Os recomiendo ver el museo de la revolución el primer día. Te da una idea general del país según nos contaron las chicas que conocimos. Nosotros lo dejamos para el final del viaje y ni lo vimos… queda pendiente.
Lo primero a la mañana siguiente fue llamar a la casa de Viñales para confirmar que llegaremos el día siguiente. Siempre es bueno, para guardarte las espaldas y asegurar la casa y aún así.... Además te dejan llamar desde las casas sin problema.
Salimos paseando hacia el malecón desde una calle de Vedad que lleva directo. Por esa zona no es gran cosa. Lo que nos gustó del paseo fue observar todo el vedado, las calles y casas tipo Beverly Hills pero como si las hubieran abandonado de golpe (de hecho así fue). Son calles cuadriculadas trazadas por los americanos tras la independencia como colonia española. No tiene precio ver como surgen de la nada pequeños talleres: el relojero, el taller de bicis, de costura…
Llegamos al malecón (no sé si por esa zona se llama así también o esa parte ya no) y continuamos bajando hasta la avenida de los presidentes, por donde seguimos paseando hasta la plaza de la Revolución. Más paseos por la zona, fotos a los chevrolets, cambio de dinero en el metropolitano, más fotos…
Llegamos al museo de José Martí. Cobran 1 CUC por subir una escalera donde tienes que volver a pagar para entrar al museo (creo que unos 4 CUC por persona) y subir al mirador. Merece la pena entrar aunque podían ahorrarse cobrarte 1 CUC por subir una escalera… Del mirador no tengo palabras. Se ve la Habana en 360º. El museo fue una grata sorpresa para nosotros. El Che en Cuba es un símbolo pero José Martí, el libertador en la lucha por la independencia de Cuba… es mucho más. Muchos cubanos lo reconocen como “su patrón” Incluso lo encuentras en algunas casas en un busto junto a la puerta. Muy interesante.
La llegada a la Habana fue más pesada de lo que pensamos y a estas alturas estábamos muuuuy cansados. El calor de agosto con ese calor y sudando lo que se suda allí nos dejó casi KO. Dimos la vuelta andando hasta casa y en el camino pasamos por varios parquecitos pintorescos y paramos a comer en pan.com. Comimos una hamburguesa estupenda y fuimos a casa a ducharnos y descansar.
Por la tarde, fuimos a ver el parque Lennon. Es un parque normal con la particularidad de que la escultura del cantante está sentada en un banco, a la que un señor, le pone al mismísimo Lennon unas gafas para que te hagas la foto. Continuamos por la avenida 23 hasta el parque donde está la heladería Copelia. Probamos los famosos helados naturales de frutas y ¡sí que están buenos! No todos los días hay los mismos sabores, deende de que fruta haya llegado ese día, pero siempre están buenos. Allí habíamos quedado con un chico, vecino de la familia de una vecina mía aquí en España, que tenía coche. Fue cómodo tener allí a alguien “de confianza” con coche. Teníamos que negociar con él para que nos llevara el día siguiente a Viñales y las Terrazas. Cuando apareció (15 minutos más tarde, tiempo cubano…) le propusimos que nos llevara al cañonazo en el Morro y de camino acordamos lo del día siguiente.
- Aprovechamos y le dijimos que nos llevara al Castillo del Morro. Nos llevó unos 10 CUC ida y vuelta en el coche. La entrada 4CUC por persona. Es un castillo español muy muy bonito donde está el faro de la ciudad. Desde allí se ve el resto de La Habana y tiene varias salas-museo con armamento español y francés guapísimo. Además dentro hay un restaurante, algún muchacho haciendo mojitos y muchos puestos con cosas guapísimas, para ti y para hacer regalitos. A las 9.00 de la noche, es El Cañonazo. Recrean el toque de queda que daban los españoles antes de cerrar la entrada de barcos para evitar que entraran piratas. Nosotros llegamos a las 9 menos 5 pero aconsejo que vayas un poco antes para ver la Habana de día y dé tiempo a verlo todo (museos, vistas, actuaciones, puestos artesanos…) nosotros tuvimos que correr un poco.
- Y a dormir
[align=justify] Lo primero a la mañana siguiente fue llamar a la casa de Viñales para confirmar que llegaremos el día siguiente. Siempre es bueno, para guardarte las espaldas y asegurar la casa y aún así.... Además te dejan llamar desde las casas sin problema.
Salimos paseando hacia el malecón desde una calle de Vedad que lleva directo. Por esa zona no es gran cosa. Lo que nos gustó del paseo fue observar todo el vedado, las calles y casas tipo Beverly Hills pero como si las hubieran abandonado de golpe (de hecho así fue). Son calles cuadriculadas trazadas por los americanos tras la independencia como colonia española. No tiene precio ver como surgen de la nada pequeños talleres: el relojero, el taller de bicis, de costura…
Llegamos al malecón (no sé si por esa zona se llama así también o esa parte ya no) y continuamos bajando hasta la avenida de los presidentes, por donde seguimos paseando hasta la plaza de la Revolución. Más paseos por la zona, fotos a los chevrolets, cambio de dinero en el metropolitano, más fotos…
Llegamos al museo de José Martí. Cobran 1 CUC por subir una escalera donde tienes que volver a pagar para entrar al museo (creo que unos 4 CUC por persona) y subir al mirador. Merece la pena entrar aunque podían ahorrarse cobrarte 1 CUC por subir una escalera… Del mirador no tengo palabras. Se ve la Habana en 360º. El museo fue una grata sorpresa para nosotros. El Che en Cuba es un símbolo pero José Martí, el libertador en la lucha por la independencia de Cuba… es mucho más. Muchos cubanos lo reconocen como “su patrón” Incluso lo encuentras en algunas casas en un busto junto a la puerta. Muy interesante.
La llegada a la Habana fue más pesada de lo que pensamos y a estas alturas estábamos muuuuy cansados. El calor de agosto con ese calor y sudando lo que se suda allí nos dejó casi KO. Dimos la vuelta andando hasta casa y en el camino pasamos por varios parquecitos pintorescos y paramos a comer en pan.com. Comimos una hamburguesa estupenda y fuimos a casa a ducharnos y descansar.
Por la tarde, fuimos a ver el parque Lennon. Es un parque normal con la particularidad de que la escultura del cantante está sentada en un banco, a la que un señor, le pone al mismísimo Lennon unas gafas para que te hagas la foto. Continuamos por la avenida 23 hasta el parque donde está la heladería Copelia. Probamos los famosos helados naturales de frutas y ¡sí que están buenos! No todos los días hay los mismos sabores, deende de que fruta haya llegado ese día, pero siempre están buenos. Allí habíamos quedado con un chico, vecino de la familia de una vecina mía aquí en España, que tenía coche. Fue cómodo tener allí a alguien “de confianza” con coche. Teníamos que negociar con él para que nos llevara el día siguiente a Viñales y las Terrazas. Cuando apareció (15 minutos más tarde, tiempo cubano…) le propusimos que nos llevara al cañonazo en el Morro y de camino acordamos lo del día siguiente.
- Aprovechamos y le dijimos que nos llevara al Castillo del Morro. Nos llevó unos 10 CUC ida y vuelta en el coche. La entrada 4CUC por persona. Es un castillo español muy muy bonito donde está el faro de la ciudad. Desde allí se ve el resto de La Habana y tiene varias salas-museo con armamento español y francés guapísimo. Además dentro hay un restaurante, algún muchacho haciendo mojitos y muchos puestos con cosas guapísimas, para ti y para hacer regalitos. A las 9.00 de la noche, es El Cañonazo. Recrean el toque de queda que daban los españoles antes de cerrar la entrada de barcos para evitar que entraran piratas. Nosotros llegamos a las 9 menos 5 pero aconsejo que vayas un poco antes para ver la Habana de día y dé tiempo a verlo todo (museos, vistas, actuaciones, puestos artesanos…) nosotros tuvimos que correr un poco.
- Y a dormir