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Entre la Magia y el Miedo. Viajando por India y Nepal.

Entre la Magia y el Miedo. Viajando por India y Nepal. ✏️ Diarios de Viajes de India India

AQUÍ VOS PRESENTO DOS PARTES DEL LIBRO QUE HE ESCRITO SOBRE MI VIAJE A LA INDIA Y NEPAL. Entre la magia y el miedo. Aquí podéis consultar: Para ver fotos podéis ver el siguiente blog: Prefacio. La vida del hijo de una profesora y un camionero...
Luizandre Autor:   Fecha creación:   Puntos: 5 (1 Votos)

Diario: Entre la Magia y el Miedo. Viajando por India y Nepal.

Puntos: 3 (1 Votos)  Etapas: 1  Localización:India India
AQUÍ VOS PRESENTO DOS PARTES DEL LIBRO QUE HE ESCRITO SOBRE MI VIAJE A LA INDIA Y NEPAL.
Entre la magia y el miedo.

Aquí podéis consultar:
www.bubok.es/ ...ia-y-Nepal
Para ver fotos podéis ver el siguiente blog:
entrelamagiayelmiedo.blogspot.com/

Prefacio

La vida del hijo de una profesora y un camionero, toma un rumbo entre la ética y la dedicación de la profesión de su madre, y la aventura y honestidad de su padre, añadiendo la compañía y educación de dos lindas hermanas. Mi familia, más que una base, ha sido y es un trampolín que me impulsa en mis aventuras, a la vez que es un puerto seguro.
Así mis primeros viajes fueron con mi padre, en su camión, acompañado de muchas historias y también de algunos apuros, que me han ayudado a afrontar situaciones difíciles mientras se está en “el medio del mundo”.
Cuando tenía 15 años toda la familia nos trasladamos de Juazeiro do Norte a Recife. Un viaje que nos cambiaría la vida, pues empezamos una nueva etapa de estudios y crecimiento en una gran capital de Brasil.
Con 17 años ya tenía garantizada la entrada en la Universidad para estudiar Educación Física en Recife. Cuando cumplí los 18 años empecé un largo y emocionante camino dentro del área educativa y recreativa, en el universo de la Oncología Pediátrica.
Desde el trabajo realizado con los niños con cáncer, he tenido la oportunidad de participar en diversos congresos por Brasil, a la vez que iba conociendo a mucha gente y culturas diversas en los viajes que hacía dentro de mi propio país.
Después de los 5 años de universidad y la experiencia acumulada en todo ese tiempo en dos hospitales, decidí cambiar de vida. Y el 19 de Abril de 2001 llegué al Viejo Continente, exactamente a Pamplona (España), donde empezaría a caminar 693 Km en dirección Santiago de Compostela.
Después, todo ha sido una sucesión de acontecimientos que me llevaron a vivir un año y 3 meses en Vitoria, capital del País Vasco. Luego me fui a Freiburg, en el sudoeste de Alemania. Al final he estado viviendo dos años, entre Freiburg y Berlín hasta llegar a Salamanca a hacer un doctorado en Antropología en su Universidad, lo que me ha llevado a estar viviendo e investigando un año en un gran hospital de Oporto (había regresado a la Oncología Pediátrica).
Entre viajes de trabajo, ocio, sueños, aventuras, amores y estudios, he estado por más de 20 países en los últimos años. Solo después de toda esa experiencia de vida he tomado la decisión de invertir tiempo y esfuerzo para viajar a la India. El esfuerzo debo decir que ha sido más emocional, ya que embarqué y regresé con una pequeña mochila que no pasaba más de 3,5 kilos.
India es sin duda un país del que uno siempre escucha hablar muchas historias, un país milenario, con muchos contrastes, con una diversidad cultural inmensa dispersa en su gran territorio. Aún siendo una economía emergente, también se sabe de su problema de sobrepoblación, lo que otorga a ese país la mayor democracia del planeta.
Nombres como la Madre Teresa de Calcuta (que a pesar de no ser hindú dedicó su vida y su trabajo al país), Buda, Gandhi, Tagore, los diversos gurús y líderes religiosos, hacen que el país tenga todavía más atracción. No solo por el trabajo y el legado que han dejado, al menos para mí, sino también para ver y sentir en propia piel la dura realidad de su gente en su día a día.
Ese libro fue compuesto a través de mis relatos etnográficos que iba escribiendo en la manera que podía mientras viajaba – 10 semanas – entre India y Nepal.
Para mis desplazamientos he tenido la oportunidad de utilizar: barco, shikara, avión, autobús, autorickshaw, ciclorickshaw, moto y camión.
Muchas veces el miedo se hizo presente entre mis desplazamientos, pero la alegría y magia de llegar a sitios diversos, la fe en la gente y la emoción de un nuevo itinerario me animaba a seguir adelante, venciendo - en la medida delo posible - mi miedo.



Capítulo I
De Delhi a Katmandú – la belleza y el stress de viajar por eses países.



Llegando a Delhi: El verdadero surrealismo

Dicen que el surrealismo buscaba descubrir la verdad a través de la escritura automática, sin correcciones racionales, utilizando imágenes para expresar sus emociones, sin seguir un razonamiento lógico. A partir de ese momento, estamos hablando del año 1917, se empezó a utilizarla palabra “surrealismo” para describir algo sin ese “razonamiento lógico”.
Pero ahora puedo decir que EL SURREALISMO PURO se ve con el tránsito en la India. Es más, yo diría que André Breton, estuvo en la India para saber lo que era el verdadero surrealismo... y no digamos del Dadaísmo.
Nooooo. El surrealismo no es André Breton, ni Salvador Dalí, ni ManRay, ni Luis Buñel, o René Magritte... El surrealismo es el tránsito (la vida) en la India...
Cuando llegué al aeropuerto, me quedé esperando, aun no creía que mi hermana - Cicera - iba a llegar también allí. No apareció hasta las 11 de la mañana. La vi salir por la puerta de desembarque atenta, buscándome. Yo, sentado observándola, me emocioné al verla. Estaba exhausto, y ella más todavía, ya que hizo un viaje aún más largo que el mío (Recife-Lisboa-Londres-Delhi), pero ambos estábamos tranquilos, relajados, con mucha calma. Compramos algo para comer y beber, nos sentamos y después de una respiración profunda cogimos un autorickshaw a Paharganj, un barrio donde suelen ir los mochileros, cercano a la estación central de tren. ¡Madre mía! ¡Qué movimiento! ¡Y qué calor, más de 43ºC! ¡Cómo conducen, como piiiiiiitaannnn! Ciertamente, una cosa es leerlo y otra vivirlo (y por eso estoy aquí).
Cuando bajamos del autorickshaw, pudimos comprobar que era un lugar caótico: las calles estaban sin pavimentar, había polvo por todas partes, vacas, gente, tiendas, restaurantes, vendedores de frutas... Y nos fuimos a buscar uno de esos hostales de los que nos recomendaba la guía. Después de visitar tres de ellos, nos quedamos en uno que tenía aire acondicionado. ¡¡Era lo mejor que tenía!! El baño era bastante cutre y la limpieza dejaba mucho que desear. Pero cuando uno está exhausto no tiene tantas ganas de perder tiempo buscando hostales, así que no le dimos muchas vueltas y nos quedamos allí.
En una muestra más de lo pequeño que puede ser el mundo, por la noche habíamos quedado con Varun, un amigo que había conocido en Salamanca, mientras trabajaba en el albergue juvenil. En el camino hicimos la primera compra que nos sería de gran utilidad para el resto del viaje: un reloj despertador. Nosotros no teníamos y ya sabíamos que no nos podíamos fiar de la gente de los hostales para despertarnos. El trasiego de tantos seres humanos era lo que más nos impresionaba en nuestro camino. Encontramos a Varun que vino con su novia. Todos de buena casta, se notaba de lejos. Esa misma noche quedamos con otro amigo de Cicera (lo conoció en Recife, y se lo volvió a encontrar en Berlín). Todos esos momentos sucedieron en el centro de Delhi (Connaugth Place), precisamente en el McDonald´s. Yo, que soy enemigo de esa comida… sucumbí a sus “encantos”: allí dentro no había tanto polvo y sobretodo había aire acondicionado. Tras la cena, continuamos la charla hasta nuestro barrio. Llegamos casi a media noche al hostal, sorprendidos de cómo el calor apretaba también a esas horas de la noche. Fue muy impresionante ver cómo la gente dormía tranquilamente por la calle, en el suelo o sobre sus puestos de venta.
Después de una noche reconfortante, al día siguiente nos fuimos al FRRO, un departamento donde los extranjeros tienen que registrarse. Tras mucho lío no conseguí resolver nada. Pero fue sin duda una experiencia para recordar: había, como no, mucha gente en las colas, una para los inmigrantes “normales” y otra todavía mayor, para la gente de Afganistán. Yo los observaba. Muchas miradas perdidas, vacías, sin brillo en sus ojos. Todos fugitivos de una guerra que asola a su país desde hace 8 años. Mi corazón se estrechó con tantas personas que veía despojadas de su cultura, su tierra, su gente. En aquel momento me alegré de no ser estadounidense, pero como ser humano me sentí herido.
Salimos de allí y fuimos buscar algo que ver. Como Delhi es ENORME nos movimos con el autorickshaw hasta una zona central. Buscábamos el Templo de Lotos; toda una odisea. Pensábamos que estábamos cerca y cogimos un ciclorickshaw (especie de triciclo que llevan hombres a todo pulmón con un gran esfuerzo físico). Viendo cómo el señor pedaleaba bajo aquel calor abrasador, decidimos pedir que parase en una farmacia pues necesitábamos comprar un protector solar.
Después de eso, seguimos sin dirección. Pasados algunos minutos, el señor simplemente paró de pedalear y nos hizo una señal con el brazo. Nos mandó a paseo, nada más. No entendía nada de inglés y vete tú a saber si sabría donde estaba el Templo. Nos miramos, atónitos, pero era imposible sentir rabia por aquel señor, con aquella mirada tan tierna… así que le pagamos y empezamos a caminar, perdidos y contentos, comentando lo sucedido. Cogimos entonces un autorickshaw (ese tiene también tres ruedas pero funciona con un motor de pequeña cilindrada) que nos quería llevar a un lugar para comprar mercancías.
-"Please not". (Por favor, no.)
Al final nos metimos en un restaurante (con a/c, claro). Pedí mi comida. Ya sabía que me tocaría leer muchos menús y eso no me gustaba, así que decidí rápido. Algo que nos llamó la atención fue que el camarero nos traía la cuenta sin haberla pedido. Así que nos trajo la cuenta tres veces porque siempre pedíamos algo más. Después de reponer energías, nos pensamos seriamente exponernos nuevamente a la temperatura externa… pero decidimos ir en busca del Templo de Lotus.
Es un lugar de paz, de oración, y también bonito, dentro de la urbe, (tanto que allí me eché una siesta). De allí nos fuimos al Museo Indira Gandhi donde vimos de todo: objetos, fotos, un poco de historia, recortes de prensa, el sitio donde fue asesinada. Nos tomamos un tiempo para hacer algunas fotos y… nuevamente al tráfico loco. No hay otra opción más que la de adaptarse al ambiente.
Llegamos así a la estación de tren donde pude comprobar que Paul Theroux estaba en lo cierto cuando en su libro El Gran Bazar del Ferrocarril decía: “parece que toda India se va de vacaciones”. ¡¡¡CUÁNTA GENTE EN LA ESTACIÓN!!! Ellos duermen en cualquier lugar imaginable, así que el suelo de la estación estaba lleno de camas improvisadas. Es impresionante: gente, gente y más gente. Hay tanta que realmente parece que toda Delhi se va de viaje. A duras penas, se consigue avanzar hacia las oficinas, evitando pisar a los mendigos que duermen acurrucados y envueltos en un trozo de tela, o a las familias que acampan en la estación entre sus petates y sus infiernillos, a veces durante varios días, a la espera de un tren o de un trabajo hasta poder ganar suficiente dinero y pagarse un billete. Es tan impresionante que creo que es por eso que el gobierno de la India tiene una oficina especial para los Papalaguis (los extranjeros). Está en el piso superior, una sala con aire acondicionado (a/c), unos sofás viejos y una óptima atención al cliente. Así que compramos billetes para Amritsar (en segunda clase a/c) para las 16:30 del día siguiente (17/06).
Comprados los billetes, fuimos a encontrarnos con Ankita, una chica a la que también conocí en Salamanca mientras ella hacia una maestría. Cicera no quería ir en el metro, porque tenía miedo de encontrarse con la misma cantidad de gente que en la estación de tren. Fue toda una sorpresa descubrir que el metro es todo un lujo en la India, ya que está mucho menos transitado; tiene aire acondicionado, mobiliario nuevo… Algo que llamó poderosamente nuestra atención fue descubrir que en los vagones había lugares reservados solo para mujeres. Encontramos a Ankita y su novio y fuimos los 4 en un autorickshaw a comer en el restaurante de la Universidad. Comida picante y buena. Regresamos al hotel tarde por la noche. ¿Tranquilidad? Pues no, eso es la India. Por el camino avistamos un bullicioso mercadillo: gente comprando frutas a las 23:30, gente durmiendo sobre las aceras. Todo aquello nos impresionó tanto...
En cierto modo, estábamos algo incómodos en Delhi y decidimos trasladarnos a Agra. Allí está el Taj Majal y visitarlo era uno de los principales objetivos de mi hermana Cicera. El regente del hostal nos consiguió un taxi que nos llevaría directos a una de las construcciones más imponentes del mundo.

pag. 86 a 90
De Dheradun a Gangroti

10 de mayo de 2011
Y el miedo me venció
Después de muchos días entre la India de las casas flotantes y la India rural (donde la electricidad va y viene constantemente), dejé a mi hermana en la finca y me fui a Gangroti (donde nace el Ganges). Y sobre ese viaje va el siguiente pasaje...
Después de un taxi compartido y un autobús local, llego a Rishikesh. Como hay dos estaciones de bus, necesito coger un autorickshaw. Conversando con el conductor, veía que no me decía la verdad – según él, y sólo en su cabeza, había un autobús directo a Gangroti. Yo ya había leído que no existía dicho autobús. Llegando a la estación me cobró el doble de lo que realmente debería pagar y me fui a la taquilla a comprar el billete para Uttarkashi (tuve mucha suerte, era el último del día y salía en 10 minutos – a las 13:30).
El señor del autorickshaw me estuvo esperando todo ese tiempo. Con una explícita expectativa de que yo no comprara el billete, tanto que, no conforme, le hice comprobar que tenía el billete en la mano (detalle: 155 Rps). Confieso que me quedé molesto sabiendo que aquel señor deseaba que las cosas no me salieran bien, solo para tener que transportarme a algún otro lugar.
Me posicioné en la parte delantera del autobús, observando todo aquél movimiento, compré agua y pronto ya estábamos subiendo una montaña. ¡Que viaje! Aquí no es necesario poner el límite de velocidad, simplemente porque el camino es entre cordilleras: unas curvas, unos abismos... En esa hora doy gracias a mis padres por no haberme enseñado lo que era marearse (con todo respeto a esa gente, pero en un viaje como ese, esa palabra, o esa sensación, no es permitida). Hay tramos tan peligrosos que el bus no supera 8 km por hora. Eso sí, el paisaje es divino.
Yo miraba al conductor, un señor viejo, sin gafas... y rezaba. El cobrador era un señor con 4 dientes, pero una gran vitalidad. Y bueno, que responsabilidad conducir por esas "carreteras". Después de algunas horas, paramos en una ciudad pequeña y el conductor, el cobrador y algunas personas más, se fueron a comer. Yo me di un breve paseo, comí galletas y tomé zumo de mango. Con todo aquel movimiento dentro del bus, mejor no comer tanto...
Por el camino había pueblos perdidos entre las montañas, mujeres que bajaban colinas con cargas de madera en la espalda... gente con piel curtida, con el rostro serio. Puentes... incontables puentes y más puentes para conectar las montañas. Yo observaba todo; era, el único extranjero del bus, los nativos dormían retorcidos en sus asientos (me admiraba la flexibilidad que tiene esa gente), fumaban, hablaban... todo aquel escenario era parte de su vida cotidiana.
Cuando empezó el viaje pensaba que llegando a Uttarkashi podría seguir con otro coche a Gangroti, pero luego se me fue esfumando ese pensamiento, jamás iría por la noche entre esas montañas... y de hecho, después me han dicho que no circulan coches por la noche para Gangroti.
Por el camino observé que había mucha publicidad de gaseosas, pero también de algo muy cultivado en aquella región, el verdadero arroz basmati del Himalaya. Por las calles donde paseábamos siempre mucha gente. Hablé con dos de los que estaban en el bus que me hacían demasiadas preguntas, pero al final resultaron ser chicos muy agradables.
Después de unas 8 horas de viaje, llegamos a nuestro destino; cuando bajé, fui abordado por un niño local, muy simpático, que me ofreció una habitación (me recordó a otro niño vendedor de Attari), son niños tan enérgicos, tan seductores hablando inglés con su acento hindú... y al final genial. Me fui con él a un hostal allí mismo, cerca de la “estación”, una habitación sencilla y económica.
Hemos conectado y se quedó a hablar conmigo, y me ha dado varias informaciones, entre las cuales que NO conseguiría el permiso para ir al parque nacional de Gangroti (donde está el glaciar) porque al día siguiente era domingo. Él me indicó donde comer (al final comí dos platos de arroz con queso y tortilla) y también donde comprar una cerveza.
Me acompañó a comprar la cerveza hasta la entrada de una calle, repentinamente se paró y dijo que debería ir sólo, porque los niños no podían estar allí.
El sitio tenía muy mala energía, estaba en una esquina de una calle tenebrosa, el en pequeño local había rejas, como en una prisión, y desde dentro dos hombres despachaban muchas, pero que muchas, bebidas alcohólicas. No les faltaban clientes. Rápidamente compré una cerveza, y luego, el mismo niño me llevó a un locutorio. Hice llamadas a Italia y a Brasil. La vida seguía su ritmo normal en todos los continentes. Mi vida si que era una verdadera aventura en aquél lugar. Y me fui alegre a la habitación.
Tomé solo un poco de cerveza, no estaba tan fría. Por estar a más de 2000 metros del nivel del mar, aquí por la noche ya hace un poco de frío, y eso es muy bueno porque así se puede dormir sin ventilador y sin su respectivo ruido.
Desperté muy temprano y salí para ver el movimiento matutino de la ciudad. Regresé a la habitación, me di un baño helado (de cubo claro) y salí de nuevo a la calle. Era domingo, y para mi sorpresa no había autobuses a Gangroti, me sentí un niño perdido entre aquella gente, nadie me decía nada. Miraba a los lados y había poco movimiento, los autobuses que estaban allí iban a otras partes, caminé toda la calle hablando con la gente, hasta que llegué a una tienda donde compré algunos plátanos. Encontré a un señor que iba a Gangroti, en verdad iba a 28 Km antes de mi destino. Me cobró poco (100 Rps).
Yo feliz, entré en el coche, en el cual ya había 3 personas. Cuando miré, en la parte de atrás del coche estaba cargado con leche.
- Huy, ese viaje se va a demorar un montón – pensé.
De hecho paramos dos veces en poco tiempo para sacar algunos litros de leche. Sin embargo, gracias a mi curiosidad, luego supe que toda aquella leche era para un cuartel militar en Harsil a 28 Km de Gangroti.
Así que después de desviar algunos litros de leche del ejército, seguimos el viaje. Estábamos en la cordillera de los Himalaya... faltan adjetivos para describir el paisaje, los montes nevados, los abismos, el Ganges.
A mi lado venía una mujer que preparaba una cosa extraña, ella mezclaba en una hoja verde, una pasta y algunas pepitas de tabaco (?), y luego se lo metía todo en la boca. Hizo tres veces eso durante el viaje, y en la última me dejó fotografiar todo aquel ritual.



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Universo18  universo18  12/09/2011 20:35   📚 Diarios de universo18
Que viaje mas impresionante, ansiosa por que siga...
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Fecha: Sab Abr 06, 2024 08:15 am    Título: Re: Viajar a India: Dudas, Consultas generales

Es una buena pregunta. Yo siempre viajé sin nada reservado pero con tiempo de sobra, para estar seguro de poder alcanzar determinados objetivos aún en el caso de que las circunstancias me retrasaran. Lo que pasa es que de eso ya hace demasiado tiempo, y las condiciones han cambiado. Supongo que ahora es bastante conveniente reservar con antelación los billetes de tren, o los vuelos internos si preferimos volar. Pero el tema de los alojamientos es diferente, yo creo que lo ideal es verlos personalmente antes de cogerlos, porque los indios pueden llegar a ser muy marrulleros a la hora de no...  Leer más ...
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Fecha: Dom Abr 07, 2024 08:29 am    Título: Re: Viajar a India: Dudas, Consultas generales

Muchas gracias. Me alegra que las temperaturas bajen por la noche, he viajado por varios países asiáticos pero siempre en verano. Es la primera vez que me decido hacer el viaje en invierno y si hace frío mucho mejor que el calorazo que he pasado muchos veranos...Lo de ver los alojamientos antes también es buena idea. En cuanto a reservar o no me preocupa que me quede lejos de las zonas de interés, de modo que espero opiniones sobre reservar o no sobre la marcha. Gracias.
Abdelkrim
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03-04-2008
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Fecha: Dom Abr 07, 2024 08:40 am    Título: Re: Viajar a India: Dudas, Consultas generales

Si no son muchas las ciudades que vas a visitar, quizá aquí en el foro encuentres para cada una referencias de alojamientos fiables y céntricos. En mis tiempos, ir sin referencias a los sitios era arriesgado; muchas veces tuve que peregrinar por varios alojamientos hasta encontrar uno en el que me quisiera quedar ya que encontrarlos sucios y descuidados era casi la norma, incluso muchos que no eran exactamente baratos en las ciudades más grandes. Las excepciones también existían, hoteles familiares escrupulosamente limpios y bien atendidos, pero eso era siempre en ciudades pequeñas. Y...  Leer más ...
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Fecha: Lun Abr 08, 2024 09:52 am    Título: Re: Viajar a India: Dudas, Consultas generales

Sí, quiero mirar alojamientos por aquí también, pero la pregunta es si es posible encontrar buenos alojamientos en febrero buscándolos sobre la marcha o por el contrario merece la pena reservar con antelación...
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Fecha: Sab Abr 20, 2024 11:48 am    Título: Re: Viajar a India: Dudas, Consultas generales

Estos días estamos viendo los videos de las elecciones que acaban de iniciarse en India y una de las cosas que me ha llamado la atención es que sacan mucho un video de unos funcionarios transportado las urnas y cruzando un río descalzos. Si bien esa imagen es cierta, es un hecho anecdótico y tergiversa la imagen que podemos sacar sobre la realidad del país. India está conectado por ferrocarriles y carreteras. La autopista que une Delhi y Agra tiene 240km con tres carriles en ambos sentidos. Pero eso no vende como noticia. Si quereis podeis echa una ojeada a este video con bastantes...  Leer más ...
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