Los sueños tienen eso, que vas pasando de un escenario a otro, de una época a otra, de un país a otro, despacito, sigilosamente, como adormecido. Y sin embargo siempre estás allí, en el mismo sitio, en el mismo país, ... en el de los sueños.
En mi sueño yo siempre comienzo por aparecerme en una pequeña ciudad de Estados Unidos. Es una ciudad cálida, acogedora y amable; sí, sobre todo es amable.
El período podría ser el cambio del siglo (XIX a XX), la encrucijada de una época que va a contemplar el nacimiento de grandes inventos. Las luces de gas dan paso a la bombilla del Sr. Edison y su luz eléctrica. Los últimos tranvías arrastrados por caballos percherones rivalizan con las “diligencias sin caballos”. El teléfono, el telégrafo, el gramófono irrumpen en la vida de las ciudades y la trastocan. Todo esto se me aparece en mi sueño en una larga galería de los descubrimientos que llamo Discovery Arcade.
Otra gran galería, que llamo Liberty Arcade, me enseña la historia de la Libertad iluminando al mundo, un regalo del pueblo francés al norteamericano con ocasión del centenario de su independencia.
Y en el centro, la calle principal de mi soñada ciudad. Alegre y bulliciosa. Con olor a canela y algodón de azúcar. Con músicos y desfiles. Las familias pasean unidas por esta gran avenida, como lo hacían antaño. Hay niños por doquier, risas, bullicio, alegría.
Hay tiendas de dulces, de moda, de flores, de fino cristal, incluso un auténtico peluquero que nos ofrece sus servicios de antaño... a precios de hoy. Saboreo los mejores perritos calientes a este lado del Atlántico rodeado de antiguas fotos de béisbol, la tarta de manzana, los helados con jalea.
Disfruto de aquello que formaba la vida ideal de una ciudad media norteamericana en aquel tiempo confiado e inocente. El béisbol, la tarta de manzana y los paseos en familia.
Las personas de mi sueño toman el tren a vapor en su estación. Entran a su Ayuntamiento, que aquí llamo City Hall, en busca de variada información. Deambulan por su Plaza mientras utilizan, usan y abusan de un nuevo invento que, aunque no os lo creáis, no es japonés: la cámara de fotos.
Pronto llegará la Gran Guerra y afectará la vida de este tipo de ciudades idílicas, pronto acabará la edad de la inocencia,... pero hoy no, hoy es mi sueño y aquí hoy mando yo
.En mi sueño yo siempre comienzo por aparecerme en una pequeña ciudad de Estados Unidos. Es una ciudad cálida, acogedora y amable; sí, sobre todo es amable.
El período podría ser el cambio del siglo (XIX a XX), la encrucijada de una época que va a contemplar el nacimiento de grandes inventos. Las luces de gas dan paso a la bombilla del Sr. Edison y su luz eléctrica. Los últimos tranvías arrastrados por caballos percherones rivalizan con las “diligencias sin caballos”. El teléfono, el telégrafo, el gramófono irrumpen en la vida de las ciudades y la trastocan. Todo esto se me aparece en mi sueño en una larga galería de los descubrimientos que llamo Discovery Arcade.
Otra gran galería, que llamo Liberty Arcade, me enseña la historia de la Libertad iluminando al mundo, un regalo del pueblo francés al norteamericano con ocasión del centenario de su independencia.
Y en el centro, la calle principal de mi soñada ciudad. Alegre y bulliciosa. Con olor a canela y algodón de azúcar. Con músicos y desfiles. Las familias pasean unidas por esta gran avenida, como lo hacían antaño. Hay niños por doquier, risas, bullicio, alegría.
Hay tiendas de dulces, de moda, de flores, de fino cristal, incluso un auténtico peluquero que nos ofrece sus servicios de antaño... a precios de hoy. Saboreo los mejores perritos calientes a este lado del Atlántico rodeado de antiguas fotos de béisbol, la tarta de manzana, los helados con jalea.
Disfruto de aquello que formaba la vida ideal de una ciudad media norteamericana en aquel tiempo confiado e inocente. El béisbol, la tarta de manzana y los paseos en familia.
Las personas de mi sueño toman el tren a vapor en su estación. Entran a su Ayuntamiento, que aquí llamo City Hall, en busca de variada información. Deambulan por su Plaza mientras utilizan, usan y abusan de un nuevo invento que, aunque no os lo creáis, no es japonés: la cámara de fotos.
Pronto llegará la Gran Guerra y afectará la vida de este tipo de ciudades idílicas, pronto acabará la edad de la inocencia,... pero hoy no, hoy es mi sueño y aquí hoy mando yo
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***