Tras otro inmejorable desayuno en el jardín, cambiamos un poco los planes ya que el día amaneció soleado, por lo que decidimos ir primero a Hallstatt para verlo con ese tipo de luz,
leímos en varios sitios que es la mejor forma de verlo. Nada más llegar atravesamos el pueblo haciéndonos fotos en sus aun tranquilas calles,
era muy temprano todavía, cruzamos el pueblo de punta a punta y sacamos una gran cantidad de fotos,
visitamos sus dos iglesias, por dentro bonitas sin más, recorrimos todo el pueblo dando un agradable paseo acabando de nuevo en la plaza, que pudimos fotografiar sin gente y sin ningún coche, algo muy difícil.
Fuimos de los primeros ese día en alquilar una barca eléctrica (no contaminan) para recorrer el lago.
A toda el que pueda le recomendamos esta opción ya que las fotos y las vistas que logras desde la embarcación son inmejorables.
Estuvimos una hora navegando por el lago por 12€,
para mi novia esto fue de lo mejor del viaje, le encanto este pueblo y el tiempo que pasamos en él.
Tras el rato en la barca, salimos dirección la carretera de los lagos. Nuestra primera parada fue St. Gilgen, aunque nuestra primera intención era coger un barco por el lago y llegar primero a St Wolfgang, uno de los pueblos de la zona, nos decidimos por aprovechar el día que no estaba muy nublado para subir en el funicular Zwölferhorn en St Gilgen desde donde se obtienen las mejores vistas de las montañas de la región y tienes la posibilidad de ver siete lagos desde un enclave privilegiado y del Macizo de Dachstein.
Desde la cima a 1476 metros se pueden realizar diversos recorridos. El funicular costaba 20€ por persona, nosotros gratis con la tarjeta. Aparcamos junto al funicular y fue la primera vez que utilizamos los famosos relojes donde indicas la hora a la que has llegado y tienes un límite de tiempo. Nos montamos y llegamos a la cima en unos 15 minutos aproximadamente. Las vistas son impresionantes se aprecian la mayoría de lagos de la región y el precioso entorno verde que los rodea.
Estuvimos un rato caminando por la cima y luego bajamos de nuevo al pueblo. Paseamos hasta el ayuntamiento
y de aquí a una especie de playa a orillas del lago Wolfgangsee.
Este lago tiene11 kilómetros de largo y hasta dos kilómetros y medio el amplio esta localizado en la frontera del norte de Alpes a 539 metros por encima del nivel de mar. El lago llega a los 114 metros de hondo y cubre un área de 13,5 kilómetros cuadrados. Se suponía que entraba con la tarjeta pero la entrada era libre, íbamos a bañarnos un rato cuando empezó a chispear, con lo que decidimos continuar el camino y visitar otros lagos. Fuimos al Mondsee el lago más templado del Salzkammergut (hasta 27ºC), lo recorrimos en coche bordeando su orilla, hasta que paramos en un pequeño claro desde donde se podía apreciar todo el lago, nos encanto el lugar.
La siguiente parada fue el pequeño Krotensee un pequeño lago que debido a la espesa vegetación que lo rodea parecía tener sus limpias aguas de un color casi negro, había una zona de césped para estar tranquilamente tumbado, disfrutando del lugar.
De aquí continuamos hasta el Fuschlsee cuya superficie es aproximadamente 2.7kilómetros ² y su profundidad máxima es 66 metros. Al ver la otra playa que nos entraba gratuita con la tarjeta nos dio rabia porque deberíamos haber llegado con más tiempo aquí para pasar un rato más grande en esta playa que incluso tenía toboganes.
Esta zona es muy bonita y aconsejable hacerla en un día de sol para aprovechar al máximo el día y darte unos cuantos baños en uno de sus múltiples lagos. Tras esta parada nuestro siguiente destino fue la ciudad de Salzburgo. Aparcamos en un parking junto al palacio de Mirabell, fue de los más caros del viaje. Lo primero que hicimos fue visitar los bonitos jardines del palacio, donde se rodaron escenas de la famosa película sonrisas y lagrimas.
Destacaban algunas de sus fuentes y coloridas flores,
pero sobretodo el fabuloso jardín de rosas, junto a la fachada del palacio.
Continuamos cruzando el río Salzach y llegando al centro histórico de esta ciudad. Recorrimos la Getreidegasse, calle repleta de tiendas y muy fotografiada por sus famosos carteles y siempre abarrotada de gente.
Esta primera toma de contacto con Salzburgo era para pasear con tranquilidad por la ciudad y adelantar algunas cosas para el día que luego íbamos a pernoctar en la ciudad. Luego paseamos por todos los puntos emblemáticos de la ciudad que ya explicaremos en otro día posterior con más calma. La primera impresión que nos causo la ciudad fue inmejorable, decidimos subir a la colina Mönchsberg desde donde leímos que se tienen unas preciosas vistas de la ciudad, en esta ocasión pagamos los 3.20€ de la entrada para subir al ascensor que te lleva al mirador. Las vistas son las más espectaculares de la ciudad para nosotros, se ve toda la ciudad cruzada por el río,
los muchos monumentos de la ciudad y de forma privilegiada la famosa fortaleza uno de los símbolos de Salzburgo.
Tras bajar del mirador fuimos a cenar al Sternbräu, sitio que ya conocíamos de Viena. Es un lugar típico, cenamos en uno de sus enormes patios, pedimos el tradicional Wiener Schnitzel, filete empanado gigante, y un codillo de cerdo que estaba para chuparse los dedos.
Tras llenar el estomago dimos otro pequeño paseo por la ciudad y al poco rato cogimos el coche y tras unos 80 minutos llegamos a nuestra buhardilla para dormir, que el día había sido intenso.
leímos en varios sitios que es la mejor forma de verlo. Nada más llegar atravesamos el pueblo haciéndonos fotos en sus aun tranquilas calles,
era muy temprano todavía, cruzamos el pueblo de punta a punta y sacamos una gran cantidad de fotos,
visitamos sus dos iglesias, por dentro bonitas sin más, recorrimos todo el pueblo dando un agradable paseo acabando de nuevo en la plaza, que pudimos fotografiar sin gente y sin ningún coche, algo muy difícil.
Fuimos de los primeros ese día en alquilar una barca eléctrica (no contaminan) para recorrer el lago.
A toda el que pueda le recomendamos esta opción ya que las fotos y las vistas que logras desde la embarcación son inmejorables.
Estuvimos una hora navegando por el lago por 12€,
para mi novia esto fue de lo mejor del viaje, le encanto este pueblo y el tiempo que pasamos en él.
Tras el rato en la barca, salimos dirección la carretera de los lagos. Nuestra primera parada fue St. Gilgen, aunque nuestra primera intención era coger un barco por el lago y llegar primero a St Wolfgang, uno de los pueblos de la zona, nos decidimos por aprovechar el día que no estaba muy nublado para subir en el funicular Zwölferhorn en St Gilgen desde donde se obtienen las mejores vistas de las montañas de la región y tienes la posibilidad de ver siete lagos desde un enclave privilegiado y del Macizo de Dachstein.
Desde la cima a 1476 metros se pueden realizar diversos recorridos. El funicular costaba 20€ por persona, nosotros gratis con la tarjeta. Aparcamos junto al funicular y fue la primera vez que utilizamos los famosos relojes donde indicas la hora a la que has llegado y tienes un límite de tiempo. Nos montamos y llegamos a la cima en unos 15 minutos aproximadamente. Las vistas son impresionantes se aprecian la mayoría de lagos de la región y el precioso entorno verde que los rodea.
Estuvimos un rato caminando por la cima y luego bajamos de nuevo al pueblo. Paseamos hasta el ayuntamiento
y de aquí a una especie de playa a orillas del lago Wolfgangsee.
Este lago tiene11 kilómetros de largo y hasta dos kilómetros y medio el amplio esta localizado en la frontera del norte de Alpes a 539 metros por encima del nivel de mar. El lago llega a los 114 metros de hondo y cubre un área de 13,5 kilómetros cuadrados. Se suponía que entraba con la tarjeta pero la entrada era libre, íbamos a bañarnos un rato cuando empezó a chispear, con lo que decidimos continuar el camino y visitar otros lagos. Fuimos al Mondsee el lago más templado del Salzkammergut (hasta 27ºC), lo recorrimos en coche bordeando su orilla, hasta que paramos en un pequeño claro desde donde se podía apreciar todo el lago, nos encanto el lugar.
La siguiente parada fue el pequeño Krotensee un pequeño lago que debido a la espesa vegetación que lo rodea parecía tener sus limpias aguas de un color casi negro, había una zona de césped para estar tranquilamente tumbado, disfrutando del lugar.
De aquí continuamos hasta el Fuschlsee cuya superficie es aproximadamente 2.7kilómetros ² y su profundidad máxima es 66 metros. Al ver la otra playa que nos entraba gratuita con la tarjeta nos dio rabia porque deberíamos haber llegado con más tiempo aquí para pasar un rato más grande en esta playa que incluso tenía toboganes.
Esta zona es muy bonita y aconsejable hacerla en un día de sol para aprovechar al máximo el día y darte unos cuantos baños en uno de sus múltiples lagos. Tras esta parada nuestro siguiente destino fue la ciudad de Salzburgo. Aparcamos en un parking junto al palacio de Mirabell, fue de los más caros del viaje. Lo primero que hicimos fue visitar los bonitos jardines del palacio, donde se rodaron escenas de la famosa película sonrisas y lagrimas.
Destacaban algunas de sus fuentes y coloridas flores,
pero sobretodo el fabuloso jardín de rosas, junto a la fachada del palacio.
Continuamos cruzando el río Salzach y llegando al centro histórico de esta ciudad. Recorrimos la Getreidegasse, calle repleta de tiendas y muy fotografiada por sus famosos carteles y siempre abarrotada de gente.
Esta primera toma de contacto con Salzburgo era para pasear con tranquilidad por la ciudad y adelantar algunas cosas para el día que luego íbamos a pernoctar en la ciudad. Luego paseamos por todos los puntos emblemáticos de la ciudad que ya explicaremos en otro día posterior con más calma. La primera impresión que nos causo la ciudad fue inmejorable, decidimos subir a la colina Mönchsberg desde donde leímos que se tienen unas preciosas vistas de la ciudad, en esta ocasión pagamos los 3.20€ de la entrada para subir al ascensor que te lleva al mirador. Las vistas son las más espectaculares de la ciudad para nosotros, se ve toda la ciudad cruzada por el río,
los muchos monumentos de la ciudad y de forma privilegiada la famosa fortaleza uno de los símbolos de Salzburgo.
Tras bajar del mirador fuimos a cenar al Sternbräu, sitio que ya conocíamos de Viena. Es un lugar típico, cenamos en uno de sus enormes patios, pedimos el tradicional Wiener Schnitzel, filete empanado gigante, y un codillo de cerdo que estaba para chuparse los dedos.
Tras llenar el estomago dimos otro pequeño paseo por la ciudad y al poco rato cogimos el coche y tras unos 80 minutos llegamos a nuestra buhardilla para dormir, que el día había sido intenso.