Día 18: Llegamos a Pekín ✏️ Diarios de Viajes de RusiaEn este tren nos habían dado unos tickets para desayunar (de 7 a 8’30) y comer (de 10’30 a 12). El desayuno era un vasito de té y unas rebanadas de pan de molde con mantequilla y mermelada. Hacia las 11 de la mañana se veía a lo lejos en el...Diario: Transmongoliano⭐ Puntos: 4.8 (5 Votos) Etapas: 23 Localización: RusiaEn este tren nos habían dado unos tickets para desayunar (de 7 a 8’30) y comer (de 10’30 a 12). El desayuno era un vasito de té y unas rebanadas de pan de molde con mantequilla y mermelada. Hacia las 11 de la mañana se veía a lo lejos en el paisaje la Gran Muralla, imponente. Mi marido se quedó durmiendo y además decía que no tenía hambre, pero yo no perdono ni una y fui a comer. La comida fue un cuenco de arroz blanco y unos trocitos de carne y verduras (¿col?); la bebida había que pagarla aparte. Nosotros llevábamos yuanes cambiados desde Madrid, pero me los había dejado en el compartimento, así que me cobraron 1$ por dos botellitas de agua, más caro que si pagabas en yuanes, pero bien de precio, teniendo en cuenta que es en un tren. La primera impresión de los chinos es que iban un poco estresados; tanto en el desayuno como en la comida, la camarera te indicaba rápidamente dónde sentarte, metiéndote prisa; eso sí, la comida la traían súper rápido. En la comida me senté con un chino y un mongol muy majo que estuvo hablando conmigo en inglés. Yo me fijé y hacía como ellos: cogía un poco de verdura, la echaba al cuenco del arroz y me la comía mezclando; lo mismo con la carne. Cuando acabaron se fueron y se sentaron una pareja de croatas jubilados muy simpáticos también, que estaban haciendo el transmongoliano porque, como dijeron ellos, “tenemos mucho tiempo ahora”. Llegamos a Pekín a las 2 de la tarde; ¡la última parada de nuestro viaje! Al bajar del tren tienes una sensación de alegría, del “deber cumplido”, de haber conseguido un éxito importante. Además, ves a muchísimos turistas occidentales que bajan igual que tú, en la última etapa de su viaje... es una sensación extraordinaria. La primera impresión que tuvimos es que aquello era gigante: una estación (la estación central, Pekín “Zhan”) enorme, llena de gente, bueno, llena de chinos... esta fue nuestra sensación general de Pekín. Menos mal que mi marido decidió coger el metro (2 yuanes por persona), porque la ciudad es enorme, y caminar el tramo de 2 o 3 paradas de metro pueden ser unos cuantos kilómetros. Para entrar al metro (no sé si en todas las estaciones o sólo en las del centro) hay que pasar bolsos y mochilas por una cinta de seguridad; hay vigilantes y policía por lo que la sensación es de que es muy seguro. Nuestro hotel (Kapok) estaba muy cerquita de la Ciudad Prohibida. El metro (indicado con una B azul) es moderno y bastante fácil de seguir puesto que todas las paradas están indicadas en inglés, así como los avisos de megafonía de “próxima parada...”; los dicen primero en chino y luego en inglés. Salimos de la estación junto a la plaza de Tiananmen... gigante, para no variar. Tardamos un poco en llegar al hotel, y es que está a 20 minutos caminando de la parada de metro más cercana, aunque en el mapa se ve más cerca... todo es... cómo no, ¡gigante! El hotel estaba muy bien, nos habíamos permitido un lujo para nuestros últimos días de luna de miel; pero no es caro para lo que es, es como un 5 estrellas, pero costaba ciento y pico € por noche; con el baño separado de la habitación con mamparas transparentes (aunque puedes correr una cortina), muchísimas luces, el cabecero de la cama retroiluminado, ¡7! almohadas y almohadones en la cama, aire acondicionado, botellitas de agua gratis todos los días; y nos dijeron que en la tv se veían canales españoles, pero creo que no estaba bien sintonizada y sólo se veían canales chinos (un montón) y alguno americano. Después de una buena ducha y descansar un poco salimos a dar una vuelta. El calor era insoportable, un calor húmedo que te hacía sudar al segundo de estar en la calle. Eso sí, hay vendedores de agua fresca cada pocos metros. Pekín es una ciudad (¡enorme!) que más que ciudad fue una experiencia para nosotros: el calor, las distancias, la cantidad de chinos (también hay muchísimo turismo interior que van a la capital), las prisas, el caos de tráfico (no respetan los semáforos ni los peatones ni los coches), lo pesados que se ponen a veces para que contrates un paseo en rickshaw tirado por bici o moto eléctrica (te lo ofrecen 20 veces en cada calle), el regateo, lo ruidoso de la ciudad (guías de grupos chinos por todas partes con altavoces, coches que te pitan cuando estás cruzando, gente que grita, altavoces que te dan la bienvenida a las tiendas, publicidad en el metro y en las calles...); chinos que te dan a sus hijos para hacerte una foto con ellos, o que te piden hacerse una foto contigo (supongo que serían chinos de zonas rurales que no han visto un occidental en persona en su vida); chinos que se cuelan en todas las filas (en el autobús, en la taquilla del metro, en la cola de embarque del avión); chinos haciendo tai chi en la calle, niños chinos preciosos, comida riquísima... Por todo esto digo que es una experiencia que hay que vivir al menos una vez en la vida. Llegamos a Tiananmen. Es la plaza urbana más grande del mundo; mide 800x500m, una pasada. Tardamos un buen rato en atravesarla porque íbamos parando para hacer fotos y algunos chinos nos iban parando a nosotros también para hacernos fotos con ellos o con sus hijos. Un enorme póster de Mao preside la plaza, al igual que una enorme bandera del país. Tras una buena caminata llegamos a nuestro destino para cenar: el restaurante Quanjude (calle Quianmen Dongdajie, al sur de Tiananmen); se dice que sirven el mejor pato laqueado de Pekín y había que probarlo. Pensábamos que iba a ser más “lujoso” y que tal vez no íbamos muy bien vestidos, pero nada más lejos de la realidad; había muchas familias y gente “normal” comiendo allí. Es un restaurante muy grande y hay unas cristaleras desde las que se ve la cocina. La carta está en inglés. Pedimos medio pato laqueado y el camarero nos dijo lo que teníamos que pedir: Los “crepes”, salsa de soja, verduras (¿apio?) y unas sopas y luego de entrantes pedimos unos “dumplings” (yo aquí los llamo “dim sum”) que son una especie de saquitos de pasta, tipo ravioli pero con otra forma, rellenos de verduras, carne, gambas...; queríamos rollitos, pero no nos dejó pedirlos, nos indicó que nos iba a traer otro plato que no llegamos a adivinar lo que era: unos trozos con sabor a pescado y textura algo dura, tipo cartílago, rodeados de una especie de cebolletas y con una salsa tipo gelatina. No estaba mal, en serio. De beber, cerveza. Cuando nos sirvieron, el camarero nos enseñó cómo se prepara el pato: con los palillos coges unos trozos de pato, los mojas en la salsa de soja y los pones en un “crepe”, le añades unas verduras y formas como un saquito o pañuelito con el “crepe” y te lo comes. El primero me lo preparó a mí, ¡menuda soltura tenía con los palillos! Nosotros lo intentamos y no se nos daba mal, aunque vimos algunos chinos que el “crepe” lo cerraban con las manos...jeje. Todo estaba exquisito, en serio, nada que ver con el arroz tres delicias que comemos en España; la comida china en China está riquísima. Durante toda la cena fuimos observados sin pudor por una señora china que se sentaba en la mesa de al lado; terminamos saludándola y todo. Al servirnos la comida nos habían dejado un tiket en la mesa, pero cuando fuimos a pagar nos trajeron otro ticket con los impuestos incluídos. Volvimos paseando pero no pudimos atravesar Tiananmen porque por la noche la cierran al público. Como las calles son tan anchas, para cruzar hay pasos subterráneos y los accesos a la plaza tenían una valla y un policía vigilando. Por cierto, que para entrar a Tiananmen, al igual que en el metro, también hay que pasar las mochilas por un arco. Llegamos al hotel más que cansados por todo lo que habíamos caminado ese día. Índice del Diario: Transmongoliano
01: Planificando el viaje
02: Presupuesto aproximado
03: Día 1: Moscú
04: Día 2: el primer tren. Camino de Ekaterimburgo
05: Día 3: Llegamos a Ekaterimburgo
06: Día 4: Ekaterimburgo
07: Días 5 y 6: Camino de Irkutsk
08: Día 7: Llegada a Irkutsk y Litsvyanka
09: Día 8: Litsvyanka
10: Día 9: Irkutsk y tren rumbo a Mongolia
11: Día 10: El paso de la frontera Ruso-Mongola
12: Día 11: Tour 1
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