A la carrera y, la verdad, con muy pocas ganas, nos cambiamos y vamos a cenar al buffet del Colonial, ya que a las 9:45 nos espera en el lobby el autobús para llevarnos a la discoteca. Entre recoger gente y demás, llegamos a Playa del Carmen poco antes las 11 de la noche, y nos toca hacer unos minutos de cola en la calle. Así que, los que vayáis por libre, tenéis que estar pronto para pillar buen sitio.
Cuando abren, entramos relativamente rápido, te cachean y te miran el bolso. Hay… no sé… ¿tres, cuatro mil personas... o más? Hay un escenario elevado y pantallas a los lados, rodeado por gradas y balconadas donde está la multitud. Nos llevan a un supuesto reservado, que consiste en un banco pegado a la pared con un par de mesas, pero delante, la balconada está llena de gente y como no te encarames encima del banco, no ves nada. No recuerdo qué hora era exactamente cuando empezó el show, ¿las once o las once y media?
El espectáculo dura hasta cerca de las tres y media de la madrugada, así que tenemos más de cuatro horas por delante, no sabemos si vamos a aguantar... en pie y ¡de pie! con el día que habíamos tenido. Lo primero, hay que posicionarse para ver lo más posible, aguantando algún que otro empujón y con una marabunta de gente bailando y cantando, que no para de moverse de un lado a otro, cosa lógica pues estamos en una discoteca.
Los números musicales se suceden, algunos son realmente buenos con actuaciones de cantantes y bailarines en vivo apoyados por las pantallas gigantes de vídeo y efectos espectaculares (humo, caen cientos de globos, confeti y los bailarines aparecen de cualquier parte, hasta colgando del techo). Me gusta especialmente, el dedicado a la samba y la recreación de "La Máscara". También hay imitaciones de Presley, Jackson, Madonna, Lady Gaga, Freddy Mercury, etc.
También hay números muy normalitos y mucho vídeo-clip a secas, eso sí, en pantallas gigantes. Aguantamos hasta el final y podemos decir que la experiencia está bien aunque no hubiésemos elegido la noche más adecuada por el cansancio acumulado durante el día. Era sábado y había muchísima gente, pero no vimos ningún exceso ni presenciamos escenas desagradables. Es posible que la Coco Bongo de Cancún sea mejor, no lo sé, pero no creo que compense hacer un viaje tan largo estando Playa del Carmen tan a mano.
A las 5 de la madrugada, agotados, el autobús nos deja en el lobby del Colonial, con la desoladora perspectiva de tener que ir andando hasta la habitación, ya que de 02 a 08 horas no hay trenecitos. Por fortuna, aparece un empleado con un coche de llevar maletas, unas chicas extranjeras le dicen que si las lleva al White Sand y el hombre se apiada de ellas y de nosotros, y nos deja en la mismísima puerta de la villa 65. ¡Gracias, amigo!