Si no dispones de vehículo propio, no te puedes marchar de Villa O´Higgins cuando quieras. Un pequeño autobús recorre, 2 veces por semana, los 155 km de distancia a Caleta Tortel, en 5 h. Se trata de un autobús “directo”, ¡claro!, no hay nada en medio, ni una aldea, ni una casa.
El fin de la Carretera Austral es el principio para nosotros.
Nada más salir de la Villa, es imposible apartar la mirada de la ventanilla.
Una naturaleza intacta por el hombre. Lagos, ríos, valles, montañas, bosques, cascadas cayendo por todas partes.
Mirando para esas montañas te das cuenta de que por muchos de estos lugares no ha pasado nadie jamás.
Ni una casa, en esta carretera que fue finalizada en el año 1999.
De camino, tuvimos la suerte de ver un huemul, pequeño ciervo, que es el símbolo del país.
En 2 horas y media, llegamos a Río Bravo, un atisbo de civilización en el embarcadero, donde montamos en la barcaza para cruzar el fiordo Mitchell.
45 minutos de navegación (y ya llevamos unas cuantas navegaciones) por un fiordo entre montañas. Seguimos en autobús. Sólo otro pasajero más, un trabajador turístico de Villa O´Higgins, con quién intercambiamos impresiones sobre la Patagonia.
El paisaje, yo creo que, incluso, si cabe, va aumentando en espectacularidad.
Tras el cruce el El Vagabundo, aparece el gran río Baker, el más caudaloso de Chile……..boquiabiertos íbamos todo el rato.
5 horas que se han pasado volando, han sabido a poco, tirándome de los pelos por no tener un coche para ir parando poco a poco. No da tiempo de asimilar todos estos paisajes.
Al llegar a Caleta Tortel buscamos alojamiento en la oficina de turismo (aunque preferimos llevarlo reservado, aquí las cosas no funcionan así). Nos instalamos en una agradable cabaña.
Caleta Tortel, 500 habitantes, es un pueblo singular. Zona típica, donde las calles quedan sustituidas por una red de pasarelas de madera de ciprés, con montones de escaleras, que permiten descender hasta la costa.
Enclavado en un fiordo del Pacífico, en la desembocadura del río Baker. Un pueblo entre los 2 campos de hielo continentales. Nada de cemento, nada de asfalto. La madera es la esencia del pueblo, en sus casas, en sus calles, en sus embarcaderos, y en los árboles de su entorno.
Y la madera es también su principal forma de vida, y el origen de su creación en 1955.
Un lugar donde todas las casas tienen jardín. El jardín es su propio entorno, la vegetación selvática que envuelve cada casita. Tan enorme variedad vegetal, casi inimaginable, con la alegría en primavera del colorido de sus flores. Y si a esto añadimos el entorno montañoso, entonces resulta una belleza desbordante.
La zona era frecuentada desde antiguo por poblados nómadas Kaweskar, que llegaban en canoa.
Una población de origen indígena, extremadamente amable y acogedora. “Aquí todos somos amigos, también los visitantes”, nos decían. Te sientes en un lugar mágico.
A Caleta Tortel llega la carretera desde el año 2004; antes sólo se accedía en barco remontando el río Baker.
Y, los barcos, las lanchas, siguen siendo, precisamente, su principal medio de transporte.
Mar, fiordo, río,………..el agua es su medio.
Madera, agua y vegetación son las señas de identidad de Tortel.
En Tortel casi siempre llueve. Hoy no, hoy tenemos sol.
Recorrimos km y km de sus pasarelas, fijándonos en su vegetación, saludando a sus gentes, y obteniendo distintas perspectivas de su pintoresca configuración.
Y, como sus antiguos visitantes, y como siguen haciendo sus pobladores hoy en día, no queríamos pasar por aquí sin navegar por sus aguas. Alquilamos una lanchita, y navegamos por las aguas tranquilas del fiordo.
Desembarcamos en la Isla de los Muertos, una isla formada en la desembocadura del Baker por deposición de sedimentos. Unas cuantas cruces de madera recuerdan la trágica historia del lugar.
En torno a un centenar de chilotes (indígenas de Chiloé) murieron en la isla a principios del siglo XX. Habían sido reclutados para trabajar en la explotación de la madera, y su muerte sigue siendo un misterio. Aunque se ha intentado investigar, no se han podido encontrar restos humanos, debido a la rápida descomposición por la elevadísima humedad de la zona. Sólo se han encontrado botones y similares, que no han permitido desvelar el misterio. Diferentes teorías……..tal vez el escorbuto, tal vez envenenados por marea roja, o tan vez intencionadamente?? Unos fueron enterrando a los otros, por lo que las muertes ocurrieron escalonadamente, pero en escaso intervalo de tiempo…….Un misterio.
Todavía se puede ver la maquinaria del barco que la Sociedad Explotadora del Baker usaba en los inicios de explotación de la madera en esta zona.
Continuamos la navegación por el delta del Baker.
Una bonita cascada, que antes se podía visitar, pero ahora, al dueño no le apetece recibir turistas en su cascada.
Nos adentramos en estrechos brazos del Baker, sólo navegables en marea alta.
Casi parecen manglares.
Subiendo escaleras, unas vistas desde las alturas
Al día siguiente.............
En diciembre todavía hay pocos turistas en Tortel, poquísimos, y no ha sido posible formar un grupo para visitar el glaciar Steffen, que cae desde el Campo de Hielo Norte, en el Parque Nacional Laguna San Rafael. Requiere unas horas de navegación y un par de horas de caminata (coste 280.000 pesos). Era mi mayor ilusión en Tortel, pero no ha podido ser.
El pueblo es también base para visitar el glaciar Montt, en el Campo de Hielo Sur, aunque, en este caso, la navegación requiere muchas horas en barcos rudimentarios de pesca.
Así que, nos quedamos un día menos en Tortel.
Día cálido y soleado, muy luminoso, cumbres despejadas………..
Por la mañana, recorremos el sendero del cerro de Tortel. Un paseo tranquilo, con unas vistas absolutamente preciosas.
Ascendiendo hacia el cerro, disfrutamos del magnífico paisaje de la desembocadura del Baker, entre montañas con cumbres nevadas, cascadas que caen desde las alturas…….. Un día ideal.
Caminando, bordeamos la parte alta del cerro, girando nuestra perspectiva visual. Contemplamos las islas que se han formado sobre el Baker.
Los fiordos que se encuentran entre los Campos de Hielo, por donde navegaban los kaweskar, indígenas extinguidos. Costas que después “descubrió” Magallanes. Territorios explorados por varios exploradores, como Steffen.
El sendero continúa descendiendo del cerro, hasta que llegamos al extremo del poblado, recorriendo las pasarelas de madera por toda la costanera.
Ruta en GPS: es.wikiloc.com/ ...id=3760779
Para recorrer Caleta Tortel, hay que estar dispuesto a subir y bajar cientos y cientos de escaleras de madera.
Y volviendo a subir escaleras, nos despedimos de este sitio tan pintoresco.
Uno de esos pueblos donde todos te saludan.