Como el dia anterior hicimos senda, este dia tocaba mas tranquilidad. Decidimos irnos a hacer el camino de Sao Jorge, que es un caminito que va desde la playa de dicho pueblo hasta un pequeño embarcadero, siguiendo el acantilado, a unos 15 o 20 metros de altura.
Tras dejar atrás Santana la carretera es de las antiguas, con muchas revueltas aunque no en mal estado. Atencion. Para hacer este camino nosotros no fuimos hasta el mismo pueblo, que esta en un alto sino que al cruzar un barranco que hay justo antes se ve uno carteles que ponen Playa y Ruinas. Por ahí se llega a la playa. Tras dejar el coche en el aparcamiento iniciamos camino. Hay que ir hacia la izquierda. A la derecha hay un camino mas evidente pero que debe ser el que lleva a Santana. Es un caminito muy corto, 1.5 km de ida, que por tramos aun mantiene el empedrado. Abajo se ve la razón por la que Madeira no es un destino de playa. Aquí no es que las playas sean de piedras, es que son de pedruscos, el mas pequeño como mi cabeza, aunque eso si, son guapísimas desde lo alto, con unas aguas esmeraldas en la costa. Llegamos al final de la ruta y nos encontramos una sorpresa. Ha habido un derrumbe y los últimos 20 metros son peligrosos. No digo impasables porque vi a gente pasar pero hay mucha tierra suelta y abajo una caída que, aunque no muy alta, si lo suficiente para hacerte daño como poco. De todos modos se ve perfectamente el pequeño embarcadero y decidimos que no valia la pena el riesgo.
Tras volver a la playa comimos en un restaurante-piscinas que hay en ella. El restaurante esta decente y por un euro mas te dejan usar la piscina. Tras un rato al sol y dejando a mi mujer tostándose, decidi meter los pies en el Atlantico por primera vez. Me acerco, me quito las chanclas y….. me vuelvo a calzar. No me atrevi. Habia oleaje y tras romper la ola, con la resaca, todas las piedras de la playa que el agua había ligeramente levantado se volvían a posar haciendo un ruido de acojonar. Cuando el sol empezó a desaparecer nos volvimos a Funchal para cenar.
Tras dejar atrás Santana la carretera es de las antiguas, con muchas revueltas aunque no en mal estado. Atencion. Para hacer este camino nosotros no fuimos hasta el mismo pueblo, que esta en un alto sino que al cruzar un barranco que hay justo antes se ve uno carteles que ponen Playa y Ruinas. Por ahí se llega a la playa. Tras dejar el coche en el aparcamiento iniciamos camino. Hay que ir hacia la izquierda. A la derecha hay un camino mas evidente pero que debe ser el que lleva a Santana. Es un caminito muy corto, 1.5 km de ida, que por tramos aun mantiene el empedrado. Abajo se ve la razón por la que Madeira no es un destino de playa. Aquí no es que las playas sean de piedras, es que son de pedruscos, el mas pequeño como mi cabeza, aunque eso si, son guapísimas desde lo alto, con unas aguas esmeraldas en la costa. Llegamos al final de la ruta y nos encontramos una sorpresa. Ha habido un derrumbe y los últimos 20 metros son peligrosos. No digo impasables porque vi a gente pasar pero hay mucha tierra suelta y abajo una caída que, aunque no muy alta, si lo suficiente para hacerte daño como poco. De todos modos se ve perfectamente el pequeño embarcadero y decidimos que no valia la pena el riesgo.
Tras volver a la playa comimos en un restaurante-piscinas que hay en ella. El restaurante esta decente y por un euro mas te dejan usar la piscina. Tras un rato al sol y dejando a mi mujer tostándose, decidi meter los pies en el Atlantico por primera vez. Me acerco, me quito las chanclas y….. me vuelvo a calzar. No me atrevi. Habia oleaje y tras romper la ola, con la resaca, todas las piedras de la playa que el agua había ligeramente levantado se volvían a posar haciendo un ruido de acojonar. Cuando el sol empezó a desaparecer nos volvimos a Funchal para cenar.