Nos hemos levantado y nos hemos puesto las botas en el desayuno…
A las 09.00h el autobús de la compañía, que ya está casi completo, ha pasado a recogernos por nuestro hotel. Un par de paradas más en otros alojamientos y a las 10.00h llegamos a Mataram donde hacemos parada técnica en el centro comercial. Nos advierten de que en el barco se venden bebidas y snacks (si vas en cabina te dan una botella de agua y una coca-cola gratis cada día) y cada día habrá fruta para comer, pero aún así recomiendan llevar algo. Si la tripulación está comprando manzanas…tal vez lleven razón. Nos encaprichamos de varias frutas del dragón, unos lengkens (parecidos al lichi) y varios mangostanes) y 40 minutos después salimos hacia Masbagik, un pueblecito donde todas las mujeres se dedican a la alfarería. El guía de Perama nos explica de dónde sacan el barro, cómo lo tratan y el destino final (Suiza es uno de los compradores). Vemos cómo moldean un cuenco y un jarrón y pasas después por tiendas donde venden todo lo que producen.
De aquí de nuevo al autobús para llevarnos al puerto de Lombok. Allí nos cuentan que el barco en el que viajaremos los próximos días está construido del modo tradicional, el tipo de madera que utilizan y el tiempo de construcción. Tras la charlita, por fin subimos al barco!
Es bastante grande. Hay que pensar que en él viajaremos casi 40 personas más la tripulación. Nuestra cabina está mejor de lo que nos esperábamos. Es todo muy sencillo y bastante pequeño pero ya nos imaginábamos que no viajaríamos en un crucero de lujo.
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Nos sirven la comida a bordo a base de arroz, tofu, verduras y piña o sandía. Durante los próximos días el menú será casi idéntico con la única variación de noodles o algo de pollo. La comida se presenta en bandejas encima de la barra del bar y cada uno se sirve. Pero ojo, sé rápido que se forman colas y luego no encuentras sitio dónde sentarte.
Y nos ponemos a navegar. El siguiente destino es Perama Resort, una isla propiedad del gobierno cuya recuperación ha encomendado a la compañía.
Es una isla pequeña, con playa de arena blanca pero mucho coral muerto por lo que casi es mejor ir con chanclas. A pocos metros de la orilla están recuperando coral ya que los pescadores se han cargado gran parte de la barrera por pescar con dinamita, entre otros motivos.
Uno de mis miedos era tener que ir nadando desde el lugar donde ancla el barco hasta la playa, pero tienen unas barquitas con motor que te acercan. También llevan gafas para hacer snorkel aunque, por lo que cuenta, tampoco es muy interesante ver los bloques de hormigón y el coral que apenas empieza a crecer. Peces sí que hay.
La isla se puede rodear andando, más aún al atardecer que baja la marea.
Es totalmente plana y también está reintroduciendo vegetación autóctona de indonesia.
Tras un único baño ya que no hace mucho calor, empieza a atardecer y el personal de Perama nos prepara la cena para colocar después unas alfombras en el suelo, tocar la guitarra, asar mazorcas de maíz y enseñar un baile típico. Esto sí que va pareciendo una turistada. Y nosotros que creíamos que no íbamos en un crucero!!!
Cuando ya ha anochecido volvemos al barco y nos marchamos a dormir. Nos espera una larga noche de travesía hasta llegar al destino de mañana.
A las 09.00h el autobús de la compañía, que ya está casi completo, ha pasado a recogernos por nuestro hotel. Un par de paradas más en otros alojamientos y a las 10.00h llegamos a Mataram donde hacemos parada técnica en el centro comercial. Nos advierten de que en el barco se venden bebidas y snacks (si vas en cabina te dan una botella de agua y una coca-cola gratis cada día) y cada día habrá fruta para comer, pero aún así recomiendan llevar algo. Si la tripulación está comprando manzanas…tal vez lleven razón. Nos encaprichamos de varias frutas del dragón, unos lengkens (parecidos al lichi) y varios mangostanes) y 40 minutos después salimos hacia Masbagik, un pueblecito donde todas las mujeres se dedican a la alfarería. El guía de Perama nos explica de dónde sacan el barro, cómo lo tratan y el destino final (Suiza es uno de los compradores). Vemos cómo moldean un cuenco y un jarrón y pasas después por tiendas donde venden todo lo que producen.
De aquí de nuevo al autobús para llevarnos al puerto de Lombok. Allí nos cuentan que el barco en el que viajaremos los próximos días está construido del modo tradicional, el tipo de madera que utilizan y el tiempo de construcción. Tras la charlita, por fin subimos al barco!
Es bastante grande. Hay que pensar que en él viajaremos casi 40 personas más la tripulación. Nuestra cabina está mejor de lo que nos esperábamos. Es todo muy sencillo y bastante pequeño pero ya nos imaginábamos que no viajaríamos en un crucero de lujo.
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Nos sirven la comida a bordo a base de arroz, tofu, verduras y piña o sandía. Durante los próximos días el menú será casi idéntico con la única variación de noodles o algo de pollo. La comida se presenta en bandejas encima de la barra del bar y cada uno se sirve. Pero ojo, sé rápido que se forman colas y luego no encuentras sitio dónde sentarte.
Y nos ponemos a navegar. El siguiente destino es Perama Resort, una isla propiedad del gobierno cuya recuperación ha encomendado a la compañía.
Es una isla pequeña, con playa de arena blanca pero mucho coral muerto por lo que casi es mejor ir con chanclas. A pocos metros de la orilla están recuperando coral ya que los pescadores se han cargado gran parte de la barrera por pescar con dinamita, entre otros motivos.
Uno de mis miedos era tener que ir nadando desde el lugar donde ancla el barco hasta la playa, pero tienen unas barquitas con motor que te acercan. También llevan gafas para hacer snorkel aunque, por lo que cuenta, tampoco es muy interesante ver los bloques de hormigón y el coral que apenas empieza a crecer. Peces sí que hay.
La isla se puede rodear andando, más aún al atardecer que baja la marea.
Es totalmente plana y también está reintroduciendo vegetación autóctona de indonesia.
Tras un único baño ya que no hace mucho calor, empieza a atardecer y el personal de Perama nos prepara la cena para colocar después unas alfombras en el suelo, tocar la guitarra, asar mazorcas de maíz y enseñar un baile típico. Esto sí que va pareciendo una turistada. Y nosotros que creíamos que no íbamos en un crucero!!!
Cuando ya ha anochecido volvemos al barco y nos marchamos a dormir. Nos espera una larga noche de travesía hasta llegar al destino de mañana.