Pero por encima de todo lo que me ofrece el Palladium en general y la zona Royal en particular, por encima de sus 15 o 16 restaurantes (pierdo la cuenta), por encima de sus diversas piscinas, por encimas de esos espectaculares jardines, por encima de sus fantásticas instalaciones, por encima de todo esto está lo que hace que el Palladium sea mi hotel, nuestro hotel (y desde este año, y si no me equivoco, también el de las dos parejas que nos han acompañado).
Playa del Palladium
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Quien se haya alojado alguna vez en el Palladium de PC ya se imagina de qué estoy hablando. Es fácil acertarlo. El personal del Palladium destaca por encima de todo lo bueno que tiene el hotel.
Me acuerdo de muchos de ellos, muchos nombres en concreto.
No olvido cuando me acerqué la primera mañana de esta estancia a una esquina de la barra del bar del Palace donde atiende Willyam, el Tiburón. Le pedí un cubata de Brugal, se me quedó mirando fijo y me chilló “pero hermano….. cuanto tiempo sin venir a vernos…. qué bueno verte!” a la vez que me estrechaba mi mano con su manaza. Me empezó a poner el cubata, pero dejó la tarea para volverme a sacudir con fuerza la mano (y todo mi cuerpo con ella) y a decir lo que se alegraba de volver a verme. A uno le hace ilusión un recibimiento como éste (aunque te destrocen la mano ).
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Willyam es todo un tipo. Saluda con educación a los señores mayores, bromea con mucha confianza con los chavales jóvenes, atiende con mucho cariño a los crios y todo mientras no para de cantar, bailar y lanzar con habilidad de malabarista botellas por los aires. Raro es que pase alguien frente a su barra y se vaya sin un saludo. Con nosotros en el car wash se portó como un señor, muy simpático y atento. Es una oficina de información andante de la zona de Bávaro. Un tipo muy valioso para el hotel. Pero es que hay muchos más tan valiosos como Willyam, por otras razones y por otros méritos, pero igual de valiosos.
Piscina Saona del Punta Cana
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Cuando saludé desde la barra húmeda de la piscina Saona a Gerardo que estaba en la parte de arriba de la barra casi se despeña bajando las escaleras a toda velocidad para saludarme. ¡qué crack, Gerardo! Con éste te puedes reir hasta que no puedas más. ¿Cómo puede tener la barra a tope, todos atendidos, bromeando con cada grupo en un idioma distinto y siempre con esa risa de oreja a oreja? ¿Qué quieres un coco? Díselo a Gerardo y ese día o a más tardar el siguiente tendrás tu coco. Se pueden servir mejor los cubatas, pero no con más simpatía.
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¿Y Margarita? La reina de Punta Cana . Es una de las chicas del equipo de animación del Punta Cana. Este año hemos tenido menos relación con ella porque al estar en la Royal nos quedábamos muchas mañanas por allí y no tomábamos parte en las actividades de animación, pero Margarita siempre encontraba un hueco para vernos en el lobby, charlar con nosotros o enseñarnos alguna foto de su precioso crio (5 meses). Fue a la primera que buscamos para saludar.
Bailando en la playa
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Y no se si seguir porqué el diario puede eternizarse, pero es que me parece una manera de reconocer el buen trato, la amabilidad, la simpatía y la competencia de estos trabajadores.
También nos reconoció Milady. El año pasado estaba de jefa de sector a mediodía en el buffet La Uva y este año nos la hemos encontrado a las mañanas en Las Torres desempeñando el mismo cargo. Una mujer seria y parsimoniosa en sus andares pero a la que no se le escapa un detalle del comedor y que tiene a su equipo perfectamente controlado y coordinado. Ella nos reconoció y nos vino a dar la bienvenida. Y nos dio mucha pena cuando vino, tan seria como siempre, a despedirnos en nuestro último desayuno de este año.
Cocinero en las mesas tepanyaki del restaurante japonés y platos a la carta
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José el maletero. Coincidimos con él alguna vez que tomamos cochecito en el lobby del Bávaro o también le vimos por el mismo lobby. Reconoció mi geta de otros años y nos saludó muy simpático (confieso que yo no me acordaba de él ). Yendo en su cochecito lo mismo te hablaba de la crisis mundial, que de la evolución del tipo de turismos en el hotel, que te contaba un chiste. Y eso sí, yo en el cochecito siempre a su lado y mi señora detrás “como la primera dama” decía José. El asombroso maletero José.
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Este año he coincidido menos con Janyel (ha estado de vacaciones durante gran parte de nuestra estancia) pero el reencuentro también fue memorable.
Michel lo mismo anda sirviendo las mesas y alborotando por el lobby del Bávaro que por el del Punta Cana. Alborotando en el buen sentido: llega cantando, se mete con alguno del grupo, luego con otro, encaja las bromas con elegancia, se muere de risa con nosotros….. Así da gusto!!
Camas balinesas en la Roya al borde de la piscina
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Y no sólo es cuestión de reencuentros. Este año hemos estado por primera vez en la zona Royal y hemos conocido a personal que ojalá pase al grupo de reencuentros el año que viene.
Josefa, camarera de playa de la zona Royal. Un salero andante. Simpática y cariñosa. Solía venir puntual a ofrecernos a nuestra hora los cubatas de Barceló Imperial que nos gustaban y si un día no nos apetecían, casi casi nos reñía .
Cantina Mariachi y Restaurante Bambú
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Álvaro es un chaval que está en la barra húmeda de la Royal, le falta un pelín de soltura que tomará con los años, pero le auguro buen futuro en ese trabajo. Muy educado, muy prudente y muy atento siempre.
Una de las personas que conozco con apodo mejor puesto es Mimosa. También camarera de playa de la zona Royal. No se su nombre, todo el mundo la llamaba Mimosa y en la chapa que llevaba en la camisa ponía el mismo nombre. Muy tímida y siempre sonriente.
Me he fijado que hay chicas en Punta Cana que llevan las cejas tatuadas. Yo creo que Teodoro, camarero en la piscina de la parte nueva de la Royal tiene tatuada la sonrisa. No se le cae nunca de la cara.
Balinesa en la playa
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Y Abel y Luis, dos de nuestros mayordomos (joé, qué bien suena esto!! ). No les dimos mucho trabajo, pero cuando lo hicimos se esforzaron en ayudarnos (y alguna vez nos hicieron buenos favores).
Y tantos otros cuyos nombres no recuerdo pero que son, sin duda, el punto fuerte del hotel.
En alguna ocasión he leido que hay gente que dice no sentir este trato tan especial en el Palladium en concreto o en República Dominicana en general. Conviene recordar que este trato no se contrata, no se oferta en los folletos de las agencias de viaje. Los trabajadores dominicanos son personas, no son máquinas de hacer sonrisas. Pero a poco amable que seas tu, vas a ser correspondido con una avalancha de sonrisas, buenos gestos y bromas en el día a día e incluso abrazos o besos a tus regresos al hotel.
La playa del Palladium
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No es una bobada todo lo que digo, de verdad. La estancia resulta infinitamente más agradable si eres tratado con alegría y simpatía.
Bueno, perdonad por la chapa emotiva pero creo que se lo merecen . Espero volver pronto al Palladium.
Y que conste que no somos los únicos en repetir Palladium. Si no me equivoco es el hotel de PC con mayor índice de clientes repetidores y eso está claro que por algo tiene que ser. Todos los años encontramos a gente que conocemos de vista de otras ocasiones y con algunos ya nos saludamos.
Flamencos en los jardines y el Trenecito
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Bueno, este diario se está acabando.
En anteriores estancias estuvimos encantados en el Bávaro, pero esta vez, el salto cualitativo que supone alojarse en la Royal y el ir un grupo en el que nos hemos arreglado a la perfección, ha hecho que la estancia rayase con la perfección. Hemos vuelto maravillados.
A la vuelta del viaje ya he tenido que escuchar a un par de impertinentes arguyendo los clásicos tópicos contra viajes como éste: “no hay mucho que ver” “no se cómo te metes ocho horas de avión para estar en un hotel y en una playa…..”. Lo mejor es no hacer ni caso, y si hubiera que dar una razón, que ellos no alcanzarían a entender sería lo que dijo el otro día mi hermana recordando el viaje: “es que era increible, era sentir una sensación de alegría continua todo el día”. Pero seguro que ellos no lo entenderían (ni falta que hace).
Eso dijo mi hermana y otra cita que me viene al pelo es la del General Mac Arthur, cuando en la segunda guerra mundial en la campaña de Filipinas dijo: “Volveré”.
Suscribo ambas frases.
Volveré. Volveremos
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