Disidente en Stavanger ✏️ Diarios de Viajes de Baltico y Fiordos

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La escala de Stavanger implica para muchos una difícil decisión. ¿Subo al Púlpito sí o no?. Es uno de los grandes hits de este crucero pero, ¿realmente merece la pena? ¿Seré capaz de afrontar esta hazaña?
Bueno como siempre vamos a analizarlo cuidadosamente.
Decía mi abuela que si “el rio suena, agua lleva”. El Púlpito tiene una merecida fama de ser una de las etapas más bellas e impresionantes de este crucero y al mismo tiempo una de las más difíciles y extenuantes. ¿Es esto cierto? Por supuesto.
A mí el púlpito me impresionó, se me quedó grabado. Presumo de no tener ni pizca de vértigo pero cuando llegue arriba, miraba hacia abajo y me mareaba. Es una sensación increíble de vértigo y asombro infinitos que nadie te puede describir, hay que vivirlo.
Además el camino también es precioso. Las rocas, la vegetación, los lagos creados por el deshielo de la nieve, las cataratas a lo lejos, el aire… lo llaman el púlpito por su forma pero la verdad es que subirlo es dejarse impresionar por la belleza creación y asombrarse ante la obra de Dios (sea este cual sea).
Vale, vale no te enrolles ni te nos pongas mística. Ya hemos captado que merece la pena. Pero ¿cuesta de subir? ¿Yo podré hacerlo?
Vamos a ver, partiendo de la base de que nadie se conoce mejor que uno mismo (Y si no, te estás perdiendo a una de las personas más interesantes que tendrás ocasión de conocer)
Vamos a examinar mi ejemplo y mis circunstancias.
Yo llegue al Púlpito embarazada de 5 meses y con más de 15 kilos de sobrepeso (si, en mis embarazos engordo un montón, luego lo pierdo, no me riñáis que ya tengo bastante con las charlas de mi matron). Pero con un buen historial deportivo detrás.

Crecí en el Norte, iba al colegio subiendo más de 300 escaleras y cuestas de media hora. Luego me recorría todo Bilbao de punta a punta para llegar a la Universidad, ahora tengo por costumbre correr unos 6 kilómetros 3 veces a la semana. Soy lenta pero muy resistente.
Al estar embarazada y dejar de hacer todo este ejercicio no estaba en mi mejor momento, pero mi base sigue siendo buena y algo mejor que la media.
Aún así antes de subir recomiendo a todo el mundo que se informe, que vea fotos de la subida. No de la cima que es muy bonita y muy plana. Si no de esa subida llena de rocas rompe uñas y tuerce tobillos que transcurre entre preciosos riachuelos creados por el deshielo. Que son muy bonitos, y en los que en las fotos de la web de turismo de Stavanger ves a una pareja descalza besándose. ¡Ay qué romántico! Ya te digo yo que si subieron hasta ahí fue con las botas puestas, y durante las fotos estaban acordándose de toda la parentela del fotógrafo por lo fría que estaba el agua y lo resbaladizo de la roca.
Plantéate si podrás subirla y luego plantéate si podrás bajarla.
En nuestro grupo iniciamos la subida unas 50 personas, dos se dieron la vuelta, el resto creo que todos llegamos arriba. Unos antes, otros después. Las condiciones meteorológicas fueron buenas. En mi grupo todo el mundo iba bien preparado: bastones, botas, ropa adecuada.
En la excursión de Pullmantur había gente demasiado mayor para la subida. Una señora se cayó tres veces delante mía. No se hizo nada, sólo se llenó de barro hasta los sobacos. Otro no tuvo tanta suerte se fue de cara y luego se le vio en el barco lleno de tiritas y con un ojo amoratado. También oí hablar de abandonos y torceduras varias.
Este grupo era un desastre. Había un señor mayor con bastón normal que en llano andaba mal y en las rocas era un peligro para él y para el resto de los que subíamos o bajábamos.
Vi señoras con bolsos de piel, con zapatos de calle… ¿qué narices les dijeron o se creyeron leer en la charla de la excursión?
Sé de un grupo de un crucero anterior que inició la subida con lluvia y granizo, creo que no lo consiguieron. Yo sabiendo lo que es, si vas y te sale un día malo te aconsejo que ni lo intentes. A no ser que hayas ganado tres medallas por montañismo de competición.

En resumen, es una subida que creo que todo el mundo que este en unas condiciones físicas normales puede afrontar si no pretende romper ningún record. Si eres deportista subirás en hora y media. Si eres normal o sedentario tardarás algo más, pero si no te pones nervioso se hace bien. Si tienes alguna tara física: mala movilidad, alguna lesión, no llevas el equipo adecuado, o te caes hasta en las escaleras metálicas, mejor vete en el ferri.
Y por supuesto en malas condiciones atmosféricas ni lo intentes. Si tienes la mala suerte de que llegas y hace mal día perderás el dinero de la excursión, pero mejor eso que pasarte luego 3 meses con una pierna escayolada.
¿Cómo lo hago? ¿Naviera? ¿Por mi cuenta? ¿O por excursión?
En este caso no recomiendo la opción de la naviera. Esta escala no tiene problemas a la hora de desembarcar, y la guía solo acompaña a los rezagados y vigila que el grupo no se desmande. No hay tiempo ni ganas de dar o escuchar explicaciones.
Vamos que con la naviera o con agencia externa la excursión va a ser la misma así que, ¿por qué pagar de más?
Por tu cuenta. Es una opción que barajé seriamente. Es muy fácil hacer esta excursión por tu cuenta. Llegas a puerto, buscas el ferri que está al lado de donde amarra el barco, te subes al ferri allí mismo compras el billete del autobús (ida y vuelta es conjunto). Bajas del ferri, llegas a Tau subes al autobús (que es uno de línea), bajas del bus y a subir la montañita.
A la vuelta haces lo mismo y san se acabó.
Hay ferri cada media hora, el problema son los horarios del autobús, que te tienen que cuadrar.
Al final me decidí a hacerlo por agencia porque no estaba muy segura de si me iban a cuadrar los horarios de vuelta del autobús y del ferri. Para hacerlo por tu cuenta lo mejor es estar en buena forma y subir y bajar del púlpito rápido. Si no, igual va un poco justo.
Yo creía que en mi estado tardaría 3 horas en subir y no me quería arriesgar a perder el autobús de vuelta. Luego tardé solo 2, pero claro eso yo no lo sabía.
Hubo gente que subió con nosotros y lo hizo por su cuenta y no tuvo ningún problema para regresar al barco, es más coincidimos en el ferri tanto a la ida como a la vuelta. Vamos que podría haberlo hecho por mi cuenta perfectamente.
Pero no quise arriesgarme y creo que fue una buena opción. Aunque si alguna vez vuelvo seguramente lo haga por mi cuenta.
¿Queréis conocer más detalles de mi ascensión al Púlpito?
Bueno subimos una mañana con bastante niebla. Lo cual se agradecía porque hacía fresquito. A la salida del barco nos estaba esperando un autobús que nos llevó hasta el ferri (unos 5 minutos), entramos en el ferri sin bajarnos del autobús y allí ya pudimos bajar a tomar unas fotos y curiosear.
El ferri es bastante grande, tiene mesas y un bar que sirve comida, helados, café y refrescos.
Tras unos 20 minutos la guía nos hizo volver a subir al autobús y nos llevó hasta la base del púlpito. Allí hay un aparcamiento bastante grande con tienditas de recuerdos, servicios, etc… pero nosotros nos bajamos un poco antes en lo que la guía llamaba su “camino secreto”.
Esto en realidad no era más que un atajo que nos permitió comenzar la ascensión mientras el autobús pagaba el parking y maniobraba tranquilamente. De habernos quedado allí hubiéramos perdidos unos 15-20 minutos más así que no estaba mal pensado del todo.
Pese a la niebla la guía nos aseguró que la previsión meteorológica era buena y que se disiparía a eso de las 12.
Creo que la ascensión se puede dividir en tres tramos. El primero es un tramo sencillo. Con subidas y bajadas no demasiado pronunciadas y algunos trozos de llano, discurre entre bosque y vegetación. Hay algunas rocas pero son sencillas de manejar.
El segundo tramo es la parte más dura. Una pared de rocas en las que hay que trepar cual cabra montesa. Están húmedas y resbalan así que interesa asegurar bien los pies antes de iniciar el salto, agradecerás llevar las manos libres y si hace frío guantes.
Superada esta fase empieza lo más bonito del recorrido. Llegas a las planicies de roca. Hay alguna que otra subida, algún puentecillo y uno que otro salto “al vacio”, pero en general es bastante cómodo. El paisaje es divino, con los lagos de nieve fundida, donde los vikingos se tiraban a nadar (ni lo intentéis ellos son inmunes al frío), merenderos y un aire puro y transparente.
Y finalmente antes de que te des cuenta ya estás en la cima. Yo llegué a las 12 en punto y fue de película. El viento se alzó y la niebla voló como si fueran cortinas de gasa. Si te asomabas podías verla ascender. Y de repente todo el horizonte estaba despejado. Toda la entrada del fiordo discurría al avista, y a nuestros pies los barquitos con los que habían preferido hacer el recorrido por debajo. Me dieron mucha pena.
Cuando entras en los foros muchos pretenden convencerte de que no merece la pena el esfuerzo. Puedes mirarlo en ferri, te dicen, pasaremos por un barquito por debajo y ya lo ves, es impresionante, pero no merece la pena subir, es sólo una roca.
Se equivocan, por supuesto. Todos los que hacen deporte conocen la sensación que se sienta al llegar a la meta, al cumplir una etapa, al superar una marca personal. Da igual lo pequeña que sea. Esa satisfacción de haberlo conseguido, de haber dado lo mejor de ti es lo mismo que se siente cuando coronas la piedra y te asomas al borde del púlpito.

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