El primero de los 4 días que íbamos a pasar en la Serra da Estrela comenzó con nuestro viaje a Covilhã, donde pasamos la noche. Esta población está situada en la parte sur de la sierra y se la conoce como la puerta de la Serra da Estrela.
Durante el viaje pasamos por las Portas de Ródão, monumento natural resultante del paso del río Tajo entre dos paredes escarpadas, lo que recuerda a dos puertas y deja un bello paisaje.
En Covilhã nos alojamos en el Covilhã Parque Hotel. El hotel está un poco viejuno, pero limpio y perfectamente situado, a poca distancia del centro y con aparcamiento fácil. Además, nos costó muy barato, 33 euros la habitación doble con desayuno. Nos fue un poco difícil encontrarlo, pero la culpa no es del hotel, que está bien situado, es de la Mari (nuestro GPS), que se hizo un poco de lío .
Nada más llegar, salimos a comer y tomar una cerveza en el Jardín Público, junto al hotel, que tiene un precioso mirador sobre la sierra.
Después de descansar un poco, salimos a visitar la ciudad. La verdad, Covilhã se puede ver en un par de horas, a no ser que te interese ver algunos de los museos que hay, como el Museo del Lanificio, el de Arte Sacro, el del Vino o el del Queso. A nosotros estos museos no nos llamaban la atención, así que nos limitamos a pasear por el centro, visitando algunas iglesias y edificios muy bonitos que hay. Además, no queríamos mover el coche, porque nos pareció un sitio especialmente difícil para conducir, nos costó mucho llegar al hotel, debido a que la mayoría de las calles son estrechas y empinadas.
Junto al Jardín Público está la Iglesia de São Francisco, muy bonita, sobre todo por dentro, con un retablo espectacular.
También en el jardín, justo del otro lado a la iglesia, hay un palacete bastante bonito, con azulejería de colores.
En la Praça do Município, otra iglesia, la de la Misericordia, tiene un techo pintado muy chulo.
Seguimos hacia la parte alta de la ciudad, para ver la iglesia de Santa María, a la que no pudimos entrar, porque solo abre 4 días a la semana y muy poco tiempo, pero por fuera ya merece la pena, con una fachada espectacular de azulejos portugueses. Justo enfrente hay una terraza, y nos sentamos a tomar una bica, recreándonos en la vista de esta fachada.
De allí nos dirigimos a la judería y estuvimos dando un paseo, hasta que nos encontramos con la Ermita de San Silvestre. Decir que la judería no era gran cosa, me esperaba más.
De vuelta al hotel pasamos por un monumento homenaje a los soldados portugueses caídos en combate, enfrente del Jardín Público.
Tras una ducha salimos a cenar. Entramos en un restaurante que se llama Zê do Sporting, que tiene una terraza bajo un emparrado, lo que le daba un ambiente muy agradable. Pedimos “Bacalhau à chefe” y “Cabrito grelhado”. El cabrito estaba bueno, pero el bacalao estaba espectacular. Nos gustó mucho el sitio.
Tras la cena, nos sentamos un rato en el Jardín Público, a disfrutar de la noche y de la música en directo que había en un pequeño escenario en el propio parque.