Este día no salimos del hotel, lo cual no supone ni mucho menos estar ocioso. Cuando volvíamos de desayunar en el buffet Kebah, entre la maraña de senderos por la que nos volvimos a perder, encontramos el cartel de uno de los cenotes escondidos del Palladium, chiquitito pero muy chulo, más de lo que se ve en las fotos. Hay que verlo con sol, si no apenas se aprecia.
Y muy cerca estaba otro; y al lado, un tercero. No sé si hay más.
Después quisimos subir en catamarán, pero el monitor nos dijo que daban cursos de iniciación por 40 dólares. Mi marido tiene título de navegación y no necesita curso; entonces, nos puso pegas, y que había que reservar con un día de antelación, de 9 de la mañana a 4 de la tarde, con lo que se nos dio la situación absurda de tener que renunciar a la actividad porque habíamos contratado las excursiones en días alternos y nos resultaba imposible reservar para el día siguiente en ese horario y tampoco nos dejaban ir el mismo día o reservar para dos días más tarde. ¿Contratando el curso de iniciación estas pegas hubieran desaparecido? No quiero pensar mal.
A media mañana, mientras mi marido dormitaba en una tumbona, fui a explorar, en busca de lugares recónditos que aún no había pateado y di un paseo en la barca que recorre el lago artificial que rodea los lobbys del Riviera, White Sand y las Suites Yucatán. Bonitas vistas y charla agradable con el barquero (bueno, éste no era el barquero, jeje).
A media mañana, mientras mi marido dormitaba en una tumbona, fui a explorar, en busca de lugares recónditos que aún no había pateado y di un paseo en la barca que recorre el lago artificial que rodea los lobbys del Riviera, White Sand y las Suites Yucatán. Bonitas vistas y charla agradable con el barquero (bueno, éste no era el barquero, jeje).
Preciosas vistas de las Royal Suites, aunque como todo en la vida, también hay algún pequeño inconveniente, parece que los mosquitos están muy al acecho tan cerca del lago, sobre todo al atardecer.
Luego, baño en la piscina del Riviera. El agua estaba más fría que en “Las Rocas”, pero era tonificante, igual que los jacuzzi que hay entre las columnas. Además, reservé la excursión a la discoteca Coco Bongo en la caseta de animación de la piscina. Dudaba entre el jueves o el sábado, al final me decidí por el sábado y me lo dejaron al mismo precio que el jueves: 60 dólares, con acceso rápido, barra libre y traslados ida y vuelta en autobús desde el hotel. Ojo, no hay reembolso si al final no puedes o no quieres ir.
Comimos en el restaurante “La Laguna”, el buffet de la piscina donde puedes estar en bañador, menos surtido que el Kebah, pero cumple; y cuidado con los pájaros negros que si te descuidas te limpian la mesa de comida antes de que la pruebes,
Sobre las 4 fui a la playa, estuve caminando casi hora y media y saque unas bonitas fotos del atardecer más que de la puesta de sol, ya que por la situación del complejo, el sol no se ve ponerse. Recomiendo a todo el mundo estos paseos al atardecer por la playa, apenas hay gente y la decreciente luz transforma el paisaje dándole un encanto mágico. Bueno, al menos a mi me lo parece.
Comimos en el restaurante “La Laguna”, el buffet de la piscina donde puedes estar en bañador, menos surtido que el Kebah, pero cumple; y cuidado con los pájaros negros que si te descuidas te limpian la mesa de comida antes de que la pruebes,
Sobre las 4 fui a la playa, estuve caminando casi hora y media y saque unas bonitas fotos del atardecer más que de la puesta de sol, ya que por la situación del complejo, el sol no se ve ponerse. Recomiendo a todo el mundo estos paseos al atardecer por la playa, apenas hay gente y la decreciente luz transforma el paisaje dándole un encanto mágico. Bueno, al menos a mi me lo parece.
Por la tarde, intentamos jugar en el mini golf, pero estaba ocupado, así que fuimos al SPA y reservamos (con cargo) unos masajes para el viernes por la tarde; después un ratito de relax en el jacuzzi de la habitación. A las 20:30 habíamos quedado con los otros foreros para la barbacoa en la playa. Fue muy gracioso, las sillas de plástico vestidas con unas historiadas telas blancas con lazos. Estuvo mejor el ambiente que la comida, y sobre todo lo que nos reímos con el vino que nunca llegó, los cafés con leche que no tenían leche, y los descafeinados que eran descafeinados según el camarero pero que solo tenían leche sin “descafé”, claro por eso no quitarían el sueño, jajaja. Pero el camarero era encantador, muy servicial y sonriente, insistiendo con “qué más les puedo ofrecer”, así que no pudimos por menos que perdonarle esos fallitos. Lo pasamos muy bien. Después, unos cócteles y espectáculo en el teatro del Riviera.