Hoy nuestro día, era de transición ya que gran parte de él lo pasaríamos viajando, pues pasábamos de tierras francesas a tierras germanas.
El día se había levantado nublado, aprovechamos para dar buena cuenta del suculento desayuno que tomamos en una cafetería de un centro comercial (como disfrutamos con la bollería) que se encontraba cerca del hotel y nos pusimos en marcha.
Pero no todo iba a ser viaje, pues teníamos una visita, la cual tenía pendiente de anteriores viajes por Alemania, Heidelberg.
He viajado unas cuantas veces por Alemania y he pasado casi siempre muy cerca de Heidelberg, la cual había oído muy buenas impresiones de ella, (su bello centro histórico, su grandioso castillo…) pero por unas o por otras nunca terminaba por pasar, con lo que esta vez no iba a volver a suceder y a eso del mediodía, hacíamos nuestra llegada.
HEIDELBERG
Una vez llegamos, lo primero que hicimos fue buscar un parking, he irnos a comer algo en un restaurante turco ( Un Keback vamos…pero lo de restaurante turco…a que suena mejor…jajaja…). El parking lo encontramos cerca del castillo y a la vez cerca del casco antiguo de la ciudad para a continuación…, empezar nuestro peregrinaje por la ciudad.
Lo primero que hicimos fue subir al castillo, si bien por lo visto disponen de funicular, nosotros lo hicimos a pie, por una tremenda e infinita cuesta adoquinada.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Una vez arriba las vistas de la ciudad eran magnificas.
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La entrada al castillo son 5€, y aquí nos sucedió la anécdota del día, pues le entregue al señor 20€ y no me devolvió el cambio, con lo que haciendo uso de mi mediocre ingles intente explicarle al señor de la taquilla su error, y el hombre como concienzudo y perfeccionista alemán que era, cerró caja ( con la pedazo de cola que había) y se puso a contar todo lo que había facturado hasta el momento ( que no era poco) para comprobar si se había equivocado o si por el contrario ( que a lo mejor es lo que pensó) le estaba intentando timar…, y el caso es que esta vez se había equivocado él y pidiéndome disculpas me entrego el dinero que me faltaba del cambio. ( aquí tenemos una prueba de porque a Alemania le va, como le va…)
Volviendo al tema, una vez dentro, el castillo y sus vistas desde él son impresionantes,
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Pues si bien muchas de sus zonas están derruidas, es su época debió de ser algo espectacular.
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En su interior se encuentra el famoso barril por el que cantidad de turistas pasan a verle por sus desmesuradas dimensiones.
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Grande ¿verdad?, pues este no es…
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Este si que es grande…
Sus patios, fachadas y los jardines que pueblan su alrededor, le confieren un lugar especial.
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Y la famosa Gran Torre dinamitada por los franceses en una de sus muchas batallas en tierras germanas.
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Una vez visto el castillo decidimos desandar lo andado y volver de nuevo al centro histórico de la ciudad, para disfrutar y perdernos por sus calles y plazas así como por sus mercados de artesanía y bellos rincones…
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Su centro el cual aparte de ser unos de los más turísticos y hermosos de Alemania, dispone de infinidad de restaurantes, bares estudiantiles (su universidad es una de las más famosas de Alemania, vamos es la Salamanca alemana), tiendas de artesanía, y gentes venidas de diversos lugares bien para estudiar o como turistas, la confieren a la ciudad un ambiente de lo más cosmopolita rodeado de un glamour renacentista al más puro estilo del siglo XXI.
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Empezaba a anochecer y la lluvia volvía a hacer acto de presencia, pero esta vez de forma continua e imparable, con lo que decidimos irnos a por el coche y marcharnos de camino al hotel, el cual lo teníamos en Wurzburg, donde aprovecharíamos para cenar algo antes de ponernos a descansar.
¿Sería la presencia de la lluvia un augurio continuo de agua lo que nos esperaría a partir de ahora durante todas las vacaciones? …pues he de decir que eso pensábamos por la época que estábamos, pero nada más lejos de la realidad ya que fue la última lluvia que veríamos durante el resto de las vacaciones.