17 de Octubre.- Finca el Carmen – Salta
Amanecer en esta finca es todo un privilegio.
Sentirte acariciado por los tibios rayos del sol balanceándote en un columpio colgado de un algarrobo contemplando la capilla....; el contraste entre el verde y fértil valle que forma el rio Calchaquí con las imponentes y áridas montañas que ya van tomando formas y que avisan de la cercana Quebrada de las Flechas y con el cielo tan azul...... Pues no tiene precio.....
La casa se encuentra a más altura que el valle haciendo posible estas vistas panorámicas tan preciosas.
La Capilla del Carmen tiene su historia, es de 1780 y es la segunda más antigua (después de la de Molinos), tiene dos altares decorados en vivos colores y fue restaurada en los años 60 por la misma familia de la hacienda, los Miralpeix. Cada 16 de Julio celebran su fiesta mayor.
Hay que visitar también la represa, más bien parece una pequeña laguna, con una islita en el centro, en la que viven gran cantidad de aves acuáticas y se encuentra rodeada de un bosquecito de algarrobos y chañares (este árbol tiene una corteza característica que se despega y de su fruto se saca un arrope que tiene propiedades expectorantes).
En ella vive además un yacaré, animal cuyo habitat natural es en ambientes tropicales y que nadie se explica cómo ha conseguido sobrevivir en un ambiente tan distinto. Le llaman Coco desde que alguien lo soltó allí cuando era pequeño. En el poco rato que estuvimos no se dejó ver.
La finca además tiene un museo y una muestra de máquinas agrícolas antiguas restauradas.
Volvimos a recorrer los kilómetros de la tarde anterior ahora con luz de mañana. Pasamos por el letrero que indica Monumento Natural Angastaco que oficialmente indica la entrada a la quebrada y nos detuvimos más adelante en el primer corte, el Corte de Cañón dónde hay otro letrero con la indicación “He aquí millones de años de duro laburo de la pacha. Este paisaje lunar fue formado por un antiguo lago. Deje solo un suspiro”, una forma sutil y bonita de decirte lo mismo que otros muchos carteles (de otros lados) en los que indican que te vuelvas con tus residuos.
Había visto en un pequeño vídeo en el que alguien subía a un mirador y estaba empeñada en localizar el sendero para subir al mismo. Miramos por varios sitios y no lo encontrábamos, (en la tarde de ayer encontramos una bonita puesta de sol). Vimos unos pequeños montoncitos de piedra indicando una senda por la que nos adentramos y seguimos hasta desembocar como en un pequeño valle arenoso formado por riadas de anteriores épocas de lluvia, y al poco se perdía. No iba al mirador que buscábamos, pero a mí me encantó el caminar entre estas formaciones pétreas y en “casi” escalar una de ellas.
Retomamos camino y nos detuvimos en el siguiente corte, llamado Corte de Flecha. Y aquí estaba el sendero que buscábamos, perfectamente señalizado e indicando su peligrosidad.
¡Que impacientes que somos a veces!. Pero nos vino bien no saberlo, así descubrimos otros aspectos de la quebrada que quizá no hubiéramos visto. El sendero no es tan peligroso como avisan pero es conveniente que lo indiquen porque tiene algunos tramos que dan a un precipicio y caminando sobre material de arena suelto.
La quebrada de las Flechas tiene unas formaciones rocosas distintas a las del resto del valle. Son planchas sedimentarias dispuestas de forma casi vertical con altura de hasta 20 m.
Hace millones de años esta área tenía clima tropical con numerosos bosques y lagos que fueron dejando sus sedimentos. Los posteriores movimientos andinos que dieron lugar a la elevación de los Andes impidieron que llegaran las lluvias a esta zona convirtiéndose en casi desértica. Otros movimientos andinos levantaron estos sedimentos en forma de placas casi horizontales y el tiempo, la lluvia y el viento hicieron el resto dando a las rocas la forma puntiaguda que tienen, semejantes a flechas.
En este mirador tienes la oportunidad de contemplar, desde distintos ángulos, ésta quebrada en todo su apogeo. Miras para un lado, luego para otro, vuelves a mirar, y te dices, ¡es un desierto¡, sí, pero es un goce para nuestra alma y un privilegio el poder conocer esta maravilla que la naturaleza y Dios han creado.
Siguiendo ruta se pasa por Corte Ventisquero que es el que aparece en la mayoría de las fotos de la quebrada tomadas desde el anterior mirador.
A la altura del pueblo de San Carlos se pasa al asfalto y a partir de aquí el coche corría como si quisiera desquitarse de la lentitud del ripio.
No entramos en Cafayate porque ya nos habíamos entretenido bastante, y nos adentramos en la ruta 68 en busca de la Quebrada de las Conchas, con destino Salta, Íbamos con cierta rapidez que hizo que, me supongo, nos pasaramos la zona de los Médanos de esta quebrada de las Conchas.
Retrocedimos algo pero al parecer no lo suficiente, y nos encontramos con unas formaciones rojizas y un camino indicado al principio con montoncitos de piedras y tan solo un cartel indicando el nombre de la quebrada. Así que no puedo decir el nombre de lo que vimos y que además fue lo que más me gustó de todo el camino.
No obstante la quebrada entera es una preciosidad, una ruta de espectáculos cambiantes, una sinfonía de colores en las formaciones rocosas de distintas formas, ocres, verdosos, azulados, rojizos, amarillentos, rosas …, debidos a sedimentos de millones de años.
Comenzamos a caminar por este camino que al poco se bifurca en otros varios, cada uno dirigido a las distintas formas rocosas que teníamos al frente, todas de color rojizo y con infinidad de formas distintas. Escogimos el que primero nos pareció y nos dirigimos entre la distinta vegetación espinosa, propia de estas zonas tan faltas de agua, y caminando por arena también de color rojizo, hacia una formación rocosa que tenía forma parecida a la torre de un castillo o fortaleza ( a otros les parecerá otra cosa) y luego, siempre girando a la izquierda, hacia otro grupo de rocas de muy distintas formas, algunas me recordaban a las que hay en la Ciudad Encantada de Cuenca, todas también de color rojizo, con algunas oquedades que me hizo pensar que podíamos estar en la zona de las Ventanas pero luego vimos más adelante un cartel indicando esto mismo, así que no se si pertenece a la misma formación.
Una de las plantas espinosas nos llamó la atención por el color verde a lo Shrek y averiguando después nos enteramos que se trata de una planta denominada Brea, que a veces es casi un árbol, que casi todo el año se lo pasa sin hojas por lo que adaptó el tronco en verde para realizar la fontosíntesis.
Siguiendo ruta vas pasando por todas las formaciones con nombre de esta quebrada, el Obelisco, los Castillos, la Yesera, la Casa de Loros, el Fraile, el Sapo, todo notable y digno de ver pero no más que tantas otras formaciones sin nombre que te van dejando admirado en todo el camino, sin olvidarse del propio curso del rio de las Conchas que forma a veces estampas preciosas.
Cuando llegamos al Anfiteatro y la Garganta del Diablo, los sitios en los que hay siempre más gente, era bastante tarde, los puestos de los vendedores estaban cerrándose, por lo que pudimos disfrutar de ellos casi en solitario. Ambas formaciones son admirables y debidas a la acción de una cascada, hace ya algunos añitos, cuando el tiempo era lluvioso. Si miras las fotos de la Garganta del Diablo, al menos que haya alguna persona en ella, no sabes si han sido tomadas desde arriba, desde abajo, desde un lateral..
Por la zona de las Tres Cruces hay una excelente vista de la quebrada y el rio de las Conchas, pero no salió bien la foto.
Llegamos a Alemanía y buscábamos la Posta de las Cabras para tomarnos algo, no aparecía por ningún sitio, lo de “pasado Alemanía” bien se puede interpretar como que te lo encuentras en seguida, nosotros, hambrientos así lo pensábamos, o bien, como es el caso, a varios kilómetros de esta antigua estación de tren. La Posta estaba al completo de comensales, pero nos instalaron en un prado a la sombra de un algarrobo dónde estuvimos tan a gusto un par de horas porque la verdad es que se toman su tiempo en servirte la comida (aquí y en otros muchos sitios).
Finalizamos la ruta en Salta y esa noche pudimos disfrutar de la comida y el ambiente de la Casona del Molino. Es una Peña de Salta muy recomendada en el foro y en Las Rejas nos comentaron que era la mejor opción. Se encuentra algo alejada pero en taxi sale bastante barato (unos 15 pesos), si bien de ida fuimos andando, una buena caminata que nos permitió ver algo del modo de vida salteño.
La Casona del Molino, como su nombre indica, es una casona construida en el siglo XVII junto a un molino, hoy desaparecido, que después de varios usos ha sido transformada en restaurante conservando su estilo colonial, pintada de amarillo con ventanas y puertas verdes, hasta las baldosas son de la época. Tiene un amplio patio y varias habitaciones, que eran de la casona ya que ninguna pared se derribó, y en todos ellos se sirve la comida.
Llegamos temprano y aún así estaba todo casi lleno. Nos dieron una mesa en el patio, pudiendo con ello disfrutar de la magnífica noche que hacía, no así de la música y canciones que comenzaron un par de horas más tarde en algunas de las habitaciones interiores cuyas mesas ya estaban reservadas cuando llegamos. La comida estupenda, las empanadas, la parrillada mixta, las ensaladas, los postres, y una sangría que, aun no siendo como la nuestra, estaba buenísima. Al salir, en la primera habitación que hay cuando entras, estuvimos un rato deleitándonos con la música guitarrera y el cante de un chico, Rodrigo, que canta divinamente, alternando con el cante de otros que lo acompañaban y algunos espontáneos.
Repetimos sitio en otra noche en Salta. Quisimos hacer reserva previa pero al hotel le dijeron que no era posible por estar todo lleno. No obstante, nos fuimos temprano (antes de las 9: h.) y conseguimos una mesa casi al lado de la mesa dónde Rodrigo suele sentarse. Así que en esta ocasión la buena cena y la sangría se vieron acompañadas, ya casi en los postres, con el buen cante de este chico salteño, (me imagino que será salteño).