Despertarse en pleno parque natural Karukinka, al sur de Tierra del Fuego chilena, es todo un privilegio limitado a muy pocas personas al año.
Nos encontramos en estancia Vicuña, con vistas al valle del río Rasmussen, protegido de los fuertes vientos que suelen predominar en Tierra del Fuego.
A pesar de su nombre, no estamos en tierra de vicuñas, sino de guanacos.
El parque Karukinka ("nuestra tierra" en el lenguaje de los selknam) fue creado en el año 2004 para proteger la rica biodiversidad de la zona. Paisajes salvajes; desde la estepa fueguina hasta las montañas de la precordillera Darwin, pasando por bosques sub-antárticos, lagos, valles……….
Guanacos corriendo por sus valles y bosques, y una enorme diversidad de aves, son sus habitantes. Unos días en los que tenemos el honor de compartir con ellos su hogar.
Unos días en los que los únicos humanos merodeando por allí……..somos nosotros. ¡Naturaleza absoluta! Un mundo desconocido. No hay palabras para describir las sensaciones. Apenas un humilde relato y algunas fotos para acercar un poco la belleza del lugar. ¡Para sentirlo hay que estar allí!
Un sitio del que existe poca información, del que yo casi ni había visto fotos. Y por ello, resultaba todavía más excitante.
Revisando el libro de huéspedes, vimos que sólo recibe unos 250 visitantes al año, más de la mitad por motivos científicos o promocionales. O sea, menos de 100 turistas al año. Y nosotros éramos unos de esos……se te ponen los pelos de punta cuando estás allí!.
Durante nuestra estancia, aprovechamos para hacer algunas excursiones:
Caminata al cerro Prieto Grande:
Ya hemos recorrido en coche una buena parte de Tierra del Fuego, viendo pasar los paisajes ante nosotros. Ahora vamos a pasar de ser espectadores en la distancia a sentirnos parte de estos paisajes. No hay mejor manera de descubrir la naturaleza que caminando y experimentando por su interior.
Por eso, decidimos recorrer alguno de los senderos que ya están señalizados en el parque. Otros están siendo abiertos y marcados, y quedarán preparados en poco tiempo.
No está permitido ni es recomendable realizar caminatas por otros lugares del parque sin señalizar.
El sendero al cerro Prieto Grande parte desde la ruta Y-85, a unos 2 km del refugio Vicuña, desde donde partimos caminando. De esta forma, vamos contemplando el valle del río Rasmussen, y su abundante fauna.
Los guanacos se muestran menos huidizos que al pasar en camioneta. Ahora nos miran con interés, y parece que no tienen nada contra nosotros. La abundancia de aves se concentra al lado del río.
Entre los berreos de los guanacos y los trinos de las aves transcurre la primera parte de este agradable paseo. ¡Increíble estar aquí, sintiéndonos parte de este escenario natural!
El paseo continua en ascenso por el precioso bosque fueguino de lengas y ñires. Nos dirigimos hacia lo alto del Cerro Prieto Grande.
Tras la subida por el bosque, llegamos al mirador Refugio Vicuña, ¡Qué paisaje tan imponente!
Todavía queda la subida más complicada para llegar a la cima, con pronunciada pendiente, y sobre todo, fuerte viento.
Pero, llegar a la cumbre recompensa el esfuerzo.
Unas vistas maravillosas. Sin palabras.
A un lado, la estepa fueguina.
A otro lado, la cuenca del Lago Blanco.
A otro, el lugar donde se asienta el refugio Vicuña, sitio de cerros y bosques.
Y al fondo……lo más impresionante: las vistas sobre la Cordillera de los Andes, precordillera Darwin, al sur de la isla. ¡Todo un espectáculo!
Un lugar que atrapa nuestra atención durante un buen rato para contemplar el paisaje.
Durante el descenso, encontramos otro mirador hacia la interminable la estepa de Pampa Guanaco, en un claro que se abre entre el bosque de lengas.
En total, 11 km, en algo menos de 4h.
Un sendero que no presenta mayor dificultad. Su única complicación es estar en el fin del mundo, sin posibilidad de rescate ni auxilios médicos. Por ello, para ingresar en el parque, tuvimos que firmar un documento en el que nos comprometimos a cumplir unos requisitos a disponer de un seguro médico que incluya evacuación en caso necesario.
Para mayor seguridad, Rubén nos prestó un radio-teléfono, y contactaba continuamente con nosotros para saber si todo iba bien.
Ruta de los lagos: Despreciado, Deseado, Fagnano,…. y la Cordillera.
Conduciendo unos 50 km hacia el sur desde Vicuña, el paisaje cambia radicalmente.
Tras dejar la estepa fueguina, recorremos amplios valles surcados por ríos y rodeados de cerros, hogar de fauna salvaje: aves y guanacos.
Más al sur, la Cordillera con sus cumbres nevadas, nos regala un paisaje de ensueño.
El lago Despreciado y el lago Deseado se encuentran muy cerca uno del otro. Desde los alrededores del lago Despreciado parte el sendero de La Paciencia, de 33 km en cada sentido, pensado para recorrer en 7 días, y que llega al Seno Almirantazgo, justo frente a la Cordillera Darwin, ¡guau!. Me imagino que debe de ser impresionante!. ¡Yo quiero ir!
De momento, no está acondicionado con alojamientos, sólo es posible dormir en propia carpa; sin embargo, está previsto instalar domos para poder realizar la travesía en condiciones más cómodas. Nosotros, únicamente llegamos hasta el lago, por el primer tramo del sendero.
Muy cerca está el lago Deseado, de nombre mucho más agraciado.
La pista todavía continúa unos cuantos km, recorriendo la Cordillera. Llegamos hasta el lago Fagnano, aunque no pudimos acercarnos a la orilla. La carretera se corta en un puesto militar, y sólo cuando los militares están disponibles, permiten el paso.
Una ruta alucinante por un tesoro escondido.
No todos los días se tiene el honor de ser los únicos turistas en un parque natural. Teníamos el parque entero sólo para nosotros……..y para los animales.
La fauna
Ruta a la Laguna del Cura.
El mapa rutero indica 12 km y 6.5 h. Sin embargo, al final el GPS nos marcó casi 15 km, que realizamos en 4.5 h. La ruta está perfectamente señalizada, saliendo directamente desde el Refugio Vicuña.
Recorremos gran parte del sendero por bosque nativo de lengas y ñires, ¡qué bonitos son los bosques fueguinos!
Pasamos por castoreras, tan habituales en el sur de Tierra del Fuego, presenciando los destrozos causados por la invasión de castores, especie foránea.
Guanacos se nos cruzan continuamente, uno incluso nos acompañó durante una parte del recorrido, observándonos a cierta distancia.
Los sonidos del bosque son los berreos de guanacos, el repiqueteo de los pájaros carpinteros, y los gorgoritos de montones de aves.
Desde lo alto del Cerro del Cura gozamos de unas vistas magníficas. Con el inconveniente de que está completamente nublado, gris, brumoso, incluso lloviznando muy ligeramente en este momento.
Las vistas abarcan la Laguna del Cura, entre cerros………..
el valle del río Rasmussen……….
A lo lejos, los picos nevados de la pre-cordillera Darwin,
¡Lástima tan escasa visibilidad que enturbiaba la visión del perfil de picos nevados!
Continuando por el bello bosque nativo, alcanzamos el borde de la laguna.
De regreso, por diferente camino, seguimos tomando contacto con el bosque fueguino, con su flora y su fauna.
Desde lo alto de otro cerro, disfrutamos de las vistas…………y sufrimos el viento.
Hemos sido los primeros en subir rutas de esta zona a wikiloc:
es.wikiloc.com/ ...id=3758708
es.wikiloc.com/ ...id=3758723
Un rato en la casa, algo caliente, última conversación, promesas de volver para hacer el sendero de La Paciencia cuando terminen de acondicionarlo ¡qué buena pinta! ..llegar al Seno Almirantazgo y contemplar enfrente la Cordillera Darwin...¡un sueño por cumplir!
Una última foto con Rubén y Forrest, nuestros nuevos amigos, los únicos humanos que vimos esos días.
.........despedidas………besos…….sintiéndonos muy afortunados de haber podido conocer esta maravilla natural antes de que empiece a ser explotado para el turismo.
Unos días en lo que mi espíritu de aventura y curiosidad se vio completamente satisfecho. Me quedé con ganas de quedarme más tiempo.
Curiosa historia la del parque Karukinka. Antiguas estancias ganaderas hipotecadas que no pudieron pagar los préstamos, quedando en manos de un banco norteamericano, el cual lo entregó a manos de esta sociedad para protegerlo como parque natural por su riqueza natural.