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Hoy partiamos dirección a Besakih. Por el camino nos paramos a contemplar estas vistas
Y poco después volvimos a parar a un lado de la carretera porque de forma milagrosa hoy por fin teníamos unas vistas del volcán Agung despejado.
Besakih es el mayor complejo de templos de todo Bali. Se encuentra en las faldas del volcán Agung y es el más sagrado para los Balineses.
Es conocido como el templo Madre. Aunque todo el mundo comenta que el gran acoso que sufren los turistas por parte de los vendedores que intentan sacar dinero y por el precio tan alto que intentan sacarte por la entrada. La verdad es que nosotros no notamos nada de esto. Ni siquiera había muchos turistas y nadie nos ofreció nada para comprar. Disfrutamos de nuestra visita a Besakih sin pesados vendedores.
De Besakih nos vamos a Goa Lawah, parando antes a contemplar de nuevo las plantaciones de arrozales.
Goa Lawah o cueva de los murciélagos, destaca por ser un templo contruido en una cueva de la que cuelgan miles de murciélagos. Además de estos pudimos contemplar a una pitón que esperaba alimentarse de ellos.
Aunque suelen comentar que en este sitio huele muy mal, nosotros no notamos ese olor. Puede ser porque ya íbamos un poco mentalizados o porque realmente no olía tan mal como dicen.
En Bali el murciélago es considerado como un animal sagrado por lo que no extraña la situación de este templo, justo en la boca de la cueva.
De aquí partimos en dirección a Tirtaganga, donde está ubicado Taman Tirtaganga o las piscinas reales.
El Palacio de Agua de Tirtaganga está constituido por una serie de piscinas alimentadas por un manantial sagrado. En la última erupción del volcán Agung parte del complejo fue destruido y hace poco que fue restaurado.
Como nos sobraba un poquito de tiempo antes de emprender el regreso a Ubud, aprovechamos para ir a la playa y de paso comer aquí. Menos mal que se nos ocurrió bañarnos antes de comer y que ya habíamos pedido la comida antes de meternos al agua porque con lo que tardaron en servirnos, cuando hubiéramos acabado ya no sería hora de bañarse.
Regresamos a Ubud y lo mismo de todos los días, ducha, descanso, a cenar a Ubud y copichuelas después de la cena.
A las dos de la mañana nos acordamos que existía algo que se llamaba cama, y que ya llevábamos muchas horas despiertos. Cuando salimos a la calle no había casi nadie con lo que no pudimos encontrar ni un solo taxi que nos acercara al hotel. Así que nos armamos de valor y nos dispusimos a cruzar el parque de los monos. Sin una sola luz, con solo la luz del móvil fuimos atravesando el monte. No teníamos ni idea de por donde ibamos ni a donde teníamos que llegar y menos mal que a mitad de camino encontramos una salida del parque y un chico nos indicó que teníamos que volver a entrar y bordear el parque. Parecía la típica película de miedo en la que estás diciendo “¿pero que c…. hacen estos cruzando por ahí, si lo raro es que no les pase nada? Las fotos son mortales así que ni siquiera las enseño, jeje.
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