Día plácido este, solo callejeo. En la oficina de turismo, cruzado el río por el Iron bridge, se les ilumina la cara al poder desprenderse de unos kilos de folletos, lastre que soltamos en una papelera de la ribera del Ping, afluente principal del Chao Phraya, y que vamos a recruzar dos puentes más arriba por el Foot Bridge. Es zona adormilada a estas horas, aunque circula tráfico; con sucesión de bares de copas y restaurantes elegantes con terrazas a la corriente. En el Wawee café, tomamos un buen expreso y un café latte, sobre los jardines inundados, poco antes de brincar al llamativo mercado del otro lado, al pie de las escaleras del puente, donde hacemos otra cata de frutas:
Star fruit o carambola: verde amarilla, con cinco alas que al cortar dejan una de estrella de cinco puntas. Es refrescante y agridulce por su punto de acidez. No tiene semillas, o muy pocas, y es crujiente.
Plum-mango (mapraang): con la forma de un kiwi naranja sin pelos y algo más alargado, tiene un sabor denso y azucarado como de dátil, y una textura melosa.
Papaya: la anaranjada fruta carnosa de semillas negras, ya encontrada fácilmente en España.
Cogemos Tha Pae Rd dirección centro, para ir al 25 de Rachadamnoen, avenida que parte por la mitad el corazón de la old city. La toponimia urbanística tailandesa, se crea a partir del nombre de las arterias más grandes. Luego a las calles más pequeñas que se ramifican pero no las cruzan, se las denomina Soi, a un lado las pares y al otro las impares, sin darles un nombre. Así por ejemplo, la dirección Soi 7 Rachadamnoen, no sería un número de la calle, sino la calle número 7 de Rachadamnoen Rd, que habría que buscarla obviamente en el lado de las impares y en sucesión númerica.
En el 25 de Rachadamnoen, no Soi 25, sino en el 25 de Rachadamnoen, vamos a la escuela de masaje tradicional Lek Chaiya, que traemos anotada desde Barcelona. La chica que nos atiende, recita los precios de los masajes de 1 ½: 550 THB (13 eu) si te lo da un alumno diplomado de la escuela, 950 THB (23 eu) si te lo da un profesor. Rumiamos matando dos pájaros de un tiro, sobre el masaje a disfrutar, y con una magnífica comida en el Aum, un vegetariano semi japo de la calle Moonmuang, bajando por la acera de la escuela a la derecha. Arroz con piña y gengibre, otro con vegetales, y unos ongiri para picar, con una chang beer y un zumo de zanahoria, naranja y gengibre, por 290 THB (7 eu). Recomendabilísimo este acogedor restaurante.
En toda Chiang Mai, el masaje forma parte del día a día, con decenas de escuelas, centros, top mantas, o spas lujosos, y que se puede encontrar, dependiendo del tiempo y tipo, espalda y cuello, reflexología, hierbas, culo, nervios, etc, desde los 100 THB (2’5 eu). Mientras yo, empeñado en un masaje maestro, me di el capricho de pagarlo, Sandra lo recibió a gusto de una mujer de unos 50 años, diplomada en el centro que, por el oficio con el que la ví realizárselo, y por el estado post masaje de mi pareja, fue igual de reparador que el que me dio la maestra, aunque sea imposible comparar con algo que no se ha probado.
El masaje “jap sen nerve touch” practicado tradicionalmente como método curativo, se centra en trabajar sobre unas líneas de energía corporales a semejanza de los meridianos chinos, para restaurarlas eliminando bloqueos. En todas estas cuestiones soy escéptico, pero lo que puedo certificar, es el dolor agudo que sentí en puntos de los gemelos, la desaparición de una contractura en el cuello que sufría, y la más habitual sensación tras un buen masaje, de astronauta en el espacio, a parte claro está del bienestar que te produce una 1 ½ de friegas.
La maestra utilizó manos, codos y pies, además de unas bolsas de tela con hierbas calientes, en las diversas etapas de la sesión. En función de la zona del cuerpo a trabajar, te la inmovilizaba con una llave, mientras con los pies o manos libres, ejercía la presión o hacía la rotación para liberar o descongestionar, quiándose por su conocimiento de las líneas que he mencionado antes. Aseguran que es un tipo de masaje más profundo que el tradicional básico. Lo que yo noté sin fumarme unos porros, es la percepción de como los músculos se van independizando, despegando, y de como se liberan ciertos nudos. No es brusco o a veces doloroso como el machote turco, pero cuando se deshace algúna acumulación, te retuerces un poco. Yo salí genial por la puerta de la escuela.
En el resto de la tarde noche, poco más. Nos habíamos propuesta relax y eso recibimos. Primero porque el lunes en Chiang Mai es mucho más calmado que el domingo de mercado, recogen antes los sitios, y se ve menos gente por la calle a las 9 de la noche, y segundo porque una tormenta eléctrica imponente, nos avisó de la despedida del día con una lluvias torrenciales a partir de las 10 de la noche, que escuchamos en posición horizontal.