EN CASO DE QUE FALLEN LOS ENLACES DE LAS FOTOS AQUÍ TENEIS UNA VERSION EN PDF
No teníamos puestas muchas expectativas en este día que nos parecía casi de relleno. El plan era subir a Húsavik para hacer un paseo en un barco de avistamiento de ballenas y luego parar a la vuelta en Godafoss. Lo de las ballenas pensábamos que probablemente sería el típico timo de mucho mar y poca ballena y lo hacíamos casi para que nuestro hijo disfrutara del paseo en barco y de paso viera alguna mancha negra a un kilómetro que el guía juraría que era un ballena. Pero estábamos terriblemente equivocados…
El día amaneció precioso y soleado y en una hora estábamos aparcados en Húsavik sacando nuestros tickets para el paseo. En el puerto hay dos empresas que se dedican al balleneo. Northsailing y Gentlegiants. Las dos ofrecen paseos estándar de 3 horas de duración por poco más de 50 euros/adulto y también excursiones más largas y caras. Se pueden reservar por internet pero de nuevo tampoco creo que merezca la pena. Elegimos North Sailing porque nos pareció más profesional y el barco más grande y creo que no nos equivocamos. Para empezar la chica de la cabina no nos cobró por el niño. Como curiosidad ofrecían Biodramina islandesa en jarabe sin cargo para el que lo quisiera.
Puerto de Húsavik *** Imagen borrada de Tinypic ***
Como teníamos media hora dimos una vueltecita por el pueblo que tiene una iglesia muy pintona de madera de principios del siglo XX (la Húsavíkurkirkja) y en un rato estábamos en el barco rumbo a mar abierto teleobjetivo en ristre y cargados de escepticismo (y con una Biodramina calzada por si las moscas).
Húsavik
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Aunque la temperatura era buena nos habían advertido que lleváramos ropa de abrigo e íbamos con todo. Además ofrecían un mono-manta impermeable para poner encima de la ropa que nos colocamos con gusto (también porque quedaba muy aventurero en la foto). El barco, un bonito velero a motor, salio de puerto y nos ofreció una maravillosa vista del pueblo mientras la guía nos explicaba qué ballenas íbamos a ver y cómo nos iba a señalar la dirección donde buscarlas mientras nos instruía sobre cómo vomitar apropiadamente en el baño en caso de necesidad para evitar que ella tuviera que limpiar la cubierta al finalizar el viaje.
Al poco rato nos dimos cuenta de que o nos quitábamos el mono o moriríamos de un golpe de calor. Supongo que en invierno es necesario pero ese día sobraba (no así el forro polar). No llevábamos ni 10 minutos en el barco cuando la guía-vigía empezó a cantar ballenas como si fuera un bingo. Inicialmente lejos a un kilómetro, manchas negras que resoplaban y se hundían para volver a aparecer a los pocos minutos a coger aire de nuevo. Las cámaras echaban humo y la excitación crecía por momentos. Pero poco a poco las ballenas comenzaron a aparecer más cerca. Y entre las ballenas, frailecillos que levantaban el vuelo asustados. Y empezamos a darnos cuenta de que nos íbamos a hartar de cetáceos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El ritmo de foto comenzó a decrecer a medida que las ballenas empezaban a aparecer cada vez más cerca, prácticamente al lado del barco. Tuvimos una nadando junto a nosotros a unos 10 metros nada más durante sus buenos 10 minutos con 3 zambullidas incluídas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tengo fotos de los orificios por donde respiran con un nivel de detalle alucinante .
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Y a lo largo de las 3 horas de viaje no dejamos de ver ballenas, la mayoría jorobadas pero también alguna de otra especie. Si no vimos treinta ballenas, no vimos ninguna.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nuestro hijo lo disfruto con mucha intensidad, subido a la torre de la cabina del barco junto a la vigía. Sin embargo a partir de mitad de viaje decidió entregarse a los somnolientos efectos secundarios de la Biodramina que le habíamos administrado y se paso el resto del viaje dormitando. Y encima nadie se mareó y el viaje fue supersuave con lo que la Biodramina sobraba (imagino que con mal tiempo la cubierta no acabaría tan limpia).
Otro de los grandes alicientes del paseo es el paisaje con vistas espectaculares de montañas nevadas con las laderas cubiertas de flores moradas cayendo hacia el mar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Además el barco sale casi a mar abierto y alcanza una latitud por encima de los 66º muy cerca del círculo polar ártico. De hecho desde el barco se intuía la isla de Grimsey, la única parte del país por encima del círculo polar. Al finalizar el viaje nos invitaron a un chocolate caliente con un bollo pedregoso. En definitiva, que disfrutamos como enanos y tuvimos que deglutirnos nuestro escepticismo inicial junto con el bollo. Así que con buen tiempo, os lo recomendamos a todos encarecidamente, es uno de los must de Islandia.
Una vez en el puerto eran ya las 2 de la tarde por lo que cogimos unas bebidas y unos perritos calientes de un puesto callejero y comimos sentados en unos bancos deleitándonos con las vistas. Justo al lado del puerto está el Museo de las Ballenas que por un módico precio (1250 ISK adulto / 500 ISK niño) ofrece mucha información sobre estos animales y la historia de su caza y muestra una impresionante colección de esqueletos de ejemplares de distintas especies que hacen las delicias de niños y adultos. La visita dura unos 45 minutos y tiene una tienda de recuerdos muy bien surtida.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Después nos encaminamos de vuelta a Akureyri por la 85 y luego cogimos la 1 con la idea de parar a ver la Godafoss. Se puede llegar en coche por el margen derecho hasta casi la cascada pero nosotros cruzamos el puente y aparcamos en un pequeño aparcamiento junto a una cafetería-tienda. Desde allí cruzando otro puente peatonal hay un corto paseo de 1 km por el borde derecho del río hasta llegar a la base de la cascada. Esta catarata no es muy alta ni ensordecedora ni impetuosa pero en nuestra opinión es la más bella de la isla.
Godafoss *** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La catarata de los dioses esta formada por dos cataratas semicirculares separadas por un peñasco que arrojan sus aguas desde el campo de basalto por el que discurre a un pequeño lago circular.
Estuvimos un rato disfrutando del espectáculo y emprendimos la vuelta hacia el coche y hacia Akureyri un poco más pronto de lo habitual porque teníamos un plan especial.
Junto a nuestro hotel estaban las piscinas municipales de la ciudad que disponían de un tobogán gigante por el que se deslizaban los locales con gritos de felicidad que habían despertado durante dos días la envidia de nuestro hijo. Así que cogimos toalla y bañador, dejamos a su madre en el hotel haciendo cosas de chicas y tras pagar poco más de 500 ISK y pasar por el ritual de ducha desnudos previa a la entrada en la zona de baños, allí que nos vimos padre e hijo dándolo todo. El complejo disponía de minigolf, bar, gimnasio, sauna, baño de vapor, zona de chorros termales y tres piscinas de agua caliente, además del tobogán kilométrico. Durante una hora mi hijo se pudo tirar más de 30 veces por el tobogán e incluso con su inglés rudimentario se permitió el lujo de animar a un rubicundo islandés que se hacía el remolón en la cola con un “vamoooos, gooooou” con acento madrileño. Disfrutó más que en todo el resto del viaje y a mi también me gustó la inmersión en un auténtico ambiente islandés no turístico.
Una vez duchados nos apetecía un poco de comida internacional así que fuimos a cenar a un italiano llamado La vita e bella junto al Bautinn (luego nos enteramos que eran de la misma propiedad). Agradable sin sorpresas y sin nada que destacar.
Kilometros recorridos: 190 km
Alojamiento: Icelandair Hotel Akureyri. (3ª noche).