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El vuelo con Aeroflot
Fuimos con tiempo al aeropuerto para hacer el checkin de nuestras maletas. No había cola, perfecto. El vuelo salió con unos 50 pasajeros en hora (a las 11:15 a.m), por lo que fuimos todo el viaje bastante tranquilos. A pesar de haber escuchado diversas opiniones sobre Aeroflot, en mi opinión el vuelo fue bastante bueno. Se trata de una compañía clásica que aún ofrece ciertas comodidades como una mantita de viaje o comida incluida en el precio del billete (aunque hay que decir que no demasiado buena, el pan estaba duro) sin tener que pagar para ello primera clase.
Cosillas de Aeroflot y tarjeta de inmigración
En todo momento la tripulación fue cortés y los anuncios por megafonía, tanto las grabaciones como en vivo, se realizaban en ruso, inglés y castellano. Una hora antes de aterrizar, aproximadamente, la tripulación anunció que iban a repartir las tarjetas de inmigración para los pasajeros con pasaporte no ruso, y nos indicaron que las instrucciones para rellenarlas se encontraban en las revistas que teníamos en los asientos, pero que si teníamos dudas nos atenderían con gusto, y así fue.
El punto negro del vuelo fue que nos anunciaron una demora en el aterrizaje por saturación del tráfico aéreo, de manera que al final, en vez de a las 19:35 (hora rusa) que era la hora prevista, aterrizamos a las 20:30.
Por fín en Rusia: el control de pasaportes
El paso por el control de pasaportes no fue traumático, pero si lento, porque coincidimos con un vuelo que acababa de llegar de Madrid y solo había 4 puestos abiertos. Además, nos debió de tocar el agente mas concienzudo de todos, porque (como no) nuestra cola era la mas lenta. Miro 5 veces el pasaporte y 5 veces a mi, antes de ponerme los sellos. Ellos se quedan con la primera parte de la tarjeta de inmigración y te ponen el sello de entrada en la otra parte y en el visado.
Después de eso nos dirigimos a por las maletas a las cintas de equipajes, las pobres habían dado ya un par de vueltas, pero ahí estaban, esperándonos.
Fuimos directos a la salida por el circuito verde ya que no teníamos nada que declarar a la aduana, y así salimos a la terminal de llegadas. Unos cuantos taxistas nos preguntaron que si queríamos taxi, pero ya teníamos decidido coger el tren Aeroexpress, así es que les dijimos que no. Justo en la salida hay varios cajeros automáticos, una oficina de cambio, y unas máquinas que aparte de servir como cajero sirven como cambiador de moneda. Son grandotas, rojas, y se puede seleccionar que muestren el menú en inglés. Se pueden cambiar hasta 300 euros por vez, metiendo los billetes en una ventanita que se abre para que los introduzcas.
Ya con nuestros rublos en el bolsillo paramos en una tiendecita que estaba justo al lado de los cajeros para comprar un par de sandwiches y una botella de agua, y tuvimos nuestra primera experiencia con los rusos. La vendedora era encantadora y aunque nosotros de ruso ni papa y ella de español o ingles tampoco, nos echamos unas risas.
En busca del Aeroexpress
De allí fuimos a buscar el Aeroexpress, dos o tres personas se pararon para prestarnos ayuda, porque, a pesar de que está bastante bien indicado (train to Moscow, pone en los carteles) uno siempre se haya un poco perdido cuando no conoce los sitios.
Debo decir que había escuchado que el aeropuerto de Shemeretjevo era viejo y como sacado de la época soviética, pero a me pareció bastante moderno y con bastantes facilidades e indicaciones, al menos la Terminal E, que es donde nosotros aterrizamos.
El Aeroexpress es un tren que va directo del aeropuerto a Moscú, sale cada media hora y vale unos 8 euros. Tarda 35 minutos justos y te deja en la estación Belorrussky, desde donde tienes que salir y buscar la parada del Metro. Nosotros, perdidos, como no, finalmente decidimos preguntarle a un poli. Tampoco noté la frialdad que la gente dice de la policía, pues este hombre nos explicó (en ruso) como llegar al metro, y nosotros contestando en español, muertos de risa los tres, pero oye, el idioma universal de señalar funcionó.
Ya en la estación del metro, nos encontramos con otros españoles igual de perdidos que nosotros, que miraban fijamente los carteles intentando ver si algo se parecía lo que ponía en su plano. Nosotros teníamos que coger la linea verde en dirección centro para enlazar con la roja, pero nos costó un poco darnos cuenta que aunque la estación era la correcta, esa parada era la de la linea marrón. Siguiendo las indicaciones fuimos hasta la parada de la linea verde, y esta vez si, tuvimos nuestra primera experiencia en el metro de Moscú.
Como anécdota contar que al hacer el enlace con la linea roja, todo el mundo se quedó atónito al ver que el metro se acercaba ¡en dirección contraria!. El conductor se dio cuenta a tiempo, frenó y dio marcha atrás para meter el convoy por el otro lado. A los 30 segundos aparecía el metro en la dirección correcta. Ahí fue cuando pensamos “oh dios mio...”.
Nuestra parada era Kropotkinskaya, sólo dos mas. Nos bajamos y buscamos la salida a Cristo Salvador. Ahí tuvimos la segunda anécdota del día, la escalinata de esa salida la estaban fregando, y nos hicieron salir por el lado contrario, con lo que tuvimos que dar mas vuelta.
Catedral de Cristo Salvador y bono del metro (60 viajes)
El suelo estaba helado, había que tener cuidado de no resbalar y todo el tránsito se nos estaba haciendo pesado con las maletas, dado que las estaciones de metro tienen pocas escaleras mecánicas, la mayoría son de piedra, muy antiguas, y hay que subir y bajar andando (sobre todo subir).
La catedral es un edificio inmenso, así es que no nos costó encontrar el camino. Tras titubear un poco encontramos el puente peatonal justo detrás. Había que cruzar este puente para llegar al hotel. El camino era mas complicado de lo que parecía en un principio, ya que una vez atravesado el río había que bajar como 6 tramos de escaleras para llegar a la ribera y continuar por ella hasta el hotel.
Camino del hotel
Era de noche, estábamos cansados y sudando como pollos porque íbamos sobreabrigados (a ver, es Moscú, ¿no?). A unos dos minutos andando encontramos la entrada del hotel.
El Red Zarya es un hotel pequeñito que está en una zona de discotecas. Tiene un bar debajo donde sirven los desayunos por la mañana. Tiene puntos buenos y malos. Entre los malos están que no tiene ascensor, y se encuentra en segunda planta de una edificio de dos plantas, por lo que hay que subir 3 tramos de escaleras antiguas para acceder a él.
Las habitaciones no son lujosas pero están bien, y el personal es amable y habla inglés.
Después de deshacer las maletas y darnos una ducha, ya que llegamos empapados de sudor, nos fuimos a la cama.
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Con la gente ningún problema, es más, me los esperaba más serios y para nada! Y recuerdo muy bien ambiente por la ciudad, la verdad.
Y respecto a los funcionarios, organismos y demás, supongo que si todo va bien, genial. Pero si surge cualquier cosa y necesitas ayuda, la cosa cambia y en mi caso, no puedo decir que fuera buena. Pero esto es mi... 
