A las 3 de la madrugada estaba con los ojos como platos, pero aguanté en la cama hasta las siete, pleno día ya allí, pues amanece sobre las seis. La mañana se presenta soleada y hace calor, pero ni mucho menos resulta sofocante, y tampoco se nota una humedad exagerada.
Dejamos una propina a la limpiadora con una nota para que no abra las mosquiteras. De momento, ni se ven ni se sienten los mosquitos, así que no enchufo el aparato eléctrico que había traído. Por si acaso, me pongo un poco de repelente y salimos hacia el lobby del Colonial, donde era la reunión informativa.Desde nuestra villa, o vas caminando o hay que coger dos trenes: uno hasta el lobby del Riviera, es más pequeño, de color blanco y une las villas de Riviera y White Sand con los lobbies de estos hoteles que están pegados él uno al otro. Allí, otro más grande, de colores, que une los lobbies de los cuatro hoteles entre sí (no menciono las Suites porque tiene un sistema especial). Este es el tren que une los lobbies.
Dejamos una propina a la limpiadora con una nota para que no abra las mosquiteras. De momento, ni se ven ni se sienten los mosquitos, así que no enchufo el aparato eléctrico que había traído. Por si acaso, me pongo un poco de repelente y salimos hacia el lobby del Colonial, donde era la reunión informativa.Desde nuestra villa, o vas caminando o hay que coger dos trenes: uno hasta el lobby del Riviera, es más pequeño, de color blanco y une las villas de Riviera y White Sand con los lobbies de estos hoteles que están pegados él uno al otro. Allí, otro más grande, de colores, que une los lobbies de los cuatro hoteles entre sí (no menciono las Suites porque tiene un sistema especial). Este es el tren que une los lobbies.
Lobby del Colonial.
Desayunamos en el buffet La Hacienda, que tiene de todo. El café te lo sirven en la mesa en unos tazones enormes, jeje. El desayuno muy variado, lo mejor para mi las jarras de mezclas de zumos recién exprimidos y las tortillas hechas en el momento con los ingredientes que eliges.
En la famosa reunión, un representante de Pullmantur, de cuyo nombre prefiero no acordarme, nos dio el teléfono del médico, la hora de recogida el día de la salida y nos dijo que en el TI estaban incluidas las propinas. Después empezó el repertorio de intimidaciones y aseveraciones cuando menos grotescas sobre los enormes peligros que afrontaríamos si osábamos salir solos del hotel, sin la vital asistencia de Pullmantur. Señaló que sus seguros no cubrían incidentes con coches de alquiler, actividades de riesgo y las compras en Playa del Carmen. Elemental, hombre, el coche de alquiler lleva seguro, las actividades de riesgo nunca están cubiertas, y las compras en Playa del Carmen… si me dan alpaca por plata se supone que no voy a reclamar a Pullmantur. ¡Valientes chorradas! No voy a incidir más sobre esta cuestión porque me dio vergüenza ajena el límite al que se llegó, esgrimiendo incluso el nombre de una agencia muy conocida y bastante bien valorada en el foro, acusándola de extorsión a unos clientes la semana anterior (qué casualidad), pasando por chicas secuestradas por un taxista recomendado que no habían vuelto a aparecer, turistas que alquilaban coche y acababan detenidos por la policía e internados en cárceles inmundas de las que nunca salían, viajeros estafados en sus compras, carreteras mal construidas en las que se producían miles de accidentes diarios… Vamos, que en vez del paraíso parecía que habíamos aterrizado en el infierno… si desistíamos de la tutela de Pullmantur, sus excursiones, sus conductores, sus guías y sus autocares, que al parecer estaban exentos de cualquier riesgo. Cuando pasaron la lista de precios, casi soltamos una carcajada pues son absurdamente caros, y las rutas están tan mal diseñadas para el cliente (no para la operadora, claro) que no le quedaría ni un minuto del día libre para estar en el hotel, además de gastar varios cientos de euros por cabeza, en fin, no sigo. Comprendo que tienen que curarse en salud por si ocurre algo y que la competencia es dura, que los paquetes de viajes tienen precios ajustados y que, quizás para compensarlo, han optado por una táctica agresiva a fin de captar gente a toda costa para sus excursiones, pero aquello era demasiado, así que hartos de tantas exageraciones (argumentales y crematísticas), nos fuimos a disfrutar de nuestras vacaciones.
Buena parte de la mañana la pasamos recorriendo el complejo, que es enorme. Visitamos a los flamencos (estaban en una sola zona, la otra destinada a ellos estaba vacía, supongo que por mantenimiento):
En la famosa reunión, un representante de Pullmantur, de cuyo nombre prefiero no acordarme, nos dio el teléfono del médico, la hora de recogida el día de la salida y nos dijo que en el TI estaban incluidas las propinas. Después empezó el repertorio de intimidaciones y aseveraciones cuando menos grotescas sobre los enormes peligros que afrontaríamos si osábamos salir solos del hotel, sin la vital asistencia de Pullmantur. Señaló que sus seguros no cubrían incidentes con coches de alquiler, actividades de riesgo y las compras en Playa del Carmen. Elemental, hombre, el coche de alquiler lleva seguro, las actividades de riesgo nunca están cubiertas, y las compras en Playa del Carmen… si me dan alpaca por plata se supone que no voy a reclamar a Pullmantur. ¡Valientes chorradas! No voy a incidir más sobre esta cuestión porque me dio vergüenza ajena el límite al que se llegó, esgrimiendo incluso el nombre de una agencia muy conocida y bastante bien valorada en el foro, acusándola de extorsión a unos clientes la semana anterior (qué casualidad), pasando por chicas secuestradas por un taxista recomendado que no habían vuelto a aparecer, turistas que alquilaban coche y acababan detenidos por la policía e internados en cárceles inmundas de las que nunca salían, viajeros estafados en sus compras, carreteras mal construidas en las que se producían miles de accidentes diarios… Vamos, que en vez del paraíso parecía que habíamos aterrizado en el infierno… si desistíamos de la tutela de Pullmantur, sus excursiones, sus conductores, sus guías y sus autocares, que al parecer estaban exentos de cualquier riesgo. Cuando pasaron la lista de precios, casi soltamos una carcajada pues son absurdamente caros, y las rutas están tan mal diseñadas para el cliente (no para la operadora, claro) que no le quedaría ni un minuto del día libre para estar en el hotel, además de gastar varios cientos de euros por cabeza, en fin, no sigo. Comprendo que tienen que curarse en salud por si ocurre algo y que la competencia es dura, que los paquetes de viajes tienen precios ajustados y que, quizás para compensarlo, han optado por una táctica agresiva a fin de captar gente a toda costa para sus excursiones, pero aquello era demasiado, así que hartos de tantas exageraciones (argumentales y crematísticas), nos fuimos a disfrutar de nuestras vacaciones.
Buena parte de la mañana la pasamos recorriendo el complejo, que es enorme. Visitamos a los flamencos (estaban en una sola zona, la otra destinada a ellos estaba vacía, supongo que por mantenimiento):
Saludamos a los cocodrilos:
Y fuimos encontrando a estos simpáticos habitantes del complejo:
Con éste nos topamos en el mismo jardín de nuestra villa:
En algunos estanques, se puede dar de comer a los peces con un pienso especial que no engorda, menos mal porque están como bolas, no sé si alguno acabará en el buffet, jeje. Quien lo tiene crudo es la pobre tortuga, no es extraño que tenga esa cara de enfado:
Vimos las piscinas con sus tumbonas húmedas. Hay piscinas enormes para todos:
Y otras más pequeñas, escondidas e íntimas para adultos):
Descubrimos los senderos entre la frondosa vegetación, algunos con techados de paja que protegen del sol, muy útiles para acortar las caminatas en los lobbies y las villas:
Cruzamos puentes que nos dejaban estos bonitos panoramas:
Dimos un completo paseo por la playa, salimos de los límites del complejo y llegamos hasta el siguiente hotel, pasando por una zona con estructuras en desuso (¿un antiguo hotel o chiringuito?), que se vislumbran entre una espectacular vegetación, cuyo acceso está cortado por unas cuerdas.
Hay que reconocer que la playa en cuestión de baño no es de lo mejor. Salvo una zona, frente al bar “La Jarra”, tiene un escalón, hay algunas piedras y arrecife muerto que te fastidia un poco los pies al meterte en el agua si no llevas escarpines o chanclas. Al fin entendí por qué en la cámara web en vivo siempre aparecen las cabezas juntas en el mismo sitio, jeje. Pero tampoco hay que exagerar: no se trata de una playa de piedras sino que hay algunas sueltas y coral muerto, pero te puedes bañar, naturalmente; y para tomar el sol, pasear o hacer algo de snorkel está bastante bien.
Además, ¿quién se resiste a darse un baño en aguas de estos colores?
En la zona más cercana al Riviera hay arrecife y el paisaje se vuelve más salvaje y solitario y también más bonito para mi gusto.
Además, te encuentras con estos simpáticos pescadores:
Terminamos la mañana con un baño en la piscina de agua salada “Las Rocas”, para después saborear unos cócteles, contemplando el mar turquesa desde las tumbonas. ¡Esto es vida!
Después de comer en el buffet Kebah, nos dispusimos a afrontar nuestro primer y, según algunos, “peligroso” desafío fuera del hotel. Habíamos cambiado unos pocos euros en el lobby para tener algo suelto, pero 14,20 pesos por euro era un mal negocio, así que valía la pena desplazarse y, de paso, echar un vistazo por Playa del Carmen.
Una de las ventajas de Palladium es que está junto a la carretera general, tres minutos andando desde el lobby del Colonial, aunque ir desde nuestra villa al lobby del Colonial era otro cantar, así que lo tomamos con filosofía, alternando paseos y trenecitos, aunque en ciertos momentos se añora la reserva hecha en el Colonial. A esto me referiré al final.
Nada más salir del complejo (no hay que cruzar la carretera para ir hacia Playa del Carmen), ya había una van (transporte colectivo en el que se mueven turistas y lugareños) haciéndonos señas. Subimos y empezamos a conocer lo que es viajar en van. Esa primera experiencia fue realmente excitante, jajaja. A velocidad supersónica, rechinando los frenos y hasta dando marcha atrás en la carretera cuando era menester para dejar y recoger a los clientes, jejeje. Sin embargo, no daba sensación de inseguridad, no sé, más bien resultaba curioso y divertido, se notaba que están habituados a hacerlo y no tienes sensación de peligro, de que vaya a haber un accidente o algo así. El trayecto desde Palladium a Playa del Carmen y viceversa cuesta 35 pesos, precio cerrado -hay carteles con las tarifas-, y se tarda unos veinte minutos.
En Playa del Carmen paran a un par de manzanas (“cuadras”) de la famosa 5ª Avenida, plagada de tiendas, bares, restaurantes y demás, por la que pululan todo tipo de personajes lugareños y foráneos. Eran las 16:30, aún de día, y al enfilar la calle nos empiezan a llamar los comerciantes para ver sus tiendas. Pero no te agobian, por lo menos no sentí el agobio físico de Egipto o Túnez, por ejemplo. Los bancos estaban cerrados, así que miramos en las casas de cambio. En las de la 5ª Avenida casi todas ofrecían 15,80 pesos por euro. Llegamos hasta una iglesia blanca y poco después vimos a la izquierda una calle que baja al puerto de donde zarpan los barcos para Cozúmel. Allí daban 16,00 pesos por euro y no buscamos más. Volvimos a la 5ª Avenida y seguimos paseando otro rato. Ya de noche, el ambiente se vuelve más de café y coctel. Compré repelente de mosquitos en crema OFF y bloqueador solar ecológico en un supermercado (aún sin regatear, sale más barato que en España).
Una de las ventajas de Palladium es que está junto a la carretera general, tres minutos andando desde el lobby del Colonial, aunque ir desde nuestra villa al lobby del Colonial era otro cantar, así que lo tomamos con filosofía, alternando paseos y trenecitos, aunque en ciertos momentos se añora la reserva hecha en el Colonial. A esto me referiré al final.
Nada más salir del complejo (no hay que cruzar la carretera para ir hacia Playa del Carmen), ya había una van (transporte colectivo en el que se mueven turistas y lugareños) haciéndonos señas. Subimos y empezamos a conocer lo que es viajar en van. Esa primera experiencia fue realmente excitante, jajaja. A velocidad supersónica, rechinando los frenos y hasta dando marcha atrás en la carretera cuando era menester para dejar y recoger a los clientes, jejeje. Sin embargo, no daba sensación de inseguridad, no sé, más bien resultaba curioso y divertido, se notaba que están habituados a hacerlo y no tienes sensación de peligro, de que vaya a haber un accidente o algo así. El trayecto desde Palladium a Playa del Carmen y viceversa cuesta 35 pesos, precio cerrado -hay carteles con las tarifas-, y se tarda unos veinte minutos.
En Playa del Carmen paran a un par de manzanas (“cuadras”) de la famosa 5ª Avenida, plagada de tiendas, bares, restaurantes y demás, por la que pululan todo tipo de personajes lugareños y foráneos. Eran las 16:30, aún de día, y al enfilar la calle nos empiezan a llamar los comerciantes para ver sus tiendas. Pero no te agobian, por lo menos no sentí el agobio físico de Egipto o Túnez, por ejemplo. Los bancos estaban cerrados, así que miramos en las casas de cambio. En las de la 5ª Avenida casi todas ofrecían 15,80 pesos por euro. Llegamos hasta una iglesia blanca y poco después vimos a la izquierda una calle que baja al puerto de donde zarpan los barcos para Cozúmel. Allí daban 16,00 pesos por euro y no buscamos más. Volvimos a la 5ª Avenida y seguimos paseando otro rato. Ya de noche, el ambiente se vuelve más de café y coctel. Compré repelente de mosquitos en crema OFF y bloqueador solar ecológico en un supermercado (aún sin regatear, sale más barato que en España).
Sobre las 7 de la tarde, cogemos otra van y volvemos al hotel. Me tocó ir en adelante, en el asiento del centro junto al conductor y creí ver una velocidad de ciento y pico cuando el límite era de 80, igual me lo imaginé,
Queríamos cenar en algún restaurante temático, preferiblemente en El Dorado, especializado en carnes, pero el modo de acceso que han ideado es un tanto absurdo en mi opinión. Que no haya reservas anticipadas, en vez de una ventaja es un inconveniente pues con la reserva in situ (te van dando mesa según llegas, lo que puede tardar un minuto o dos horas), nunca sabes a qué hora vas a poder cenar si es que al final puedes cenar no ya en el restaurante que quieres si no en algún otro cercano; además, como los caballeros tienen que llevar pantalón largo, hay que estar ataviado de antemano, lo que obliga a pasar previamente por la habitación y al final igual te toca ir al buffet. Valga este ejemplo: regresamos de Playa del Carmen un poco pillados de tiempo, cogemos un tren hasta el lobby del Riviera, otro hasta nuestra villa, nos cambiamos de ropa y volvemos al lobby del Colonial tomando otros dos trenes; intentamos entrar en “El Dorado”, nos ofrecen para hora y media después (10:15 de la noche) y en el “Mare Nostrum” para las 10. Imposible pues al día siguiente teníamos que madrugar. Al final, terminamos en el Sumptuori donde nos citaron en 15 minutos. Otra noche fue peor, no pudimos acoplarnos en ninguno y tuvimos que ir al buffet. Un lío, este sistema. Por lo demás, nos dejamos aconsejar por nuestro camarero en el japonés y la cena no estuvo mal, aunque no era la comida que más nos apetecía.
De vuelta a la habitación, parada obligada en el teatro del Riviera para ver el espectáculo nocturno: nos gustó mucho el show de homenaje al rock: los bailarines, muy buenos realmente. Hay que reconocer que las mejores actuaciones se dan en el teatro del Riviera.
De vuelta a la habitación, parada obligada en el teatro del Riviera para ver el espectáculo nocturno: nos gustó mucho el show de homenaje al rock: los bailarines, muy buenos realmente. Hay que reconocer que las mejores actuaciones se dan en el teatro del Riviera.