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30 Octubre. Excursión en 4x4 y regreso a Buenos Aires
Hoy es ya nuestro último día en la Patagonia, el avión sale a las 16.30 h. con destino Buenos Aires. No me apetece estar todo el día en el pueblo, viendo las tiendas cursis de recuerdos, oficinas de turismo y chocolates, así que nos dividimos y mi marido y yo decidimos hacer una excursión de medio día: aventura en 4x4 en el Cerro Frías. El día está estupendo, el viento no sopla demasiado y hace un sol precioso, tan sólo nubes en la lejanía sobre los altos picos. Vamos a disfrutar del paisaje de la estepa patagónica el cual contemplaremos en vivo y en directo.
Nos recogen en el hotel y tomamos camino al Glaciar Perito Moreno, se encuentra a 23 km. de El Calafate en las tierras de la estancia Alice. Pasando un desvío queda el hotel Eolo, un hotel de lujo de 5* con muy buena pinta (el precio de la habitación es de 820$ USD, en pensión completa) y casi enseguida llegamos a esta estancia del Cerro Frías, o quizá mejor el quincho que tienen como centro de operaciones y comida. Nos toca como guía una chica francesa muy simpática, que ya conoce el español bien y toda la zona igualmente pese a que lleva aquí solamente un año. Se manejaba muy bien con el 4x4 incluso en cuestas de pendiente casi imposible. Compartimos el 4x4 con una pareja joven de brasileños.
Salimos dos 4x4 desde el quincho atravesando el valle nuevamente. Desde que se toma el desvío en la ruta 11 para acceder a la estancia Alice el paisaje cambia, sigue siendo el típico de estepa patagónica pero todo este valle y el mismo cerro Frías es todo más verde. El cerro Frías tiene una altura de casi 1.100 m. y se encuentra aislado en este valle protegiendo a éste de los fuertes vientos australes, por ello la vegetación al sufrir menos el ataque de los vientos es más frondosa y verde. Vamos observando los animales de estancia, ovejas, vacas, y potros salvajes pastando en las llanuras, pero también tuvimos oportunidad de ver mucha otra fauna. De primeras observamos a unas liebres persiguiendo a una cría de carancho, cosa inusual, según nos dice María, porque los caranchos son siempre los que persiguen a los conejos y liebres. A lo lejos hay tres cóndores planeando, pero no se acercan para verlos en detalle. Un águila posada en un risco, una manada de guanacos, varias bandadas de cauquenes y de bandurria.
Se comienza la subida faldeando la montaña a través de camino de huella e incluso, cuando hay mucho barro, a campo través hasta llegar a un primer mirador en el que estamos bastante rato observando las vistas panorámicas: los cerros Mesa, Adriana, el cerro Centinela y debajo en el valle, el río Centinela, ( por eso este valle tiene el nombre del Valle del Centinela), que desemboca en el lago Argentino formando un delta, que visto desde arriba, resulta precioso con tonos rosados y brillantes cuando el sol le da directamente, y por supuesto, dominando el paisaje, el Lago Argentino.
En otro mirador situado casi en la cima seguimos viendo lo mencionado antes y además el Brazo Norte y Rico del lago Argentino, las penínsulas de Magallanes y Avellaneda, la Boca del Diablo, punto más estrecho de lago por el que se entra al Brazo Norte. En el horizonte la Cordillera de los Andes, al sur el Cordón de los Cristales y las Torres del Paine, tapadas por nubes, al norte el Cerro Fitz Roy, también velado por las nubes. En el suelo estamos rodeados de estas plantas típicas de la estepa patagónica, el coirón que luce su amarillo más bonito. También el neneo, con hojas punzantes que hacen que sea llamado el colchón de suegra. Se encuentra en período de floración, sus flores son pequeñas, entre blancas y rosadas y resulta que son la comida preferida de las ovejas. Todo un placer para los cuatro sentidos, sobre todo la vista.
Después de unas 2:30 h. regresamos al quincho dónde nos espera un rico asado de ternera y pollo con verduras asadas (te ponen hasta saciarte) y postre casero a escoger. Compartimos la mesa con la pareja de jóvenes brasileños y otra pareja que viven en Neuquén. Una comida muy agradable en la que intercambiamos distintos puntos de vista de los tres países.
Desde la estancia se pueden ver también las Torres del Paine, casi que consigo fotografiarlas con el zoom en un momento de despiste de las nubes, pero no salieron bien.
En la sobremesa compartimos algunas historietas con los guías. El día anterior en el minitrekking le preguntamos algo a los guías que nos tenía extrañados desde que iniciamos nuestro viaje en Argentina: los muchos altares pequeños que hay en los filos de las carreteras, con trapos de color rojo algunos, con imágenes, hasta uno vimos que tenía una matrícula de vehículo, y también los hemos visto en algunos lugares de las excursiones que habíamos realizado, ( a la salida del aparcamiento para ir al Lago del Desierto, camino de la Cascada los Alerces..). Nos dijeron que se trataba en realidad de altares para hacer ofrendas y hacer peticiones a dos personajes muy populares, Gauchito Gil y la Difunta Correa que tienen fama extendida de “santones”. No hubo tiempo a más explicaciones. Ahora volvemos a preguntar a estos guías del Cerro Frías. A mí me encantan las historietas de la tradición popular de un país, así que os voy a contar estas historias ó leyendas por si os apetece conocerlas:
Gauchito Gil : Fue un personaje real llamado Antonio Gil, del s.XIX, que vivió y también murió por los alrededores de la ciudad de Mercedes ( punto de acceso a los Esteros del Iberá), un personaje a lo Robin Hood argentino cuyo altar y sepulcro en las afueras de Mercedes recibe miles de peregrinos cada año, especialmente el 8 de enero, fecha en que murió. Como en todas las leyendas hay varias versiones. Participó en la Guerra de la Triple Alianza (hay quien dice que para huir de una reyerta amorosa) y al volver fue llamado a las filas del Ejército Autonomista (colorados), pero se dio a la fuga, por no pelear contra hermanos, con otro par de desertores. Estuvieron los tres un tiempo vagando por el campo robando ganado a los terratenientes y repartiéndolo entre los aldeanos, los cuales en agradecimiento les daban cobijo. Pero con el tiempo fue apresado y colgado de los pies en un árbol del espinillo, que aún crece junto a su tumba, y decapitado. Antes de morir hizo una petición al verdugo: que su hijo estaba muy enfermo y que si enterraba su cuerpo su hijo sanaría. De primeras el verdugo no hizo caso pero al descubrir que verdaderamente su hijo estaba gravemente enfermo, volvió y enterró el cuerpo decapitado. Efectivamente su hijo sanó inmediatamente. La noticia voló y nació la leyenda y la fama de santo pagano del Gauchito Gil, como familiarmente se le conoce. En los altares dedicados a esta figura abundan las banderas rojas ó lazos rojos porque era el color del Ejército Autonomista. También se dice que cuando se pasa por delante de uno de estos altares hay que tocar la bocina del auto porque si no, no se llega a destino o se sufre mucha demora.
Difunta Correa: Cuenta la historia y la leyenda que cuando su marido fue hecho prisionero en la guerra entre unitarios y federales, Deolinda Correa con su pequeño hijo en brazos partió en su busca bajo el sol abrasador del desierto de San Juan con algunas provisiones de comida y agua. Pero estas se acabaron y la sed y el cansancio pudieron más que su voluntad y murió en las cercanías de Caucete. Tres días después, unos arrieros atraídos por el llanto de un niño descubren el cadáver de Deolinda y al pequeño alimentándose de los pechos de los que aún brotaba leche. Los hombres le dieron sepultura y se llevaron al niño. Su santuario en Vallecito, provincia de San Juan, conmemora este aparente milagro y otros muchos creen que es el sitio donde murió. Este santuario se ha convertido en un pequeño pueblo que tiene la mayoría de suministros, iglesia, escuela, policía, hoteles… Hay 17 capillas dónde los miles de visitantes dejan sus ofrendas a cambio de sus favores sobrenaturales. En realidad la difunta Correa no es una santa sino un “alma”, una persona muerta que realiza milagros e intercede a favor de la gente, la supervivencia del niño fue el primero de una serie de milagros que se le atribuyen. Cientos de botellas con agua son dejadas diariamente en los santuarios dedicados a la Difunta Correa que se encuentran en pequeños altares, oratorios y nichos en todas las rutas de Argentina. Curiosamente los camioneros son muy devotos de ella, por eso en algunos altares, además de las botellas de agua, se ven matrículas de vehículos, ruedas, repuestos etc..
Ya por la tarde regresamos a Buenos Aires llegando bastante tarde y al día siguiente regresábamos a casa en un vuelo nocturno.
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