoles, ya que el reloj marcó la hora en punto.
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Al salir dimos un paseo tranquilito por la zona, para ver la casa de la campana desde fuera, así como pasamos por el peculiar pasaje Melantrichova, que desde la cima del reloj ya lo habíamos calado y retratado.
Ya que estábamos cerca de U ROTTA y nos entraba una cerveza con el pack del viaje decidimos quedarnos a comer en este restaurante. La verdad, aunque no era para echar cohetes, no estuvo mal.
Otro paseo por los rincones de la Ciudad Vieja sirvió para encontrar que en la calle Karlova había un pequeño teatro de títeres que representaban Don Giovanni. Así que entramos a ver que tal. Grata fue nuestra sorpresa al encontrarnos de nuevo con nuestro colegas de Barcelona. Disfrutamos de la obra, que mezcla la ópera con gags humorísticos bastante bien montados y salimos a la calle en dirección a la Isla de Kampa que teníamos pendiente de visitar.
De nuevo cruzamos el bullicioso puente, que a decir verdad, parecía que cada vez estuviese más repleto de turistas. Bajamos a la isla por unas escalera que hay en el propio puente. Fue buena idea ir, ya que pudimos hacer fotos muy guapas casi desde la orilla del Moldava en dirección a la Ciudad Vieja. También allí encontramos diferentes marcas que rezaban hasta donde había llegado el nivel del agua en las inundaciones a lo largo de la historia de la ciudad (la última en 2002 y que inundo toda la isla por completo), y también conocimos al guerrero que vigila el puente desde este lugar que resulta la mayoría de veces“invisible” para los turistas, ya que está debajo del puente. Luego paseamos por en medio de la tranquilidad de los árboles e incluso oímos cantar a los pájaros (curioso, a tan solo metros el jolgorio del gentío era brutal, y allí reinaba la más absoluta de las tranquilidades.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Salimos de la isla para dar, la que sabíamos que era, nuestra última vuelta por la Mala Strana. Es magnífico pasear por este barrio, nos llevamos un grato recuerdo de él. Cuando llegamos a la Torre del Puente, antes de empezar a cruzarlo hacia Stare Mesto, nos giramos para echar una última ojeada por entre el arco de la Torre. Fue nuestro particular adiós a este barrio tan especial.
A esta hora el famoso puente no estaba tan lleno de turistas ni de vendedores y pudimos caminar más cómodamente. Luego cogimos dirección hacia Nove Mesto para cenar a la par que descansar. Fuimos por el paseo del Moldava para ver de cerca el Teatro Nacional y cogimos la calle Narodni para llegar a la plaza de la Ciudad Nueva. Así pues, nos reencontramos de nuevo con la plaza Wenceslao. Es curioso, cuando nos montamos el itinerario no teníamos intención de gastar mucho tiempo por esta plaza, y resulta que al final de cada día, por una cosa u otra acabábamos por ir. Cenamos pues otra vez en Il Castello, esta vez pasta (muy buena, la verdad). Al salir, gastamos las pocas fuerzas que nos quedaban para pasear un poco por el barrio, tomar unas últimas cervezas y a la cama. Estábamos molidos.